Tragedia
Marlene
se sienta en las rocas que bordean la costa con su barbilla sobre sus rodillas.
Mira hacia el océano observando la intensidad de las olas mientras golpean con
fuerza en la orilla. Todavía se tambaleaba por la revelación de Rebecca y el
dolor que siente después de escuchar que está embarazada. Rebecca se acerca y
se coloca sentada a su lado. - ¡Hola! -
Marlene la mira de reojo. - Sé que es
algo que no esperabas. - Marlene suspiró. - Es mucho para ver de forma superficial. Rebecca. – Comenta y mira
hacia las olas. - No sé qué más decir,
aparte que lo sucedido no puedo cambiarlo. – Implora. - ¿Cómo pudo suceder esto? Nunca has sido una persona que no se protegiera. - Rebecca baja la cabeza ante las
palabras de Marlene. - Cometí un error, Marlene.
- Dice con fuerza. - ¿Es de Eric?
Quiero decir… - Tartamudea
brevemente. - Sé que es suyo, no tengo
duda, ahora tendrás que decírselo. - Ella coloca un lado de su rostro sobre
sus rodillas. Rebecca le responde. - No
estoy segura de mantener a este niño, es una opción, aunque nunca me ha
importado ser madre. - Ella le explica. -
Esa eres tú, siempre centrada en ti misma
y no entregada a ti misma. - La regaña directamente, Rebecca hace una mueca. - Eso es injusto Marlene. - Ella refunfuña.
- ¿Sabes? Las decisiones que he tomado en
otro tiempo, fueron por buenas razones, ¡Mi dios! Me violaron y me sentí sucia
y darme cuenta de que Alejandro podría haber sido el padre me ponía enferma del
estómago. – Rebecca la agarra por el brazo. - Fue una decisión que tomaste por ti misma y dejaste a Tristán fuera
de ella, te apoyé Marlene y estuve allí para ti en esos momentos tan difíciles.
– Rebecca divaga. - Demonios, Marlene.
- Habla entre dientes. – Por eso nunca
podría odiarte, pero esta situación lo cambia todo. - Habla con sinceridad. - No
quiero perderte Marlene, tengo miedo. - Marlene baja los hombros. - Tienes que decirle la verdad Rebecca, es la
única manera y si piensas seriamente en ello, él querrá ser padre del niño.
– Confirma con un movimiento de la mano. -
¡Lo sé! No puedo mentirle, pero no sé si mantener a este bebé merece la pena el
dolor y la animosidad que puede causar. - Marlene frunció los labios. - No es el niño el que me preocupa, sino Eric,
él te quiere Rebecca y si siente que puede construir una vida contigo, entonces
hará todo lo que esté en su poder para recuperarte. - Es sincera con su planteamiento. - ¡No lo amo! Lo sabe muy bien, no quiero
una vida con él. – Expresa con honestidad.
- ¡Aún así! Él estará involucrado
en tu vida, en nuestra vida. - Se queja Marlene. - ¿Qué has dicho? - Rebecca
le cuestiona al escuchar lo último que ha verbalizado. - ¡No sé! Esto es difícil, todo lo que hemos pasado, todo lo que hemos
significado la una para la otra, parece que no podemos hacer las cosas bien. -
Ella mira a sus ojos marrones. - Te amo y
tenemos una oportunidad real de ser una familia. ¿Vamos a dejar que esto se
escape? No voy a mantener este niño si significa que pueda perderte, mi corazón
no puede soportar más desastres Marlene, simplemente no puedo. – Se levanta
y camina de nuevo por el camino arenoso hasta la cabaña. Marlene se siente
apenada al regresar a la cabaña. - Tienes que descansar Rebecca. - Le ordena
al acercarse, recoge el bolso. - He de
hacer algunos recados, te veré un poco más tarde. - La deja en silencio.
Rebecca está tumbada en el sofá con las piernas estiradas. Telefonea a su Köningsbrumn.
Después reflexiona sobre si llamar o no a Eric.
Marlene
se acerca hasta la casa de Grace. -
¡Hola! Pasa ¿Has dejado arreglada a Rebecca? – Por la expresión nota que
algo anda mal. - Sólo necesito hablar. - Le responde. – Ella está asentada y descansa ahora mismo, yo…- Ella cuelga la cabeza. - Rebecca está embarazada Grace. - Ella la
mira con cara de espanto. - ¡Oh no! -
Agarra su brazo y la lleva al sofá. - ¿Qué va a hacer? - Marlene se muerde
el labio. - Le dije que Eric lo debe
saber. Estuvimos de acuerdo, pero me temo que va a ser parte de la vida del
niño y no podemos tener más conflictos en nuestras vidas. – Expresa en una
queja. - ¿Ha pensado en un aborto? Quiero
decir que es obvio para ti, es una posibilidad. - Pregunta Grace, tirando del cabello del
rostro de Marlene. - ¡Sí! Ella no quiere perderme y si este niño significa que las cosas
no funcionarán para nosotros, entonces lo haría. - Grace se interesa por su amiga. - ¿Cómo te sientes? - Marlene respiró profundamente. - ¿Cómo estoy? Supongo que para sentirme
deprimida. Realmente, pensé que al final estábamos recibiendo algo de paz. Nunca
quise tener un hijo, luché contra Mark a cada paso y ahora me enfrento a esto.
- Coloca su cara en las palmas de sus manos. - Es diferente Marlene, no amaste a Mark lo suficiente como para
querer hijos, Rebecca es la que engendra este niño, una vida está creciendo
dentro de ella y no necesita ningún contratiempo. Imagina cómo se debe sentir,
encontrarte de nuevo querer empezar otra vez contigo, no todo en la vida es
azucarado y realmente sí ella cometió un error, tú también. – Grace razona con conocimiento. - Simplemente no esperaba esto, un niño. - Ella gritó. - ¿La amas? - Grace preguntó. - Más que nunca, casi la he perdido y
podría perderla de nuevo. Tengo mucho que pensar. - Le dice. -
¿Qué quieres decir con perderla? - Grace pide una respuesta. - Está embarazada, Grace, es hijo de Eric,
querrá estar en cada parte de la vida del bebé, significa que querrá que
regrese a Düsseldorf para que puedan reunirse, ya te he dicho. Yo no voy a
volver allí, no quiero ser una tercera rueda, no puedo hacerlo. – Se
expresa con enfado y en voz alta. - Así
que lo que estás haciendo es empujarla a tomar una decisión, estaré de acuerdo
si ella decide no mantenerlo, entonces debe resolver esto pronto. Pero darle un
ultimátum sobre algo tan surrealista como una vida que crece dentro de ella… - Marlene interrumpe. - Yo nunca le pediría que tomara esa
decisión en ningún escenario. Ella debe decidir por su cuenta, si criar a este
niño con él o no. Solo cuenta lo que
ella siente que debe hacer, entonces no podré detenerla, tendré que respetar su
decisión, los niños necesitan a sus padres. - Marlene es inflexible. - No puedo estar en desacuerdo y
tienes razón, los niños necesitan a sus padres, ¿Por qué no puedes ser tu el
padre de ese niño? - Le pregunta a Marlene
que la mira con ojos de asombro. - La
amas y aprenderás a amar a ese bebé porque Rebecca y tu estaréis involucradas
en su vida cotidiana. ¿A quién le importa si Eric está aquí o pasa tiempo con
su hijo? - Marlene escucha sus firmes palabras. - ¿Amas a Rebecca? – Pregunta con claridad, Marlene la mira. - Me encanta, Grace. ¿Eso responde a tu
pregunta? – Le susurra con una sonrisa. – Entonces, ya sabes lo que tienes que hacer. - Le aconseja sabiamente.
- ¡Sí! Lo haré. - Se abrazan y se
despiden.
Marlene se dirige a pie hasta
la puerta que da acceso al interior de la cabaña que se encuentra al final de
Grey Gull Lane. Admira a su alrededor la singularidad y belleza del lugar. Con
tranquilidad pasa el dedo por el borde de la puerta y entra con lentitud encontrando
a Rebecca dormida en el sofá. - ¡Rebecca! - Marlene la mueve con suavidad. - ¡Hola! – Abre los ojos enfocando el
rostro de Marlene. - Te has dormido un buen
rato. Voy a hacerte algo de comer. - La mira con una expresión cálida y palpa su
frente para sentir su estado. Rebecca se sienta. - ¡Estoy bien! Y estoy hambrienta. - Marlene coloca la olla en la cocina, mientras,
Rebecca se relaja moviendo la mano sobre la pantalla de su teléfono celular. Le
había dejado un mensaje de voz a Eric hace rato, pero él no ha contestado la
llamada. Lo deposita sobre la mesita de café. Marlene le indica que se siente a
la mesa y se dedican a comer. - ¿Has
vuelto a tu apartamento? - Rebecca sondea. - ¡No! Mi contrato de arrendamiento ha terminado y la mayoría de mis
cosas están en la habitación de invitados. – Señala hacia la puerta cerrada. - ¡Oh! Diría que estabas muy enojada e
insegura de mí, cuando te fuiste antes. – Comenta. Marlene la mira de reojo
y aprieta la mandíbula. - No estoy
enojada, Rebecca, solo estoy dolida y decepcionada. – Le dice dejando la
cuchara en el plato de sopa vacío. - ¡Lo
siento y entiendo que si no quieres quedarte… ¡Tienes razón! Parece que nunca
hacemos las cosas bien, sin importar cuánto, siempre hay interferencia y creo
que no estamos destinados a ser… familia, después de todo. - Suena
convincente para Marlene. - Así que
quieres mantener a ese niño y regresar a Düsseldorf. ¿Se lo has dicho ya a
Eric? - Ella habla en un tono suave pero severo. - ¡No! No lo haré. Lo he llamado, pero no ha respondido, estoy
esperando que me devuelva la llamada. - Afirma expeditiva. – Entonces, supongo que debes estar tomando una decisión. – Marlene
la presiona para obtener algo afirmativo de ella. - Te amo Marlene y tengo que decidir si quiero tener este bebé. –
Expresa con dolor. Se levantan de la mesa y salen porche trasero. – Hace un hermoso día. - Marlene dice
y saca un suéter para Rebecca, se lo pone y abotona. - ¡Rebecca! Tengo que preguntarte algo. – Le comenta Marlene. Se
miran una a la otra mientras se sientan en la verja del porche. - ¿Qué quieres saber? - Sonríe
sintiéndose algo a gusto. – Primero,
quiero que sepas lo mucho que te amo. - Se inclina hacia adelante y la besa
con cortedad. - Sé que esto ha sido un
gran susto para ti, descubrir que estás embarazada es algo inesperado. - Se
pone seria. - Yo debería haber sido más
tolerante y comprensiva, has pasado por mucho y perderte, yo...yo… -
Solloza, pierde el aliento. - ¡Marlene! Sé
que no te sientes cómoda con esto y el miedo de que Eric quiera llevarme lejos.
Eso no sucederá porque te amo solo a ti y si pensara por un momento que te
puedo perder, no seguiría adelante con el embarazo. – Le explica suplicando. - ¡Rebecca! No puedo preocuparme por Eric,
ni por lo que él piense, ni nada de eso. - Toma su mano para callar un
instante de misterio. – ¡Rebecca! Hemos
pasado mucho juntas y separadas, pero nada en el mundo conseguirá separarnos de
nuevo, te amo mas que nunca y no quiero volver a perderte. Todo han sido
dificultades y problemas, pero a pesar de todo eso, quiero decir que debemos
hacer algo que no deje lugar a dudas en nuestras vidas. – Marlene se pone
de pie y la mira solemne. - ¿Me harías el
honor de casarte conmigo? – Rebecca se queda quieta con cara de asombro y
la respiración cortada. Marlene espera una respuesta. - ¡Sí! Sí me casaré contigo. – Salta sobre ella, la abraza y la besa
con fuerza. - ¿Estás segura? - Rebecca
pregunta con gran emoción y los ojos empapados. - Nunca he estado más segura en mi vida. Sé que habrá decisiones que tú
y Eric tendréis que tomar, especialmente si conservas a este bebé, pero Rebecca
te apoyo de todo corazón y, sea lo que sea lo que decidas, estaré ahí para ti.
– Le dice con convicción. Se miran cara a cara con una sonrisa de
satisfacción y se besan. - Ven conmigo. -
Rebecca le coge la mano y se apartan de la barandilla, regresan al interior y
se dirigen al dormitorio quitándose la ropa dejando un reguero de vestimentas
por el camino. Rebecca contempla el cuerpo desnudo de Marlene. - Me haces temblar cuando te miro, por lo hermosa
que eres. - Extiende sus dedos tocando su pecho expuesto. Marlene le toma
la mano, besando la punta de sus dedos. -
¡Hagamos el amor! - Le ruega a Rebecca. -
¡Hmmm! - Ella la acerca. - Creo que mejor
una ducha. ¿No? - Ella la conduce hasta la cabina. Allí el agua caliente golpea
sobre su piel mientras se besan abrazadas firmemente con sus cuerpos
entrelazados, ambas bocas en conexión con sus lenguas jugando entre ellas.
Finalmente cierran el grifo, Rebecca recoge la toalla y se envuelven en ella. Rebecca bromea, salen del cubículo y una vez
secas se introducen en la cama. – Aquí
estaremos calientes. – Sonríe Marlene tumbada encima de Rebecca, extienden
las piernas y se enlazan, con su mano acaricia el camino hasta su rincón más
íntimo, estimula su cuerpo en un movimiento constante. – Déjate llevar, estás perfecta. – Le susurra en el lóbulo de su
oído. Marlene se arquea al ritmo de Rebecca.
- No te detengas. – Gime cuando comienza a perder el control. Rebecca
también dirige su mano hacia el montículo y se desliza en su interior, lo que las
lleva al clímax en un frenesí de besos gimiendo apasionadas. Marlene agarra las sábanas tirando de ellas
con fuerza, luego lentamente desciende desde la intensidad sexual en la que se
encuentra.
Ambas permanecen abrazadas la
una en los brazos de la otra disfrutando del silencio. - Tenemos que planear nuestra boda, Rebecca. ¿Hay un lugar en especial
en el que te gustaría casarte? - Marlene pregunta besando en la mejilla a
Rebecca. - En cualquier lugar. Solo me
hace feliz saber que lo haré contigo. – Sonríe. - Estoy pensando en David y Grace. – Le responde. - Eso sería genial, en la playa, nosotras tus
compañeros de trabajo… - Añade mientras se pone de rodillas sobre la cama. - ¡Un hermoso día de otoño! – Marlene
expresa con romanticismo. Rebecca guarda silencio, la mira seria. - Deberíamos hablar del bebé. - Comienza
a hablar. Marlene suspira. - ¡Tienes
razón! ¿Qué quieres hacer? – Pregunta relajada. - Sé que Eric no te ha devuelto la llamada. – Hace una pausa. Momentánea.
- Siento que quieres mantener a este niño
o no lo hubieras llamado. - Ella conjetura mirando fijamente a sus ojos. - Es una gran decisión, nunca había pensado en
tener hijos, incluso cuando pensé que estaba embarazada hace unos años, siempre
he estado ocupada en mi trabajo y eso no me interesaba. - Admite sin rodeos. - Pero esto es diferente, eres más madura
y estás, un poco a tu manera, más cerca de ello que antes. - Comenta
Marlene con una mirada serena. - ¿Quieres
criar a este niño conmigo? ¡Será nuestro! - Rebecca divaga interrogando. – Yo. - Marlene se levanta de la cama y
se viste. - Tengo hambre. ¿Te importa si cenamos
comida china? - Pregunta a Rebecca. -
¿Estás pensando en un paseo por la ciudad? – Pregunta saliendo fuera de la
cama y comienza a vestirse. - No quiero que salgas. – Le pone la mano
en la frente. – Estarás cansada. – Le
responde a Rebecca. - Pero bien cansada.
– Refunfuña Marlene. - ¿Por el sexo,
cansada? – Le pregunta a Marlene. -
¡Si! Y no es negociable. - La ordena con firmeza, Rebecca mira su teléfono
celular y la hora. - Debería tratar de
llamar a Eric otra vez. Me sorprende que no me haya devuelto la llamada. - Expresa
con incertidumbre y le telefonea de nuevo, pero el tono va directamente a su
buzón de voz.
Marlene besa su mejilla y sale
a comprar la cena. Rebecca busca entre los números de su teléfono hasta que encuentra
el número de la revista de moda de Düsseldorf y marca pidiendo que Eric contestase.
- ¡Sí! Soy Rebecca Von Lahnstein y estaba
tratando de contactar a Eric Drake. – Dice con algo de ansiedad mientras
habla, pero la llamada es desviada a su editor. Su corazón se agita nervioso
deseando compartir las noticias con él. -
Soy William Klein, soy el editor y el jefe de Eric. -Murmura. - Supongo que no ha podido contactar con
Eric. - Le pregunta con suavidad. - ¡No!
No he podido. - Le responde con preocupación. - Siento
decirle que Eric murió en un accidente de tráfico el mes pasado en Milán. -
Rebecca pierde el aliento y se estremece cayendo de rodillas. - ¿Muerto? ¿Está seguro? - Su voz se llena
de angustia. - ¡Sí! Se lo aseguro. –
Marlene entra por la puerta y
coloca las bolsas de papel marrón en el mostrador de la cocina. - La cena está lista. – Sonríe y mira a
Rebecca a través de la puerta en la sala. -
¡Rebecca! – Corre a su lado al ver la expresión y el llanto en su cara. - ¡Cariño! ¿Qué te ocurre? – Le
pregunta nerviosa al mirar la desolación en el rostro de Rebecca. - ¿Estás enferma? - Ella le pone la mano
en la frente y empieza a secarle las lágrimas de su rostro. - Marlene, tengo malas noticias. – Le
dice en un tono lacónico. - ¿Qué pasó? –
Le pregunta perpleja. - No pude hablar
con Eric y llamé a su oficina, hablé con su jefe y él me dijo. - Ella tose
y llora con intensidad. - ¡Continúa! - Marlene coge con sus
manos acunando el rostro de Rebecca. - Eric
está muerto. – Expresa con el llanto y apoya su cabeza en el pecho de Marlene. - ¿Qué?
- Sienten sus mundos destrozados por la noticia. - Él estaba en Milán, le atropelló un conductor que se salió de la calzada.
– Le cuenta con tristeza. - ¡Lo
siento Rebecca! ¡Lo siento mucho! Sé lo que significaba para ti. – La
abraza firme contra su pecho acariciando los cortos mechones de su cabello.
Permanecen sentadas durante lo que parecen horas. - No tengo hambre ahora mismo. –
Rebecca dice con una mueca de dolor. - ¡Ok!
Te la calentaré más tarde. Ve y descansa. - Marlene la observa lentamente mientras
camina hacia el dormitorio.