Sentada en el salón de su casa con un tazón de leche
caliente, a la que le ha añadido miel y una copa de ron, está pasando la tarde
del domingo. El vapor caliente que desprende penetra por su graciosilla nariz,
cada vez que se acerca la taza para darle un sorbo. Percibe la sensación de que
se le despeja al paso del vaho humeante. Cuando llegó a casa la noche del
viernes, después de aquel beso maravilloso de Laura, ya estaba congestionada, está
pasando el fin de semana metida en la cama en casa. Recoge el libro que está
leyendo de encima de la mesita y continúa la lectura hasta el siguiente sorbo.
Así va pasando la tarde hasta que suena el timbre de la puerta y se ve obligada
a levantarse para acudir a la llamada desde la escalera. Abre y allí están sus
amigas Carmen y Paloma.
- ¡Hola! Venimos a
animarte. - Le dicen en plan festivo entrando con una botella de vino y
algo de comida en una bolsa. - ¿Cómo
estás de mal? - Pregunta Paloma mirando la nariz congestionada y los ojos
un poco enrojecidos.
– No
estoy mal, al menos no tengo fiebre que es lo que realmente me tumba. Unos
pocos de mocos nada más.- Habla con la voz tomada y respirando por la boca. –¡Y vosotras! ¿Cómo sabéis que estoy enferma?
- Pregunta intrigada.
– Nos lo ha dicho
un pajarito.- Carmen contesta en tono de guasa mientras abre el paquete de
la comida y lo va disponiendo en una bandeja. – Así que nos hemos dicho, que había que venir a animarte y traer la
poción mágica para que te repongas. – Le dice mientras le muestra una botella de champan que mete en el
congelador.
Carmen es todo alegría, a Marian le parece que algo más
se trae entre manos. No es muy frecuente verla con la moral tan animada y menos
en un día como éste, no para de llover, afortunadamente el viento ha cesado
pero el cielo está plomizo como cualquier tarde de invierno.
- ¡A ver! ¿Qué
pasa? Aquí hay algo que no me encaja.- Marian habla con cierto mosqueo,
percibe que el ambiente está alterado pero es incapaz de poder discernir lo que
esté sucediendo. Carmen la mira con los ojos brillando como perlas, Paloma
sonríe y Marian las mira con dudas.
– Tenemos que decirte
que te hemos mentido, no hemos venido por tu resfriado. Ni sabíamos que estabas
enferma. Queremos darte una noticia que espero que te alegre.- Dice Paloma expresándose con un manojo de
nervios. Carmen toma la palabra de nuevo.
- Queremos que seas
la primera en saberlo, eres mi mejor amiga de siempre. Como sabes Paloma es mi
amor y mi compañera. Esta tarde le he propuesto que se case conmigo y ella ha
aceptado. ¡Vamos a casarnos!- Espeta en un gritito de júbilo. Vierte esa
alegría mirando a su amiga de forma interrogante. Marian se queda parada y
sorprendida. Es una noticia inesperada pero feliz. Abraza a Carmen y después
hace lo mismo con Paloma y luego las tres en un solo estrujón.
-¡Os felicito! De
veras. Es una gran noticia. Estoy feliz por vosotras, os lo merecéis. Y os voy
a pegar el resfriado.- Les dice entre risas y estornudos.
Marian comienza a recordar los tiempos en que ella y
Carmen se escondían de las miradas curiosas de las gentes del pueblo. Se
descubrieron en la adolescencia la una a la otra en un espontáneo beso de
amantes, jugando a descubrir cómo eran esos besos. Al cerrar los ojos querían
soñar que les besaba un príncipe azul, de esos de las novelas. Pero el beso les gustó de una manera
inesperada. Sin pretenderlo se habían dado un beso lésbico. No soñaban con esa
figura regia, se vieron la una a la otra, fue un impacto. Ambas se miraron como
si se hubieran visto un mundo nuevo.
Durante la cena Carmen y Paloma le van contando sus
proyectos para el enlace.
- ¡Bueno! Pero
¿Habéis puesto fecha a la boda? - Pregunta Marian algo confusa.
– No una fecha
concreta. Queremos hacerlo en la primavera. Solo que…-
Paloma se detiene y mira con interrogación a Carmen.
– Verás, es que
quisiera hacerlo saber... Debería hablar con mi familia. No sé lo que
responderán y eso nos tiene algo preocupadas. Ya sabes cómo son nuestros
padres. No les va mucho este rollo de la homosexualidad y preveo que la
respuesta puede no ser muy agradable.- Carmen expone sus dudas y Marian la
escucha con actitud serena.
- ¡No te preocupes!
Sea como sea lo vas hacer bien. No tengas miedo, ya nos hicieron bastante daño
hace diez años. No creo que ahora puedan hacernos más. Estamos fuera, tenemos
nuestras vidas y no dependemos de ellos. Podemos caminar con la cabeza alta.- Le
narra Marian tratando de tranquilizar su ánimo. –Va a ser una boda muy bonita. - Poco después Paloma se va al baño, momento
que Marian aprovecha para aclarar sus dudas, salen a la galería para ver
llover.
- ¿Estás segura? – Marian
pregunta con intención.
- ¿De querer
casarme? ¡Sí! ¿Porqué lo preguntas?- Carmen está intrigada.
– Somos amigas
desde niñas y fuimos novias una vez, si aquello fue un noviazgo. Me preocupo
por ti y no quiero verte sufrir. No conozco bien a Paloma y entiende que tenga
dudas. Me dolería mucho que te hiciesen daño.- Marian es sincera y clara.
Aprovecha este instante a solas para poner las cartas boca arriba.
- ¡Verás! Adoro a
mi novia, no sabes lo que la quiero, es mi relación perfecta. Hay entre las dos
una conexión que no se puede romper.- A Carmen le brillan los ojos hablando
de su novia.
– Se que no te
equivocarás, si se lo has pedido es porque estás convencida de que es lo
mejor.- Marian le dice con todo el cariño.
– ¡No
sabes cómo me quiere! Me llena de cariño cada instante del día. Me despierta
con un “buenos días amor mío” y me besa. Si estoy triste o preocupada siempre
encuentra la forma de levantarme. Es detallista en cualquier situación, está
atenta a lo que pueda necesitar sin que yo le pida nada. Es romántica, cariñosa
y muy alegre. Y cuando me mira tierna me derrito en sus brazos. Comprenderás
que sienta una pasión grande por ella. Es el amor de mi vida.- Le brillan los ojos
casi hasta el lagrimeo. Marian le seca una lágrima que corre por su mejilla.
– No me digas
nada más. Tu amor es grande. Me haces muy feliz. Ahora solo puedo pensar en ti
como mi mejor amiga, no mi ex.- Se ríen. Marian está algo decepcionada. En algún rincón
de su conciencia pensaba que volver a reunirse de nuevo con Carmen sería posible
en un futuro, ahora lo ve quimérico. Los recuerdos de su adolescencia
ocultándose juntas en cualquier escondrijo para besarse, le daban esa
esperanza. Hoy está convencida de que en realidad solo fue eso, ese primer amor
con el que descubrió quien era y cual sería parte de su camino en la vida.
Paloma es aún una desconocida para Marian. Se la presentó
Carmen aquel día que se encontraron en los Cuatro Caminos por casualidad.
Habían pasado diez años en los que habían perdido todo contacto después de los
sucesos que precipitaron su separación.
Recuerda cuando a su padre alguien, con propósito
malintencionado, le contaron aquella incipiente relación lésbica de las dos
adolescentes.
Un padre opresor y violento que, desde ese momento la
obligó a trabajar en el comercio propiedad de la familia, la explotaba y la
hacía la vida imposible. Nunca pudo salir fuera del círculo que él le marcó,
colegio, casa y comercio. Pese a las dificultades, ella terminaría sus estudios.
El día que recibió la comunicaron que estaba admitida en la Universidad, fue
para ella una inmensa liberación. Esperaba ese momento con ansiedad, porque,
harta de tanta pelea y disgusto, había decidido abandonar el pueblo y alejarse
donde encontrar algo más de paz y tranquilidad, donde pasar desapercibida y poder
buscarse un futuro mejor.
Así llegó a Santiago con dieciocho años recién cumplidos.
Una beca y la subvención de su padre para alojamiento, ropa y comida. Después
de todo no se portó mal, Marian siempre ha estado convencida que fue una treta
paterna para mantenerla alejada del pueblo. La Universidad fue el
descubrimiento de la libertad, libertad que nunca había disfrutado en su lugar
de origen ni en ningún lugar que conociese.
El destino de Carmen fue muy distinto. Encerrada en un
internado también se centró en el estudio y en la esperanza de salir perdonada
y quizás comprendida por sus padres. Eso nunca sucedió, de la misma forma que
regresó al pueblo su padre le entregó todo lo necesario para ir a la
universidad en Salamanca. Allí vivió en una residencia para señoritas durante
los años que estudió medicina. Paloma es una historia mas reciente, ambas son
médicos de familia, aunque trabajan en lugares distintos. Se conocieron en un
simposio sobre enfermedades reumáticas un año y medio atrás, y se enamoraron
casi al instante. Desde hace seis meses viven juntas en un pisito en la Plaza
del Comercio.
Marian tomaba un refresco después del trabajo con Quique
y Susana, sentados en una terraza. Carmen y Paloma entraron colocándose a
espaldas de Marian que escuchaba atenta la plática de Quique, sin percatarse de
su presencia. De pronto corta la palabra a su amigo elevando discretamente la
voz rebatiendo algo que él había dicho.
– No
estoy de acuerdo, creo que no es así. - Dijo enfática de repente escucha que alguien
dice su nombre.
-¿Maria Angeles? ¿Eres tú?- Sonó una voz a sus espaldas, una voz
conocida, muy familiar. Se dio la vuelta para ver a su primer amor, el rostro
de Carmen que sonreía con complacencia.
-¡Carmen, Carmen
Delgado!- No salía de su asombro. Se abrazaron con efusividad y poderosa
emoción.
Recuerda que en ese encuentro vio a una Carmen madura, el
cuerpo desarrollado, de joven era muy delgada y casi no tenía pecho ni caderas.
Pero esta Carmen del reencuentro, había crecido lo suficiente para presentar un
físico hermoso y un rostro más bello de lo que ella recordaba.
Durante semanas no hicieron otra cosa que hablar del
pasado, de cómo les había ido en la Universidad y en el trabajo. Carmen y Paloma
como Médicos de familia, aunque no trabajan en el mismo centro, comparten muchas
experiencias profesionales. Marian les narraba sus estudios de empresariales y
les hizo una descripción de lo que hace en la actualidad.
Este reencuentro, dio paso a recuperar una relación de
amistad muy entrañable. Paloma, sin embargo ha mantenido un poco de recelo con
la actitud de Carmen con Marian. En algún momento, los celos asomaron a su
mente, se sentía desplazada por ambas cuando hablaban de sus vidas actuales y
pasadas, pero hoy es una mujer feliz por poder casarse con la mujer que ama.
Desde el interior del salón de la casa de Marian, Paloma
oye la plática de Carmen haciendo una descripción de su amor por ella, guarda
silencio sin hacer ningún ruido. Lo que está escuchando le llena de felicidad,
está por saltar de alegría sobre su novia, pero decide esperar para cuando
estén a solas en su propia casa y llenarla de amor.
- ¿Y tú qué? Sigues
sin compañía aquí sola. No es bueno que estés así. Deberías buscarte…- Marian
corta en seco la frase.
- Cuando encuentre
a alguien que me haga sentir como tú y Paloma lo hacéis. No es fácil hallar una
persona en esas condiciones. Vosotras habéis tenido suerte.- Responde
categórica. Justo en ese momento aparece Paloma en la balconada. Una vez que ha
comprobado que la conversación ha cambiado.
-
Paloma, ¿Tú qué crees? - Se hace la despistada para no dar pistas que ha estado
escuchando toda la conversación.
- No sé de que
estáis hablando. - Expresa como disculpa.
- Que no
es bueno vivir solas. - Dice Carmen con énfasis.
- Bueno. Eso
depende de la persona y lo que haya elegido. - Expone con honestidad.
- Me refiero a que
se vive mejor acompañada. - Le dice su novia.
- Puede
que ella haya elegido vivir así. - Responde Paloma. Marian asiente.
- Vivir en soledad
no es tan malo. Yo estoy sola porque quiero y lo deseo. He tenido experiencias
de convivencia, con novias y con inquilinos. Todas fueron un fracaso. Reconozco
que tengo mi carácter y mis rarezas, pero es difícil compaginarse con otras personas
que son distintas a ti, más que distintas, distantes de ti en lo personal,
ideológico, costumbres y manías, por decir algo. Desde que estoy sola tengo paz
y sosiego en mi vida diaria. Por ahora no pido más… ¡Sí! Encontrar una amor
como el vuestro.- Marian respira y se suena la nariz, Carmen y Paloma la
observan con tranquilidad. Su planteamiento les parece coherente y lleno de
razones.
Después de tomar una copa de champán sentadas en el salón
ambas se marchan, dejando a Marian con sus pensamientos.
Al entrar por la puerta de su casa, Paloma toma a Carmen
por la cintura y la besa con dulzura y lleva a cabo su meditado plan de hacer
el amor con ella todo lo que a Carmen se le antoje.
Por su parte Marian en casa sola reflexiona sobre el
suceso del viernes por la noche, el beso de Laura regresó a su pensamiento
revolviendo todo su ser. Ni el catarro ni la visita le ha hecho olvidar ese
beso apasionado. Marian piensa que esa imponente mujer algo debe ocultar. No
encuentra razonable esa actitud de presumidita, es un contraste muy fuerte que
aquella noche le diese un beso tan entrañable y dulce que la ha dejado
cautivada. Debe haber una explicación para ello y una explicación razonable a la
espantada.
Con estos pensamientos se va a la cama y duerme con
ellos.