Una separación necesaria

Una separación necesaria

viernes, 29 de diciembre de 2017

EPISODIO SEXTO.


Una cuestión de corazón.

Mark estudia en silencio el historial de Rebecca. - Estoy pensando en enviar a Rebecca a su casa en un día o dos, la hinchazón en su pierna se reduce bien, le recetaré un antiinflamatorio y un antibiótico, tendrás que decidir cuántos días a la semana deberá hacer terapia. -  Cierra la carpeta y mira a Marlene. - Está bien, pero llevándola aquí me resulta más cómodo. - Añade pensando.  – En el castillo tiene una sala de ejercicios, me pregunto si Rebecca querría hacer la terapia allí. - Se inclina hacia adelante y le besa con sus brazos alrededor de su cuello. - Hablaré con ella. – Sonríe. - No tengo ningún problema con eso, siempre y cuando ella y su familia estén de acuerdo y tú tengas tiempo para tus otros pacientes. – Le dice. -  Eso es lo que amo de ti, siempre dedicado. - Se aparta y se dirige hacia la puerta. - Iré a compartir la noticia con ella. – Mueve su cabeza pensando en lo afortunado que es. Su teléfono móvil suena de forma inesperada. David le sorprende. Le cuenta que vendrán a visitarle pronto. – ¿En Düsseldorf tan cercano? Marlene estará encantada de que tú y Grace vengáis a visitarnos… ¿En dos semanas? -  Mark comienza a hacer planes.
Marlene camina rápida por el pasillo hasta la habitación de Rebecca parándose y mirando a través de la ventana de cristal, su sonrisa se transforma en un fruncir el ceño, cuando ve a Lizette sobre ella. Llama y entra seguido, ambas levantan la vista hacia ella. - ¡Hola Marlene! - Rebecca saluda, Lizette mira con cautela.- ¡Buenos días! – Devuelve el saludo asintiendo. - ¡Buenos días! ¿Estás aquí para tomar el control de mi novia de nuevo? - Sus palabras son cortantes, pero pronunciadas de una manera amable. - ¡Lizette! No seas grosera. -  Ella sonríe irónica mientras Rebecca la regaña. - ¡Sólo estoy bromeando! - Exclama y luego besa su frente.  - Lizette lárgate, venga ya te estás marchando. - Rebecca la empuja con su mano.  - ¡Sí! Tengo rodaje en LCL esta mañana, te veré después del almuerzo. - Recoge su bolso de la silla mirando a los ojos de Marlene. - ¡Lo siento! – Se disculpa mientras pasa a su lado. Rebecca espera a que cierre  la puerta. - ¿Estás bien? - Marlene pregunta y luego contiene la respiración. - Pareces diferente esta mañana. - Comenta caminando más cerca de la cama. - He hablado con Mark y está pensando en enviarte a casa en un día o dos. - Sonríe Rebecca emocionada, pero torna a una expresión más seria. - ¿Pero acabamos de empezar la terapia? - Ella pregunta nerviosa. - Le conté que hay una sala de ejercicios en el castillo y si estás de acuerdo y tu familia, yo podría ir para hacer la terapia allí. – Le cuenta en un tono ansioso. - ¿Seguro que es una buena idea? ¿Harías eso por mí? – Marlene la mira nerviosa. - ¡Claro! – Rebecca piensa. -¡Pues sí! Pienso que sería una buena idea. - Rebecca respondió sintiendo una reconexión con Marlene. - ¿Por qué no preguntas a tu familia y pulsas lo que piensan? - Se vuelve hacia la puerta. - No creo que tengan problemas, realmente, me quieren en casa. - Le comenta. Marlene sonríe. - Entonces ¡Hasta mañana! -  Le responde ella.

Lizette entra en la habitación con un ramo de flores. - ¡Para ti! – Se lo entrega.       - ¡Hmmm! Ojalá no estuviéramos en este hospital, es tan frío y tan blanco. - Le pasa el dedo por la cara. – Es posible que me vaya a casa mañana o pasado. - Lizette aplaude. - ¿Te lo ha dicho el doctor Blair? - Rebecca la mira algo extrañada. - ¡No! Marlene. - Responde haciendo girar el labio inferior. - Esta Marlene, parece agresiva, casi como si estuviera interesada en ti o algo así. - Observó mirando a Rebecca a los ojos. - ¿Qué quieres decir? ¿Tienes un poco de celos de ella? – Le pregunta un poco malévola. - Parece que cuando estoy en tu compañía ella quiere tener la ventaja y controlar la conversación. - Ella le murmura. - ¡Tonterías! Ella solo está haciendo su trabajo, eso es todo. - Rebecca le recrimina. Suena el móvil de Lizette. Ella lo mira y responde con rapidez. - Tengo que responder a esto. - Se apresura hacia el pasillo y mira a su alrededor. - ¡Soy yo! – Refunfuña y sigue hablando. - Déjame llamarte más tarde. Estoy con Rebecca y no puedo hablar. - Cuelga apresurada, recupera la compostura y vuelve a entrar en la habitación.  - ¿Quién te llama? – Rebecca le pregunta, Lizette se ríe. - Solo de la agencia sobre un desfile. – Responde con disimulo. - Deberíamos hablar. - Rebecca se pone seria.    - ¡Está bien! - Ella se sienta encima de la cama. - Sé que te gusta viajar y bueno, ahora estoy confinada a mi hogar. – Duda y extiende su mano hacia el costado de Lizette. - Tú y yo queremos estar mucho más cerca. - Le dice con retintín y sonríe con entusiasmo. - ¡Rebecca! - Lizette se pone de pie. - Yo también te amo, y sí, sé que hemos discutido el compromiso y estamos en ello, pero... - Ella se pasea por la habitación. - Me encanta lo que hago, visitar lugares y diferentes países. No estoy interesada en tener un hogar en este momento. - Contesta ella de forma racional.  - ¡Ya veo! - Rebecca tuerce el gesto. - Rebecca por favor no estés triste o enojada, lo que tenemos es muy especial tal cómo es y soy la persona más afortunada de tenerte como mía. - Ella habla tranquila mientras su mano acaricia el rostro de Rebecca. - No estoy triste ni enfadada, sólo estoy llegando a una edad en la que quiero un compromiso real con quien pueda establecerme, te elegí a ti. – Le habla solicita. Lizette abre una sonrisa. - Tenemos todo un futuro delante de nosotras. – Le dice y se levanta de nuevo. - Podemos hablar de esto en otro momento. - Se inclina y la besa. - Te dejaré descansar y te veo mañana, tengo una cita dirigida por LCL y ver si están las fotos de la sesión de ayer. – Ella recoge su bolso y sale, Rebecca se queda callada. Se recuesta y cierra los ojos. Intenta recordar qué sucedió entre ellas, poco antes de su accidente. Entrecierra los ojos frotándose las sienes con la punta de los dedos. - ¿Por qué no puedo recordar? – Habla en voz alta haciendo una mueca.
Marlene golpea en la puerta. - ¿Puedo pasar? - Rebecca sale de su aturdimiento. - ¡Hola! Sí, por favor pasa. - Se incorpora y ajusta las sábanas.  - Quiero hacer un poco más de trabajo mañana por la mañana. – Le propone metiendo las manos en los bolsillos de su bata. - ¡Claro! Hablé con Elisabeth antes y ella está encantada de que pueda ir a casa y hacer la rehabilitación allí, así que todo está claro, el resto depende de ti. - Rebecca. comparte la noticia con Marlene – ¡Genial! ¿Ha estado Mark? -  Ella le pregunta. - ¡No! Sólo las enfermeras y Lizette. - La mirada de Rebecca se torna triste. - ¡Hey! ¿Estás bien? - Marlene se acerca al lado de la cama. - Ojalá Liz estuviera un poco más dispuesta a asentarse, hemos hablado de ello. - Marlene sonrió.  - ¡Rebecca! Tu nunca has sido el tipo de persona que desee asentarse. Siempre dedicada a alguien que amas, no sé. El trabajo y tu devoción se encuentran con tu familia y el negocio. - Rebecca toma sus palabras de corazón. - Pero con los años he cambiado, tu relación de amor era tórrida, por decir lo menos. - La repentina apertura de la puerta las sorprende. - ¡Rebecca! -  Marlene se queda inmóvil ante el sonido de la voz de Mark, que la abraza alrededor del cuello. - ¡Buenas tardes, señoras! ¿Cómo estás, Rebecca? - Retira las mantas de la pierna y mira el apósito que cubre la incisión. - Las han cambiado esta mañana. - Informa Rebecca. Mark continúa estudiando a su aire y lo retira para echar un vistazo completo a la herida y suturas. - Creo que está progresando bien, no hay enrojecimiento y la hinchazón debe ceder en unos días, te enviaré a casa con un anti inflamatorio y un antibiótico. -  Comprueba el suero que lentamente gotea con la medicación. - Un día más de esto y retirarlo, déjame verte mover tu pierna. - Rebecca con mucha angustia la saca lentamente,  todavía con dolor y se lamenta algo. - Planeo trabajar su pie con la pelota mañana, hacer un poco de rotación, ejercitando su pierna un poco más. Le haré un masaje intenso del músculo, del cuádriceps en concreto. – Añade Marlene allí de pie mirando por encima de él. - Sí que suena como una buena idea. Quería enviarte a casa mañana, pero estoy pensando en el viernes. - Rebecca se hunde un poco. - Esperaba para mañana después de la terapia. – Pone cara infantil a Marlene, Mark sonríe. - Puedo entender cómo te sientes, pero en mi opinión un par de días más no te van a doler, Marlene lo hará mañana y te doy el alta el viernes por la mañana. - Ella le mira algo incrédula aún. - El jueves haremos algunos ejercicios de estiramiento, algo no tan intenso y luego veremos. – Le apunta Marlene. Mark coloca su estetoscopio y le pide que tome aire con profundidad. Termina la mira asegurando que todo está bien. – Señoras las dejaré para que hablen sin censura. - Responde mientras mira a Marlene con fijeza. – Te veré mañana. - Asegura dejando a Marlene para instruir y programar sobre el tratamiento de Rebecca. - Tienes mucha suerte. - Comenta Rebecca rompiendo el silencio de la habitación. – ¡Lo sé! – Ella lo reconoce. - ¿Cómo sabías que él era el adecuado para ti? - Le pregunta, Marlene se siente como si estuviera aturdida. - ¡Bueno! No al principio, pero fue una gran ayuda e inspirador y mostró mucho interés en mí. ¿Y tú? – Marlene muestra curiosidad. -  Conocí a Lizette por casualidad. Necesitaba una modelo, me la recomendó alguien que la había visto trabajar, la llamé y ella vino a LCL de inmediato, congeniamos por su tono jovial, nunca pensé que amaría a alguien de nuevo. -  Marlene escucha atentamente y baja la cabeza. - ¿Hubo alguien más? - Le pregunta de nuevo curiosa. - ¡Tim! Lo conocí poco después de que te fueras. Pensé que podía amarlo, me importaba, pero a él solo le importaba su vida, entre otras cosas, quería casarse conmigo. - Se ríe pasando los dedos por el pelo. - Incluso pensé que podía estar embarazada, pero él no estaba destinado para mí. Se ponía muy celoso de todas las mujeres con las que entraba en contacto. -  Le narra sus recuerdos. - ¡Bueno! Quizás con Lizette encuentres la felicidad que mereces, tengo que trabajar, te veré por la mañana. - Marlene la mira brevemente. - ¡Sí! Estoy cansada. – Le responde. Marlene sale al pasillo, se apoya contra la pared y se frota con el dorso de la mano la frente. Los sentimientos que creía perdidos por Rebecca han comenzado a resurgir. Mira a través de la puerta de vidrio, la hermosa forma de su rostro, sus ojos trazan la curva de sus labios, el hollejo que adorna su barbilla, su elegante escote y su pelo finamente cortado. Marlene se sorprende de que Rebecca no haya cambiado mucho. La edad la ha hecho más hermosa, aún más que entonces. Antes de que una sonrisa cruzara su rostro en un recuerdo que se remonta a las veces que hacían el amor, el móvil de Marlene suena, saca su celular del bolsillo de su bata.  “Tengo que verte.” Lee el mensaje de Mark y se apresura a su oficina. Se detiene un momento a reflexionar para recomponer la compostura. Su corazón corre con ansiedad, hace una respiración profunda se alisa el pelo antes de entrar. - ¿Querías verme? – Él está sentado en su escritorio, examinando los numerosos papeles encima de la mesa que concitan su atención. - ¡Sí! – Le afirma. Ella se acerca y se sienta frente a él. - Tengo buenas noticias. – Marlene se siente más relajada mientras él habla. Su hermoso rostro muestra su sonrisa pícara.         - ¿Qué pasa? - Ella le pregunta con firmeza. - He hablado con David esta mañana -  Capta su atención a oír su nombre.  Mark se levanta y se acerca a ella, pone las manos sobre sus hombros y comienza a sobar sobre ellos.  - Estarán aquí en dos semanas. - Marlene percibe la presión, ahora tiene algo más en que concentrarse además de Rebecca. - ¡Oh, Dios mío! Eso es una noticia maravillosa. - Ella exclama en voz alta. - Sabía que estarías feliz. David me pide que asista al seminario de Zurich el mes que viene y por mucho que me encantaría llevarte allí no habrá mucho tiempo para hacer turismo o divertirme. – Le informa seguro. Marlene escucha atenta. - ¿Grace? - Se interesa. - Grace se quedará aquí contigo, será una gran experiencia para ella, puede ayudarte con tus pacientes y podéis colaborar en otras cosas. -  Él sonríe inclinándose y besando su mejilla. - Debería llamarla, ha pasado tiempo desde la última vez que tuvimos la oportunidad de hablar. - Le comenta. - ¡Es cierto! Deberías compartir todo lo que habléis en general de New Haven. – Bromea. - Tengo otro paciente esta tarde y luego estaré en casa. - Le dice cerrando la última carpeta que había estado estudiando. Marlene recoge su abrigo. - Los Von Lahnstein han aprobado el ir al castillo para la terapia de Rebecca. – Le comenta y la mira una vez más. - ¡Bien! Grace será de gran ayuda para ti. -


Marlene entra en la habitación de Rebecca. - ¡Buenos días! Confío en que has dormido bien. – Saluda con cierta alegría. Rebecca está ocupada aplicando un poco de maquillaje en su rostro. - Para la terapia, de hecho, estoy lista para ir a casa. – Dice alegre. - Todo a su debido tiempo. - Marlene responde con serena actitud. - Quiero probar algunos ejercicios de estiramiento esta mañana. ¿Quieres ir caminando o la silla de ruedas? - Rebecca rápidamente se quita de encima la bolsa de maquillaje. - ¿Como ves que me he vestido? - Marlene baja la mirada hacia el traje de gimnasia. - ¡Bueno, bueno! ¿Supongo que quieres caminar? – Ella extiende la mano. - Sólo si me ayudas. – Le dice con una sonrisa. Avanzan lentamente por el pasillo y entran en la sala de rehabilitación, la ayuda a sentarse y luego extiende una alfombra de yoga extra grande. - ¡Rebecca! ¿Está todo bien? Te ves como si hubieras visto un fantasma. - Le habla en serio, se acerca a ella y pone la mano en su frente. - ¡Estoy bien! Creo que he forzado mis brazos demasiado. - Responde y mira a Marlene. - ¡Bueno! No parece que tuvieras fiebre. -  Aparece Mark en la puerta y observa a las dos mujeres. - Marlene puedo verte afuera. - Ella lo sigue. Rebecca baja la cara hacia sus manos, se siente extraña y desprotegida. - Rebecca parece estar bloqueada. - Mark mira directamente a Marlene mientras intenta conseguir una respuesta. - ¿Qué quieres decir? - Ella cruza los brazos un tanto molesta. - ¿Tu no la estarás forzando demasiado? - Marlene se incomoda por su acusación.  - La estoy tratando con delicadeza, ella está entregada a su trabajo y lo duro que es el esfuerzo, trato de ayudar a la gente, algunas veces con demasiado entusiasmo. Pero ella se lo toma con calma todo el tiempo y te aseguro que saldrá adelante. - Él acaricia su mejilla con la mano y le dirige un guiño. - ¡Disculpa! -  Ella se da media vuelta y lo deja de pie en el pasillo regresando junto a Rebecca. - ¡Marlene! - Rebecca la mira intrigada. - ¡Lo siento! Yo simplemente no estaba pensando, nunca quise forzar. - Rebecca la detiene.  - ¡Shhh! – Le dice en un tono calmante. - ¿Vamos a terminar? – Le pregunta levantando de nuevo los brazos.

martes, 26 de diciembre de 2017

EPISODIO QUINTO


El tiempo en una botella.

Mark se coloca en su escritorio, hojeando las carpetas de los pacientes que había visto a primera hora del día. - ¡Hola! - Marlene abre la puerta, él deja su pluma sobre los papeles.  Se acerca lentamente hacia él y le coloca las manos sobre los hombros. - ¡Te quiero! - Se inclina hacia ella y besa su mejilla. - He tenido un largo día. - Aparta las carpetas y la coge por la cintura. - ¿Cómo ha ido tu día? - Le pregunta sonriendo. - Un par de pacientes geriátricos y una niña de seis años con una pierna rota. – Contesta. Mark piensa un momento. - He visto a alguien que conoces hoy. - Marlene lo mira extrañada. - ¿De verdad? ¿Quién? - Ella le pregunta empujando con el puño. - Tu ex cuñada, Rebecca, Rebecca Von Lahnstein. – Él, la mira fijamente y ella siente que el corazón le late erráticamente. - ¿Rebecca? - Pronuncia en voz baja. - ¡Sí! Es uno de mis nuevos desafíos y muy probablemente haré un buen trabajo con ella pronto. - Se pone serio cruzado de brazos, Marlene intrigada. – ¿Cirugía? ¿Por qué? ¿Qué es lo que está mal en ella? - Apenas puede hablar. - Algún tipo de accidente, voy a estudiar su caso clínico tan pronto como tenga una resonancia magnética y algunos análisis de laboratorio. Entonces sabré qué dirección voy a tomar. -  Marlene está sacudida por una emoción. - Rebecca herida, ¿Cómo? -  Se pregunta a sí misma.  - Creo que será una excelente candidata para tu ritual de fisioterapia. - Marlene traga saliva. - ¡Yo! - Se lleva la mano al pecho. - ¡Sí! Creo que ella se sentirá más cómoda con alguien a quien conoce. ¿Hay algún problema? - Pregunta con preocupación. – ¿O no? – Coge su mano, duda Marlene. - ¡No! ¿Por qué dices eso? - Añade mirando directamente a los ojos.          - Porque te conozco, siento que puede haber cierta animosidad en lo que respecta a tus cuñados y parte de su familia después de que estuviste casada con uno de ellos. - Suspira hablando con sinceridad. - Simplemente no creo que sea una buena idea eso es todo. - Marlene baja la cabeza, no ha sido sincera con su actual marido. - ¡No es eso! -  Él la agarra por los brazos viendo cierta desazón. -  No estoy tratando de que rectifiques lo que pudo haber sucedido entre ustedes. - Se estremece Marlene con sus palabras. - ¡No creo! - Ella habla en voz baja mientras se aleja de él. - No lo descartes, Marlene. Te necesito y necesito de tu talento y habilidades. - Le ofrece amablemente. - ¿Me dejarás pensarlo? – Ella pregunta severamente. - ¡Si! Pero no demasiado tiempo. - Se sienta de nuevo en su escritorio y comienza a hurgar en las carpetas que había puesto a un lado. - Iré a casa. - Se quita la bata de trabajo y la cuelga en el perchero detrás de la puerta de su oficina. - Estaré allí en una hora o así. - Mira su reloj de pulsera.  - ¿Qué tal una cena esta noche? - Ella le pregunta. - Suena bien. - Ella sonríe y se despide. - ¡Adiós! - Marlene sale a la calidez de la noche de verano el viento suavemente chirría a través de las plantas trenzadoras que rodean el frente del hospital, comienza a caminar y a pensar. Recapacita sobre la mujer a la que una vez amó con tanta pasión y entregó su corazón. Encuentra un banco y se sienta, pone el rostro entre sus manos.  "No puedo volver a pasar por otra mala situación con ella.”
Rebecca, Tristán y Elisabeth se sientan a cenar tranquilamente. - ¡Entonces! ¿Marlene está casada con el Dr. Blair y ahora es fisioterapeuta? - Elisabeth comenta a la vez que pregunta. - ¡Estoy sorprendida! -  Rebecca interviene con voz atenuada. - ¡Yo también! - Añade Tristán, bebiendo su vino. – Espero que este nuevo doctor y su terapia física ayuden a Rebecca, esa es mi preocupación. - Expresa él con convicción.  - ¿Y cómo te sientes acerca de esto? Rebecca. - Elisabeth cuestiona con curiosidad. – La verdad es que no lo he pensado mucho, tengo que pasar por la cirugía primero y… Karl no era un terapeuta muy bueno, así que un cambio puede ser lo mejor. – Responde asertiva. - Si me preguntas, creo que estamos en el camino correcto. - Interrumpe Tristán pensando de alguna forma en Lizette. - ¡Bueno!  Tengo un análisis de laboratorio y una resonancia magnética temprano, así que, si me disculpáis, necesito una ducha caliente y un poco de sueño. -  Se levanta de la mesa y se dirige al invernadero.
Rebecca entra en la ducha permitiendo que las gotas de agua caliente resbalen por su piel para calmar su doloroso cuerpo. Se sacude el pelo empapado con los dedos. De pronto piensa en Marlene. Cómo será volver a verla.  Se seca con la toalla y se deja caer en la cama desnuda cierra los ojos y antes de caer dormida, de repente se sobresalta al sonar su teléfono celular. - Buenas noches mi amor. -  Responde emocionada. - ¿Cómo te fue? - Lizette pregunta, Rebecca duda un instante. - ¡Bueno! Me gusta mucho, es muy guapo. – Bromea. - ¿Guapo? ¿Necesito coger el próximo vuelo a casa? - Ella responde de broma. - ¡No! - Rebecca piensa un segundo. - Tú eres la única para mí. -  Ella insiste. - ¡Bueno! Dime qué pasó. - Espera con suspense. - Una resonancia magnética y análisis para ver donde estamos. – Le responde metiéndose bajo las sábanas.  - ¿Te sientes cómoda con esas pruebas o con lo que te ha dicho? -  Lizette pregunta en un tono preocupado. - Me ha gustado, él parece positivo y cree que puede conseguirlo, yo mantengo los dedos cruzados. - Responde con claridad. - ¡Bueno! Sé que se hace tarde y tengo un horario agitado mañana, pero no te preocupes mi amor, estaré contigo dentro de unos días. -Rebecca sonríe. - No puedo esperar a verte, deberíamos hablar cuando llegues a casa. – Le dice con seriedad. - Suenas diferente. ¿Está todo bien? – Le pregunta. - Estoy llena de esperanza y quiero que seas parte de ella en cada paso del camino.- Su voz suena surrealista. - Rebecca yo diría que tu quieres un compromiso serio. - Expresa Lizette como respuesta.  - Vamos a hablar de ello cuando vuelvas a casa. - Ella le replica dejando a Lizette para que sienta más segura su relación. Rebecca cuelga el teléfono y cae en un sueño profundo y necesario.

- Buenos días, Sra. Von Lahnstein. ¿O debería llamarte Rebecca? - El doctor Blair pregunta mientras mira la resonancia magnética.  - ¡Rebecca por favor! - Ella le contempla como estudia su prueba radiológica. - Creo que puedo ayudarte, pero requerirá una cirugía mayor. -  Caminan a su oficina. - ¡Ok! Así que dime. ¿Qué va a implicar? - Pregunta nerviosa. - Quiero quitar los tornillos y reemplazarlos con una placa y un nuevo conjunto de clavos, creo que esto te dará una mejor movilidad. Como te dije antes, la placa será pequeña y hueca para que el músculo no roce, sé que ha habido un problema con la rigidez en el músculo, sé que has experimentado ciertos espasmos y un dolor agudo a veces. - Él habla convincente. - ¿Hay alguna garantía? – Pregunta con severidad y suspira. – De que mejores, creo que con la cirugía correctiva y una buena terapia física lo lograremos. - Cierra la carpeta y la arroja al escritorio. - Se mencionó algo sobre Marlene. - Comenta con cierta vacilación.  - ¡Sí! ¿Has pensado en tenerla como tu terapeuta? -  Le pregunta con algo de inquietud. – Lo acepto, si sientes que hará un buen trabajo de genio en mis pies, entonces no tengo ningún problema con eso. - Su sonrisa lo ilumina. - Se lo mencioné y ella estaba un poco aprensiva al principio. - Rebecca le corta. - ¿Para trabajar conmigo? - Su corazón comienza a latir con fuerza. - No creo que sea eso, creo que se sentirá un poco sorprendida, no lo sé. -  Frunce el ceño. - ¿Hay algún problema por hablarle de tí? - Su interrogatorio la hace recapacitar, tartamudea un segundo. - ¡Uh! No, no. - Recoge su bolso y un aire de frialdad la envuelve. - ¡Debería irme! - Expresa con cierta frustración. - ¿Quieres organizar la cirugía? -Pregunta a Mark tratando de contener las lágrimas. - Tan pronto como reciba los resultados de tus análisis. ¿Así que quieres avanzar, supongo? - Camina hacia la salida. Él la acompaña. - ¡Sí! - Logra sonreír a medias. - ¡Te llamaré! -  Responde antes que ella salga por la puerta.

Tristán sostiene la mano de Rebecca, está acostada en la camilla vestida con una bata de hospital. Se frota la frente con las yemas de los dedos. - ¡Shhh! - Sonríe y luego le coge de la mano. - ¿Elisabeth? - Le pregunta, está aturdida por la sedación previa que le dieron para relajarse. - En la sala de espera. - Mira hacia la puerta. - El Dr. Blair me permitió estar con mi hermanita hasta que te preparen para entrar al quirófano. - Sus ojos se nublan con lágrimas. - ¡Hey! Estaré bien. - Ella levanta su mano y toma la suya.  - ¡Sra. Von Lahnstein! - La voz de la enfermera la nombra. - Estamos listos para llevarla. - Ella gira sus ojos para mirar a Tristán. - ¡Estaré bien! - Ella le susurra. - Sé que lo estarás. – Le responde limpiándose los ojos y dejándola a las enfermeras. Regresa a la sala de espera. - ¡Tristan! - Elisabeth tira de la manga de su chaqueta. - ¿Damos un paseo? – Le propone. - No puedo evitarlo. - Él se estremece, es superior a sus fuerzas pensar en el sufrimiento de su hermana.
- ¡Von Lahnstein! – El doctor Blair llama quitándose el gorro quirúrgico de su cabeza y metiéndolo en el bolsillo. Tristán se precipita hacia él con Elisabeth detrás. - Ella está bien, permanecerá en reanimación de momento. La cirugía ha ido mejor de lo que esperaba, creo que habrá una recuperación completa y manejará mucho mejor su pierna. – Explica con pausa. - Pero debo recordar que tiene un largo camino de trabajo delante de ella. – Termina la explicación, Elisabeth sonríe y siente que la tensión se alivia con facilidad. - ¡Gracias!  ¡Muchas gracias! – Expresa Tristán que sonríe ya relajado. – Ha sido una satisfacción. Ahora si me disculpan, tengo más pacientes para visitar. Tan pronto como Rebecca esté en condiciones la trasladaremos a su habitación y podrán visitarla. – Se da media vuelta y traspasa las puertas dobles de acceso al quirófano.
Rebecca está inmóvil y en silencio en la reanimación, la puerta de acceso se abre de forma automática y Marlene entra con lentitud mirando a Rebecca que permanece con los ojos cerrados. El pitido del monitor, todavía unido a ella, la sobresalta.        - ¡Rebecca! – Susurra, su garganta es un nudo, se acerca y se inclina para observar la cicatriz en forma de media luna que está sobre su ojo derecho y estudia su forma, extiende el dedo hacia adelante y la toca. - ¿Qué te pasó? – Le pregunta con voz dulce, se siente extraña y con desazón mientras pregunta. Rebecca gimotea, abre un ojo y luego el otro, percibe mucha sequedad en la boca. - ¡Agua! - Apenas puede pronunciar la palabra gimiendo y se retuerce sobre la cama, la mueca de su cara le dice todo a Marlene. Pide un vaso de agua. - ¡Quédate quieta! - Se aleja y rápidamente regresa. - Solo un pequeño sorbo, más tarde te llevarán a la habitación. - Rebecca se esfuerza para levantar la cabeza y tomar un sorbo. - ¡Gracias! - Consigue expresar.  – Descansa. - Marlene se inclinó hacia adelante mientras Rebecca cerraba los ojos, Lizette está observando desde la ventana de la puerta, agarra el pomo y lo gira para abrir. Traspasa al interior sin ningún sentido de la higiene y de la educación más básica. - ¿Y tu quien eres? -  Pregunta con insolencia mirando a la bonita rubia de pie junto a Rebecca. - ¡Hola! -  Marlene deja el vaso y respira hondo. - Soy Marlene Blair y voy a ser la fisioterapeuta de Rebecca. - Arquea la ceja. Lizette corre al lado de Rebecca y le acaricia la frente con el dorso de la mano. - ¿Terapeuta? - Ella la interroga con incertidumbre. - ¡Sí! Terapeuta y ¿Cómo has logrado entrar en la reanimación? Está restringido el acceso. – Le pregunta acercándose a ella. - Alguien en el vestíbulo me dejó entrar, soy Lizette Marlow, soy la novia de Rebecca. - Responde besando con orgullo su mejilla. Marlene se cruza de brazos y comienza a golpear su manga con el dedo índice.  - Si no te importa, estoy seguro de que puedes unirte a la familia Lahnstein en la sala de espera. - Lizette bajó la cabeza.  – Ellos no son como yo. – Se pronuncia. Marlene piensa para sí misma. "Ya puedo ver por qué." Se ríe hacia el interior. -  Ve a la sala de espera, te avisaré cuando la hayan trasladado a su habitación. – Le espeta a Lizette con el ceño fruncido. Ella sale y se da la vuelta. - ¡Rebecca! - Le susurra de nuevo. - ¡Hmmm! – Vuelve a gemir sin abrir los ojos. Marlene la deja descansar y se dirige a la oficina de su esposo. Según entra el expresa su disposición.  - He decidido tomar el caso de Rebecca. - Con calma él la mira. - ¡Bien! - Sale desde detrás del escritorio y la abraza por la cintura, sus labios se encontraron con los de ella en un beso de pasión. - Esta noche eres todo mío. -  Levanta la cara hacia arriba con la mano. - ¡Te amo! - Ella le mira a los ojos y se ríe.  - Te quiero mucho. Estoy muy orgulloso de ti, tu actitud, tu amabilidad,… - Ella traza el contorno de sus labios con un dedo. - ¿No es por eso que te casaste conmigo? -   Ella le argumenta, cuando alguien llama a la puerta. - La señora Von Lahnstein ya ha sido trasladada a su habitación. – Les comunica la enfermera. - ¡Gracias! - Él la mira de nuevo. - Déjame asegurarme que ella esté en buenas condiciones. - La deja en su oficina débilmente iluminada, se acerca a la ventana y mira hacia fuera mientras se inclina pensando en Rebecca. Está con ansiedad por saber lo que le había ocurrido. de repente se animó hojeando las gráficas de Rebecca en el escritorio. Lo abre y encuentra el número de Elisabeth. La llama y habla con ella y consigue arreglar una reunión en el castillo.

- ¿Quieres limón en tu té? - Elisabeth le pregunta a Marlene, ella asiente, están sentadas en la gran sala. - Supongo que debes estar sorprendida de verme. - Elisabeth deja su taza de nuevo en el plato. - Sorprendida gratamente, sí. – Le responde. - Deberías hablar con Tristán. – Le propone. - ¿Tristán? - Mira a su alrededor. - ¿Está aquí? ¿Y por qué? - Ella también le pregunta. - Él ha sido su confidente durante toda esta prueba y por su parte, creo que se siente culpable por lo que pasó, interfirió en su relación con Lizette. -  Marlene pone mirada extraña. - ¡Sí! La he conocido. -  La respuesta causa que Elisabeth parpadee inquieta. - Lo intentamos, pero es difícil, Lizette es una chica mimada y caprichosa. - Toma otro sorbo de su té. - He decidido asumir la terapia de Rebecca, mi esposo cree que ella podría estar mucho mejor con alguien que conoce. – Le informa. - Tu esposo parece un hombre maravilloso y Rebecca tiene suerte. -
Afirma Elisabeth que está entusiasmada con Mark. - Él ha sido capaz de ayudar y veo motivada a Rebecca. solo espero que tu pasado con Rebecca no se interponga en el camino. - Marlene hace una respiración profunda. - ¡Rebecca y yo…!  Comienza, de repente se para. - Lo que tuvimos… nunca olvidaré que ella me enseñó mucho sobre no tener miedo de amar a alguien y siempre estaré agradecida. - Se las arregla para decirlo. - ¿Él lo sabe? – Elisabeth trata de clarificar las cosas.  Marlene, con cierta vacilación, le responde. - ¡No! Él no, él conoce lo de Hagen, pero no, nunca le he contado nada sobre Rebecca. – Elisabeth se queda parada sin emitir sonido. - ¡Marlene! - Empieza a hablar cuando aparece Tristán interrumpiendo la conversación y le dirige una mirada de sorpresa.  - Le estaba diciendo a Marlene que podrías informarle sobre Rebecca. - Se aclara la garganta. - ¡Estoy de acuerdo! Siempre que paseemos por los jardines. - Él le pide y ella lo acepta.
Empiezan a caminar hacia el viejo muro de piedra que bordea el estanque, llegan a un parterre y se sientan frente a frente.  - ¿Cómo estás? - Tristán pregunta y se deshace de su corbata, extrae un cigarro del bolsillo de la camisa. - ¡Estoy bien! – Ella le sonríe. - Una nueva carrera, por lo que veo. - Ella bajó la cabeza y luego le mira de nuevo. - Estoy feliz. He conocido a un tipo estupendo… - Tristán corta rápido. - Te has casado. - Él termina su frase ella asiente con la cabeza. -  Cuéntame acerca de Rebecca. - Su expresión es hosca, sacude la cabeza. - Cuando te fuiste Rebecca se sumió en un encierro en sí misma. Estuvo así un tiempo y luego conoció a Tim. Era alguien que parecía llevarse bien con ella. Trabajaba como fotógrafo en LCL y se hicieron muy amigos, le pidió que se casara con él, pero ella se volvió hosca cuando descubrió que solo buscaba lo que podía obtener de la Lahnstein's Corporation. - Tristán enciende el cigarrillo y continúa algo nervioso. - Rebecca fue a la deriva durante bastante tiempo y no mostró ninguna necesidad de estar con alguien hasta hace unos tres años, cuando conoció a Lizette. -  Le da náuseas decir su nombre, porque no quiere ni mencionarla. - Está claro que a tu familia no le gusta Lizette. -  Marlene interviene. – Rebecca se sintió

enamorada de ella de inmediato, hizo una sesión de fotos de moda para LCL por capricho y nos dimos cuenta de ello. Todos estábamos felices por Rebecca al principio, pero… - Se siente como un padre para Rebecca, una lágrima cae de su ojo. – Notamos algo extraño sobre ella, no sé si tal vez fue su educación rica, ella es la hija de Robert Marlow, dueño de la agencia de modelos Marlow, París. - Él aprieta los dientes y continúa. – Es una mujer muy mimada, arrogante, caprichosa, insistente y grosera. - Expresa en voz alta. - Pero aparentemente ella la ama. Tristán. -  Comenta amable Marlene. – Algo debió de suceder porque el día del accidente ella le mandó un mensaje de voz. - Marlene le presta más atención. - ¡Continúa! – Le pincha.  - Rebecca fue al encuentro con Lizette y hablar con ella, la charla se convirtió en una discusión, las cosas se calentaron, Rebecca la abandonó y se marchó en su moto a toda prisa, en su estado no vio la luz de stop de un camión y se golpeó contra él lanzándola por el aire. Estuvo en estado crítico varios días. – Tristán pone la cara entre sus manos. Marlene le acaricia el pelo.  - No tienes que seguir si es incómodo para ti. - Le ofrece con sinceridad, la mira de nuevo. - Permaneció inconsciente durante diez días, con la pierna destrozada, las costillas rotas, contusiones y una desagradable herida en el costado de su ojo derecho, afortunadamente, llevaba el casco, eso le salvó la vida. -  Solloza con fuerza. - No puedo decir lo cerca que estuvimos de perderla y lo que me afectó. - Marlene se lleva la mano a la frente sorprendida, sintiendo un gran dolor y el corazón cayendo a sus pies. 

viernes, 22 de diciembre de 2017

Episodio cuarto

El tiempo en una botella

Mark se coloca en su escritorio, hojeando las carpetas de los pacientes que había visto a primera hora del día. - ¡Hola! - Marlene abre la puerta, él deja su pluma sobre los papeles.  Se acerca lentamente hacia él y le coloca las manos sobre los hombros. - ¡Te quiero! - Se inclina hacia ella y besa su mejilla. - He tenido un largo día. - Aparta las carpetas y la coge por la cintura. - ¿Cómo ha ido tu día? - Le pregunta sonriendo. - Un par de pacientes geriátricos y una niña de seis años con una pierna rota. – Contesta. Mark piensa un momento. - He visto a alguien que conoces hoy. - Marlene lo mira extrañada. - ¿De verdad? ¿Quién? - Ella le pregunta empujando con el puño. - Tu ex cuñada, Rebecca, Rebecca Von Lahnstein. – Él, la mira fijamente y ella siente que el corazón le late erráticamente. - ¿Rebecca? - Pronuncia en voz baja. - ¡Sí! Es uno de mis nuevos desafíos y muy probablemente haré un buen trabajo con ella pronto. - Se pone serio cruzado de brazos, Marlene intrigada. – ¿Cirugía? ¿Por qué? ¿Qué es lo que está mal en ella? - Apenas puede hablar. - Algún tipo de accidente, voy a estudiar su caso clínico tan pronto como tenga una resonancia magnética y algunos análisis de laboratorio. Entonces sabré qué dirección voy a tomar. -  Marlene está sacudida por una emoción. - Rebecca herida, ¿Cómo? -  Se pregunta a sí misma.  - Creo que será una excelente candidata para tu ritual de fisioterapia. - Marlene traga saliva. - ¡Yo! - Se lleva la mano al pecho. - ¡Sí! Creo que ella se sentirá más cómoda con alguien a quien conoce. ¿Hay algún problema? - Pregunta con preocupación. – ¿O no? – Coge su mano, duda Marlene. - ¡No! ¿Por qué dices eso? - Añade mirando directamente a los ojos.          - Porque te conozco, siento que puede haber cierta animosidad en lo que respecta a tus cuñados y parte de su familia después de que estuviste casada con uno de ellos. - Suspira hablando con sinceridad. - Simplemente no creo que sea una buena idea eso es todo. - Marlene baja la cabeza, no ha sido sincera con su actual marido. - ¡No es eso! -  Él la agarra por los brazos viendo cierta desazón. -  No estoy tratando de que rectifiques lo que pudo haber sucedido entre ustedes. - Se estremece Marlene con sus palabras. - ¡No creo! - Ella habla en voz baja mientras se aleja de él. - No lo descartes, Marlene. Te necesito y necesito de tu talento y habilidades. - Le ofrece amablemente. - ¿Me dejarás pensarlo? – Ella pregunta severamente. - ¡Si! Pero no demasiado tiempo. - Se sienta de nuevo en su escritorio y comienza a hurgar en las carpetas que había puesto a un lado. - Iré a casa. - Se quita la bata de trabajo y la cuelga en el perchero detrás de la puerta de su oficina. - Estaré allí en una hora o así. - Mira su reloj de pulsera.  - ¿Qué tal una cena esta noche? - Ella le pregunta. - Suena bien. - Ella sonríe y se despide. - ¡Adiós! - Marlene sale a la calidez de la noche de verano el viento suavemente chirría a través de las plantas trenzadoras que rodean el frente del hospital, comienza a caminar y a pensar. Recapacita sobre la mujer a la que una vez amó con tanta pasión y entregó su corazón. Encuentra un banco y se sienta, pone el rostro entre sus manos.  "No puedo volver a pasar por otra mala situación con ella.”
Rebecca, Tristán y Elisabeth se sientan a cenar tranquilamente. - ¡Entonces! ¿Marlene está casada con el Dr. Blair y ahora es fisioterapeuta? - Elisabeth comenta a la vez que pregunta. - ¡Estoy sorprendida! -  Rebecca interviene con voz atenuada. - ¡Yo también! - Añade Tristán, bebiendo su vino. – Espero que este nuevo doctor y su terapia física ayuden a Rebecca, esa es mi preocupación. - Expresa él con convicción.  - ¿Y cómo te sientes acerca de esto? Rebecca. - Elisabeth cuestiona con curiosidad. – La verdad es que no lo he pensado mucho, tengo que pasar por la cirugía primero y… Karl no era un terapeuta muy bueno, así que un cambio puede ser lo mejor. – Responde asertiva. - Si me preguntas, creo que estamos en el camino correcto. - Interrumpe Tristán pensando de alguna forma en Lizette. - ¡Bueno!  Tengo un análisis de laboratorio y una resonancia magnética temprano, así que, si me disculpáis, necesito una ducha caliente y un poco de sueño. -  Se levanta de la mesa y se dirige al invernadero.
Rebecca entra en la ducha permitiendo que las gotas de agua caliente resbalen por su piel para calmar su doloroso cuerpo. Se sacude el pelo empapado con los dedos. De pronto piensa en Marlene. Cómo será volver a verla.  Se seca con la toalla y se deja caer en la cama desnuda cierra los ojos y antes de caer dormida, de repente se sobresalta al sonar su teléfono celular. - Buenas noches mi amor. -  Responde emocionada. - ¿Cómo te fue? - Lizette pregunta, Rebecca duda un instante. - ¡Bueno! Me gusta mucho, es muy guapo. – Bromea. - ¿Guapo? ¿Necesito coger el próximo vuelo a casa? - Ella responde de broma. - ¡No! - Rebecca piensa un segundo. - Tú eres la única para mí. -  Ella insiste. - ¡Bueno! Dime qué pasó. - Espera con suspense. - Una resonancia magnética y análisis para ver donde estamos. – Le responde metiéndose bajo las sábanas.  - ¿Te sientes cómoda con esas pruebas o con lo que te ha dicho? -  Lizette pregunta en un tono preocupado. - Me ha gustado, él parece positivo y cree que puede conseguirlo, yo mantengo los dedos cruzados. - Responde con claridad. - ¡Bueno! Sé que se hace tarde y tengo un horario agitado mañana, pero no te preocupes mi amor, estaré contigo dentro de unos días. -Rebecca sonríe. - No puedo esperar a verte, deberíamos hablar cuando llegues a casa. – Le dice con seriedad. - Suenas diferente. ¿Está todo bien? – Le pregunta.  - Estoy llena de esperanza y quiero que seas parte de ella en cada paso del camino.- Su voz suena surrealista. - Rebecca yo diría que tu quieres un compromiso serio. - Expresa Lizette como respuesta.  - Vamos a hablar de ello cuando vuelvas a casa. - Ella le replica dejando a Lizette para que sienta más segura su relación. Rebecca cuelga el teléfono y cae en un sueño profundo y necesario.

- Buenos días, Sra. Von Lahnstein. ¿O debería llamarte Rebecca? - El doctor Blair pregunta mientras mira la resonancia magnética.  - ¡Rebecca por favor! - Ella le contempla como estudia su prueba radiológica. - Creo que puedo ayudarte, pero requerirá una cirugía mayor. -  Caminan a su oficina. - ¡Ok! Así que dime. ¿Qué va a implicar? - Pregunta nerviosa. - Quiero quitar los tornillos y reemplazarlos con una placa y un nuevo conjunto de clavos, creo que esto te dará una mejor movilidad. Como te dije antes, la placa será pequeña y hueca para que el músculo no roce, sé que ha habido un problema con la rigidez en el músculo, sé que has experimentado ciertos espasmos y un dolor agudo a veces. - Él habla convincente. - ¿Hay alguna garantía? – Pregunta con severidad y suspira. – De que mejores, creo que con la cirugía correctiva y una buena terapia física lo lograremos. - Cierra la carpeta y la arroja al escritorio. - Se mencionó algo sobre Marlene. - Comenta con cierta vacilación.  - ¡Sí! ¿Has pensado en tenerla como tu terapeuta? -  Le pregunta con algo de inquietud. – Lo acepto, si sientes que hará un buen trabajo de genio en mis pies, entonces no tengo ningún problema con eso. - Su sonrisa lo ilumina. - Se lo mencioné y ella estaba un poco aprensiva al principio. - Rebecca le corta. - ¿Para trabajar conmigo? - Su corazón comienza a latir con fuerza. - No creo que sea eso, creo que se sentirá un poco sorprendida, no lo sé. -  Frunce el ceño. - ¿Hay algún problema por hablarle de tí? - Su interrogatorio la hace recapacitar, tartamudea un segundo. - ¡Uh! No, no. - Recoge su bolso y un aire de frialdad la envuelve. - ¡Debería irme! - Expresa con cierta frustración. - ¿Quieres organizar la cirugía? -Pregunta a Mark tratando de contener las lágrimas. - Tan pronto como reciba los resultados de tus análisis. ¿Así que quieres avanzar, supongo? - Camina hacia la salida. Él la acompaña. - ¡Sí! - Logra sonreír a medias. - ¡Te llamaré! -  Responde antes que ella salga por la puerta.

Tristán sostiene la mano de Rebecca, está acostada en la camilla vestida con una bata de hospital. Se frota la frente con las yemas de los dedos. - ¡Shhh! - Sonríe y luego le coge de la mano. - ¿Elisabeth? - Le pregunta, está aturdida por la sedación previa que le dieron para relajarse. - En la sala de espera. - Mira hacia la puerta.    - El Dr. Blair me permitió estar con mi hermanita hasta que te preparen para entrar al quirófano. - Sus ojos se nublan con lágrimas. - ¡Hey! Estaré bien. - Ella levanta su mano y toma la suya.  - ¡Sra. Von Lahnstein! - La voz de la enfermera la nombra. - Estamos listos para llevarla. - Ella gira sus ojos para mirar a Tristán. - ¡Estaré bien! - Ella le susurra. - Sé que lo estarás. – Le responde limpiándose los ojos y dejándola a las enfermeras. Regresa a la sala de espera. - ¡Tristan! - Elisabeth tira de la manga de su chaqueta. - ¿Damos un paseo? – Le propone. - No puedo evitarlo. - Él se estremece, es superior a sus fuerzas pensar en el sufrimiento de su hermana.
- ¡Von Lahnstein! – El doctor Blair llama quitándose el gorro quirúrgico de su cabeza y metiéndolo en el bolsillo. Tristán se precipita hacia él con Elisabeth detrás. - Ella está bien, permanecerá en reanimación de momento. La cirugía ha ido mejor de lo que esperaba, creo que habrá una recuperación completa y manejará mucho mejor su pierna. – Explica con pausa. - Pero debo recordar que tiene un largo camino de trabajo delante de ella. – Termina la explicación, Elisabeth sonríe y siente que la tensión se alivia con facilidad. - ¡Gracias!  ¡Muchas gracias! – Expresa Tristán que sonríe ya relajado. – Ha sido una satisfacción. Ahora si me disculpan, tengo más pacientes para visitar. Tan pronto como Rebecca esté en condiciones la trasladaremos a su habitación y podrán visitarla. – Se da media vuelta y traspasa las puertas dobles de acceso al quirófano.
Rebecca está inmóvil y en silencio en la reanimación, la puerta de acceso se abre de forma automática y Marlene entra con lentitud mirando a Rebecca que permanece con los ojos cerrados. El pitido del monitor, todavía unido a ella, la sobresalta.        - ¡Rebecca! – Susurra, su garganta es un nudo, se acerca y se inclina para observar la cicatriz en forma de media luna que está sobre su ojo derecho y estudia su forma, extiende el dedo hacia adelante y la toca. - ¿Qué te pasó? – Le pregunta con voz dulce, se siente extraña y con desazón mientras pregunta. Rebecca gimotea, abre un ojo y luego el otro, percibe mucha sequedad en la boca. - ¡Agua! - Apenas puede pronunciar la palabra gimiendo y se retuerce sobre la cama, la mueca de su cara le dice todo a Marlene. Pide un vaso de agua. - ¡Quédate quieta! - Se aleja y rápidamente regresa. - Solo un pequeño sorbo, más tarde te llevarán a la habitación. - Rebecca se esfuerza para levantar la cabeza y tomar un sorbo. - ¡Gracias! - Consigue expresar.  – Descansa. - Marlene se inclinó hacia adelante mientras Rebecca cerraba los ojos, Lizette está observando desde la ventana de la puerta, agarra el pomo y lo gira para abrir. Traspasa al interior sin ningún sentido de la higiene y de la educación más básica. - ¿Y tu quien eres? -  Pregunta con insolencia mirando a la bonita rubia de pie junto a Rebecca. - ¡Hola! -  Marlene deja el vaso y respira hondo. - Soy Marlene Blair y voy a ser la fisioterapeuta de Rebecca. - Arquea la ceja. Lizette corre al lado de Rebecca y le acaricia la frente con el dorso de la mano. - ¿Terapeuta? - Ella la interroga con incertidumbre. - ¡Sí! Terapeuta y ¿Cómo has logrado entrar en la reanimación? Está restringido el acceso. – Le pregunta acercándose a ella. - Alguien en el vestíbulo me dejó entrar, soy Lizette Marlow, soy la novia de Rebecca. - Responde besando con orgullo su mejilla. Marlene se cruza de brazos y comienza a golpear su manga con el dedo índice.  - Si no te importa, estoy seguro de que puedes unirte a la familia Lahnstein en la sala de espera. - Lizette bajó la cabeza.  – Ellos no son como yo. – Se pronuncia. Marlene piensa para sí misma. "Ya puedo ver por qué." Se ríe hacia el interior. -  Ve a la sala de espera, te avisaré cuando la hayan trasladado a su habitación. – Le espeta a Lizette con el ceño fruncido. Ella sale y se da la vuelta. - ¡Rebecca! - Le susurra de nuevo. - ¡Hmmm! – Vuelve a gemir sin abrir los ojos. Marlene la deja descansar y se dirige a la oficina de su esposo. Según entra el expresa su disposición.  - He decidido tomar el caso de Rebecca. - Con calma él la mira. - ¡Bien! - Sale desde detrás del escritorio y la abraza por la cintura, sus labios se encontraron con los de ella en un beso de pasión. - Esta noche eres todo mío. -  Levanta la cara hacia arriba con la mano. - ¡Te amo! - Ella le mira a los ojos y se ríe.  - Te quiero mucho. Estoy muy orgulloso de ti, tu actitud, tu amabilidad,… - Ella traza el contorno de sus labios con un dedo. - ¿No es por eso que te casaste conmigo? -   Ella le argumenta, cuando alguien llama a la puerta. - La señora Von Lahnstein ya ha sido trasladada a su habitación. – Les comunica la enfermera. - ¡Gracias! - Él la mira de nuevo. - Déjame asegurarme que ella esté en buenas condiciones. - La deja en su oficina débilmente iluminada, se acerca a la ventana y mira hacia fuera mientras se inclina pensando en Rebecca. Está con ansiedad por saber lo que le había ocurrido. de repente se animó hojeando las gráficas de Rebecca en el escritorio. Lo abre y encuentra el número de Elisabeth. La llama y habla con ella y consigue arreglar una reunión en el castillo.

- ¿Quieres limón en tu té? - Elisabeth le pregunta a Marlene, ella asiente, están sentadas en la gran sala. - Supongo que debes estar sorprendida de verme. - Elisabeth deja su taza de nuevo en el plato. - Sorprendida gratamente, sí. – Le responde. - Deberías hablar con Tristán. – Le propone. - ¿Tristán? - Mira a su alrededor. - ¿Está aquí? ¿Y por qué? - Ella también le pregunta. - Él ha sido su confidente durante toda esta prueba y por su parte, creo que se siente culpable por lo que pasó, interfirió en su relación con Lizette. -  Marlene pone mirada extraña. - ¡Sí! La he conocido. -  La respuesta causa que Elisabeth parpadee inquieta. - Lo intentamos, pero es difícil, Lizette es una chica mimada y caprichosa. - Toma otro sorbo de su té. - He decidido asumir la terapia de Rebecca, mi esposo cree que ella podría estar mucho mejor con alguien que conoce. – Le informa. - Tu esposo parece un hombre maravilloso y Rebecca tiene suerte. - Afirma Elisabeth que está entusiasmada con Mark. - Él ha sido capaz de ayudar y veo motivada a Rebecca. solo espero que tu pasado con Rebecca no se interponga en el camino. - Marlene hace una respiración profunda. - ¡Rebecca y yo…!  Comienza, de repente se para. - Lo que tuvimos… nunca olvidaré que ella me enseñó mucho sobre no tener miedo de amar a alguien y siempre estaré agradecida. - Se las arregla para decirlo. - ¿Él lo sabe? – Elisabeth trata de clarificar las cosas.  Marlene, con cierta vacilación, le responde. - ¡No! Él no, él conoce lo de Hagen, pero no, nunca le he contado nada sobre Rebecca. – Elisabeth se queda parada sin emitir sonido. - ¡Marlene! - Empieza a hablar cuando aparece Tristán interrumpiendo la conversación y le dirige una mirada de sorpresa.  - Le estaba diciendo a Marlene que podrías informarle sobre Rebecca. - Se aclara la garganta. - ¡Estoy de acuerdo! Siempre que paseemos por los jardines. - Él le pide y ella lo acepta.
Empiezan a caminar hacia el viejo muro de piedra que bordea el estanque, llegan a un parterre y se sientan frente a frente.  - ¿Cómo estás? - Tristán pregunta y se deshace de su corbata, extrae un cigarro del bolsillo de la camisa. - ¡Estoy bien! – Ella le sonríe. - Una nueva carrera, por lo que veo. - Ella bajó la cabeza y luego le mira de nuevo. - Estoy feliz. He conocido a un tipo estupendo… - Tristán corta rápido. - Te has casado. - Él termina su frase ella asiente con la cabeza. -  Cuéntame acerca de Rebecca. - Su expresión es hosca, sacude la cabeza. - Cuando te fuiste Rebecca se sumió en un encierro en sí misma. Estuvo así un tiempo y luego conoció a Tim. Era alguien que parecía llevarse bien con ella. Trabajaba como fotógrafo en LCL y se hicieron muy amigos, le pidió que se casara con él, pero ella se volvió hosca cuando descubrió que solo buscaba lo que podía obtener de la Lahnstein's Corporation. - Tristán enciende el cigarrillo y continúa algo nervioso. - Rebecca fue a la deriva durante bastante tiempo y no mostró ninguna necesidad de estar con alguien hasta hace unos tres años, cuando conoció a Lizette. -  Le da náuseas decir su nombre, porque no quiere ni mencionarla. - Está claro que a tu familia no le gusta Lizette. -  Marlene interviene. – Rebecca se sintió

enamorada de ella de inmediato, hizo una sesión de fotos de moda para LCL por capricho y nos dimos cuenta de ello. Todos estábamos felices por Rebecca al principio, pero… - Se siente como un padre para Rebecca, una lágrima cae de su ojo. – Notamos algo extraño sobre ella, no sé si tal vez fue su educación rica, ella es la hija de Robert Marlow, dueño de la agencia de modelos Marlow, París. - Él aprieta los dientes y continúa. – Es una mujer muy mimada, arrogante, caprichosa, insistente y grosera. - Expresa en voz alta. - Pero aparentemente ella la ama. Tristán. -  Comenta amable Marlene. – Algo debió de suceder porque el día del accidente ella le mandó un mensaje de voz. - Marlene le presta más atención. - ¡Continúa! – Le pincha.  - Rebecca fue al encuentro con Lizette y hablar con ella, la charla se convirtió en una discusión, las cosas se calentaron, Rebecca la abandonó y se marchó en su moto a toda prisa, en su estado no vio la luz de stop de un camión y se golpeó contra él lanzándola por el aire. Estuvo en estado crítico varios días. – Tristán pone la cara entre sus manos. Marlene le acaricia el pelo.  - No tienes que seguir si es incómodo para ti. - Le ofrece con sinceridad, la mira de nuevo. - Permaneció inconsciente durante diez días, con la pierna destrozada, las costillas rotas, contusiones y una desagradable herida en el costado de su ojo derecho, afortunadamente, llevaba el casco, eso le salvó la vida. -  Solloza con fuerza. - No puedo decir lo cerca que estuvimos de perderla y lo que me afectó. - Marlene se lleva la mano a la frente sorprendida, sintiendo un gran dolor y el corazón cayendo a sus pies. 

martes, 19 de diciembre de 2017

Episodio Tercero


 Revivir, no es más que un sueño

-Te echaré de menos – Le dice a Marlene su amiga. - Y yo, amiga mía. – Responde con ligera aspereza en su voz. - Estoy segura de que estás emocionada, volver a tu casa, debe ser un sueño real. – Le comenta Grace, pero percibe una extraña sensación de Marlene. - No esperaba ir tan de repente. - Suspiró profundo y con cierta angustia. - Mark me lo soltó y ni siquiera tuve tiempo de pensarlo bien. -  Ella lo expresa con cierta desgana.  - ¡Marlene! – La recrimina Grace con cierta vacilación. - Mark es un cirujano muy reputado y una oportunidad como ésta llega una vez en la vida, tú eres su esposa ahora y sé que esperabas una carrera aquí, aunque pienso que no para siempre. Mira el lado positivo, vas a ir a casa y puedes enseñarle de dónde vienes, y lo que fue tu vida allí. - Grace aconseja muy entusiasta. Marlene baja la cabeza. - Parece que Mark y David tienen sus cabezas juntas. - Ella cambia de tema mirando a su marido desde el otro lado de la habitación. – Iremos a Zurich en julio, el congreso, David me ha asegurado que pronto os visitaremos. - Ella sonríe. - ¡Sí! Será en un buen momento, mi padre se irá a Hannover éste verano, Dana y Hagen están ampliando el granero y estará trabajando para ellos, así que tendremos todo el apartamento para nosotros. -  Le dice en un tono optimista. - ¿Has vuelto a hablar con Mark sobre tener un bebé? - Le pregunta con calma. - ¡No! No estoy lista. – Le habla con una media sonrisa.         - ¿Usas protección? -  Ella la mira con cara de sorpresa. - ¡Yo!  ¡Uh! ¡Bueno, él no sabe que estoy tomando la píldora! – Le dice espontánea. - ¡Marlene! – Su amiga la reprende en voz baja. - No deberías hacer eso, él tiene derecho a conocer tus verdaderos sentimientos. - Le regaña en voz baja. Los hombres se acercan a ellas.  - ¡Señoras! - David engancha a Grace por el brazo. - La cena fue genial, tengo que levantarme muy temprano y sé que ustedes dos tienen algunas cosas de última hora que hacer. – Antes de salir. - ¡Feliz viaje! - Grace expresa con una lágrima en el ojo. - No llores, nos vamos a ver en poco tiempo. – Les dice ya en la puerta. - Julio está casi aquí, antes de que te des cuenta. - Termina él por decir insinuando que los verán entonces.
Mark frunce el ceño. - David se lo toma bien. – Menciona Mark con una sonrisa sirviéndose otro vaso de vino. - Sin embargo, Grace parece con el corazón roto. - Marlene traga saliva y luego lo abraza. - Ella estará bien, nos visitarán pronto. - Mark se aparta de ella.  - Parecía estar un poco preocupada por ti. – Comenta. Ella lo mira de manera extraña, Mark levanta la vista alrededor del salón.  - He decidido subarrendar el apartamento. Un joven interno ha preguntado, comenzará en el hospital en mes próximo. – Él expresa sin darle importancia y se encoge de hombros. - ¡Oh! – Marlene se aparta de él y le da la espalda pensativa.    - ¿Estás bien?  - Él le toca en el hombro y ella se da la vuelta para mirarlo. - No me has hablado de realquilar el apartamento, soy tu esposa. - Le explica en tono de enfado. - ¡Lo hago ahora Marlene!  Pensé que no te molestaría. – Ella se cruza de brazos con gesto áspero. - ¡Mark! No estoy satisfecha, soy tu esposa y en estas cosas deberías incluirme. -  Expresa con dureza. - ¿No estás siendo un poco hipersensible Marlene? - Él la interroga con un gemido. Marlene suspira. - ¿En verdad, crees que soy demasiado sensible? - Ella empieza a recoger. – Creo que ves todo esto fuera de proporción. ¿No te parece? – Comenta caminando detrás de ella.  La retiene agarrando uno de sus brazos. - ¡Lo siento! Tampoco quiero discutir contigo, es evidente que no me tomé tiempo para pensar en cómo te sentaría. - Él suspira mirando a sus ojos y acaricia su cara con el dorso de su mano. - Te amo. – Le dice y luego se aleja. Marlene baja los hombros cediendo a sus encantos. - Yo también te quiero, pero quiero que las decisiones que nos involucren a los dos, las tomemos juntos. Eso es todo lo que estoy pidiendo. - Ella le manifiesta su pensamiento en voz alta. - Tienes razón, debería haber tomado eso en consideración antes de decidirlo. - Contesta pasándose los dedos por el pelo. - Debería terminar de hacer las maletas. - Le dice Marlene señalando al dormitorio. - Tengo algunas cosas que terminar en el hospital, no me da tiempo. - Se inclina y besa su mejilla. Ella cierra la puerta detrás de él, se apoya contra la pared y suena el tintineo del teléfono.     - ¡Grace! – Responde. - Sé que estas ocupada. - Ella empieza a hablar, Marlene camina hasta el dormitorio y abre su maleta. - Puedo hablar, Mark tuvo que ir al hospital. – Afirma severa. Hay un momento de silencio. - ¿Estás bien? – Pregunta Grace finalmente. - ¡Lo estoy! - Ella responde apacible. - Marlene tienes que decirle a Mark que no quieres tener un bebé. No lo pospongas demasiado tiempo, sabes que solo causará problemas. - Le recuerda. - Pronto necesitaré hacerlo, primero debo viajar a Düsseldorf y luego prometo que lo haré. -  Comenta con firmeza. – Debo pensar primero, solo necesito algo de tiempo. Un beso, que tengo que preparar un viaje y estar segura que no olvido nada. - Marlene sonríe ampliamente.  - Nos llamaremos pronto. - Cuelgan y se dedica a terminar de hacer las maletas.

- ¡Buenos días, Sra. Von Lahnstein! - El Dr. Víctor Rothman habla con Rebecca mientras recoge su expediente y lo examina. - ¡Buenos días, doctor Rothman! -Responde ella, mientras él comienza a examinarle los ojos con interés.   Le pregunta al tiempo que acerca una la luz a sus pupilas. - Han sido cerca de seis meses. - Ella le contesta y él aparta la luz lejos. - ¿Tiene dolor en la zona del cuello o del temporal? - Le pregunta si tocando la cicatriz en forma de media luna en el arco de su ojo derecho. - ¡No! Ahora sólo me duele mi pierna. – Le responde con certeza. – Me ha dicho el doctor Kessler que un nuevo cirujano estará aquí con una beca y podría ayudarte. – Le comenta mientras ausculta su corazón a través de su estetoscopio. - No voy a poner en marcha nada que no me dé expectativas de mejora. – Murmura Rebecca. - ¡Bueno! Creo que estás bien y no necesitaré verte de nuevo a menos que tengas otro dolor de cabeza. – Ella se pone muy contenta. - Te deseo que mejores de lo que queda y, espero que el nuevo cirujano pueda arreglar tu problema. – Le declara liberándola de sus visitas. - Gracias Dr. Rothman. - Ella recoge su bolso, el suéter y sale de la consulta. Elisabeth espera en el vestíbulo.      - ¡Bueno! ¿Qué dijo? -  Le pregunta con ansiedad. - ¡Estoy bien! Los dolores de cabeza se han calmado y no necesitaré volver a verlo si no tengo más. - Rebecca se toca la cicatriz de su rostro, un constante recordatorio del terrible accidente que tuvo.
La señora Lentz ha preparado un almuerzo especial para ti. Ellas se introducen en el coche. Rebecca exhala aire lentamente antes de hablar. - El Dr. Rothman mencionó algo del nuevo cirujano. -  Elizabeth sonríe.  - De hecho, mientras estabas con el Dr. Rothman, me vi con el Dr. Kessler y me ha dicho que ha concertado una cita para el lunes. – Le cuenta enseñando la tarjeta de cita a Rebecca. Ella la toma y la mira. Solloza discreta. - ¡No llores! - Elisabeth le entrega un pañuelo de papel.  - ¡Yo no sé! Esto es abrumador, ahora que mis dolores de cabeza han desaparecido y esa memoria borrosa no parece estar. Finalmente puedo enfocarme en conseguir que esta pierna se ponga en orden, pero no puedo ceder de nuevo, voy a conseguir mantenerme firme como sea. – Señala con voluntad. – El doctor Kessler dijo que probablemente necesitarás una gran cantidad de fisioterapia rigurosa para volver a caminar como antes. - Refunfuña Rebecca al oír el comentario. - ¡Bufff!  Espero que sea algo mejor que con Karl, él era un terrible fisioterapeuta insensible e indiferente. ¡No lo quiero ver nunca más! - Exclama ruidosa, haciendo que Elisabeth se estremezca. - ¡De acuerdo! Pero tienes que ser positiva, dime… - Elisabeth le echa una mirada cautelosa. - ¿Lizette sigue aquí? - Rebecca sonríe con una mirada traviesa. - ¡Lizette, Lizette! - Pronuncia en un tono embobado. - Se fue temprano esta mañana a un rodaje en Londres y luego volverá para los días de moda de verano, ¿por qué? -  Elisabeth se pone seria. - Tristán querrá estar aquí para tu cita. - Expresa en un intento de ser razonable, Rebecca gruñe con enfado.               - Debería superar su aversión con ella, estamos enamoradas. ¿Por qué no puede ver que ella me hace feliz? Con sus viajes mantiene suficiente distancia entre nosotros para que nuestra relación no se quede en monotonía. -  Se cruza de brazos enfadada. Él está preocupado por ti eso es todo. – Responde con honestidad. - Tiene una extraña forma de mostrarlo, él la maltrata y ella es ofensiva con mi hermano, debería acostumbrarse al hecho, incluso, que puedo pedirle que se case conmigo en algún momento. - Expone en voz alta atrapando a Elisabeth con la guardia baja.

Marlene explora tranquilamente el apartamento en el que vivió una vez. Mark trae equipaje. - ¿Dónde quieres esto? - Pregunta, poniéndolo en el umbral.  Marlene se siente extraña de no haber vuelto aquí en diez años, pero curiosamente es como su fuese ayer cuando estuvo la última vez. Recoge una foto de su familia y la acaricia suave con el pulgar. – He estado aquí siempre. – Comenta en voz baja, vuelve a colocar la foto de nuevo en el estante y se gira para ver de frente a Mark en la puerta. Él regresa con la última de las maletas en la mano. - ¡Wow! Estoy ciertamente cansado. ¿Compraste la tienda por departamentos antes de viajar? - Se burló modestamente de ella y se acerca para abrazarla. - Sólo mi armario. - Ella sonríe generosa, se besan con profunda sensación de amantes. Suelta una risita.     - Necesito una siesta. - Hace una mueca. - ¡Yo también! - Ella le coge de la mano y le muestra su antigua habitación, con una cama y un tocador, él mira alrededor.      - Parece que quien quiera que haya tenido esta habitación antes se llevó todo. - Marlene frunció el ceño.  - ¡Kim y Emilio! Cuando se mudaron a Barcelona hace unos años, supongo que se llevaron la mayoría de los muebles.  - Mark se sentó en la cama y tiró de ella hacia abajo a su lado. -  Me encantaría conocerlos. – Le dice en voz alta y sonríe. - Creo que podremos arreglarlo. ¿Por qué no hablamos de eso después de que descansar? - Marlene suelta una risita, se acuesta a su lado y se gira para mirarla. - Sé que quería descansar, pero podía hacer el amor ahora. - Él expresa con suavidad con su dedo índice elevando su rostro por debajo de su barbilla, levanta su cara para encontrar sus labios y besarse con deseo. Marlene cierra los ojos, mientras le suplica. - Estoy bastante cansada. -  Pone la mano sobre su pecho, su boca se movió hacia un lado de su cuello y pasó su lengua a lo largo de ella.  - ¡Por favor! Marlene.

Rebecca toma un sorbo de café antes que lleguen los demás. Elisabeth seguida por Tristán se sientan a la mesa del desayuno. - ¡Buenos días! - Saluda alegre esa mañana. Tristán bosteza tendiendo la servilleta de tela sobre su regazo. - Supongo que no habrás podido dormir. -  Inicia la frase, pero Rebecca le corta literal la frase. - ¡No! No he podido. Estoy nerviosa y muy agitada. -  Elisabeth sonríe.          - Todos esperamos cosas buenas de esta cita. - Replica el mayordomo. - ¡Gracias Justus! -  Ella se lo agradece y todos desayunan con tranquilidad. Tristán ordena que el conductor acerque el auto a la puerta principal y allí los recoge. - No estés tan nerviosa. - Tristán le dice y agarra el brazo de Rebecca. - Deja de inquietarme, puedo sola.  No puedo evitar ser pesimista, Tristán. Aparte que tengo una sensación extraña, como si algo insospechado me estuviera esperando. -  Le transmite y se encoge de hombros. Ella le sermonea y él responde con un comentario sarcástico. – Veo que estas optimista esta mañana. -  Duro, pero con suavidad.  - ¿Cómo está Ann y las chicas? - Ella cambia rápidamente de tema mientras trata de ocultar su ansiedad. - Ann está manejando bien a las chicas, la mantienen ocupada. Bridgett comienza la escuela este curso. – Comenta Tristán a Rebecca. - ¡Oh! Eso es emocionante, eres afortunado, has encontrado a alguien que te adora y las niñas son dulces. – Le dice amable.
- Ya hemos llegado. - El conductor se detiene en el camino en círculo frente al hospital. - Déjame ayudarte. -  Tristán corre al otro lado del coche. Abre la puerta para ella, la toma por las manos que le permite recuperar el equilibrio y su movilidad. - ¡Estoy bien! - Se dirigen al ascensor y entran.
Rebecca se sienta al lado de Tristán en la sala de espera, dando tiempo para ser llamada. - ¿Rebecca Von Lahnstein? - La enfermera se acerca a ella. - ¡Sí! - Levanta la vista hacia ella. - El doctor Blair estará listo para verla en un momento. Debemos ir a la sala de examen. – Ellos la siguen hasta traspasar una puerta. Tristán se sienta en la silla en una esquina y cruza las piernas en un intento de relajarse. Mark Blair entra en la habitación, Rebecca alza la vista hacia la figura alta del hombre que podría ayudarla a salir del pozo del dolor. Con los ojos brillando su rostro apuesto se siente algo cohibida. - ¡Hola! Soy Tristán von Lahnstein. -
Extiende su mano. - ¿Marido? - Él pregunta. - ¡No! Hermano. - Mark rápidamente dirige su atención hacia ella. - ¡Rebecca! – Le sonríe, le estrecha la mano y toma asiento frente a ella. - Permítanme comenzar diciendo que me siento honrado de estar aquí y espero poder ayudarla en su recuperación. -  Rebecca suspira profundo.  - No me decepcionará. – Él la mira sonriente. - He venido de América, New Haven, Connecticut. Me han requerido para la práctica de la medicina deportiva, de forma ortopédica, he hecho muchas cirugías en figuras del deporte y estaré aquí con una beca con la esperanza de enseñar a algunos colegas mis técnicas de más éxito. - Se jacta con orgullo, pero discreto. - Déjame empezar preguntándote. ¿A qué te dedicas, Rebecca? – Ella piensa un momento sin hablar. Sus pensamientos se remontan a las palabras New Haven, entrecierra los ojos porque le suena familiar. – Soy modista, quiero decir que trabajo desde casa, pero necesito ser capaz de estar al lado de las personas que trabajan para mí, quiero correr nuevamente y poder bailar con mi novia. - Le responde ella. Él respira hondo y se puso de pie sacando una radiografía de su pierna, después de la última cirugía. La sostiene en alto, a la luz donde pueden verse los tornillos y clavos que contenían la delicada estructura de sus huesos. Él hace una mueca al mirarlo, a Rebecca se le revuelve el estómago, se lleva la mano a la pierna y la frota suavemente.
- ¡Veamos! Déjame empezar diciendo que he estudiado todo el expediente. La verdad es que todos los tornillos que te colocaron están en su lugar, lo hicieron bastante bien. – Le señala algunas cosas sobre ellos en las radiografías. - Pero ¿No hay un problema de rigidez y movilidad? – Él pregunta con claridad y ella le contesta. - ¡Sí! Y tengo un dolor agudo con frecuencia. – Añade Rebecca. - El hueso está soldado, pero veo el tejido de la cicatriz que rodea un área lateral que debe ser reducido, yo opino que debería colocar una placa pequeña y estrecha con un nuevo conjunto de tornillos a lo largo de ese lado de su rodilla, quedaría ahuecado para evitar la fricción, y eso mitigaría el dolor. - Le parece clara la explicación, aunque un poco confuso para ella. - Me gustaría hacer algunas pruebas de sangre y una resonancia magnética si es posible. – Le explica mirando la radiografía. Él le mueve hacia abajo y hacia atrás flexionando su pierna, presiona con las yemas de los dedos contra la rodilla y ella gime de dolor. Él se aparta asintiendo. - ¿Cuándo? - Ella pregunta con una sonrisa.  - Mañana a primera hora, nada de comer o beber después de la medianoche, voy a dar las órdenes a mi enfermera. – Explica con convencimiento. – Después de la operación habrá que realizar terapia física, tendrá que pasar por ello, aunque sea molesto. - Se aclara la garganta y mira a Rebecca y Tristán. - Mi esposa será su terapeuta, ustedes la conocen, creo estuvo casada con su hermano mayor. - Rebecca y Tristán primero se miran el uno al otro y luego a él algo sorprendidos, Rebeca nota que su corazón se acelera y se siente confundida e insegura. - ¡Marlene Wolf! - Las palabras suenan en la boca de Tristán como un gong en la cabeza de Rebeca. - ¡Sí! Marlene - Responde Mark. - ¿Eso es un problema para usted? - Él cuestiona, Rebecca está encerrada por un nudo formado en su garganta. Tristán no sabía qué decir del schok que sufre.  - ¡Bueno! Eres un hombre afortunado. – Responde una vez repuesta. Ella se alegra de decirlo. Tristán ayuda a Rebecca hasta la puerta. - Me citaré con usted después de la resonancia magnética y hablaremos de nuevo. - Él los acompaña.

- ¿Estás bien? - Pregunta Tristán mientras se acomodan en el asiento trasero del coche. - ¡Marlene! – Susurra. - ¿Nunca la has olvidado verdad? - Su pregunta la fustiga. - ¡No, yo, yo! - Ella deja de hablar.  - Nunca habría imaginado en un millón de años que volvería a oír su nombre otra vez. - Tristán murmura mirando a su hermana.  – Estoy sorprendida, Marlene, fisioterapeuta. – Observa y se encoge de hombros. - La gente cambia y encuentran nuevos retos. - Le recuerda. - Han pasado años. - Replica Rebecca. - Lo que tuvimos y lo fantástico que fue, pero también fue un desafío. -  Tristán le toca la mano. - Ella ha sido tu gran amor, no puedes negar lo que tuvisteis. - Su voz es sentimental. - ¡Sí! Pero la vida sigue y ella quería algo más y aparentemente lo ha encontrado. - Le responde Rebecca. Tristán se calma. Sonríe con ironía. Él piensa en Lizette y luego Marlene comparando a las dos en su mente, se afloja la corbata y carraspeó. - Me pregunto cómo reaccionará Lizette ante la presencia de Marlene. – Expresa con retintín. 

sábado, 16 de diciembre de 2017

EPISODIO SEGUNDO


Las tormentas de la vida.

- ¡Rebeca! - Llama Elisabeth. Ella rápidamente gira su cabeza lejos de la ventana.  - ¿Si? – Responde cortés. - Hace un hermoso día ¿Te gustaría sentarte en la terraza? – Le pregunta. - ¡Si! Me apetece. - Le expresa feliz. - ¿Quieres probar a caminar o consigo la silla de ruedas? – Le plantea, poniéndose el suéter. - ¡Caminar! Mientras sea despacio. – Le dice poniendo una mueca y agarrándose la pierna izquierda. Se apoya en el bastón y Elisabeth la coge por el brazo, Rebecca  da cortos pasos, los necesarios para desplazarse hasta la terraza, le apetece tomar el sol de este principio de verano. - ¿Puedo hacer que Justus traiga café o té? – Le sugiere, mientras Rebecca sufre un dolor agudo en la pierna. No se queja pero el gesto dolorido la delata. - El té suena bien, con limón por favor. – Expresa con una sonrisa forzada. Justus trae una bandeja con té y limones. - El doctor Kessler llamó esta mañana y tal vez tengamos una buena noticia. – Le cuenta a Rebecca mientras ella estira la cabeza. - ¿De verdad y qué podría ser esa noticia? - Pregunta con curiosidad. - Un nuevo cirujano ortopédico viene de los Estados Unidos a Düsseldorf, parece que tiene una solución que podría ayudar a tu situación. – Elisabeth le cuenta. - ¿Un médico americano? – Le pregunta con precaución. Ella se frota el antebrazo. - Espero que pueda ayudar, no pierdas la esperanza y mantén la cabeza en conseguirlo. - Elisabeth sonríe entre dientes apuntando con un dedo índice hacia ella. Rebecca suspira profundo. - No sé si podré, tres operaciones son suficientes, si luego no puedo conseguir la movilidad completa, ¿Qué haré? – Suspira de nuevo casi al llanto. - Ahora vale la pena intentarlo, ¿no crees? - Ella le aconseja. - ¡Veremos! Habrá alguna esperanza. - La mente preocupada de Elisabeth se alivia con sus palabras positivas. - ¿Lizette volverá pronto? - Elisabeth le consulta y le da un trago a su té. - Tiene un pase en Amsterdam y luego se irá a Bruselas para una sesión de fotos. - Rebecca responde. - ¿Por qué? – No entiende el interés de Elisabeth por Lizette. - Tristan vendrá también y sabes que cuanta menos disensión tengamos, mejor será su visita. - Le recuerda.  - ¡Ugh! - Gruñe Rebecca en voz baja. - Él debería superar los sentimientos negativos sobre Lizette. -  Cruza sus brazos y mira de reojo a Elisabeth. - ¡Lo siento! Tristán la siente de esa manera, él hace que el resto de la familia no sea muy positiva. - Rebecca rápidamente interrumpe. - ¡La amo! Qué más puedo yo decir, ¡Sí!, ella es agresiva y desacertada. - La voz de Rebecca se intensifica. - ¡Tranquilízate Elisabeth! - Le dice con sosiego. - ¡Nosotras! Al menos desde el accidente ella se ha asentado. - Habla cautelosa. - No es culpa suya. - Rebecca se pone a la defensiva, y repite que fue culpa de ella. - No quiero discutir con mi hermano, pero él tiene que parar esto, ella es mi novia y me ha apoyado en todo. - Le implora. Elisabeth volvió a recordar el terrible accidente de motocicleta que casi le cuesta la vida. - ¿Cuándo viene ese nuevo Doctor? - Pregunta cambiando de tema. – El doctor Kessler me dijo que iba a concertar una cita para ti tan pronto como tenga confirmación de su llegada. – Le comenta Elisabeth. -  Empiezo a estar cansada, ahora si no le importa, me gustaría volver al invernadero. - Elisabeth la acompaña hasta la puerta. - Tengo un poco de papeleo, debo terminar las declaraciones trimestrales. - Mira a Elisabeth mientras la ayuda a sentarse a la mesa. – Las revisamos después de la cena. -  Le ordena y la deja pensando.

Rebecca examina las declaraciones trimestrales de LCL, ahora está a cargo de la producción,  ya no diseña, dirige un grupo de modistas que se deben ajustar a los conceptos de moda exclusiva de LCL. Sentada en su silla y tira la pluma a la pila de papeles en los que ha estado trabajando. Enseguida se frota el costado de su pierna y comienza a flexionarla como le había enseñado a hacer la fisioterapeuta acabada la cirugía el año anterior. - ¡Maldita sea! - Se muerde la lengua al sentir la tensión del músculo que le produce un dolor agudo. Rebecca se levanta moviendo su pierna de un lado a otro en un intento de relajar la tensión. Al atravesar el dormitorio tropieza, pero consigue enderezarse. Vibra el móvil y extrae su teléfono celular del bolsillo, lee el mensaje de Lizette. “Te echo de menos” Sus dedos tocan la pantalla pensando en ella. Mira de nuevo la pantalla que se queda en blanco, arroja el aparato a la cama haciendo muecas hasta que puede maniobrar para colocarse en una posición relajada. Cierra sus ojos tratando de aliviar el daño que había experimentado. Suena el ding, ding del móvil, de nuevo el texto, recoge su teléfono encuentra un nuevo mensaje de Lizette. "Te amo” Lee debajo de una foto de sí misma vestida con un bikini que estaba a punto de mostrar en un desfile. - ¡Wow! - Rebecca gimotea separando sus labios y silbando. "Nos vemos pronto. Te amo" Le envía y ella le contesta.  "Y yo, te quiero" Responde Rebecca. Cierra los ojos y comienza a adentrarse en un sueño tan reparador como necesario.
* ¡Rebecca! * Una voz suena en el fondo de la nube brumosa que la cubre.
* ¿Hay algo que quieras decirme? * La voz de una mujer llama desde su sueño.
Rebecca comienza a retorcerse, hace una mueca. * ¡Lizette! * Exclama mientras su cuerpo mueve los ojos desordenada dando vueltas alrededor de su amante. * ¡Sí! Yo. * Entonces se hace la oscuridad completa. Rebecca empieza a moverse y hace una mueca. Exhala un grito y se despierta, el sudor de su frente la empapa, se levanta jadeando. La cicatriz en forma de media luna que flanquea la comisura de su ojo derecho molesta insidiosa. - ¡Dios! - Se recuesta colocando sus manos detrás de su cabeza y mira al techo. Alguien golpea en la puerta. - ¡Condesa! La cena está a punto de ser servida, en pocos minutos debo llevarla a la mesa. - Justus le comenta desde la puerta: - ¡Gracias, Justus! Está bien. - Se sienta en la cama balanceando los pies sobre el suelo. - Dame un poco de tiempo y estaré allí enseguida. – Exclama complaciente.  - Podría ayudarte a ir hasta el comedor. – Añade el mayordomo y ella suspira profundamente. - ¡No, gracias Justus! Esto es algo que tengo que hacer por mi cuenta. - Le gimotea en alusión a su restricción de movimientos.  – Coge todo este papeleo y llévalo al estudio, debo informar a Elisabeth después de la cena. Estaré abajo en breve. - Él recogió la carpeta llena de papeles, sale cerrando la puerta. Rebecca se levanta y comienza la dura y desalentadora tarea de caminar hasta el comedor. Al entrar se sienta al lado de Elisabeth. Ella le pregunta. – ¿Has descansado? - Rebecca piensa de nuevo en el sueño y en la nebulosidad de su significado. - ¿No tienes hambre? -  Elisabeth inquiere al ver que no está recogiendo la comida en su plato. - No realmente. - Baja la cabeza.  - ¡Rebecca! ¿Hay algo que te preocupa? - Le pregunta con cautela. - Sigo teniendo ese sueño y no sé que significa. - Frunce el ceño frotando sus sienes. Elisabeth piensa que Rebecca todavía está experimentando algunos problemas con su memoria. - Sueño que Lizette me está llamando, pero no sé por qué, me quedo en blanco y luego la oscuridad. - Tiembla mientras habla. - Tal vez te estás esforzando demasiado en recordar. – Le razona Elisabeth, Rebecca suspira. - No sé qué significa eso y estoy frustrada, me molesta no saber que pasa. - Confiesa mientras llora. Elisabeth se esfuerza en explicar la causa.  - Has sufrido un fuerte golpe en la cabeza y has estado inconsciente varios días, sé lo difícil que debe ser y tus frustraciones se muestran por tu ansiedad. - Ella la consuela racionalmente, acaricia su brazo sobre la manga de la camisa de Rebecca. - Pero no puedo evitar pensar que algo importante sucedía. – Expresa en forma de súplica. - Lo recordarás, pero no te decepciones, vendrá a ti cuando menos te lo esperas. - Su sonrisa anima a Rebecca. - ¿Vendrá pronto Tristán? - Rebecca pregunta cambiando de tema. - ¡Sí! Tiene un negocio bancario que atender y espera estar aquí tan pronto como se concierte tu cita con el doctor americano.  Le conté la emocionante noticia. - Rebecca suspira dejando su tenedor en el plato. - Le echo de menos a él y a Ann y por supuesto a las chicas. En Zurich hizo su mejor jugada. - Elisabeth se ríe entre dientes. - No le molesta que Ann sea de allí, lo hace mucho más fácil para él. – Rebecca da por terminada la cena. - ¡Lizette! ¿Has hablado con ella? - Elisabeth regresa al tema.    - ¡Sí! Antes, hoy ha tenido un desfile y lo más probable es que salga para Bruselas mañana. - Contesta felizmente. - Supongo que regresará antes del fin de semana. - Rebecca nota seca la garganta y bebe agua. - ¡Sí! La echo de menos. –

Rebecca coloca la copa de vino ya caliente a un lado, luego se recuesta en la bañera y se relaja con los ojos cerrados. - ¡Señora! - Una voz calmante suena a sus espaldas. - ¿Te gustaría que refrescara tu copa de vino? - Rebecca de repente abre sus ojos. - ¡Lizette! Bienvenida a casa. - Ella sonríe y se besan.  – Ahora me meto contigo en el agua. – Le dice mientras se arrodilla al lado de la bañera.            - ¡Hummm! –  Rebecca hace una mueca burlona al tiempo que le indica que se incorpore a su lado con el dedo índice.  
Lizette Marlow es alta y bien formada con ojos de color miel, sobre sus hombros cae el cabello castaño claro, sonrisa atractiva, labios ligeramente curvados, tiene una nariz pequeña y respingona. - ¿Te he dicho lo mucho que te amo? - Le pregunta a Rebecca trazando los labios con la punta de su lengua.  - ¿Por qué no me lo muestras? – Le suplica que se acerque y desembarace de su ropa. Lizette rápidamente se desnuda y se desliza en el agua caliente junto a ella. Los ojos de Rebecca observan las marcas del bikini. - Parece que Bruselas estuvo soleado. -Lizette miró hacia abajo a su pecho. - ¡Uh! Sí que mostramos una colección de bikinis en el paseo por el río, fue un trabajo de todo el día. – Le dice directamente.  - ¡Ya veo! - Le coge el vaso, y lo deposita de nuevo a un lado de la bañera, se acerca a ella para abrazarla y besarla. - ¡Hagamos el amor! -  Le dice Lizette, casi como una orden, pasando su lengua entre los labios de Rebecca. Salen de la bañera cayendo en la cama para vivir una tarde de romance.

Elisabeth está sentada en el estudio revisando los informes trimestrales de LCL cuando de repente la interrumpe una voz familiar.  - ¡Buenas tardes! - Saluda Tristán desde la puerta apoyado en el marco. - ¡Tristán! - Se levanta para acercarse, a mitad de camino y se abrazan. - ¿Ann y las chicas? - Él sonríe. – Con sus padres, estarán con ellos unos días. -  Él toma un vaso y se sirve un escocés.      - Teníamos ganas de veros. – Le comenta y se sienta.  - ¿Cómo está mi hermana pequeña? – Pregunta dando un sorbo y haciendo una mueca. – Tiene buenos y malos días, espero tener buenas noticias, como te dije por teléfono.- Tristán se sienta con el vaso medio vacío en el escritorio. - No voy a bajar la guardia. – Sonríe.

- ¡Hola Tristán! - Oye desde la puerta de su habitación mientras se endereza la corbata y tira de la solapa de la chaqueta preparándose para la cena. La voz de una mujer llama desde el pasillo. Lleva una botella de vino en la mano. - ¿Tristán? - Lizette saluda con un tono ladino. - ¡Lizette! - Él aprieta su garganta con ansiedad. - ¡Hmmm! Una botella. Dime Lizette ¿Es lo que necesitas? - Exclama con voz ronca. - ¿Y qué puede significar eso? - Ella juega en sus palabras. - ¿Es eso lo que necesitas para perjudicar a mi hermana? - Señala la botella de vino que lleva en la mano y rápidamente la mira. - ¡Vete a la mierda Tristan! -  Exclama con enojo, él se ríe.  - No desees lo que tu necesitas. - Se acerca cara a cara.  Le agarra un mechón de pelo en la mano. - Así que dime. – Habla Tristán. - Mientras estabas fuera, ¿Cuantas marcas has hecho en la culata? – Ella se pone roja, apretando los dientes con cólera y se aparta de él. - Amo a tu hermana. - Ella comienza a alejarse de él.   - ¿Qué quieres decir? - Ella continúa caminando tímida, su mirada cambia a un enfado importante. - Sabes exactamente lo que quiero decir, Rebecca se dará cuenta un día de que tu nada más la necesitas por su dinero. -  Se estremece golpeando con el puño contra la pared. - ¿Sabes lo que creo? Que eres un envidioso, triste y amargado. – Le espeta fríamente. - Bueno, no quiero llegar tarde a mi reunión. – Se ajusta una vez más su corbata y la mira con desprecio. - Dile a Rebecca que pregunté por ella. -  Le dice dando media vuelta y dejándola de pié en el pasillo. Los ojos de Lizette siguen su caminar ágil y desenfadado, aprieta la botella de vino con más fuerza y recapacita sobre lo que él piensa sobre ella, sus extraños deseos de separarla de Rebecca la abruman.  Regresa a la compañía de su novia. - ¿Dónde has estado? - Le pregunta levantando los brazos y la mira esperando una respuesta. - ¡Uh! – Tartamudea al responder. – Me encontré con Tristán por el pasillo. – Coge dos copas  para el vino y las deposita con la botella sobre la mesilla de noche. - ¡Hmmm! ¿Él está aquí, con Elisabeth? - Lizette se recuesta en la cama y ella se encara con mirada inquieta. - Él estaba vestido de traje y se fue a algún lugar, una cita… ¡No sé! – Le dice besándola y luego se levanta, Rebecca abre la botella de vino y lo sirve en las copas. - ¡Ven aquí! – Le ordena a Lizette golpeando con su mano encima de la cama, se acerca ella de nuevo y sus labios se encuentran en un beso romántico. Rebecca con inquietud se estremece repentinamente. - Rebecca, ¿Estás bien? - Lizette pone una mirada de preocupación, ella se agarra y se frota la pierna con ímpetu. - Sólo un poco de tensión. - Le comenta algo nerviosa.  - ¿Puedo ayudarte? - Ella ofrece a socorrerla, a masajear el lado de su pierna. - Tengo algunas noticias.  -  Le cuenta entrecortada. - ¿Noticias? - Lizette pregunta algo sorprendida. - ¡Sí! Hay un nuevo doctor que viene de los Estados Unidos, un cirujano ortopédico que podría ayudarme. – Rebecca habla positivamente, Lizette la mira con cautela. - ¿No crees que los últimos tres no han sido ya demasiado? -  Rebecca frunce el ceño. - ¡Lo sé! Pero al menos puedo oírlo, ver si lo que tiene que ofrecer es lo conveniente para mí. No pasa nada por escuchar que puede ofrecerme. – Trata de ser positiva, pero siente lo que es la angustia y los temores de pasar por otra cirugía. - Recuerda que la fisioterapia fue muy dura y difícil para ti. - Le recuerda. Lizette acaricia un lado de su cara, Rebecca coge su mano y la besa.