Tenemos
que hablar
Han pasado tres días desde que Rebecca y
Marlene hablaron en el jardín de Shakespeare. Marlene se ha incorporado a las
representaciones en el teatro Delacorte. Después de que el telón caiga, cada
día busca con la mirada para tratar de ver si Rebecca está entre el público.
Los días se le van haciendo eternos. Esa larga espera comienza a ser de impaciencia.
A diario pasea por Central Park en compañía de Roselyn y Tommy, con él juega
divertida sobre el césped todas las mañanas, y por las tardes antes de
incorporarse al escenario. De vez en cuando mira hacia lo alto del nueve, seis,
nueve de la calle setenta y ocho en busca de una respuesta. A veces percibe esa
sensación de inquietud como cuando Rebecca está cerca, mira a su alrededor para
no encontrarla en el entorno.
En esta soleada tarde Rebecca observa desde
la espesura cercana. No quiere acercarse demasiado aún. No acaba de encajar el
hecho de ver a Marlene como madre. Observa a los dos, los gestos de afecto
materno y las risas de Tommy. Hay felicidad en el rostro de Marlene mientras juega
con su hijo, ella contempla con agrado la escena. Por fin se decide a salir de
la espesura y se acerca con expresión tímida. - ¡Hola!- Marlene abre los ojos expectante. - ¡Hola!- Se miran con gesto circunspecto. Marlene esboza una leve
sonrisa. - ¡Rebecca!- El corazón se le acelera ante la aparición sorpresiva, pero esperada de Rebecca. Es esa
sensación de inquietud de no saber qué pasará en los próximos minutos. - ¡Marlene!- Al acercarse, Marlene duda como
recibir a Rebecca, ella le quita las dudas, besa sus labios con dulzura, un
beso corto que deja en su boca la sensación de
necesitar más. Rebecca rompe el
silencio. – Veo que lo pasas muy
divertida con Tomy.- Marlene no sabe que contestar. - ¡Sí! Bueno, juego mucho con él. Es un amor de crio. ¿Y tú? ¿Pasabas
por aquí?- Rebecca no quiere
confesarle que lleva un rato observándola, y que la ha espiado los dos días
anteriores, sin atrever a acercarse. – Me dirigía al teatro a buscarte. Te he
visto jugando con el niño y ¡Ya ves! Aquí estoy.- Le dice con una sonrisa relajada. - ¡Que
bien! Pues ¿Me acompañas? Debo entrar en escena en media hora. Roselyn se lleva
a Tommy a la rutina de todas las noches.- Con un buen achuchón Marlene
despide a su hijo. Mientras Roselyn se aleja con él en brazos, ambas contemplan
como el niño se despide agitando el
brazo. – ¿Cómo estás? - Pregunta
Marlene a Rebecca. Las sensaciones percibidas la tarde del impacto no fueron las
mejores para ella. Tuvo la sensación que Rebecca no aparecería. Esa última noticia
la dejó muy tocada, más en lo emocional a saber que el niño era hijo de
Tristán. Ahora la pregunta es ¿Cuál será su respuesta? Después de tres días de
espera. - ¡Marlene! ¿Te apetece salir a
cenar conmigo esta noche?- Marlene respira hondo, siente un alivio grande.
Esta propuesta supone que hay esperanza. -
¡Sí! ¡Por supuesto!- No hace falta decir nada más.
Mientras Marlene realiza su trabajo personificando
un personaje de Shakespeare, Rebecca la contempla entre bambalinas. Desde el
escenario, en medio de la representación, Marlene efectúa varias miradas hacia ella.
Todas las veces se encuentra con una sonrisa franca y relajada de Rebecca.
Acabada la última escena, Marlene se
recompone lo mejor que puede y sale en busca de Rebecca que espera sentada en
un banco cercano. Se coge del brazo de Marlene, que a su vez aferra la mano con
fuerza como queriendo evitar que escape. Mientras caminan Rebecca habla,
poniendo su corazón en la mano. - ¿Sabes?
¡Tenía un sueño! El sueño de vivir contigo de otra forma. Un sueño de felicidad
aquí en New York. Aquel proyecto de estar juntas toda la vida, era un sueño romántico.-
Guarda silencio durante un momento. - ¡Tengo
la sensación que el mundo se acaba si no estás tú!- Marlene se para la mira
a los ojos con ternura. – Yo también vivo
esa sensación, sigues siendo lo más importante de mi vida.-
A Rebecca se le agolpan los pensamientos,
los problemas y las situaciones sin resolver. En estos tres días no ha parado
de reflexionar sobre el amor de su vida. Aquel que vivieron la una al lado de
la otra, rodeadas de problemas de todo tipo. La vida ha alterado todo, para
ella y para Marlene, y ello exige también un cambio de las realidades respecto del pasado. - ¡Ya! Tienes razón, debemos hablar de
muchas cosas. Todo lo que puedo crear
en mi vida solo tiene un sentido, todo mi amor está en aquellas cosas que hago,
las hago pensando en ti. Si no estás, me encuentro vacía. ¡Te quiero! Y te
necesito.- Marlene se siente abrumada, pero feliz. Ella también necesita a Rebecca,
forma parte inseparable de su alma desde hace una eternidad y en este momento
posee las fuerzas que necesita para pelear por recuperar ese amor tan romántico
y tan pleno que vivieron juntas en Düsseldorf. Al día siguiente vuelven a encontrase de
nuevo, y al otro, y al otro, los encuentros diarios son del todo reconfortantes.
Citas en el parque al atardecer, mientras Marlene y Roselyn juegan con el niño.
Rebecca se escapa de la tienda dejando,
incluso, cosas a medias y corre hacia Central Park a media tarde, o salen a
comer, a pasear y todo aquello que suponga estar la una al lado de la otra. Ha
descubierto que hay mayor felicidad en la relación familiar que en el trabajo. Es
la primera vez, en mucho tiempo, que Marlene
se halla radiante de alegría. Y percibe esa sensación de haber recuperado lo
mejor de su amor. Durante un buen rato charlan y juguetean con Tommy, hasta que
Marlene debe cumplir con sus obligaciones de actriz. Cuando se cierra la
función pasean y hablan de sí mismas.
Cogidas del brazo por el Parque o por las
calles camino de algún lugar donde guarecerse del mal tiempo, conversan de todo
lo imaginable. Ríen con soltura. Aunque
sus mundos han cambiado, los sentimientos no. Quizás sea lo mejor que les ha
podido suceder, un lugar nuevo, una vida nueva pero el amor de siempre. -
¡Sabes! Nunca imaginé que pudiéramos tener un hijo. Me había instalado en la
comodidad de nuestra vida sin pensar más allá.- Rebecca se dirige a Marlene
con animosidad. - ¡A mi tampoco se me
había ocurrido! Eso dice mucho de la inmadurez de nuestro idilio.- Es
cierto, siempre se mantuvieron en un romance continuo pensando la una en la
otra, pero nunca tuvieron un proyecto de futuro orientado en una dirección
determinada. Casi siempre fue vivir en la inmediatez del presente. El tener un
hijo plantea que hay un futuro en el que pensar y por supuesto, proyectar. Ser
madres es una situación que cambia la vida de forma radical. Eso pensó Rebecca
en la soledad de su apartamento, después que dejó plantada a Marlene en el
jardín de Shakespeare. - ¿Por qué no me
lo contaste?- Marlene está confusa. Sabe el por qué, pero duda la
respuesta. – Hemos hablado de honestidad
y sinceridad. Hay dos razones. La primera tiene que ver con Tristán y su
personalidad. Sus respuestas emocionales son inimaginables, recuerda todo lo
que nos hizo pasar. No tengo duda alguna que en este caso se comportaría de
forma desastrosa también.- Rebecca escucha con gesto serio. – La segunda tiene que ver contigo. Eres dulce
y adorable pero, cuando se trata de dar una respuesta en situaciones desfavorables
eres un pequeño demonio, aunque luego te arrepientas. La situación después de
separarnos no era, precisamente serena. Temí que lo que quedase de cariño entre
las dos desaparecería por un malentendido. Pensé en el aborto como solución. Mi
memoria me aterró. Todavía recuerdo aquello con horror.- Marlene se detiene
para inspirar aire con profundidad. – Tu
apoyo entonces fue vital. Te eché de menos muchísimo en esta ocasión.- A Rebecca
se la saltan las lágrimas. – No sé cómo
explicarme. Te fuiste y no supe más de ti hasta muy tarde.- Marlene le cuenta
su experiencia de ser madre. - El
embarazo no fue ninguna complicación, el estado de ánimo sí. Sentía una gran
nostalgia y un gran dolor por la separación. No tener a nadie en quien apoyarse
en una aventura tan apasionante como ser madre, es complicado. Si hubo un
momento en el que te echara de menos con auténtica necesidad, fue durante la
gestación, haberla compartido contigo me hubiese llenado de alegría. Luego el
nacimiento de Tomy. Dana estuvo conmigo en todo el proceso del nacimiento y
primeras semanas después de haber nacido. Ocurrió en Colonia antes de aparecer,
regrese a Düsseldorf con la promesa de mi familia de no revelar a nadie el
secreto. Oculté a mi hijo por miedo. –
Dana cumplió su palabra con Marlene igual
que hizo con Rebecca. No debió ser fácil estar callada sabiendo, que una
palabra suya las hubiese reunido de una forma u otra. Se sentía a gusto consigo
misma por la palabra cumplida. Aunque a veces pensaba… ¿Que hubiese sucedido de
haber contado a Marlene la depresión de Rebecca o a ésta lo del embarazo de
Marlene? Se sentía como una celestina en potencia, papel que no le iba nada, lo
suyo son los caballos. Los dos meses que Marlene permaneció en su casa de
Düsseldorf mantuvo al niño oculto a las miradas de conocidos y familiares. El
regresar a Los Ángeles fue una decisión tomada a la sombra de mantener oculto a
su hijo sobre todo de Tristán, de quien solo se espera comportamientos
problemáticos y no estaba dispuesta a soportar otra vez un acoso por su parte.
El tiempo es un cruel acompañante que al
final nos transmite, que hay que seguir viviendo, seguir viviendo cada cual en
el lugar que le corresponde. Terminan las representaciones de
Shakespeare en Central Park y Marlene debe regresar a su lugar, a Los Ángeles,
a su casa y a los estudios de cine. Rebecca espera este momento con temor. No
ha querido hablar de ello pero el final se acerca y hay que apartar los temores
y enfrentarse a la realidad. – ¡Marlene! ¿Ahora que ha de pasar?- Rebecca comienza a mostrarse nostálgica antes
de tiempo. – Tengo una semana libre.
¿Vienes a California con nosotros?- Le propone unas vacaciones. - En estas fechas es imposible. ¡No puedo!- Responde lacónica. - ¿El desfile de Otoño?- Con un gesto de conformidad asiente
mostrando una mueca queriendo decir, “me apetece”. – Está bien, lo entiendo, son fechas importantes… ¿Me das alojamiento? He de dejar el hotel
una vez acabada la temporada.- El rostro de Rebecca se ilumina con una
sonrisa. – ¡Por supuesto!- Marlene da
un paso enorme, después de semanas de estar al lado de Rebecca. No lo piensa,
solo decide que quiere estar unida a ella y se deja llevar por el corazón. En
su interior sabe los riesgos que corre, pero está dispuesta a luchar por el
amor de Rebecca.
Que bueno que todo,vaya bien por ellaas
ResponderEliminar