Una separación necesaria

Una separación necesaria

martes, 26 de diciembre de 2017

EPISODIO QUINTO


El tiempo en una botella.

Mark se coloca en su escritorio, hojeando las carpetas de los pacientes que había visto a primera hora del día. - ¡Hola! - Marlene abre la puerta, él deja su pluma sobre los papeles.  Se acerca lentamente hacia él y le coloca las manos sobre los hombros. - ¡Te quiero! - Se inclina hacia ella y besa su mejilla. - He tenido un largo día. - Aparta las carpetas y la coge por la cintura. - ¿Cómo ha ido tu día? - Le pregunta sonriendo. - Un par de pacientes geriátricos y una niña de seis años con una pierna rota. – Contesta. Mark piensa un momento. - He visto a alguien que conoces hoy. - Marlene lo mira extrañada. - ¿De verdad? ¿Quién? - Ella le pregunta empujando con el puño. - Tu ex cuñada, Rebecca, Rebecca Von Lahnstein. – Él, la mira fijamente y ella siente que el corazón le late erráticamente. - ¿Rebecca? - Pronuncia en voz baja. - ¡Sí! Es uno de mis nuevos desafíos y muy probablemente haré un buen trabajo con ella pronto. - Se pone serio cruzado de brazos, Marlene intrigada. – ¿Cirugía? ¿Por qué? ¿Qué es lo que está mal en ella? - Apenas puede hablar. - Algún tipo de accidente, voy a estudiar su caso clínico tan pronto como tenga una resonancia magnética y algunos análisis de laboratorio. Entonces sabré qué dirección voy a tomar. -  Marlene está sacudida por una emoción. - Rebecca herida, ¿Cómo? -  Se pregunta a sí misma.  - Creo que será una excelente candidata para tu ritual de fisioterapia. - Marlene traga saliva. - ¡Yo! - Se lleva la mano al pecho. - ¡Sí! Creo que ella se sentirá más cómoda con alguien a quien conoce. ¿Hay algún problema? - Pregunta con preocupación. – ¿O no? – Coge su mano, duda Marlene. - ¡No! ¿Por qué dices eso? - Añade mirando directamente a los ojos.          - Porque te conozco, siento que puede haber cierta animosidad en lo que respecta a tus cuñados y parte de su familia después de que estuviste casada con uno de ellos. - Suspira hablando con sinceridad. - Simplemente no creo que sea una buena idea eso es todo. - Marlene baja la cabeza, no ha sido sincera con su actual marido. - ¡No es eso! -  Él la agarra por los brazos viendo cierta desazón. -  No estoy tratando de que rectifiques lo que pudo haber sucedido entre ustedes. - Se estremece Marlene con sus palabras. - ¡No creo! - Ella habla en voz baja mientras se aleja de él. - No lo descartes, Marlene. Te necesito y necesito de tu talento y habilidades. - Le ofrece amablemente. - ¿Me dejarás pensarlo? – Ella pregunta severamente. - ¡Si! Pero no demasiado tiempo. - Se sienta de nuevo en su escritorio y comienza a hurgar en las carpetas que había puesto a un lado. - Iré a casa. - Se quita la bata de trabajo y la cuelga en el perchero detrás de la puerta de su oficina. - Estaré allí en una hora o así. - Mira su reloj de pulsera.  - ¿Qué tal una cena esta noche? - Ella le pregunta. - Suena bien. - Ella sonríe y se despide. - ¡Adiós! - Marlene sale a la calidez de la noche de verano el viento suavemente chirría a través de las plantas trenzadoras que rodean el frente del hospital, comienza a caminar y a pensar. Recapacita sobre la mujer a la que una vez amó con tanta pasión y entregó su corazón. Encuentra un banco y se sienta, pone el rostro entre sus manos.  "No puedo volver a pasar por otra mala situación con ella.”
Rebecca, Tristán y Elisabeth se sientan a cenar tranquilamente. - ¡Entonces! ¿Marlene está casada con el Dr. Blair y ahora es fisioterapeuta? - Elisabeth comenta a la vez que pregunta. - ¡Estoy sorprendida! -  Rebecca interviene con voz atenuada. - ¡Yo también! - Añade Tristán, bebiendo su vino. – Espero que este nuevo doctor y su terapia física ayuden a Rebecca, esa es mi preocupación. - Expresa él con convicción.  - ¿Y cómo te sientes acerca de esto? Rebecca. - Elisabeth cuestiona con curiosidad. – La verdad es que no lo he pensado mucho, tengo que pasar por la cirugía primero y… Karl no era un terapeuta muy bueno, así que un cambio puede ser lo mejor. – Responde asertiva. - Si me preguntas, creo que estamos en el camino correcto. - Interrumpe Tristán pensando de alguna forma en Lizette. - ¡Bueno!  Tengo un análisis de laboratorio y una resonancia magnética temprano, así que, si me disculpáis, necesito una ducha caliente y un poco de sueño. -  Se levanta de la mesa y se dirige al invernadero.
Rebecca entra en la ducha permitiendo que las gotas de agua caliente resbalen por su piel para calmar su doloroso cuerpo. Se sacude el pelo empapado con los dedos. De pronto piensa en Marlene. Cómo será volver a verla.  Se seca con la toalla y se deja caer en la cama desnuda cierra los ojos y antes de caer dormida, de repente se sobresalta al sonar su teléfono celular. - Buenas noches mi amor. -  Responde emocionada. - ¿Cómo te fue? - Lizette pregunta, Rebecca duda un instante. - ¡Bueno! Me gusta mucho, es muy guapo. – Bromea. - ¿Guapo? ¿Necesito coger el próximo vuelo a casa? - Ella responde de broma. - ¡No! - Rebecca piensa un segundo. - Tú eres la única para mí. -  Ella insiste. - ¡Bueno! Dime qué pasó. - Espera con suspense. - Una resonancia magnética y análisis para ver donde estamos. – Le responde metiéndose bajo las sábanas.  - ¿Te sientes cómoda con esas pruebas o con lo que te ha dicho? -  Lizette pregunta en un tono preocupado. - Me ha gustado, él parece positivo y cree que puede conseguirlo, yo mantengo los dedos cruzados. - Responde con claridad. - ¡Bueno! Sé que se hace tarde y tengo un horario agitado mañana, pero no te preocupes mi amor, estaré contigo dentro de unos días. -Rebecca sonríe. - No puedo esperar a verte, deberíamos hablar cuando llegues a casa. – Le dice con seriedad. - Suenas diferente. ¿Está todo bien? – Le pregunta. - Estoy llena de esperanza y quiero que seas parte de ella en cada paso del camino.- Su voz suena surrealista. - Rebecca yo diría que tu quieres un compromiso serio. - Expresa Lizette como respuesta.  - Vamos a hablar de ello cuando vuelvas a casa. - Ella le replica dejando a Lizette para que sienta más segura su relación. Rebecca cuelga el teléfono y cae en un sueño profundo y necesario.

- Buenos días, Sra. Von Lahnstein. ¿O debería llamarte Rebecca? - El doctor Blair pregunta mientras mira la resonancia magnética.  - ¡Rebecca por favor! - Ella le contempla como estudia su prueba radiológica. - Creo que puedo ayudarte, pero requerirá una cirugía mayor. -  Caminan a su oficina. - ¡Ok! Así que dime. ¿Qué va a implicar? - Pregunta nerviosa. - Quiero quitar los tornillos y reemplazarlos con una placa y un nuevo conjunto de clavos, creo que esto te dará una mejor movilidad. Como te dije antes, la placa será pequeña y hueca para que el músculo no roce, sé que ha habido un problema con la rigidez en el músculo, sé que has experimentado ciertos espasmos y un dolor agudo a veces. - Él habla convincente. - ¿Hay alguna garantía? – Pregunta con severidad y suspira. – De que mejores, creo que con la cirugía correctiva y una buena terapia física lo lograremos. - Cierra la carpeta y la arroja al escritorio. - Se mencionó algo sobre Marlene. - Comenta con cierta vacilación.  - ¡Sí! ¿Has pensado en tenerla como tu terapeuta? -  Le pregunta con algo de inquietud. – Lo acepto, si sientes que hará un buen trabajo de genio en mis pies, entonces no tengo ningún problema con eso. - Su sonrisa lo ilumina. - Se lo mencioné y ella estaba un poco aprensiva al principio. - Rebecca le corta. - ¿Para trabajar conmigo? - Su corazón comienza a latir con fuerza. - No creo que sea eso, creo que se sentirá un poco sorprendida, no lo sé. -  Frunce el ceño. - ¿Hay algún problema por hablarle de tí? - Su interrogatorio la hace recapacitar, tartamudea un segundo. - ¡Uh! No, no. - Recoge su bolso y un aire de frialdad la envuelve. - ¡Debería irme! - Expresa con cierta frustración. - ¿Quieres organizar la cirugía? -Pregunta a Mark tratando de contener las lágrimas. - Tan pronto como reciba los resultados de tus análisis. ¿Así que quieres avanzar, supongo? - Camina hacia la salida. Él la acompaña. - ¡Sí! - Logra sonreír a medias. - ¡Te llamaré! -  Responde antes que ella salga por la puerta.

Tristán sostiene la mano de Rebecca, está acostada en la camilla vestida con una bata de hospital. Se frota la frente con las yemas de los dedos. - ¡Shhh! - Sonríe y luego le coge de la mano. - ¿Elisabeth? - Le pregunta, está aturdida por la sedación previa que le dieron para relajarse. - En la sala de espera. - Mira hacia la puerta. - El Dr. Blair me permitió estar con mi hermanita hasta que te preparen para entrar al quirófano. - Sus ojos se nublan con lágrimas. - ¡Hey! Estaré bien. - Ella levanta su mano y toma la suya.  - ¡Sra. Von Lahnstein! - La voz de la enfermera la nombra. - Estamos listos para llevarla. - Ella gira sus ojos para mirar a Tristán. - ¡Estaré bien! - Ella le susurra. - Sé que lo estarás. – Le responde limpiándose los ojos y dejándola a las enfermeras. Regresa a la sala de espera. - ¡Tristan! - Elisabeth tira de la manga de su chaqueta. - ¿Damos un paseo? – Le propone. - No puedo evitarlo. - Él se estremece, es superior a sus fuerzas pensar en el sufrimiento de su hermana.
- ¡Von Lahnstein! – El doctor Blair llama quitándose el gorro quirúrgico de su cabeza y metiéndolo en el bolsillo. Tristán se precipita hacia él con Elisabeth detrás. - Ella está bien, permanecerá en reanimación de momento. La cirugía ha ido mejor de lo que esperaba, creo que habrá una recuperación completa y manejará mucho mejor su pierna. – Explica con pausa. - Pero debo recordar que tiene un largo camino de trabajo delante de ella. – Termina la explicación, Elisabeth sonríe y siente que la tensión se alivia con facilidad. - ¡Gracias!  ¡Muchas gracias! – Expresa Tristán que sonríe ya relajado. – Ha sido una satisfacción. Ahora si me disculpan, tengo más pacientes para visitar. Tan pronto como Rebecca esté en condiciones la trasladaremos a su habitación y podrán visitarla. – Se da media vuelta y traspasa las puertas dobles de acceso al quirófano.
Rebecca está inmóvil y en silencio en la reanimación, la puerta de acceso se abre de forma automática y Marlene entra con lentitud mirando a Rebecca que permanece con los ojos cerrados. El pitido del monitor, todavía unido a ella, la sobresalta.        - ¡Rebecca! – Susurra, su garganta es un nudo, se acerca y se inclina para observar la cicatriz en forma de media luna que está sobre su ojo derecho y estudia su forma, extiende el dedo hacia adelante y la toca. - ¿Qué te pasó? – Le pregunta con voz dulce, se siente extraña y con desazón mientras pregunta. Rebecca gimotea, abre un ojo y luego el otro, percibe mucha sequedad en la boca. - ¡Agua! - Apenas puede pronunciar la palabra gimiendo y se retuerce sobre la cama, la mueca de su cara le dice todo a Marlene. Pide un vaso de agua. - ¡Quédate quieta! - Se aleja y rápidamente regresa. - Solo un pequeño sorbo, más tarde te llevarán a la habitación. - Rebecca se esfuerza para levantar la cabeza y tomar un sorbo. - ¡Gracias! - Consigue expresar.  – Descansa. - Marlene se inclinó hacia adelante mientras Rebecca cerraba los ojos, Lizette está observando desde la ventana de la puerta, agarra el pomo y lo gira para abrir. Traspasa al interior sin ningún sentido de la higiene y de la educación más básica. - ¿Y tu quien eres? -  Pregunta con insolencia mirando a la bonita rubia de pie junto a Rebecca. - ¡Hola! -  Marlene deja el vaso y respira hondo. - Soy Marlene Blair y voy a ser la fisioterapeuta de Rebecca. - Arquea la ceja. Lizette corre al lado de Rebecca y le acaricia la frente con el dorso de la mano. - ¿Terapeuta? - Ella la interroga con incertidumbre. - ¡Sí! Terapeuta y ¿Cómo has logrado entrar en la reanimación? Está restringido el acceso. – Le pregunta acercándose a ella. - Alguien en el vestíbulo me dejó entrar, soy Lizette Marlow, soy la novia de Rebecca. - Responde besando con orgullo su mejilla. Marlene se cruza de brazos y comienza a golpear su manga con el dedo índice.  - Si no te importa, estoy seguro de que puedes unirte a la familia Lahnstein en la sala de espera. - Lizette bajó la cabeza.  – Ellos no son como yo. – Se pronuncia. Marlene piensa para sí misma. "Ya puedo ver por qué." Se ríe hacia el interior. -  Ve a la sala de espera, te avisaré cuando la hayan trasladado a su habitación. – Le espeta a Lizette con el ceño fruncido. Ella sale y se da la vuelta. - ¡Rebecca! - Le susurra de nuevo. - ¡Hmmm! – Vuelve a gemir sin abrir los ojos. Marlene la deja descansar y se dirige a la oficina de su esposo. Según entra el expresa su disposición.  - He decidido tomar el caso de Rebecca. - Con calma él la mira. - ¡Bien! - Sale desde detrás del escritorio y la abraza por la cintura, sus labios se encontraron con los de ella en un beso de pasión. - Esta noche eres todo mío. -  Levanta la cara hacia arriba con la mano. - ¡Te amo! - Ella le mira a los ojos y se ríe.  - Te quiero mucho. Estoy muy orgulloso de ti, tu actitud, tu amabilidad,… - Ella traza el contorno de sus labios con un dedo. - ¿No es por eso que te casaste conmigo? -   Ella le argumenta, cuando alguien llama a la puerta. - La señora Von Lahnstein ya ha sido trasladada a su habitación. – Les comunica la enfermera. - ¡Gracias! - Él la mira de nuevo. - Déjame asegurarme que ella esté en buenas condiciones. - La deja en su oficina débilmente iluminada, se acerca a la ventana y mira hacia fuera mientras se inclina pensando en Rebecca. Está con ansiedad por saber lo que le había ocurrido. de repente se animó hojeando las gráficas de Rebecca en el escritorio. Lo abre y encuentra el número de Elisabeth. La llama y habla con ella y consigue arreglar una reunión en el castillo.

- ¿Quieres limón en tu té? - Elisabeth le pregunta a Marlene, ella asiente, están sentadas en la gran sala. - Supongo que debes estar sorprendida de verme. - Elisabeth deja su taza de nuevo en el plato. - Sorprendida gratamente, sí. – Le responde. - Deberías hablar con Tristán. – Le propone. - ¿Tristán? - Mira a su alrededor. - ¿Está aquí? ¿Y por qué? - Ella también le pregunta. - Él ha sido su confidente durante toda esta prueba y por su parte, creo que se siente culpable por lo que pasó, interfirió en su relación con Lizette. -  Marlene pone mirada extraña. - ¡Sí! La he conocido. -  La respuesta causa que Elisabeth parpadee inquieta. - Lo intentamos, pero es difícil, Lizette es una chica mimada y caprichosa. - Toma otro sorbo de su té. - He decidido asumir la terapia de Rebecca, mi esposo cree que ella podría estar mucho mejor con alguien que conoce. – Le informa. - Tu esposo parece un hombre maravilloso y Rebecca tiene suerte. -
Afirma Elisabeth que está entusiasmada con Mark. - Él ha sido capaz de ayudar y veo motivada a Rebecca. solo espero que tu pasado con Rebecca no se interponga en el camino. - Marlene hace una respiración profunda. - ¡Rebecca y yo…!  Comienza, de repente se para. - Lo que tuvimos… nunca olvidaré que ella me enseñó mucho sobre no tener miedo de amar a alguien y siempre estaré agradecida. - Se las arregla para decirlo. - ¿Él lo sabe? – Elisabeth trata de clarificar las cosas.  Marlene, con cierta vacilación, le responde. - ¡No! Él no, él conoce lo de Hagen, pero no, nunca le he contado nada sobre Rebecca. – Elisabeth se queda parada sin emitir sonido. - ¡Marlene! - Empieza a hablar cuando aparece Tristán interrumpiendo la conversación y le dirige una mirada de sorpresa.  - Le estaba diciendo a Marlene que podrías informarle sobre Rebecca. - Se aclara la garganta. - ¡Estoy de acuerdo! Siempre que paseemos por los jardines. - Él le pide y ella lo acepta.
Empiezan a caminar hacia el viejo muro de piedra que bordea el estanque, llegan a un parterre y se sientan frente a frente.  - ¿Cómo estás? - Tristán pregunta y se deshace de su corbata, extrae un cigarro del bolsillo de la camisa. - ¡Estoy bien! – Ella le sonríe. - Una nueva carrera, por lo que veo. - Ella bajó la cabeza y luego le mira de nuevo. - Estoy feliz. He conocido a un tipo estupendo… - Tristán corta rápido. - Te has casado. - Él termina su frase ella asiente con la cabeza. -  Cuéntame acerca de Rebecca. - Su expresión es hosca, sacude la cabeza. - Cuando te fuiste Rebecca se sumió en un encierro en sí misma. Estuvo así un tiempo y luego conoció a Tim. Era alguien que parecía llevarse bien con ella. Trabajaba como fotógrafo en LCL y se hicieron muy amigos, le pidió que se casara con él, pero ella se volvió hosca cuando descubrió que solo buscaba lo que podía obtener de la Lahnstein's Corporation. - Tristán enciende el cigarrillo y continúa algo nervioso. - Rebecca fue a la deriva durante bastante tiempo y no mostró ninguna necesidad de estar con alguien hasta hace unos tres años, cuando conoció a Lizette. -  Le da náuseas decir su nombre, porque no quiere ni mencionarla. - Está claro que a tu familia no le gusta Lizette. -  Marlene interviene. – Rebecca se sintió

enamorada de ella de inmediato, hizo una sesión de fotos de moda para LCL por capricho y nos dimos cuenta de ello. Todos estábamos felices por Rebecca al principio, pero… - Se siente como un padre para Rebecca, una lágrima cae de su ojo. – Notamos algo extraño sobre ella, no sé si tal vez fue su educación rica, ella es la hija de Robert Marlow, dueño de la agencia de modelos Marlow, París. - Él aprieta los dientes y continúa. – Es una mujer muy mimada, arrogante, caprichosa, insistente y grosera. - Expresa en voz alta. - Pero aparentemente ella la ama. Tristán. -  Comenta amable Marlene. – Algo debió de suceder porque el día del accidente ella le mandó un mensaje de voz. - Marlene le presta más atención. - ¡Continúa! – Le pincha.  - Rebecca fue al encuentro con Lizette y hablar con ella, la charla se convirtió en una discusión, las cosas se calentaron, Rebecca la abandonó y se marchó en su moto a toda prisa, en su estado no vio la luz de stop de un camión y se golpeó contra él lanzándola por el aire. Estuvo en estado crítico varios días. – Tristán pone la cara entre sus manos. Marlene le acaricia el pelo.  - No tienes que seguir si es incómodo para ti. - Le ofrece con sinceridad, la mira de nuevo. - Permaneció inconsciente durante diez días, con la pierna destrozada, las costillas rotas, contusiones y una desagradable herida en el costado de su ojo derecho, afortunadamente, llevaba el casco, eso le salvó la vida. -  Solloza con fuerza. - No puedo decir lo cerca que estuvimos de perderla y lo que me afectó. - Marlene se lleva la mano a la frente sorprendida, sintiendo un gran dolor y el corazón cayendo a sus pies. 

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