Consecuencias
prematuras
- ¡Tienes
buen aspecto! - Aprecia Grace en una Marlene sonriente. - ¿Por qué supones que estoy contenta? - Le pregunta jugando con
sus dedos en su cabello. - Llegaste tarde anoche. ¿Está todo bien con
tu hermana? - Le pregunta. Sirve una taza de café a Marlene. - ¡Sí! ¡Perdóname! Me siento como una mierda
por haberte dejado a ti ya David aquí solos, sabiendo que os vais mañana. -
Se sienta y abre el periódico. – Mark
debe tener cirugía temprano. - Marlene habla con vacilación. – Se ha marchado muy pronto. - Marlene
deja el diario. - Apenas se movió cuando
entré anoche y dijo muy poco cuando se ha levantado esta mañana. – Le
cuenta. - No creo que esté enfadado. -
Grace vierte su opinión. - Creo que él estaba respetando el hecho de
que estabas cansada y necesitabas el descanso. - Sonríe, le calienta el
corazón a Marlene. - Aun así, mi vida
está en un lío por no mencionar el hecho de que he mentido a mi marido. - Argumenta rigurosa. - ¡Marlene! - Comienza Grace, Marlene la corta. - Es la verdad, me siento mal, mi espalda
está contra la pared. Rebecca dice que no está en condiciones de seguirme. - Espeta sin cuidado, descansando el lado de su
cara en la palma de su mano. - Y no le
has dicho a Mark lo que sientes por ella. - Marlene pone los ojos en blanco y mira a su
alrededor. - David ¿Todavía duerme? - Ella susurró
sin pensar que podría haber escuchado su conversación. - ¡Sí! Ahora subiré a
despertarlo, vamos a ver algunas otras partes de la ciudad hoy. Habla con
Rebecca, cara a cara. - Marlene sonríe.
- ¡Gracias Grace! – Ella se pone seria. -
¿Para qué son las mejores amigas? – Bromea y besa su mejilla, se aleja y
enfila la escalera hacia arriba.
Marlene extiende la estera de yoga en la
sala de ejercicios y espera a que Rebecca aparezca. Oye ruidos débiles detrás
de la puerta y la abre. Levanta la vista para encontrar a Lizette abrazada y
compartiendo un cálido beso con Rebecca. -
¡Buenos días! – Saluda en voz alta. -
¡Oh! Marlene, no me había dado cuenta de que estabas aquí. - Comenta
Lizette con voz aguda. Marlene se estremece, Rebecca sonríe. -
¡Adiós! Nos vemos esta tarde. - Besa a Rebecca de nuevo mientras ella la
empuja hacia la puerta y después de salir la cierra. - ¡Lo siento! Sé que tu tiempo
es precioso. - Marlene asiente con la cabeza comenzaron con los ejercicios
de estiramiento. - Sobre el domingo por
la noche. - Marlene empezó a apretar las manos de Rebecca y tirando de ella.
– Tenía que haberme mordido la lengua, me
doy cuenta de que te he puesto en un lugar delicado y lo siento. - Expresa
con un temblor en su voz. - ¡Por favor! No
te alejes de mí. – Le dice con la mirada fría pero triste. Rebecca responde.
- ¡No puedo Marlene! No puedo hacer esto
por favor entiende, estoy contenta con la forma en que las cosas están conmigo
y Lizette me hace feliz y la amo. ¿Por qué no puedes ver eso? - Ella lagrimea
mientras habla. - Porque, sé que en el fondo, nunca podrás amar a nadie más que a mí. ¿No
te acuerdas lo difícil que fue la pelea para hacerme ver que te amaba? Darnos
la oportunidad de ser un bello romance. ¿Lo olvidaste? - Pregunta con seriedad. -
¿Cómo podría olvidarlo? - Ella camina de nuevo a la alfombra, Marlene se
acerca a paso rápido, la coge alrededor de la cintura y la atrae hacia sí. Sus
labios se rozan en un beso dulce y suave. Rebecca se retira ligeramente, en los
ojos azules de Marlene hay fuego. - ¿Son
sus besos como estos? ¿Te mantienen viva como yo lo hago? ¿Ella es tan intensa
como yo en el amor? - Marlene
inquiere con firmeza. - ¡Yo, yo! - Ella la mira a los ojos, no
sabe que responder está cautiva de su mirada. Se queda callada sin responder. - ¡Rebecca! - La puerta se abre y entra Lizette.
Marlene rápidamente quita las manos de la cintura de Rebecca. - ¡Disculpa! - Exclama Lizette con una
mirada deslumbrada por lo que supone acaba de ver. Rebecca interviene. - ¡Detente Lizette! Es parte del ejercicio.
– Gira la cabeza hacia Marlene con una mirada de sorpresa que las envuelve. - No es lo que piensas. -Replica
Marlene, Lizette se interpone entre ellas. - Te dije que pensaba que algo estaba sucediendo. - Por un momento Lizette
vacila mientras intenta desesperada encontrar las palabras que quiere decirle a
Rebecca. - ¡Quítale las manos de encima!
– Espeta con rabia a Marlene. –
Párate. ¿Tienes una ligera idea de lo que estás diciendo? - Rebecca se encara
enojada. - Marlene es mi terapeuta, está
tratando de ayudarme a ponerme en pie para que pueda recuperarme y volver a mi
vida normal, poder trabajar, estar contigo y hacer todas las cosas de las que
era capaz. - Lizette descuelga su
cabeza ladeándola. - ¡Rebecca! - Marlene
trata de intervenir. – Controla tu
temperamento. - Ella hace una mueca y la ignora. - ¿Me escuchaste? - Ella agarra a Lizette por el brazo y la conduce
a la puerta. - ¡Vete! Regresa a la
orangery y déjame terminar mis ejercicios. Estaré allí en breve. - Ella abre
la puerta a golpes y la cierra detrás de su novia. Marlene puede ver la tormenta que hay dentro
de los ojos de Rebecca. - ¡Rebecca por
favor! – Aparta la mirada y comienza a enrollar la alfombra de yoga.
Rebecca la agarra tirando de su brazo hasta encontrarse cara a cara. - No estoy segura de que podamos continuar y
creo que es una buena idea que me encuentres a otra persona, Düsseldorf debe
tener un montón de terapeutas. - Toma su mano y la pone sobre la de Rebecca.
- Si eso es lo que quieres. - Le
responde quitando la mano de Rebecca de su mano. - ¡Lo siento! Esto no ha funcionado. Tengo que pelear contra las
sospechas y los celos de Lizette y tengo que ser sincera acerca de quién eres.
- Le dice con agitación. - ¡Rebecca! Te lo ruego, me prometiste que
esperarías. - Ella le suplica. - ¡Lo haré! No
voy a dejarla jugar con mi vida.
- Responde muy seria. - Marlene, estoy con
la espalda contra la pared, he mentido lo suficiente, por no mencionar el hecho
de haberla engañado. Estoy frustrada y enojada conmigo misma y es probable que
haga las maletas y salga como tú sin otra oportunidad, no puedo soportar
lastimarla y no puedo aguantar más. - Expresa en voz alta. – Si se lo dices, harás que te abandone,
Rebecca, ¿Acaso no dijiste eso? - Rebecca mira hacia otro lado. - ¡Mírame! - Marlene aprieta
su mano en ella. - No sé qué más hacer,
no puedo mantener esto, Marlene. – Se sueltan suspirando. - Ahora sé porque es tan difícil para ti,
como lo es para mí, he mentido y engañado a mi marido y soy tan culpable como tú,
pero te amo, y no un poco, estaba equivocada, hice mal por abandonarte. ¿Cuántas
veces debo decirlo? ¿Cuántas veces debes oírlo? - Rebecca llora ante sus
palabras. - Creo que estaríamos mejor
separadas, no quiero verte más, todo este revuelo ha causado una tormenta de
mierda en mi vida, desde que te fuiste. Tim fue una broma, Lizette es celosa y
borde, mi cabeza late de forma constante de ira y frustración. - Ella inclina la cabeza y la sacude respirando
tosca y se limpia la cara. - ¡Rebecca! Me
iré, pero no porque quiera o me quieras, sino porque no quiero causarte más
problemas, te amo y lo diré una y otra vez hasta que te des cuenta de que nadie
te querrá nunca como yo te quiero. -
Termina de enrollar la colchoneta y se marcha despacio. Rebecca se sienta
con el aliento entrecortado, una raya de rojez cruza su rostro. - ¡Dios mío! - Susurra con el corazón
pesado. - ¿Cómo es que me meto en estas
situaciones? - Ella agarra la pierna por la opresión del músculo atrapado,
hace una mueca de dolor y la extiende. Es hora de enfrentarse a Lizette.
Rebecca se recompone mirando alrededor de la sala, consiguiendo el control de
sus emociones. Abre la puerta y sale casi chocando con Elisabeth. - Elisabeth, me asustaste. - Ella agarra a
Rebecca por el hombro. - Vi a Marlene salir precipitadamente y me
preguntaba si estabas bien. - Ella mira a un rostro de descontento. - ¡No! No estoy bien. - Ella se echa a
llorar, Elisabeth la ayuda a llegar al estudio y le sirve un refresco. - ¡Rebecca! ¿Qué pasa? - Pregunta
Elisabeth. - Mi vida no está donde
debería estar, no puedo soportar largos períodos, me duele y estoy totalmente a
merced de todos a mi alrededor, me confundo cuando tengo esos sueños que no
consigo determinar su significado, mi novia es celosa y una borde, ya no puedo
trabajar con Marlene porque ella sigue enamorada de mí. - Elisabeth levanta la mano. - ¿Qué acabas de decir? - Se siente
extraña pero feliz por las palabras que Rebeca ha expresado. - ¿Qué parte me he perdido? – Elisabeth
no sale de su sorpresa, respirando hondo. –
¡Marlene! ¿Enamorada de ti? – Rebecca mira hacia ella. - ¡Sí! Me ha dejado bien claro que me quiere. - Elisabeth bebe un
trago de su vaso. - ¿Y cuál fue tu
respuesta? - Ella explora discretamente la respuesta. - Yo le dije que la amé una vez, que ella era mi pasado, lo que
quedaba para mí eran recuerdos, nada más. - Ella mira fijamente a Elisabeth. - ¿Así que no la amas? - Rebecca se revuelve.
– Yo sí, la amo tanto que duele, pero
ella está casada y todavía amo a Lizette. Ella tiene la idea de tener un hijo
con el hombre que ha cambiado su vida, no puedo Elisabeth, no puedo pasar por
más angustias con ella, me mintió acerca de tener un bebé. - Elisabeth
entrecerró los ojos en sus pensamientos. -
No estoy segura de entender. ¿Ella compartió contigo, durante sus sesiones, que
quería un niño? Quiero decir dijiste que te ama y en la cena la otra noche ella
no lo negó cuando Mark lo mencionó. - Elisabeth se acerca a ella y se apoya
en sus hombros. - Hay más en esto que no
estás diciendo. - Rebecca se niega a mirarla. - ¿Rebecca? – Le habla con un tono relevante. – Nos hemos acostado. - Rebecca responde tragando saliva y los ojos
hinchados de llorar. Elisabeth baja los hombros. – Le dije que ya no podía trabajar con ella, que me buscara un nuevo
terapeuta. - Se acerca a la ventana y mira hacia fuera. Elisabeth se
arrastra detrás de ella y toca de nuevo sus hombros con suavidad. - El amor no conoce fronteras, ni tiempo, es
infinito en su sabiduría, sabe que cuando están destinadas a estar juntas dos
personas, no disminuye en la oscuridad y prospera en nuestras almas, no se
olvida de lo duro que fue la lucha para estar juntas, los sacrificios que hizo.
¿Has olvidado cómo se paró detrás de ti cuando Tristán os odiaba? ¿Cuando no
podías tomar una decisión sobre LCL? Pero ella seguía enamorada de ti. -
Rebecca se da la vuelta para mirarla. - Y
una mierda, no me importaba, yo era a menudo grosera, centrada en mí misma y
conducida por mi carrera de diseñadora, tuve una aventura. ¿Quién engaña a la
persona a la que pertenece y luego miente durante semanas? - Elisabeth se
aclara la garganta. - Sé que debe ser
difícil todos estos largos años de no saber lo que sucedería. Tengo que
preguntarte. ¿Estuvo ella alguna vez lejos de tus pensamientos? - Rebecca gime
con sentimiento. -
¡Nunca! Ella siempre está presente en mi cabeza. Yo la amaba y todavía lo hago,
pero sé que, si ella hubiera permanecido lejos, solo habría sido un recuerdo
distante. - Responde con
sinceridad. -Tienes mucho en que pensar.
– Elisabeth se muestra paternalista, Rebecca suspira con fuerza. - Está casada, yo estoy con alguien y no
puedo hacer nada al respecto. - Se encoge de hombros y termina la última gota
de su copa, con tranquilidad deja el vaso en la mesa, mira de nuevo a Elisabeth y
se marcha en silencio.
Lizette se sienta en la cama con tristeza,
se seca los ojos con el pañuelo que sostiene con fuerza en la mano. - Rebecca, no te oí entrar. - Alza la
vista hacia ella. - Te amo. Pero no puedo
lidiar con tus insinuaciones y tus celos. - Se levanta de la cama. – He sido una imprudente, lo sé, pero ella
tiene su mirada puesta en ti de alguna manera extraña. - Rebecca mira hacia otro lado. - Ella simplemente está tratando de ayudarme a
mejorar para poder seguir con mi vida, he sufrido mucho. - Le habla con
razón. - Y he estado allí para ti. –
Lizette le dice con preocupación. - No siempre, no lo has hecho. - Rebecca
murmuró. - ¿Qué quieres decir Rebecca? ¿Cómo
puedes decir eso? - Ella la abraza, Rebecca se echa hacia atrás. - Cuando
te dije lo de un compromiso, te resististe. Te mantienes alejada mucho más de
lo que quiero, estás poco conmigo después del accidente. - Lizette frunce el ceño al interrumpir. - Sabes que tengo que trabajar y ya hablamos
de esto, sobre nuestras carreras, tengo que irme cuando sea posible y esté
disponible, sabes esto, los períodos de una modelo no duran para siempre y mi
padre. – Menciona para justificarse. -
Sí, tu padre. - Inserta Rebecca. - Controla
todos los conciertos de modelaje que tienes, no soy estúpida Lizette, sé el
tipo de presión que él pone sobre ti. ¿Le has dicho que yo quiero que estés más
en casa? - Lizette aprieta su mandíbula.
- Mi padre te quiere Rebecca y ha aceptado el hecho de que mi vida está
contigo, pero también se da cuenta de que debo hacer mi propio camino. No puedo
estar dependiendo del dinero de Lahnstein para cualquier cosa. – Argumenta
sin sentido. - Puedo ver su punto, pero él no comparte una relación íntima conmigo, lo
haces tú, te he pedido más compromiso. Eres una mujer adulta, has sido modelo
desde los catorce años. - Expone Rebecca con frustración. - Puedo
entender cómo te sientes Rebecca, pero… - Rebecca fríamente interviene. - ¿Pero ¿qué? ¿No tienes comodidades aquí?
¿Que tengo los medios para cuidar de ti fuera del dinero de mi familia? - Ella
señala con racionalidad. - Me encanta mi
trabajo y no estoy lista para instalarme en un solo lugar, no necesito tu dinero,
tengo el mío. – Ella le argumenta. -
¡Lizette! No es de eso de lo que se trata, es sobre ti y sobre mí, dos personas
enamoradas, la una de otra tratando de hacer una vida en común. - Rebecca
le declara. - Sé que quieres que me
establezca, te quiero y quiero pasar mi vida contigo, pero tu me estás pidiendo
que viva una vida de estar solo aquí. -
Ella exclama. - ¡Eso no es cierto!
Podríamos viajar. ¿No quieres quedarte en Alemania? – Rebecca inspecciona
el pensamiento de Lizette. - ¿Podríamos
vivir donde quisiéramos? - Lizette pregunta. - ¡Podríamos! - Rebecca suena optimista. - ¿Quieres decir que renunciarías a LCL? - Rebecca se sienta y
emite un suspiro. - Cuando tuve el accidente y me desperté, me di cuenta de tantas cosas
sobre mi persona, mi vida, me sentí afortunada, afortunada de estar viva y por
algún milagro capaz de alejarme de una situación devastadora. ¡No podía! No
podía recordar las cosas y sí, estaba enojada y al principio tú estabas allí
para mí, LCL estaba en segundo lugar y una vez pasó el tiempo y contraté diseñadores
y comenzaron a hacer la mayor parte del trabajo bajo mi mando, entonces me di
cuenta de que mi vida no solo giraba en torno al negocio, podía permanecer
lejos, sí, me encantaría trabajar y diseñar. LCL tiene un nombre por sí mismo y me gusta
estar a cargo y es mío. - Afirma, con sus dedos se agarra el pecho mientras
habla. - Yo no puedo pedirte que te desprendas
de tu negocio, es diferente de mi negocio, tus pies están firmemente en el
suelo, el mío es de espíritu libre. - Lizette le recuerda. Rebecca baja la cabeza. - Tus celos de Marlene debes detenerlos,
no lo toleraré en absoluto. - Se acerca a ella. - Se honesta, Marlene tiene este extraño idealismo sobre mi que solo
lo siento en mis huesos. - Rebecca trata
de que cambie su percepción sobre ella y luego decide no hablar más sobre el
tema. - ¿Qué cosas? -Dice Lizette con
ansiedad. - Nada, no quiero hablar nada
más sobre esta situación. ¡Vamos a la
cama! – Lizette la sigue dócil. -