Una separación necesaria

Una separación necesaria

martes, 30 de enero de 2018

Episodio decimo quinto


Consecuencias prematuras

- ¡Tienes buen aspecto! - Aprecia Grace en una Marlene sonriente. - ¿Por qué supones que estoy contenta? - Le pregunta jugando con sus dedos en su cabello.  - Llegaste tarde anoche. ¿Está todo bien con tu hermana? - Le pregunta. Sirve una taza de café a Marlene. - ¡Sí! ¡Perdóname! Me siento como una mierda por haberte dejado a ti ya David aquí solos, sabiendo que os vais mañana. - Se sienta y abre el periódico. – Mark debe tener cirugía temprano. - Marlene habla con vacilación. – Se ha marchado muy pronto. - Marlene deja el diario. - Apenas se movió cuando entré anoche y dijo muy poco cuando se ha levantado esta mañana. – Le cuenta. - No creo que esté enfadado. -  Grace vierte su opinión. - Creo que él estaba respetando el hecho de que estabas cansada y necesitabas el descanso. - Sonríe, le calienta el corazón a Marlene. - Aun así, mi vida está en un lío por no mencionar el hecho de que he mentido a mi marido. -  Argumenta rigurosa. - ¡Marlene! - Comienza Grace, Marlene la corta. - Es la verdad, me siento mal, mi espalda está contra la pared. Rebecca dice que no está en condiciones de seguirme. -  Espeta sin cuidado, descansando el lado de su cara en la palma de su mano. - Y no le has dicho a Mark lo que sientes por ella. -  Marlene pone los ojos en blanco y mira a su alrededor. - David ¿Todavía duerme? - Ella susurró sin pensar que podría haber escuchado su conversación. - ¡Sí!  Ahora subiré a despertarlo, vamos a ver algunas otras partes de la ciudad hoy. Habla con Rebecca, cara a cara. - Marlene sonríe. - ¡Gracias Grace! – Ella se pone seria. - ¿Para qué son las mejores amigas? – Bromea y besa su mejilla, se aleja y enfila la escalera hacia arriba. 

Marlene extiende la estera de yoga en la sala de ejercicios y espera a que Rebecca aparezca. Oye ruidos débiles detrás de la puerta y la abre. Levanta la vista para encontrar a Lizette abrazada y compartiendo un cálido beso con Rebecca. - ¡Buenos días! – Saluda en voz alta. - ¡Oh! Marlene, no me había dado cuenta de que estabas aquí. - Comenta Lizette con voz aguda. Marlene se estremece, Rebecca sonríe. - ¡Adiós! Nos vemos esta tarde. - Besa a Rebecca de nuevo mientras ella la empuja hacia la puerta y después de salir la cierra. - ¡Lo siento!  Sé que tu tiempo es precioso. - Marlene asiente con la cabeza comenzaron con los ejercicios de estiramiento. - Sobre el domingo por la noche. - Marlene empezó a apretar las manos de Rebecca y tirando de ella. – Tenía que haberme mordido la lengua, me doy cuenta de que te he puesto en un lugar delicado y lo siento. - Expresa con un temblor en su voz. - ¡Por favor! No te alejes de mí. – Le dice con la mirada fría pero triste. Rebecca responde. - ¡No puedo Marlene! No puedo hacer esto por favor entiende, estoy contenta con la forma en que las cosas están conmigo y Lizette me hace feliz y la amo. ¿Por qué no puedes ver eso? - Ella lagrimea mientras habla. - Porque, sé que en el fondo, nunca podrás amar a nadie más que a mí. ¿No te acuerdas lo difícil que fue la pelea para hacerme ver que te amaba? Darnos la oportunidad de ser un bello romance. ¿Lo olvidaste? -  Pregunta con seriedad.  - ¿Cómo podría olvidarlo? - Ella camina de nuevo a la alfombra, Marlene se acerca a paso rápido, la coge alrededor de la cintura y la atrae hacia sí. Sus labios se rozan en un beso dulce y suave. Rebecca se retira ligeramente, en los ojos azules de Marlene hay fuego. - ¿Son sus besos como estos? ¿Te mantienen viva como yo lo hago? ¿Ella es tan intensa como yo en el amor? -  Marlene inquiere con firmeza. - ¡Yo, yo! - Ella la mira a los ojos, no sabe que responder está cautiva de su mirada. Se queda callada sin responder. - ¡Rebecca! - La puerta se abre y entra Lizette. Marlene rápidamente quita las manos de la cintura de Rebecca. - ¡Disculpa! - Exclama Lizette con una mirada deslumbrada por lo que supone acaba de ver. Rebecca interviene. - ¡Detente Lizette! Es parte del ejercicio. – Gira la cabeza hacia Marlene con una mirada de sorpresa que las envuelve. - No es lo que piensas. -Replica Marlene, Lizette se interpone entre ellas. - Te dije que pensaba que algo estaba sucediendo. - Por un momento Lizette vacila mientras intenta desesperada encontrar las palabras que quiere decirle a Rebecca. - ¡Quítale las manos de encima! – Espeta con rabia a Marlene. – Párate. ¿Tienes una ligera idea de lo que estás diciendo? - Rebecca se encara enojada. - Marlene es mi terapeuta, está tratando de ayudarme a ponerme en pie para que pueda recuperarme y volver a mi vida normal, poder trabajar, estar contigo y hacer todas las cosas de las que era capaz. -  Lizette descuelga su cabeza ladeándola. - ¡Rebecca! - Marlene trata de intervenir. – Controla tu temperamento. - Ella hace una mueca y la ignora. - ¿Me escuchaste? - Ella agarra a Lizette por el brazo y la conduce a la puerta. - ¡Vete! Regresa a la orangery y déjame terminar mis ejercicios. Estaré allí en breve. - Ella abre la puerta a golpes y la cierra detrás de su novia.  Marlene puede ver la tormenta que hay dentro de los ojos de Rebecca. - ¡Rebecca por favor! – Aparta la mirada y comienza a enrollar la alfombra de yoga. Rebecca la agarra tirando de su brazo hasta encontrarse cara a cara. - No estoy segura de que podamos continuar y creo que es una buena idea que me encuentres a otra persona, Düsseldorf debe tener un montón de terapeutas. - Toma su mano y la pone sobre la de Rebecca. - Si eso es lo que quieres. - Le responde quitando la mano de Rebecca de su mano. - ¡Lo siento! Esto no ha funcionado. Tengo que pelear contra las sospechas y los celos de Lizette y tengo que ser sincera acerca de quién eres. - Le dice con agitación. - ¡Rebecca! Te lo ruego, me prometiste que esperarías. -  Ella le suplica. - ¡Lo haré! No voy a dejarla jugar con mi vida. - Responde muy seria. - Marlene, estoy con la espalda contra la pared, he mentido lo suficiente, por no mencionar el hecho de haberla engañado. Estoy frustrada y enojada conmigo misma y es probable que haga las maletas y salga como tú sin otra oportunidad, no puedo soportar lastimarla y no puedo aguantar más. - Expresa en voz alta. – Si se lo dices, harás que te abandone, Rebecca, ¿Acaso no dijiste eso? - Rebecca mira hacia otro lado. - ¡Mírame! -  Marlene aprieta su mano en ella. - No sé qué más hacer, no puedo mantener esto, Marlene. – Se sueltan suspirando. - Ahora sé porque es tan difícil para ti, como lo es para mí, he mentido y engañado a mi marido y soy tan culpable como tú, pero te amo, y no un poco, estaba equivocada, hice mal por abandonarte. ¿Cuántas veces debo decirlo? ¿Cuántas veces debes oírlo? - Rebecca llora ante sus palabras. - Creo que estaríamos mejor separadas, no quiero verte más, todo este revuelo ha causado una tormenta de mierda en mi vida, desde que te fuiste. Tim fue una broma, Lizette es celosa y borde, mi cabeza late de forma constante de ira y frustración. -  Ella inclina la cabeza y la sacude respirando tosca y se limpia la cara. - ¡Rebecca! Me iré, pero no porque quiera o me quieras, sino porque no quiero causarte más problemas, te amo y lo diré una y otra vez hasta que te des cuenta de que nadie te querrá nunca como yo te quiero. -  Termina de enrollar la colchoneta y se marcha despacio. Rebecca se sienta con el aliento entrecortado, una raya de rojez cruza su rostro. - ¡Dios mío! - Susurra con el corazón pesado. - ¿Cómo es que me meto en estas situaciones? - Ella agarra la pierna por la opresión del músculo atrapado, hace una mueca de dolor y la extiende. Es hora de enfrentarse a Lizette. Rebecca se recompone mirando alrededor de la sala, consiguiendo el control de sus emociones. Abre la puerta y sale casi chocando con Elisabeth. - Elisabeth, me asustaste. - Ella agarra a Rebecca por el hombro.  - Vi a Marlene salir precipitadamente y me preguntaba si estabas bien. - Ella mira a un rostro de descontento. - ¡No! No estoy bien. - Ella se echa a llorar, Elisabeth la ayuda a llegar al estudio y le sirve un refresco. - ¡Rebecca! ¿Qué pasa? - Pregunta Elisabeth. - Mi vida no está donde debería estar, no puedo soportar largos períodos, me duele y estoy totalmente a merced de todos a mi alrededor, me confundo cuando tengo esos sueños que no consigo determinar su significado, mi novia es celosa y una borde, ya no puedo trabajar con Marlene porque ella sigue enamorada de mí. -  Elisabeth levanta la mano. - ¿Qué acabas de decir? - Se siente extraña pero feliz por las palabras que Rebeca ha expresado. - ¿Qué parte me he perdido? – Elisabeth no sale de su sorpresa, respirando hondo. – ¡Marlene! ¿Enamorada de ti? – Rebecca mira hacia ella. - ¡Sí! Me ha dejado bien claro que me quiere. - Elisabeth bebe un trago de su vaso. - ¿Y cuál fue tu respuesta? - Ella explora discretamente la respuesta. - Yo le dije que la amé una vez, que ella era mi pasado, lo que quedaba para mí eran recuerdos, nada más. - Ella mira fijamente a Elisabeth. - ¿Así que no la amas? - Rebecca se revuelve. – Yo sí, la amo tanto que duele, pero ella está casada y todavía amo a Lizette. Ella tiene la idea de tener un hijo con el hombre que ha cambiado su vida, no puedo Elisabeth, no puedo pasar por más angustias con ella, me mintió acerca de tener un bebé. - Elisabeth entrecerró los ojos en sus pensamientos. - No estoy segura de entender. ¿Ella compartió contigo, durante sus sesiones, que quería un niño? Quiero decir dijiste que te ama y en la cena la otra noche ella no lo negó cuando Mark lo mencionó. - Elisabeth se acerca a ella y se apoya en sus hombros. - Hay más en esto que no estás diciendo. - Rebecca se niega a mirarla. - ¿Rebecca? – Le habla con un tono relevante. – Nos hemos acostado. - Rebecca responde tragando saliva y los ojos hinchados de llorar. Elisabeth baja los hombros. – Le dije que ya no podía trabajar con ella, que me buscara un nuevo terapeuta. - Se acerca a la ventana y mira hacia fuera. Elisabeth se arrastra detrás de ella y toca de nuevo sus hombros con suavidad. - El amor no conoce fronteras, ni tiempo, es infinito en su sabiduría, sabe que cuando están destinadas a estar juntas dos personas, no disminuye en la oscuridad y prospera en nuestras almas, no se olvida de lo duro que fue la lucha para estar juntas, los sacrificios que hizo. ¿Has olvidado cómo se paró detrás de ti cuando Tristán os odiaba? ¿Cuando no podías tomar una decisión sobre LCL? Pero ella seguía enamorada de ti. - Rebecca se da la vuelta para mirarla. - Y una mierda, no me importaba, yo era a menudo grosera, centrada en mí misma y conducida por mi carrera de diseñadora, tuve una aventura. ¿Quién engaña a la persona a la que pertenece y luego miente durante semanas? - Elisabeth se aclara la garganta. - Sé que debe ser difícil todos estos largos años de no saber lo que sucedería. Tengo que preguntarte. ¿Estuvo ella alguna vez lejos de tus pensamientos? - Rebecca gime con sentimiento. - ¡Nunca! Ella siempre está presente en mi cabeza. Yo la amaba y todavía lo hago, pero sé que, si ella hubiera permanecido lejos, solo habría sido un recuerdo distante. - Responde con sinceridad. -Tienes mucho en que pensar. – Elisabeth se muestra paternalista, Rebecca suspira con fuerza. - Está casada, yo estoy con alguien y no puedo hacer nada al respecto. - Se encoge de hombros y termina la última gota de su copa,  con tranquilidad deja el vaso en la mesa, mira de nuevo a Elisabeth y se marcha en silencio.  

Lizette se sienta en la cama con tristeza, se seca los ojos con el pañuelo que sostiene con fuerza en la mano. - Rebecca, no te oí entrar. - Alza la vista hacia ella. - Te amo. Pero no puedo lidiar con tus insinuaciones y tus celos. - Se levanta de la cama. – He sido una imprudente, lo sé, pero ella tiene su mirada puesta en ti de alguna manera extraña. -  Rebecca mira hacia otro lado. - Ella simplemente está tratando de ayudarme a mejorar para poder seguir con mi vida, he sufrido mucho. - Le habla con razón. - Y he estado allí para ti. – Lizette le dice con preocupación. - No siempre, no lo has hecho. - Rebecca murmuró. - ¿Qué quieres decir Rebecca? ¿Cómo puedes decir eso? - Ella la abraza, Rebecca se echa hacia atrás.  - Cuando te dije lo de un compromiso, te resististe. Te mantienes alejada mucho más de lo que quiero, estás poco conmigo después del accidente. -  Lizette frunce el ceño al interrumpir. - Sabes que tengo que trabajar y ya hablamos de esto, sobre nuestras carreras, tengo que irme cuando sea posible y esté disponible, sabes esto, los períodos de una modelo no duran para siempre y mi padre. – Menciona para justificarse. - Sí, tu padre. - Inserta Rebecca. - Controla todos los conciertos de modelaje que tienes, no soy estúpida Lizette, sé el tipo de presión que él pone sobre ti. ¿Le has dicho que yo quiero que estés más en casa? - Lizette aprieta su mandíbula. - Mi padre te quiere Rebecca y ha aceptado el hecho de que mi vida está contigo, pero también se da cuenta de que debo hacer mi propio camino. No puedo estar dependiendo del dinero de Lahnstein para cualquier cosa. – Argumenta sin sentido.  - Puedo ver su punto, pero él no comparte una relación íntima conmigo, lo haces tú, te he pedido más compromiso. Eres una mujer adulta, has sido modelo desde los catorce años. - Expone Rebecca con frustración.  - Puedo entender cómo te sientes Rebecca, pero… - Rebecca fríamente interviene. - ¿Pero ¿qué? ¿No tienes comodidades aquí? ¿Que tengo los medios para cuidar de ti fuera del dinero de mi familia? - Ella señala con racionalidad. - Me encanta mi trabajo y no estoy lista para instalarme en un solo lugar, no necesito tu dinero, tengo el mío. – Ella le argumenta. - ¡Lizette! No es de eso de lo que se trata, es sobre ti y sobre mí, dos personas enamoradas, la una de otra tratando de hacer una vida en común. - Rebecca le declara. - Sé que quieres que me establezca, te quiero y quiero pasar mi vida contigo, pero tu me estás pidiendo que viva una vida de estar solo aquí. -  Ella exclama. - ¡Eso no es cierto! Podríamos viajar. ¿No quieres quedarte en Alemania? – Rebecca inspecciona el pensamiento de Lizette. - ¿Podríamos vivir donde quisiéramos? - Lizette pregunta. - ¡Podríamos! - Rebecca suena optimista.      - ¿Quieres decir que renunciarías a LCL? - Rebecca se sienta y emite un suspiro. - Cuando tuve el accidente y me desperté, me di cuenta de tantas cosas sobre mi persona, mi vida, me sentí afortunada, afortunada de estar viva y por algún milagro capaz de alejarme de una situación devastadora. ¡No podía! No podía recordar las cosas y sí, estaba enojada y al principio tú estabas allí para mí, LCL estaba en segundo lugar y una vez pasó el tiempo y contraté diseñadores y comenzaron a hacer la mayor parte del trabajo bajo mi mando, entonces me di cuenta de que mi vida no solo giraba en torno al negocio, podía permanecer lejos, sí, me encantaría trabajar y diseñar.  LCL tiene un nombre por sí mismo y me gusta estar a cargo y es mío. - Afirma, con sus dedos se agarra el pecho mientras habla. - Yo no puedo pedirte que te desprendas de tu negocio, es diferente de mi negocio, tus pies están firmemente en el suelo, el mío es de espíritu libre. - Lizette le recuerda. Rebecca baja la cabeza. - Tus celos de Marlene debes detenerlos, no lo toleraré en absoluto. - Se acerca a ella. - Se honesta, Marlene tiene este extraño idealismo sobre mi que solo lo siento en mis huesos. -  Rebecca trata de que cambie su percepción sobre ella y luego decide no hablar más sobre el tema. - ¿Qué cosas? -Dice Lizette con ansiedad. - Nada, no quiero hablar nada más sobre esta situación.  ¡Vamos a la cama! – Lizette la sigue dócil. -

Marlene recorre el directorio del hospital en busca de un nuevo terapeuta para Rebecca. - ¡Hola! - La puerta se abre, Grace se quedó allí esperando una respuesta.  - ¡Hola! - El tono de Marlene es triste al dar la contestación. - Estuviste muy callada anoche, Mark pensaba que no te encontrabas bien. - Marlene cierra el directorio y suspira. Sus dedos golpean la parte superior de la tapa del libro con una cadencia constante. - Rebecca ha decidido que quiere probar a un nuevo terapeuta. Que no me quiere y que debería permanecer fuera de su vida. - Una lágrima recorre por su rostro. - ¡Lo siento! - Grace se expresa con gravedad. - Pero es lo mejor, Mark es tu esposo y tienes que aclarar las cosas con él, tienes que dejar de interferir en la vida de Rebecca porque ella ya tiene suficiente, sé cuánto la amas, pero puedes hacerlo. No puedes vivir en el pasado, ella no siente lo mismo que tú, a pesar de que creo que ella está mintiendo. - Grace se cruza de brazos y mira a Marlene que escucha sus palabras preguntándose si todavía quedaba una pequeña chispa.


viernes, 26 de enero de 2018

Episodio decimo cuarto


Dagas diminutas


Tristán se aclara la garganta al ver a Marlene y la atención que le presta Rebecca, sonríe cauteloso. - Nuestros invitados se están preguntando donde andan desaparecidas ustedes dos. - Ambas se estremecen, Rebecca se limpia las lágrimas de la cara, Tristán le entrega un pañuelo. Marlene sale dejando a Rebecca con su hermano y éste la abraza, Ella le pregunta. - ¿Lo has oído? - Se echa hacia atrás mirando su cara. - ¡Lo hice, lo siento! - Él coge el pañuelo de su mano y le limpia la mejilla. - Puedes negarle todo lo que quieras, pero hacer el amor con ella confirma lo que sientes. ¿No te parece? -  Tristán le insinúa tranquilamente que un tono cálido. - Me encanta Lizette Tristán. - Ella insiste. - ¡No! Tú no Rebecca. - Él duda por un segundo. - Nunca amarás a nadie como amas a Marlene. - Ella lo abraza. - ¡No puedo! No lo haría nunca. No funcionaría. Oíste que su marido decía que estaban tratando de tener un hijo, Marlene tampoco lo negó. -Tristán cierra su abrazo sobre ella. - Quizás deberías retirarte por esta noche. Puedo decirles que no te sentías bien. -  Le dice con cariño tomando su barbilla entre el pulgar y el dedo índice. Le seca la cara de nuevo. - Tienes que preguntarte si la amas Rebecca, sabes que te quiere y es un amor poderoso, lo sé de primera mano. - Tristán la conduce por la puerta de la mano, entran en la gran sala, Marlene le sonríe ligeramente. – Veo que te encuentras mejor. – Elisabeth le expresa. - ¡Sí! ¡Gracias! ¡Lo siento! - Se disculpa con todo el mundo y continúa conversando. - Si estás sufriendo en cualquier parte, debería saberlo. -  Mark se le acercó, lo miró e intentó sonreír. - Solo un poco de rigidez. – Le responde. Marlene se acerca a ellos. - Marlene me ayuda muchísimo. - Mark se da la vuelta para verla. - ¡Oh sí! -  Le besa la mejilla. - ¿No es hermosa? No sabes lo afortunado que soy. - Marlene frunce el ceño, Rebecca lo mira fijamente. - ¡Oh! Sé lo afortunada que es, no olvides que ella formó parte de nuestra familia una vez y estuvimos muy cerca. - Marlene siente su garganta apretarse. - ¡Mark! Es tarde,  deberíamos irnos, tengo que coger un vuelo a primera hora. -  Rebecca mira con extrañeza. Mark las deja para agradecer a Elisabeth su hospitalidad. - ¿Te vas? - Rebecca le coge la mano a hurtadillas. - ¡Dana! Hagen está en Baltimore y ahora es el momento para que pueda hablar con ella. Así que voy a pasar la noche a Hannover, estaré de vuelta el martes por la noche. Vendrá Grace a trabajar contigo mañana, si eso no es un problema. - Rebecca baja la cabeza. - ¡Me gusta! - Retira su mano de la de ella. – Veo que no es un problema. – Le dice Marlene. - Deberíamos hablar cuando regrese, quiero que sepas… - Deja de hablar y mira alrededor de la habitación.  - ¡Te amo! - Le susurra en voz baja. - ¡Por favor déjalo! - Ella musita, hay un momento de silencio. - ¡Buenas noches!  - Se da la vuelta y agarra a Mark por el brazo. - ¡Buenas noches a todos! - Se alejan dejando a Rebecca atrapada en una incógnita. - ¿Tomamos un trago? - Ofrece Tristán sosteniendo un vaso de whisky escocés, Rebecca acepta y lo sigue hasta el estudio, se sientan en el sofá. - Fue toda una tarde. - Manifiesta Tristán.  - ¡Si! – Responde algo aturdida y contempla el vaso del que está bebiendo. - Debe de ser difícil, alguien como Marlene caminando por la puerta después de tantos años, se casó, con una nueva carrera y ella te dice que todavía está enamorada de ti Rebecca. - Ella mira a su hermano y da  un trago de su bebida. - ¡No sé qué decir! Nunca esperé que ella me dijera que todavía me amaba. - Tristán gruñe. - ¡Rebecca! Alguna vez has perdido la esperanza en ella. – Ella lo piensa un segundo. - Siempre tendré sentimientos por ella, pero ha sido un tiempo muy largo. - Se levanta y se acerca a la chimenea, poniendo su brazo sobre la repisa. - Fue mi gran amor, yo, yo… - Se pone nerviosa. - Ella está casada. Nunca regresó, era ya un pensamiento lejano. - Se sienta de nuevo, Tristán le sirve otra copa. - ¿Qué vas hacer? Ella está aquí ahora y obviamente no ama a su marido. - Rebecca pone los ojos en blanco. – Estás equivocado, creo que ella lo ama y verme es simplemente miedo y me empuja a un rincón para que no sepa de mí. -  Ella duda de nuevo. - Creo que una vez que ella se acomode y se dé cuenta de que me encanta Lizette y mi vida será con ella. Verá que su marido es con quien debe estar y no yo. – Tristán vuelve a gruñir. - Creo que cometes un error. No te hubiera dicho que estaba enamorada de ti si no lo sintiera. – Replica a Rebecca que acaba con el resto de su bebida. - ¡Es tarde! Y tengo terapia por la mañana.- Se escuda. – Y yo me iré temprano, Ann tiene que recoger a las niñas y estoy seguro de que está lista para ello. Las traeremos de vuelta, un seminario bancario retrasó un poco nuestros planes. -  Comenta, besa a su hermana en la mejilla y la deja en el estudio.



Grace entra en el castillo, Justus la escolta hasta la sala de ejercicios. - Rebecca ha tardado un poco en terminar el desayuno y necesita cambiarse, estará aquí en breve. ¿Puedo servirle algo? - Le pregunta cortésmente. - ¡No, gracias! prepararé las cosas y la esperaré. – Ella le sonríe. - ¡Muy bien! – Responde y cierra la puerta detrás de él. Grace mira alrededor la gran sala de ejercicios y se acerca al gran ventanal que da al jardín. Königsbrunn es hermoso, pensó para sí misma cuando de pronto la sorprende el abrirse la puerta. Rebecca al entrar pide disculpas por la tardanza. Pone su toalla sobre la silla. - ¡Buenos días!  ¿Cómo te encuentras hoy? - Mira a Grace con cierta aprensión. - Física o mentalmente. - Inclina su cabeza en una risa. – Ambas cosas. - Después de media hora de terapia se toman un descanso. Durante el relajo hablan de cosas y surge el tema de Marlene. - Cuando te pregunté el otro día sobre ella y te dije que pensaba que todavía estaba enamorada, ¿Me creíste? - Grace toca con suavidad el tema. - ¡Sí! Pero ya no la quiero así, me encanta Lizette y no quiero herirla más. Es doloroso, nunca debería haber permitido que estas sesiones de terapia comenzaran. Me sentí acorralada por Mark, estoy tan en deuda con él por lo que ha hecho por mí y… No podría lastimar a Marlene negando su sugerencia. - Ella le transmite y recoge la toalla para limpiarse el sudor de la cara. La conversación es intensa e intrusiva. - Marlene necesita decirle a Mark la verdad sobre ti, y no sé si debería herirle diciéndole que se ha acostado contigo. - Rebeca se siente extraña y culpable. - Y dejar de mentirle sobre ella solo complicará las cosas. -  Reflexiona. Grace dirige a Rebecca a la cinta. - Hoy comenzamos con una pequeña inclinación y a una velocidad más lenta. -  Rebecca la mira por el rabillo del ojo. - Estás dolorida y enojada porque Marlene es tu mejor amiga y Mark es alguien muy cercano desde hace tiempo. ¡Lo entiendo! Nunca quise que sucediera esta cadena de eventos. Le dije a Marlene que Lizette sabrá la verdad en el momento adecuado. Me arriesgo a que Lizette me abandone, pero eso es algo de lo que tendré que ocuparme por mi cuenta. - Rebecca camina constante mientras habla. Grace siente pena por Rebecca de muchas maneras. - Es una situación que podría haber evitado. Marlene se sentirá herida por tus revelaciones, pero es algo que tendrás que hacerle entender si quieres seguir adelante con Lizette. -  Detiene la cinta de correr para ayudarla a sentarse. Beben una botella de agua antes de que Grace regrese al apartamento.



Marlene recorre el camino de grava hacia el granero, donde Dana está recogiendo algunas cosas de la granja. - ¡Qué bien que podamos vernos! Ha pasado mucho tiempo. - Su hermana la abraza fuerte sin querer soltarla. Entran y atraviesan el granero, suben un tramo de escaleras hasta el desván, Marlene mira a su alrededor jadeando, Dana coge el bolso que trae Marlene y lo coloca en la habitación de invitados. - Es hermosa, acogedora y cómoda. - Dana se ríe. - Hagen y yo somos felices aquí, los caballos, Maxi, papá y Tommy disfrutamos de los animales y la naturaleza. Los muchachos han crecido mucho. – Le cuenta preparando unas tazas de té caliente. Marlene hunde sus huesos cansados en el calor del sofá. - Hagen, ¿Está bien? – Se interesa tomando una taza de té de la mano de su hermana. - ¡Está bien! ¿Cómo está Düsseldorf? - Pregunta con curiosidad. - Mi trabajo es asombroso, Mark… - Duda mientras toma un sorbo de su té. - ¡Ok!  No hemos tenido oportunidad de conocerlo y tan pronto como Hagen vuelva, podemos acercarnos un fin de semana y nos encantaría que lo trajeras aquí. - Sonríe, dándole a Marlene una sensación de tranquilidad. Dana deja su taza. - Pero de alguna manera creo que algo pasa contigo. – Dice y le aparta el cabello del rostro de su hermana. - Marlene sabes que podemos hablar de cualquier cosa. – Le asegura. A Marlene le cuesta encontrar las palabras. – Creo que mejor me cuentas cosas sobre ti en este momento. - Ella desvía el tema, Dana comparte con ella todas las noticias que han sucedido con ella, Hagen y la granja. - ¿Por qué no caminamos por la granja? Creo que sería una terapia relajante para ti. - Dana le ruega tirando de ella de la mano y la obliga a seguirla escaleras abajo hacia el camino de tierra que conduce al prado. - ¿Están bien las cosas contigo y Mark? – Marlene está indecisa antes de hablar mucho de él. Marlene se decide. - Es maravilloso, todo lo que una mujer puede desear y lo quiero. -Contesta deslizando las manos en los bolsillos de sus vaqueros. - ¿Qué es lo que sucede? O no estarías aquí. -  Dana murmura sin conocer la situación. Toman asiento en un árbol caído. - ¿Por qué no me hablaste de Rebecca? – Marlene le pregunta con severidad Dana mira a su hermana con el ceño fruncido. - Pensamos que Rebecca no lo lograría, quiero decir que toda la familia estaba devastada por el accidente. - Ella suspira y continúa. – Su vida colgó de un hilo, Tristán casi pierde la razón. - Marlene interrumpe. – Él me dijo que continuó luchando. – Le cuenta. - De todos modos, ha pasado por mucho. Ha sido un largo camino para recuperarse – Dana cuenta el sufrimiento de Rebecca a su hermana. - Mark la operó y yo la estoy recuperando con la fisioterapia. - Dana pareció sorprendida. - ¿Por qué no nos lo dijiste? - Marlene se encogió de hombros. - He pasado mucho tiempo fuera, lo que tenía con ella pensé que estaba muerto. ¿Por qué ni iba a tratarla? - Se levanta del árbol en el que están sentadas, Marlene camina mirando al infinito. - No tomé lo que le sucedió muy bien y si no lo hubiera hecho, me hubiera sentido devastada. - Baja la cabeza. - Trabajar con ella no es lo que esperabas. - Dana aprieta tratando de pescar la verdad de ella. - No pensé que sería un problema, pero… - Aprieta las manos. - Déjame adivinar, los viejos sentimientos han resurgido por sí mismos. – Le dice. - Al menos para mí. - Marlene comenzó a llorar. - ¡Oh! Marlene. ¡Lo siento! – La abraza con fuerza. - ¿Has hablado con Rebecca sobre lo que sientes? Ella también preguntó. – Tartamudea. - ¡Lo he hecho! Pero está Mark y como estoy segura que sabes, también está Lizette. -  Un aire de melancolía la rodea. Dana se levanta y sonríe abiertamente. - Todos hemos tenido nuestra parte justa de Lizette, pero Rebecca se ha quedado con ella. Hagen y Tristan creen que ella es la causa del accidente que Rebecca tuvo, como ya debes saber, Rebecca recibió un duro golpe en la cabeza y no recuerda mucho acerca de ese día. - Marlene se aclara la garganta. - ¡Sí! Ya hemos hablado de eso. – Habla con sinceridad. - ¡Ok! Así que le has hablado de tus sentimientos. ¿Qué dijo? - Dana pregunta un poco intrigada. - Que lo que tuvimos fue maravilloso, pero fue hace mucho tiempo y parte de su pasado y como yo, ella siguió adelante, que está enamorada de Lizette y que yo he conocido a un hombre maravilloso que me ama y es dedicado a mí y que debería ser feliz con eso. - Dana racionaliza. - Así que, en otras palabras, ella te rechazó. -  Le espeta con claridad. - ¡Sí! Ella me rechazó y cómo me dolió escuchar esas palabras de Rebecca, es como si nunca hubiera vuelto, que aquello es un recuerdo lejano. -  Asegura Marlene. - De alguna manera no creo que eso sea totalmente cierto. Cuando te marchaste fue para empezar de nuevo, una nueva vida y estoy de acuerdo, encontraste una fantástica carrera, eres una mujer dedicada, pero en el fondo el amor que tuviste por ella nunca se fue. – Le observa ella mientras sus dedos se acercaban a un mechón de pelo de Marlene y se lo quita de la cara. - El ser uno mismo ha sido difícil, casi insoportable. – Lo dice en voz baja. - ¿Por qué cogiste su caso? - Marlene suspira. - Porque que yo soy un ex miembro de la familia, alguien que ella conoce, y que haría la transición mucho más fácil, ninguno de nosotros pensó que sería un problema. - Contesta en un tono sombrío. - ¿Se ha convertido en un problema? Pienso que Mark no sabe nada de Rebecca, ¡Verdad? - Le insinúa. - ¡No! Él no, sólo conoce lo de Hagen, ni siquiera he tenido las agallas de decirle lo de Tristán.  Sé que si lo hago él empujaría por más y entonces se enteraría de lo mío con Rebecca. No estoy segura de que pueda manejarlo. - Dana protesta. - Deberías haberlo dicho desde el principio, los matrimonios no pueden basarse en una mentira Marlene. - Argumenta el punto. - Nunca pensé que me pondrían en esa posición. Le dije a Rebecca acerca de que Mark no sabía lo nuestro y ella lo entendió. – Le cuenta. - ¿Tienes algo con Rebecca? - Dana pregunta con cautela. - ¡Uh, bueno! - Susurra, con la garganta seca. - Marlene, por favor respóndeme. – Le ruega notando la reticencia de ella. - Además. ¡Me he acostado con ella! - Dana contiene la respiración, su mente se tambalea escuchando la revelación de su hermana. - ¿Creía que dijiste que ama a Lizette y quiere estar con ella? - Marlene se siente pequeña y enojada. - Ella lo dice, pero estábamos solas y bien, una cosa llevó a otra y terminamos en la cama. - Deja de hablar. - ¿Y cómo te sientes al respecto ahora? – Dana sondea a su hermana. - La quería, quería que sucediera, ella no lo hizo al principio, pero me obligué en ella, hizo que mi corazón se rompiera, literalmente, engañé a mi marido, algo que pensé que nunca haría, yo lo amo Dana, es todo lo que es bueno y correcto en el mundo y ni siquiera tiene una pista y ciertamente no merece saber de mi infidelidad. – Entre un mar de lágrimas corriendo por su rostro espira su sentido de culpabilidad. - Marlene tienes que preguntarte si este matrimonio es adecuado para ti, no puedes seguir lastimando a ese hombre. - Ella gruñe con exasperación.  - ¿Crees que no lo sé? ¿Cómo demonios me he metido en esta trampa? ¡Realmente! - Exclama en voz alta, se levanta y se pasea inquieta. - Porque estás enamorada de Rebecca. - Marlene se vuelve hacia su hermana, su cabeza se balancea en un movimiento lento. - Todo lo que sentías antes está llegando a su fruición, todo lo que intentaste pelear ahora es una causa perdida, Mark no merece tu desconfianza lo que él merece es la verdad sobre Rebecca, tú dices que Rebecca no responde a esos sentimientos, tal vez tú y Mark pueden resolverlo. - Marlene mira hacia el suelo. - Él quiere tener un hijo, no estoy segura de hacerlo, pero me está presionando Dana. - Se pone de pie para mirarla.  - ¿Y qué estás haciendo para detenerlo? – Lanza la pregunta al aire. - Tomo píldoras anticonceptivas, pero él no lo sabe y empieza a sospechar. – Le dice. - ¡Ya! - Responde ella frunciendo el ceño. - ¿Entonces es posible que estés embarazada? – Dana la interroga. - ¡Sí!  Pero no he realizado una prueba de embarazo. – Dana agarra a Marlene por la mano y la lleva de vuelta a la casa.
- Tienes suerte, tengo uno, veamos esa posibilidad esperamos que tengas estrella. - Dana puede ver la incomodidad en el rostro de su hermana. - ¡Lo siento!  No pensé en tus sentimientos. - Le dice nerviosa. - ¡Está bien! Ve y ya veremos. – Marlene entra al baño y toma la muestra para la prueba y sale con el test en la mano, Dana está sentada en el sofá. Marlene cierra los ojos y deja que Dana vea los resultados. - ¡Bueno! Sé que una cosa es segura… - Comienza a hablar, el corazón de Marlene late con fuerza. - No estás embarazada. -  Marlene baja los hombros y respira. - ¡Gracias a Dios! - Tartamudea. - Marlene, esto debería ser una señal, tienes que decidir a quién amas realmente y con quién quieres estar de verdad. - Le aconseja sonriéndole. - Yo amo a Rebecca, siempre he estado enamorada de ella, pero ella no escuchará la razón, no puedo seguir mintiéndole a Mark y tener un bebé ahora solo empeoraría las cosas, me temo. – Se expresa con franqueza. - Sé lo que debes hacer y quiero que sepas que apoyo cualquier decisión que tomes. - Se abrazan y hablan durante toda la noche.

martes, 23 de enero de 2018

Episodio décimo tercero


Pequeñas mentiras

Marlene da un golpecito en la puerta de la orangerie, ya ha informado a Mark de su paradero. Rebecca se acerca a la puerta vestida sólo con una túnica, la abre y contempla a Marlene que se apresura a cerrar la puerta. - ¿Qué pasó? Déjame ver.- Llegan a la habitación y le pide que se extienda a lo largo de la cama. - Cuando saliste he debido forzarla y me ha dado una sacudida. - Con su mano explora por el costado de su pierna y la giró ligeramente.  - ¿Estás sintiendo dolor? – Le pregunta sin siquiera mirarla. - ¡Un poco! – Rebecca presiona sus labios mirando el contorno del rostro de Marlene. - Eres tan hermosa como recuerdo, la edad no te ha apresurado en lo más mínimo. - Comenta en voz baja. - ¡Rebecca! ¿Está realmente tu pierna dolorida? - Marlene se siente como si estuviera jugando con ella. - Cuando haces el amor así de apasionado como acabamos de hacer, es cómo debe ser… - Responde con firmeza. Marlene gime. - Tengo que irme. - Comienza a recoger su bolso para salir del dormitorio, Rebecca se pone de pie y la agarra de la mano y la acerca hasta ella. - ¡Bésame! - Le ordena con sus manos cerrándose sobre su cintura. - Tú haces que no pueda negarme. - Ella intenta sonreír. -  Entonces no perdamos tiempo. - Sus labios se encuentran de nuevo. Rebecca coge su labio inferior entre los dientes y los mordisquea. Marlene desata la bata de Rebecca y la deja caer al suelo. - Hazme el amor. – Obliga a Marlene a desnudarse y acostarse con ella. Hacer el amor no les cuesta ningún esfuerzo, solo se dejan llevar por sus sentimientos. - Dices que amas a Lizette y que ella es tu futuro, pero ya estoy de vuelta. - Rebecca se levanta sobre su codo y le echa una mirada de descontento.  - Estás donde deberías estar ahora mismo. – Se explica. Marlene sonríe. - Te he echado mucho de menos. - Añade Marlene, apoya la cabeza en el pecho de Rebecca. - Nunca has estado lejos de mi mente. Quiero que sepas que pensaba en ti a menudo, en lo que estabas haciendo, si realmente estabas feliz o no lo estabas, me alejé demasiado. - Marlene dice mientras acaricia el brazo de Rebecca con la punta de sus dedos. - Otras personas y otras relaciones ¿no? -  Rebecca respira hondo. -Te dije que pensé que estaba embarazada del hombre con el que estaba liada, Tim. Me pidió que me nos casáramos, pero mi vida personal seguía en un caos, el trabajo era aún más frenético y las presiones de mi familia todavía pesaban mucho sobre mí. Yo terminé esa relación cuando descubrí que solo buscaba mi dinero, era divertido estar con él al principio, pero tenía que lidiar con sus celos y luego con sus otros malos hábitos. - La besó suavemente. - Yo no he estado interesada en nadie, me mantuve ocupada, Grace fue la única luz de guía, me ayudó mucho. – Recuerda. - Parece una auténtica amiga. - Rebecca habla en positivo. - Ella me presentó a Mark y él me levantó de un empujón. - Rebecca la mira con el ceño fruncido. - Realmente debes amarlo. - Ella le menciona con candor, colocando el rostro en sus manos. - ¡Lo amo! - Implora. - Pero la forma en que lo amo no es como te amo a tí. - Rebecca rápidamente interviene. - ¡Por favor! No tienes que poner excusas. Yo te creo que le quieres. ¿Él sabe lo afortunado que es? -  Le pregunta con intención. - ¡Sí! Lo sabe. - Ella apoya la cabeza en el pecho de Rebecca. - Déjame terminar lo que iba a decir. -  Marlene la mira. - Lo amo, pero nada que pueda comparar con lo que teníamos, nunca he amado a nadie de la misma forma en que te amo a ti. - Declara esperando la respuesta de Rebecca. - Siempre recordaré que fue tan especial y que nunca me he enamorado de esa manera.  Lo siento por los dolores de corazón que te causé, eso me marcó Marlene. – Lo dice con sinceridad. – Te creo, sé que es verdad. - Se detiene al reflexionar. - No puedo hacerte feliz. - Hay quietud y tristeza entre las dos. - No estaba pidiendo que me hicieras feliz. Has cambiado, creo que el accidente te ha hecho madurar mucho y me gustaría poder ayudarte a recordar esas piezas que te faltan. - Le dice con firmeza, Rebecca mira el móvil que ha sonado con un mensaje de Lizette. - ¿Lizette asumo? - Rebecca asiente con la cabeza. - Llegó a Berlín bien. – Vuelve a dejar el teléfono en blanco después de responder. - Realmente la amas. ¿Verdad? – Espera respuesta. - ¡Sí! Estoy enamorada de ella. - Se pronuncia. - Entonces supongo que volvemos a la pregunta de por qué estoy aquí. -  Profesa Marlene. – Es el sexo, como puedes ver que estoy sola, Lizette siempre se va. – Le dice Rebecca como en una broma, pero honesta. - Sabes que es solo una excusa, estamos lastimando a las dos personas que amamos y con las que hacemos nuestra vida. – Opina para mostrar sus realidades. - Eres libre de irte en cualquier momento Marlene. - Rebecca se sienta en la cama, Marlene se levanta y se viste. - Tengo que irme a casa, estoy segura de que mis invitados han regresado de sus giras turísticas. - Se justifica, lejos de lo que realmente le apetece, seguir acariciando al amor de su vida. - Elisabeth nos invitó a cenar mañana por la noche. – Le relata abrochándose la camisa. - ¡Oh! El esposo de Grace y Mark, todavía no han venido por aquí. -  Comenta Rebecca. - Antes te pregunté por la pierna. - Rebecca baja la cabeza. - ¡Está bien! Mejorando cada vez que tenemos una sesión, creo que la cirugía me hizo maravillas y me siento mejor que hace mucho tiempo. - Le dice como si lo tuviera ensayado, Marlene sonrió ampliamente. - ¡Bien!  Te veré mañana. - Responde y abandona el invernadero, dejando sola a Rebecca.

Marlene entra en silencio apartamento y encuentra a todos sentados en el sofá de la sala de estar conversando sobre el vino. Grace le dirige una mirada de preocupación. - Únete a nosotros. – David coge la botella de vino y le sirve una copa. - ¡Gracias! – Se sienta junto a Mark. - ¿Rebecca está bien? - Marlene se aclara la garganta y le dirige una mirada a Grace. - Un poco de rigidez, nada que un poco de entrenamiento no alivie, tenía algo de dolor, pero ya está bien. - Bebe un trago de vino. - Elisabeth Von Lahnstein me visitó esta mañana y preguntó por si podíamos cenar mañana por la noche en el castillo. -  Comenta Mark. - ¡Sí! Me encontré con Elisabeth y hablamos de ello. Me pidió que estuviéramos allí alrededor de las seis. – Añade. - ¿Están todos de acuerdo? – Mark pregunta. - Será divertido, diferente, nunca he estado en un castillo. - David se ríe. Marlene se excusa y entra en el dormitorio. Mark mira directamente a Grace. - Marlene ha estado como ausente últimamente. ¿Qué pasa? – Intenta encontrar alguna respuesta. David le mira extrañado. - Ella no ha dicho nada. - Grace responde encubriéndola. - ¡Hmmm! – Él gruñe y se pone de pie. - No le gusta mucho tener un bebé, discutimos, está distraída, no sé, se molesta con cualquier cosa y no puedo ponerle un dedo encima. – Les dice, mientras Grace entra en la habitación. - ¡Marlene! ¿Por qué no recogemos algo de ese restaurante chino? - Agarra su bolso y coge a Marlene por el brazo, salen corriendo del apartamento. - ¡Grace! ¿Qué ocurre? - Marlene pregunta al cerrar la puerta de entrada y salir del edificio.
- ¿Dónde has estado? - Pregunta conociendo la respuesta. - Con Rebecca, estaba dolorida. - Grace pone sus ojos en blanco. - Mark está sospechando que algo te pasa, Marlene. – Habla en tono cortante. - ¿Qué? ¿Sobre dónde estaba? - Pregunta mientras suben al coche. - Él dice que estás distraída, él habló sobre tener un bebé y que piensa que algo está pasando. - Le contesta. Marlene aparca el coche al lado del restaurante chino.  - ¿Entonces estabas con Rebecca? - Grace le pide que no salga del coche. - ¡Sí! Dije que tenía un problema cierta rigidez. - Intenta convencerla. - ¡Yo sé que es! - Le responde a Marlene sacudiendo la cabeza. Ella aprieta fuerte el volante. - Marlene no estás siendo justa con Mark. Imagina que ésta era una vieja aventura de Mark y tu notaras que estaba lejos de ti. ¿Cómo te sentirías? - Ella se exaspera. - No puedo herirle ahora Grace. – Ella se expresa con irritación. - Ya le has hecho un daño peor de lo que puedas imaginar. - Marlene se hace sombría. - Marlene necesito preguntarte algo muy importante. - Ella suspira pasando sus dedos por su pelo y consigue agarrar un mechón antes de hablar. - ¿Lo que sientes por ella es lo mismo de entonces? - Marlene suelta sus manos del volante. - Es difícil, lo sé, cuando estoy a su lado… - No puede acabar la frase.  - Pero ella ama a Lizette y no a mí, y yo amo a Mark. - Responde en un tono reflexivo. - No puedes seguir soñando con ella, alguien resultará herido y no puedes… - Ella supone lo que está pasando.  - Amo a Mark, él me ha dado tanto y ha hecho mucho para llevarme a donde estoy y estoy agradecida. - Llora mientras habla de forma realista. - Tienes que decidir, me iré al final de la semana y tengo miedo de dejarte, me preocupo y me pregunto si debería quedarme. - Grace la abraza. - Debes prepararte para lo peor, yo sé que esto es muy duro, pero, por el amor de Dios, no puedes seguir así. - Toman aire ambas, un respiro necesario después de tanta tensión. - Deberíamos sacar la comida. – Marlene ordena y rápidamente sale del auto. - ¡Maldita sea Marlene! – Exclama y la sigue. - No quiero discutirlo ahora. ¡Por favor, déjalo ya!  - Le suplica en voz baja.

El regreso a casa y la cena se realizan con tranquilidad. - Creo que me acostaré temprano. - Anuncia Grace, David la sigue. - ¡Bueno! Parece que nos quedamos solos. - Se sientan en el sofá para hablar. - ¿Has pensado alguna cosa sobre la conversación que tuvimos de ver a un ginecólogo? - Mark le pregunta con calma. -  No lo he hecho, he estado ocupada. - Suspira ella. - Sé que Rebecca te ocupa mucho tiempo. – Marlene puede sentir que el pelo se le alza en la nuca mientras lo escucha. - Mark, tengo otros pacientes. - Le comenta con rudeza, mirándole con tensión. - No quería decir que pasas todo tu tiempo con ella, soy consciente de tus otros pacientes. - Balbucea. - No quiero hablar de trabajo si no te importa estoy cansada y me voy a la cama. - Se levanta y entra en el dormitorio, se mete en la ducha pensando en la cena en el castillo, de su encuentro con Rebecca antes. Cierra los ojos en una fantasía al son del amor con intensidad, se siente loca con la felicidad, pero de repente algo la trae de vuelta a la realidad, el toque de la mano de Mark en su espalda. Se vuelve hacia él con su cuerpo desnudo descansando contra el suyo, la besa como si estuviera en un estado frenético. Las gotitas de agua caliente los cubren, ninguno habla, ellos solo tienen sexo en la ducha y luego en la cama una noche de amor.

Mark se da la vuelta y agarra a Marlene alrededor de su cintura desnuda. Él le besa el cuello y se levanta para vestirse, sale dejándola en la habitación sola. Una lágrima rueda por su cara, sólo puede pensar en Rebecca el sexo con Mark pesa sobre ella.  - Qué lío es mi vida. – Pronuncia en voz alta. Busca su teléfono celular y envía un mensaje de texto a su hermana Dana. “Sé que es temprano, necesito verte pronto, por favor" Piensa en el mensaje que ha escrito y luego lo envía, sospecha que Dana sabrá si hay algo. Marlene se viste y entra en la cocina con el olor de los huevos cocinando y la seducción del café en el aire. - ¡Buenos días a todos! - Mira su teléfono celular esperando algún mensaje. Mark le entrega una taza y ella le da un trago. Su teléfono comienza a sonar. - ¡Hey! ¿Cómo te va? -  Dana habla deseosa de comunicarse con su hermana. - ¡Bien! - Ella mira a su alrededor y se encierra en el dormitorio. - ¡Marlene! No suenas bien. ¿Qué pasa? - Ella suspira apoyada contra la pared. - Mi vida es un desastre y sólo necesito hablar. - Se queja. - ¿Puedes venir a Hannover? Hagen está en Baltimore y no me puedo escapar. -  Trata de confirmarlo.  - Puedo cambiar mi horario y volar mañana, te llamo con tiempo. – Cuelga. Sale de la habitación para darse de bruces con Grace. - ¿Todo está bien? - Cuestiona mientras volvía a entrar. - Dana, mi hermana, necesito hacer un viaje rápido a Hannover mañana y regresaré la noche siguiente. - Le responde. - Espero que las cosas estén bien con tu hermana. – Le dice con preocupación. - Solo un pequeño problema y Hagen está fuera del país, lo siento, esto es repentino. - Marlene termina siendo convincente. Se sientan a desayunar y luego se relajan en la sala de estar. - ¿Qué deberíamos ponernos para ir a la cena? ¿Debería ir a buscar un traje? - Mark cuestiona burlándose de Marlene. - Algo atractivo. - Grace ayuda a Marlene con los platos. - No estoy muy de moda. - Se acerca a Marlene. - Con un vestido informal estará bien, Grace. – Le aconseja. Marlene la mira poniendo los ojos en blanco y Grace señala el dormitorio. - ¿Qué fue eso? - Ella pregunta, Marlene la mira a los ojos y le explica que debe visitar a Dana. Vuelve a preguntar abrupta. - ¿Tu hermana realmente te necesita o es esto una estratagema? - La pregunta es dura. – La necesito yo, un poco de tiempo con mi hermana, Grace, sé que te vas al final de la semana. También necesito tu ayuda. ¿Puedes tomar el caso de Rebecca mañana? Necesito irme temprano. - Le ruega. Grace entiende por lo que está pasando y comprende que desee hablar con su familia.


Marlene, Mark, David y Grace llegan al castillo a las seis. Marlene hace sonar el timbre de la puerta, Justus aparece tras abrir la puerta. - ¡Marlene! – Sonríe estrechando su mano e inclinando la cabeza. Inician camino a la gran sala.  Elisabeth toma a Marlene de la mano. - ¡Por favor! Ven.- Tristán se levanta de su silla y se presenta a sí mismo y a su esposa Ann. Rebecca bebe lentamente un vaso de vino. - ¿Qué le gustaría beber? - Pregunta Justus. – ¡Tónica! – Pide Grace. - Y agua para mí. - Responde Marlene. Los demás piden vino. - Me encantaría saber los sitios que David y Grace han visitado. - Grace está de acuerdo, Tristán y Ann les escuchan.  - Rebecca ¿Cómo te encuentras? -  Mark le pregunta. - ¡Estoy bien! Marlene y Grace me mantienen trabajando. Quiero agradecerte todo lo que has hecho por mí. – Ella comenta con severidad. - Estoy contento de que podamos ayudar. - Dice bebiendo su vino, se sientan a cenar. Rebecca mira a Marlene desde el otro lado de la mesa, Marlene permanece en silencio: - ¡Dime! ¿Cómo estás disfrutando de tu estancia en Düsseldorf? - Elisabeth le pregunta a Mark. - Estoy gozando del trabajo, el doctor Kessler ha sido un gran mentor. Y contento de estar viviendo en el país de donde viene mi bella esposa. - Responde envolviéndola con el brazo. Marlene hace una mueca, baja la cabeza y después la levanta para mirar a Rebecca. - Esperamos tener aquí a nuestro primer hijo - Elisabeth le sonríe. - ¿Así que estás tratando de tener un hijo? - La boca de Rebecca se abre y su rostro se enrojece, Marlene aparta la mirada. - ¡Sí! De hecho, lo estamos intentando desde que hemos llegado aquí. Me gustaría que nuestro hijo naciera aquí si es posible. - La mesa se hizo con un incierto silencio. De repente Rebecca no tiene hambre, se inclina y se levanta de la mesa, Tristán vislumbra su mirada. - ¡Rebecca! -  Elisabeth llama su atención, pero no mira hacia atrás ni responde. Grace le indica algo a Marlene. Mark quiere seguirla. - ¡Déjame! – Marlene le agarra el brazo.  - ¿Qué pasa? - David pregunta inseguro.  - Puede que esté con dolor. - Supone Mark. - Voy a verla. – Dice Marlene y deja la servilleta sobre la mesa. Corre hacia la terraza. - ¡Rebecca! - Marlene le impide seguir caminando. - ¡Maldita sea, Marlene! - Aprieta la mandíbula con fuerza. - ¡Lo siento! - La mira directamente a los ojos. - ¿Por qué no me lo dijiste? - Le pregunta enfadada. - Nunca quise hacerte daño. - Ella empezó a caminar de nuevo. - No puedo creer esto, que tú y tu esposo estáis tratando de tener un bebé, quedarte embarazada. - Se cruza de brazos. - Yo, no sé qué decir. – Marlene está perdida, no es capaz de articular palabra.  - ¡Vuelve con tu marido! – Le dice alzando la voz.  Grace se acerca a ellas, Marlene se vuelve para mirarla. - Quédate fuera de eso Grace, por favor no hagas una escena. – Le dice con frialdad. Rebecca pasa junto a ellas mientras Marlene tranquiliza a su amiga. – ¿Que es lo que ocurre? - Grace pregunta con candidez.  - ¿No es obvio? Quiero decir, que la idea de Mark de tener un hijo no se lo he contado. ¿Por qué tendría que hacerlo? - Ella gimió.  - Volvamos dentro no debemos levantar sospechas. – Regresan al interior, Marlene observa que Rebecca no para de beber. - ¡Por favor! ¿Puedo hablar contigo a solas? - Marlene insinúa en voz baja, sigue a Rebecca al estudio. - ¿Con qué otra cosa podrías sorprenderme? - El tono es caliente. - No pensé que él lo fuese a comentar, es algo que yo no quiero, tienes que creerme. - Le implora. Rebecca se acerca a la ventana y mira hacia afuera. - ¡Marlene! ¿Qué es lo que quieres de mí? - Ella baja los hombros y se coloca detrás. - Date la vuelta. -  Rebecca se da media vuelta para mirarla, mientras Tristán permanece inmóvil en la puerta. - Creo que lo sabes, estoy enamorada de ti. - El corazón de Rebecca se derrite. Pero la cruda realidad de su matrimonio con otra persona nubla sus pensamientos. Rebecca se acerca a ella, Marlene desea besarla con desesperación, esos pensamientos pasados de su relación calientan su mente como una ola gigante. - ¡No puedo!  Simplemente no puedo. - Ella habla suavemente. - Estoy en amor con otra persona Marlene. - Casi se ahoga al decirlo. - ¡No te creo! - Marlene le grita. - Estás con un hombre que te puede hacer feliz. ¿No te acuerdas de lo que pasamos? ¿Cómo mis acciones causaron angustia y desesperación? Te fuiste sin ni siquiera un adiós y vuelves como si no te hubieras ido, nunca pensaste volver aquí. ¿Y si aún estuvieras en Estados Unidos? ¿Me hubieras dado un pensamiento? – Rebecca comienza a llorar. – No puedo controlar el destino Rebecca y el destino me ha traído hasta aquí, a esta sala contigo para confesar lo que siento en mi corazón. ¿Recuerdas las luchas que enfrentamos tratando de estar unidas? ¿Qué tan duro luchamos para hacer nuestra vida? Nunca pude sacarte de mi mente, nunca he estado enamorada de esta manera, sí, hemos herido a la gente que nos rodea y la situación es lo que es, pero por favor, escucha a tu corazón. – Expone Marlene. - … y aguardaré una respuesta.

viernes, 19 de enero de 2018

Episodio décimo segundo


Atrapada en fuego cruzado

Marlene se queda en silencio escuchando las indicaciones de Grace. - ¡Por favor! Dime que lo sabes. – Marlene balbucea. - ¡No sé qué quieres que diga! - Se siente terrible por dentro al estar causando tantos trastornos a la gente que la rodea. - Dime la verdad, eso es todo lo que te estoy pidiendo, no puedes seguir así, Marlene. – Ella comienza a llorar. - Nunca he amado a nadie de la misma forma en que la amo. No sé cuánta más angustia puedo soportar, la amo, pero no hay nada que pueda hacer al respecto, nuestras vidas han cambiado y… - Grace la detiene. - ¿Quieres hacer una vida con Mark? ¿Tener un hijo? ¿Vivir este sueño de fantasía? - Le pregunta racional. - No quiero hacerle daño, puedo poner todo tipo de excusas por mi comportamiento, pero en el fondo…  ¿Estás enfadada conmigo?- Marlene pregunta amablemente y con sinceridad, Grace ríe tratando de aliviar la tensión. - Todos tenemos secretos o cosas que nos gustaría que permanecieran ocultos. Lo siento por Mark y eso hace que sea tan difícil. Te has casado con alguien que tú dices amar y quieres hacer una vida con él, que no tiene ni idea de esto. Lo lastimarás cuando se entere. - Marlene deja de caminar. - No puedo herirlo, tengo que contarle mi vida antes de llegar a New Haven. - No puede alejarse de Grace que le implora. - Tampoco puedes vivir una mentira. - Le recuerda ella. - Tú amas a Mark, pero no como la amas a ella. - Suspira Marlene. - Nunca quise volver aquí, me duele verla, quererla, estoy celosa de la mujer que tiene su corazón ahora. – Se queja con realismo. Grace comienza a pensar con dificultad.  - La otra noche, cuando saliste a caminar. ¿A dónde fuiste? - Ella se acerca con la mirada fija en ella y con determinación. Marlene sólo puede mirar al cielo antes de hablar. - No quiero hablar de ello Grace. - Ella deja la puerta abierta. - Fuiste a verla. ¿No? -  Marlene baja la vista. - ¡Lo hice! Tenía que despejar el aire, debía asegurarme de que lo que sentía era real o no se correspondía con mis sensaciones. – Le responde con honestidad. - ¿Te has acostado con ella? - Grace la acorrala y ella tiembla suavemente. - No creo que necesite contestar a eso. – Le señala poniéndose las manos en los bolsillos de sus pantalones. Grace insiste. - Tienes que decírselo a Mark, Marlene, todo lo que necesita saber. – Ella tiene una lágrima en los ojos. - Deberíamos regresar, los chicos comenzarán a preguntar dónde estamos. - Coge a Grace por el codo que se dan la vuelta para dirigirse de regreso al apartamento.  Grace le recuerda a Marlene que hable con Mark, cuando están a punto de entrar por la puerta. - ¡Hola! ¿Cómo fue el paseo? - David pregunta con una revista que estaba mirando. – Bien, bien. A Grace le pareció largo. ¿Dónde está Mark? - Marlene pregunta. - ¡Ducha! – Dice señalando hacia el dormitorio. Grace hace un gesto a David para que se dirija arriba con ella. - ¡Buenas noches! - Marlene entra en el dormitorio, se quita el suéter y se sienta en la cama bajando la cara entre sus manos, respirando profundamente. - ¡Oh! Yo no he venido aquí. - Mark entra en el dormitorio con una toalla envuelta alrededor de sí mismo. - ¡Hola! –       

 - ¡Hola, buenos días! Te levantaste temprano. - David saluda con una sonrisa. - ¿Café? - Él está llenando de agua la cafetera. - ¡Sí, gracias! - Marlene lo agradece. - ¿Grace durmiendo? – Pregunta. - ¡Sí! Vamos a Colonia hoy, de compras y ver la ciudad. ¿Y qué pasa contigo? – Le dice. - El doctor Kessler me ha pedido que comience la terapia con un niño que se rompió un brazo, quitó el hierro ayer y me pidió que le echara un vistazo esta mañana. - David le sirve una taza, Mark bostezando sale del dormitorio. - Marlene está trabajando esta mañana. ¿Quieres unirte a nosotros en Köln para visitar la ciudad? - Él sonríe abriendo el papel. - ¡Gracias! Pero tengo que ir al hospital y revisar algunos archivos. – Responde con aire perezoso. David sirve a Grace una taza y se dirige con ella a las escaleras. - Disfruta de tu día. - Marlene termina su café sin decir mucho. - ¿Vienes conmigo?– Le pregunta con sobriedad. - Déjame buscar mi chaqueta. – Hace una mueca de dolor y se marchan para el hospital.

Mark entra en su despacho y escudriña los archivos que había en el escritorio. - ¡Dr. Blair! – La recepcionista abre la puerta. - La señora Von Lahnstein desea verle. – Le anuncia. - ¡Por favor! Que pase. - Se levanta de su escritorio y le ofrece un asiento. - ¡Sra. Von Lahnstein! Es un placer volver a verla de nuevo. – Saluda muy cordial. - Gracias por recibirme tan pronto y en un sábado por la mañana. – Corresponde con una sonrisa hacia él. - ¿Está todo bien con Rebecca? – Le pregunta intrigado por la visita. - Ella está muy bien y recuperándose. En realidad ella está bien, parece estar admitiendo bien la terapia, pero estoy aquí en agradecimiento por lo que ha hecho. Me gustaría saber si usted y sus invitados podrían unirse a nosotros para cenar en el castillo mañana por la noche como una celebración por sus éxitos. - Mark se enderezó aclarando su garganta. - Déjeme tratar el tema con Marlene, no tenemos planes para mañana por la tarde y nuestros amigos están de excursión hoy, ¿Puedo hacer que Marlene le llame? – L e pregunta. - ¡Por supuesto! Marlene es muy querida. - Ella se levanta y estrechan sus manos y sale.

- ¿Dónde crees que vas? - Rebecca le dice ladrando cuando Lizette comienza a vestirse. - ¿Te dije que me iba a Berlín hoy o te olvidaste? - Le pregunta colocando sus manos en las caderas, Rebecca entrecierra los ojos. - ¿Tienes que…? Quiero decir que has estado fuera una semana y necesitamos un tiempo muy necesario juntas. - Le dice como en un ruego. - Deja de hacer pucheros. -  Lizette se sienta en la cama a su lado. - Vuelve a la cama. - Ella bromea colocando sus dedos en el botón superior de su camisa. - ¡No puedo! - Se pone de pie y entra en el cuarto de baño. Su teléfono celular en la mesilla de noche vibra anunciando un mensaje. - ¡Lizette! - Rebecca grita, ella no contesta, coge el teléfono y mira el mensaje que aparece en la pantalla. - ¿Cuándo llegas? – Lee, mira el nombre del remitente, Francisco. El nombre le es familiar, solo que no puede recordar por qué. Cierra los ojos y se estira, pero no encuentra respuesta. - ¡Lizette! - Ella grita de nuevo. - ¡Sí Rebecca! - Ella sale de lavarse el pelo. – ¡Un mensaje! - Le entrega el teléfono. - ¿Quién es Francisco? -  Interroga sabiendo que ya había preguntado sobre él con anterioridad. - Él es el fotógrafo que se usa la compañía en muchos de los desfiles que yo trabajo. – Responde de forma aleatoria inventando. - ¿Por qué? - Ella frunció el ceño. - Él es el que pregunta. ¿Por qué debería estar cuando llegues? Siempre has sido puntual. - Lizette traga saliva y trata de sonreír. - ¿No me digas que estás celosa? – Señala. - ¿Debería estarlo? - La respuesta es dura. - ¡Te amo! Francisco no significa nada para mí. -  Ella se inclina y besa sus labios. - Tengo que empacar. – Sonríe. - ¿Cuándo estarás en casa? - Lizette empieza a sacar su ropa del armario.   - El lunes por la tarde. Haremos un rodaje mañana después del desayuno con la cliente. Además me reuniré con una nueva agencia sobre un trabajo en Lisboa. – Le indica   mientras va doblando su ropa. Rebecca suspira profundamente. - Supongo que no puedo detenerte. - Lizette se dirige hacia Rebecca. - Ya sabes cómo es el trabajo y tengo que hacerlo mientras pueda. – Ella coloca la mano en el rostro de Rebecca acariciándolo. - Si alguien sabe acerca de la devoción y la dedicación al trabajo eres tú, Rebecca. - Ella cruza los brazos para mirarla con fijeza, suspira.   - ¡Lo sé! Solo estoy decepcionada, eso es todo, esperaba tener más tiempo contigo, no hemos tenido mucho últimamente y te echo de menos. - Se queja de la situación. - ¡Lo sé! Estaré de regreso el lunes y tendremos unos cuantos días. ¡Te lo prometo! Me tengo que ir mi taxi, estará aquí en breve. - Cierra su maleta y besa a Rebecca nuevamente.  Rebecca se asoma a la ventana para contemplar como se aleja. Se recuesta en la cama y cierra los ojos volviendo a dormirse y sueña. Esta vez es Marlene y su aventura. Despierta abruptamente y comienza a revolver su ropa buscando el teléfono. Envía un mensaje preguntando si puede venir al castillo. 

Rebecca se ducha y se viste. Lee una revista esperando su llegada. Marlene entra en el invernadero con algo de misterio. - ¡Gracias por venir! - Se sienta en el sofá frente a ella. - ¿Estás bien? – Pregunta algo sorprendida por la llamada. - Quería que supieras que decidí no contarle a Lizette sobre lo ocurrido. – Comienza a hablar.  - No podría dejarte preocupada por lo que crees que ella podría hacer o decir. Lo he pensado bien y tenemos que estar de acuerdo. Pero con el tiempo tendrás que decirle a Mark la verdad. -  Rebecca la agarra por la mano y Marlene se levanta y se pone a caminar. - Sé que no necesito decirte cómo duele la infidelidad y cuando mientes durante semanas o meses al respecto, no solo te lastimas sino que lastimas al otro. – Le recuerda con tristeza. – Se lo que será mejor para ti, se lo diré a Lizette porque es lo correcto, pero no, mientras estés aquí. - Afirma con una expresión triste sobre ella. - No puedo creer que haya dejado que esto suceda - Mira a Rebecca. -  Que te haya puesto en esta situación. - Continúa secándose los ojos. - Tengo que preguntarte cuál es tu motivo, quiero decir. ¿Por qué? - Marlene se aclara la garganta y se coloca de nuevo al lado de ella en el sofá. - Amo a mi marido y mentirle no es algo quiera hacer, diez años fue mucho tiempo sin verte, estaba feliz, encontré una carrera y nunca quise volver aquí. -  Rebecca la mira a los ojos. - Pensé que cuando él cogió tu caso, insistió en que sería bueno para ti que yo pudiera manejarlo. Nuestras vidas han cambiado, tú misma lo dijiste.- Hace una mueca y balbucea. - Pero lo único en que pensaba era en lo que echaba de menos estar contigo. – Continúa tartamudeando. - Estaba celosa de Lizette, tu vida con ella, fue mía una vez, pero no pude ver más allá de ti. De aquella infelicidad, supongo que se podría decir que fui egoísta y necesitaba encontrarme a mí misma. - Rebecca la detuvo. -  Puede que no lo sepas, pero es necesario que encuentres tu camino y seas feliz. ¿Qué puedo decir de mí? No puedo rogarte que te quedes en un lugar donde las cosas no estaban bien, miro hacia atrás y pienso en cómo te traté y cómo dejé que mi familia y el negocio me manejaran durante mucho tiempo hasta que me di cuenta que me había quedado sin nada. - Acaricia la cara de Marlene con la mano. -  Mark es un hombre afortunado dile que, desearía poder decirle lo ingeniosa, inteligente y talentosa que eres, si solo pudiera compartir con él lo que teníamos. -  Sonríe agradable. – Mark sabe qué clase de persona soy, él me ama y me trata como a una reina. - La mirada de Marlene torna sombría. - ¡Entonces! ¿Por qué estás aquí? Sé que te llamé y te pedí que hablásemos, pero ... - Las puntas de los dedos de Marlene se dirigen a los labios de Rebecca. - ¡Por favor Rebecca! -  Mira en la profundidad de sus ojos. - ¿Qué es lo que quieres de mí, Marlene? - Rebecca pregunta algo inquieta, sospecha que algo puede ocurrir y se enerva un poco. - ¿No es obvio? – Le responde en un susurro. Se miran un segundo y sus rostros se acercan, sus labios entran en contacto de un suave beso. Rebecca separa los labios de Marlene.  Apasionadas, gimen y gimen al  a besarse con intensidad y fuera de control. - ¡Te quiero! – Marlene acaricia los labios de Rebecca con los suyos. Ella se retira. - ¡No puedo! - Se levanta y se aleja de Marlene. - ¡Rebecca! – La llama caminando detrás de ella que se vuelve para mirarla. - ¿Sabes cómo me haces sentir? - Le pregunta tratando de aliviar la angustia de Rebecca. - Yo, sé cómo solía hacerte sentir, pero ahora… - Marlene deja de hablar poniendo sus labios en los suyos con impulso erótico y empieza a desnudarla. Rebecca aprieta su musculatura tratando de evitar sus avances. - ¡Por favor! Marlene detente. – La respiración se hace más profunda y jadeante. Los labios de Marlene acarician y besan el cuello de Rebecca, siente las pequeñas gotas de sudor que se elevan en su piel, mientras saborea su dulzura. - Te he echado mucho de menos. – Dice ella con suave tono abrazando su pecho con sus manos y acariciándola con lentitud. El corazón de Rebecca se acelera, un deseo salvaje de agarrar a Marlene la inunda y pone su mano en la nuca para atraerla hacia si. La punta de su lengua dibuja los labios de Marlene. Rebecca la desviste y se queda mirando con lujuria su carne desnuda. Rodea su cintura lentamente con las manos para entrar en el dormitorio y caer en la cama.
Rebecca yace, encima de ella, sus carnes fundidas en el calor de manos sensuales apasionadas y dedos serpenteando sobre deseos guiados, la lengua de Marlene viajó lenta y metódicamente hasta el montículo de Rebecca, deslizó su mano provocando en ella fuego, se mueve y se retuerce, gimiendo en éxtasis. Se mueve rápidamente sobre Marlene con sus manos y la acaricia haciéndola vibrar hasta que ella llega al clímax sin control.
Los rayos de sol que penetran a través de la ventana hacen que se formen sombras sobre la piel de los cuerpos desnudos de las dos mujeres envueltas firmemente en un abrazo. Marlene con su dedo traza el puente de la nariz de Rebecca. - ¿Qué estamos haciendo aquí? - Rebeca propone la pregunta a Marlene. - ¿Qué quieres decir? – Ella repregunta a su vez. - ¿Qué es esto para ti? - Rebecca preguntó. - No sé qué es esto en realidad. - Ella se vuelve algo adusta. - Dices que amas a tu marido, pero estás en mi cama. -  Marlene se incorpora y se frota la cara. - Debería vestirme e irme, Mark debe estar preguntándose dónde estoy. – Se levanta de la cama. - ¡No tan rápido! - Rebecca la agarra de la mano, Marlene se deja caer a su lado y se besan con sus lenguas entrelazadas en un momento perdido. – Me tengo que ir. - Se desprende de las manos de Rebecca. - ¡Marlene, por favor! - Ella se pone la camisa sin contestarla. - Tengo mucho que pensar. - Rebecca sale de la cama y se viste con su bata. - ¿Esto es sexo para ti? - Ella aborda el tema de nuevo. - Tengo que irme. – Agarra el bolso y sale por la puerta dejando a Rebecca en un momento tierno pero incierto. Rebecca se recuesta y se cubre en el mismo instante que siente una punzada en la pierna a causa de la rigidez. Rápidamente le escribe a Marlene un mensaje quejándose de mucho dolor, arroja su teléfono a la cama y suspira en voz alta sus pensamientos sobre Lizette y cómo la había engañado una vez más.
- ¡Marlene! - Elisabeth la llama cuando está a punto de salir por la puerta principal, - ¿Es por Rebecca que estés aquí temprano? - Ella mira a Elisabeth y duda con brevedad porque el teléfono chirria y lo saca del bolso. - ¡Eso es! Rebecca de nuevo tiene algo de rigidez, debo asegurarme de que está bien. - Ella tartamudea, Elisabeth la mira algo extrañada. - ¿Quería hablar contigo si tienes un momento? - Le pregunta, Marlene sonríe complaciente. - ¡Sí! - Ella se acerca a ella. - He hablado con Mark esta mañana y le pedí que acudan a cenar ésta la noche, tú y tus invitados, él me dijo que te preguntaría. - Marlene se queda en silencio y mira la pantalla para comprobar si ella tenía alguna llamada de él. - ¿Ha dicho eso? – Pregunta sorprendida. - Pero ya que estás aquí, creí oportuno preguntarte. – Se justifica Elisabeth. - Él no me ha preguntado. Creo que podemos, además el esposo de Grace, David, no ha visto el castillo, así que sí. – Le responde ella, volviendo al pasillo. - ¡Marlene! -  Elisabeth la detiene. - ¿A las Seis? – Ella le contesta con una afirmación.

martes, 16 de enero de 2018

Episodio décimo primero


Corazones robados.

- ¡Buenos días! - Saluda Tristán a Rebecca tocando en el hombro con el periódico al entrar en el comedor. - ¡Ehh! Debes de haber llegado tarde anoche. – Ella le responde. Él se sienta a la mesa, Justus sirve el café e intenta preguntar. - ¿Vas a desayunar? – Tristán responde afirmativo, Justus inclina la cabeza. – Haré que lo traigan. – Le dice y se da la vuelta para salir. - Pareces contenta esta mañana, ¿Cómo va la terapia? – Se interesa por Rebecca - ¡Bueno! Estoy algo tiesa esta mañana - Contesta ella recordando su noche de pasión con Marlene. - ¿Estás segura de que no mejoras un poquito? – Se echa a reír. Rebecca traga saliva apartando la mirada. Tristán busca alrededor. - ¿Dónde está Elisabeth esta mañana? - Investiga mirando a Rebecca. - En "LCL, tenía una reunión temprano. - Ella termina el desayuno de su plato. – Me tengo que ir tengo terapia en unos minutos. - Se seca la boca con su servilleta. - ¿Nos vemos después en la cena? -  Él pregunta. - ¡Sí, claro! -  Ella se levanta y le besó la mejilla, dirigiéndose a la sala de ejercicios. Al entrar se encuentra con Grace. - No me di cuenta de que ya estabas aquí. – Expresa en voz alta buscando a Marlene. - Marlene me dejó porque tenía que ocuparse de algo esta mañana. ¿Empezamos? – Grace pregunta. - ¡Claro! - Rebecca sonríe arqueando la ceja. Trabajan en ejercicios de estiramiento, se detienen para hacer un descanso. - ¿Agua? - Rebecca le ofrece y le da una botella, se sientan. - ¡Entonces! ¿Estás disfrutando tu estancia en Alemania? - Comienza la conversación. - ¡Si! Lo estoy, me gusta, Düsseldorf es una hermosa ciudad, casi odio irme. - Parece triste. - ¿Supongo que detestas perder a Marlene? – Pregunta con inocencia. - ¡Si! Ella es mi mejor amiga y la echo de menos. - Le transmite pensando en ella. - Es una persona maravillosa. -  Rebecca mira con una sonrisa pícara, Grace respira hondo. - Espero que no creas que soy demasiado atrevida, pero Marlene me habló sobre ti. – El corazón de Rebecca saltó en un latido que hace que baje su mirada. - Nunca pensé que se lo diría a nadie, sé que Mark no lo sabe. - Rebecca se recuesta en su silla, Grace sacude la cabeza. - Entiendo, no hay nada de que avergonzarse, ella debería contarle a Mark que tú fuiste una parte muy importante de su vida en el pasado. -  Narra solemne. - La herí muy mal Grace, sólo puedo imaginar el dolor profundo que sintió. Cuando ella se fue de aquí la segunda vez, se fue para siempre, nunca habría otra oportunidad entre nosotras y ambas tuvimos que seguir adelante, yo estuve inconsolable al principio. Sé, en mi corazón, que era lo correcto y tengo que respetar por qué ella sentía la necesidad de permanecer en silencio. - Grace frunce el ceño. - ¿Sabe Lizette acerca de Marlene? - Hay cierta vacilación por parte de Rebecca. – Ella, de alguna manera sabe algo, aunque no la conoce por su nombre, sabe que estuve enamorada una vez y que ella era mi gran amor. – Rebecca va aliviando sus tensiones mientras habla. - Marlene dijo que ustedes dos habían tenido que luchar para defender ese sentimiento. - Le menciona. - ¡Si! ¡Las luchas que tuvimos para estar juntas! Estábamos locamente enamoradas. - Ella se ríe pensando en los tiempos difíciles. Grace piensa por un momento. – ¡Rebecca! ¿Puedo decirte algo? - Ella le dirige una mirada de seria preocupación. Insinúa entre dientes. - Marlene y yo somos las mejores amigas desde que nos conocemos, me di cuenta de las muchas cicatrices que abundaban en ella. Nunca quise elucubrar mucho y no la he empujado. Pero al volver aquí ha cambiado de manera manifiesta. No es la Marlene que yo conozco. -  Se detiene un momento. - Me di cuenta de esos cambios cuando llegué y pasar un tiempo trabajando con ella. No ha estado tan cerca de mí como antes. Me di cuenta de que algo no estaba en su sitio. Cuando se habla de ti parece distraída, como perdida. Creo que todavía está enamorada de ti. - Rebecca levanta bruscamente la cabeza. - No sé si ese es el caso, quiero decir que amo a Lizette es mi futuro. Mark es un gran tipo que puede hacerla feliz, no podría volver a mí, arruiné cualquier oportunidad de darle lo que ella realmente quería y necesitaba. – Grace no se conforma con la sensata respuesta de Rebecca. - Me dijo que era duro estar a tu lado, que estás centrada en ti misma y tu familia y que eras una adicta al trabajo. - Ella la mira fijamente a los ojos de Rebecca mientras habla. - ¡Es cierto! Pero eso no cambia el hecho, no realmente. – Responde con tranquilidad. - Viviendo en New Haven, mantuvo ese hecho oculto, mantuvo esos sentimientos enterrados. - Rebecca rápidamente interviene. - Siempre la amaré en el fondo ella cosió las cuerdas de mi corazón, es el amor más grande. - Manifiesta sonriendo.  -¿Supongo que no estás realmente interesada? – Grace pulsa a Rebecca con clara intención. - ¡Uh! No. Como dije, Lizette es mi futuro. - Trata de ser convincente. - ¿Lista para continuar? - Grace interrumpe la conversación. - ¡Sí! -  Se ponen a trabajar de nuevo. Terminan la sesión justo cuando Marlene aparece. - ¿Confío en que Grace ha realizado un buen trabajo? - Pregunta en voz baja. - ¡Sí! Te eché de menos. – Le responde en un tono reconfortante. - Tenía asuntos en el hospital que cerrar. ¡Lo siento! - Se disculpa con amabilidad. - ¡Grace! ¿Estás lista? - Pregunta abriendo la puerta. - Espera Marlene. ¿Puedo hablar contigo? - Ella le ruega con delicadeza. - ¡Si me disculpan! Esperaré en el auto. Adiós Rebecca. – Grace se despide sintiendo que está de más y las deja solas. - ¿Sí? - Marlene afirma con interrogante, Rebecca hace una mueca. - ¿Supongo que estás enfadada conmigo? - Pregunta mirando al suelo. Marlene gruñe levantando la barbilla de Rebecca con el dedo índice. - No lo estoy. Pero me acabas de golpear con una o dos clavijas. - Ella intenta sonreír. - ¡Lo siento! No quise hacerte daño Marlene. - Ella se encoge de hombros. - Grace habló conmigo. - Marlene entrecierra los ojos. - ¿Qué? - Rebecca se acerca más a sus manos y encuentra allí el camino hacia las caderas de Marlene. - La otra noche. - Comienza a hablar. - Cuando hicim… - Interrumpe Marlene poniéndole los dedos en los labios. - ¡Por favor no! Sé que no debimos hacerlo, me dijiste que fue un error, no dijiste nada a Grace. – Marlene se preocupa. - ¡Nooo! No, no, no lo hice. ¡Por favor! Déjame terminar. - Marlene la mira a los ojos. - ¡Está bien! Quieres hablar, pues habla. -  Mira hacia las manos de Rebecca. - Marlene, eres maravillosa y muy bella. Tienes mucho para ofrecer, entiendo por qué te fuiste, pero mira, lo feliz que eres, una carrera en ciernes, un marido que te quiere. - Marlene toma la mano de Rebecca y la aprieta suavemente. - Me preocupo por ti Rebecca, pero no voy a arruinar la tuya o mi vida, tomé en serio lo que acordamos, que ahora tenemos vidas separadas, yo solo tuve un momento fugaz. - Rebecca permanece en silencio. - Tengo que irme, Mark estará en casa esta tarde, te veré el lunes. – Se marcha y la deja sola de pie sin palabras. Rebecca toma la toalla que estaba envuelta alrededor de su cuello y se seca las gotas de sudor que están pegadas a su frente.
Un agudo rayo de luz se disparó a través de su cabeza, un recuerdo de algo que se había despertado en su interior frunció el ceño haciendo muecas y frotándose las sienes, Lizette hace eco en su cerebro.

- Llegas tarde a cenar, no pensaba que fueses a venir. -  Tristán saluda con la boca llena. - ¡Lo siento!  Tuve un duro entrenamiento esta mañana y estoy un poco dolorida y cansada. – Le responde sentándose al lado de él. - Tengo los informes trimestrales listos para sus revisiones. - Elisabeth incorpora un tema de conversación que discuten durante la cena.  Tristán y Rebecca se trasladan a la gran sala después para tomar una copa. - ¿Marlene es dura contigo? - Pregunta burlándose de ella. - ¡No! En realidad, su amiga Grace fue quien me dio la sesión hoy. - Ella respondió con sarcasmo. - ¿Grace? No creo que la haya conocido. - Sirve a cada uno de ellos un whisky. - ¡Gracias! – Le entrega la copa y se sienta de nuevo. - Marlene decidió que no podía trabajar contigo todo? -  Su pregunta es un poco brusca. - ¡No! Creo que hoy tenía asuntos pendientes en el hospital. - Ella elude la respuesta. Se hace un silencio.  - ¿Has tenido la oportunidad de hablar con Marlene? – Se sirve otra copa. – Algo. Ha sido incómodo a veces. - Aclara su garganta. - Sé que volver a verla debe ser difícil, tu gran amor. -  Tristán comenta tratando de obviar a  Lizette. - Amo a Lizette, Tristán, me gustaría que pudieras verlo por lo que es. -  Se pone a la defensiva, suspira sacudiendo la cabeza. - Sé que no lo quieres escuchar, pero algo no está bien con ella, ella es difícil y grosera. - Bromea pero no comparte sus sospechas. - Tuve una especie de relámpago hoy. - Ella cambia el tema y se viene ligeramente arriba. - ¿Recuerdas algo? - Pregunta con esperanza en su corazón. - Acabé escuchando el nombre de Lizette, que  hacia eco en mi mente. ¡No sé! -  Le dice mientras él piensa.  - ¡Hmmm! Tal vez pronto recordarás y podremos poner este horrible accidente detrás de todos nosotros. Por cierto, he convencido de traer a Ann y las chicas de visita la semana que viene.- Su tono mejora, Rebecca sonríe. - ¡Genial! - Tristán suspira. - ¿Todo lo demás está bien?  Pareces preocupada. – Le menciona casualmente. Rebeca mira a su hermano. - Tú has sido mi confidente, mi luz en toda esta oscuridad y nunca te has apartado de mi lado. Me enfado y me frustro cuando no puedo recordar lo que pasó. – Interviene Rebecca con cariño. - Te quiero, nuestra hermana y yo no pudimos dejarte, pienso en lo mal que te traté y cuando perdiste a Marlene. Ella y yo hicimos lo impensable. - Se detiene. - Simplemente sucedió, ya lo he superado, pero… - Ella deja de hablar brevemente. - ¿Pero qué?  -  Él la mira inquisitorio. - No estoy segura de que alguna vez lo haya superado. - Expresa con la las palabras perplejas ante él. - ¿Qué quieres decir? ¿Qué ha sucedido durante el tiempo que pasas con ella? - Él pregunta poniendo su atención completa en ella. - ¿Qué ocurre? ¿Sucedió algo, con ella? ¡Rebecca! - Suplicó abruptamente. - ¿Importa? ¡No es nada!- Se arruga, la frente le arde y su corazón se acelera pensando en su encuentro de sexo romántico. - ¡Te conozco! Algo pasa. – Le toca el brazo a Tristán temblando. – Yo… hice el amor con ella. - Tristán mira alrededor de la habitación, conteniendo la respiración - ¡Está casada! - La mira con incredulidad. - Ella apareció tarde la otra noche, empezamos a hablar, pero no estaba allí solo para hablar, quería más. - Rebecca se expresa con sensación culpable. – Una cosa llevó a otra y terminamos en mi cama. – Describe con precisión. - ¡Ahh! ¡Mi hermanita! - Replica él. – Esto no es gracioso, es serio Tristán. Engañé a Lizette y Marlene a Mark, hicimos lo que no debíamos. - Suspira en voz alta y se enfada. - ¡Bueno! Lizette no es mejor…, perra. - Refunfuña por lo bajo. – No seas imbécil, Lizette es inocente en esto. – Argumenta. -  Lizette nunca es inocente Rebecca. - Resuena bebiendo el resto de su bebida. Rebecca se levanta. - Si tu no lo estás, yo si estoy agotada y necesitada de una ducha. – Se va y lo deja reflexionando sobre lo que ella había compartido con él.

Lizette se gira y levanta mirando las puertas francesas que se asoman por encima de la costa. Estira y arruga su almohada causando que el hombre que está en su cama gruña y se retuerza. Sale de la cama deslizándose en su camisa y camina hacia la puerta. - Vuelve a la cama, es temprano. - Él se queja. - Voy a la ducha y a empacar,  Francisco. -  Le dice en una risa. El individuo alto y delgado salta de la cama cogiéndola en sus brazos. - Rebecca me espera de vuelta. No puedo esperar otro día. Además tienes que volver a España. – Ella le dice, él la besa. Sus ojos castaños claros clavados en los de ella, toca su fino bigote. - ¿Cuándo va Rebecca a saber algo acerca de nosotros? – Pregunta muy interesado. - ¡Francisco! No estoy lista. Ella ha pasado por muchas cosas y no necesita ningún estrés o desilusión en este momento y yo todavía no estoy preparada. – Le dice argumentando. - Lo que tenemos es mágico y completamente erótico. ¿Por qué arruinarlo si estamos constantemente el uno con el otro? - Ella se quita la camisa y abre el grifo de la ducha. - ¡Únete a mí! -

Mark y Marlene están tendidos en la cama. -Te eché de menos. - Le dice mientras se retuerce una mecha de pelo con el dedo. - ¡Y yo a ti! - Le responde sonriendo y luego le besa. - Fue una semana larga, había mucho que hacer y aprendí  mucho. – Explica Mark. – Tu siempre tan talentoso. ¿Tanto había allí de lo que no sepas hacer? -  Ella se ríe y empieza a hacerle cosquillas, se ríen. El rueda encima de ella. - Quiero hacer el amor. – Le dice seriamente. - ¿Ahora? - Ella dice temerosa. – ¡Marlene! ¿Qué pasa? ¿Dije algo inconveniente? - Ella lo silencia. – Grace, David. – Señala con el dedo hacia el techo. - Grace y David están arriba haciendo sus recuerdos dorados, deberíamos estar haciendo un bebé. - Él arquea su frente desabotonando su camisa, ella agarra su mano. - ¡Mark! - Él coloca sus labios en los de ella. Marlene siente una frialdad a su roce, no quería discutir en tener un bebé. La idea de que ya podría estar embarazada era difícil de pensar. - ¿Te encuentras bien? - Él pregunta mientras se quita la camisa y la tira al suelo. Ella se acuesta de su lado lejos de él. - He estado fuera una semana. ¿No quieres hacer el amor? - Le ruega trazando el lado de su brazo con el dedo. - ¡No en este momento! -  Se muestra inflexible. - La mayoría de las esposas se alegran de ver a sus maridos después de haber estado fuera por un tiempo. - Él le agarra por el hombro y se acerca. Marlene se sale de la cama sin decir una palabra, entra en el cuarto de baño y se desnuda, se viste con la bata que cuelga en la parte interior de la puerta del baño. Asoma la cabeza para ver a Mark allí  tumbado mirando al techo. Abre el botiquín y extrae el paquete de píldoras anticonceptivas del estante y se toma una.  Por un instante piensa, “ ¿Qué pasa si estuviera embarazada?" Mete la caja de las píldoras detrás de unas botellas de medicina y abre la puerta. Mark gira la cabeza hacia el crujido de la puerta que se abría y silba ante la piel desnuda que se presenta detrás. -Te he echado de menos. – Le susurra él mirando fijamente el torso apretándose contra su pecho cuando ella se arrastra a su lado. Él traza su cuello con su lengua, Marlene piensa en Rebecca, su toque de la manera en que la besó, la pasión que compartieron. Cierra los ojos con fuerza con la esperanza de que Mark no note cambio en ella haciendo el amor. -Te amo Marlene - Exclama exhausto por el esfuerzo. - Te amo también. - Se vuelve de nuevo a su lado tirando del edredón sobre su carne. Se sintió fría e indigna del contacto con sus sentimientos. Marlene gime entre dientes pensando en el maravilloso hombre que estaba a su lado. Los secretos que logró mantener, pero todo lo que podía hacer era estar allí y pensar en Rebecca, su sonrisa, su encanto y lo enamorada que todavía está realmente de ella. - ¿Sabes cuál es mi horario lunes? – Mark interrumpe sus ensoñaciones. Le pregunta de una manera extraña.  - ¡No! No lo sé, no creo que tengas alguna cirugía la semana que viene. – Le responde tranquila, todavía aturdida por Rebecca. - Deberíamos ver a un ginecólogo. ¿No crees? - La pregunta la sorprende, pero también la aterroriza en cierto modo. - Realmente no creo que sea necesario, dale algo de tiempo. - Le sugiere en voz alta. - ¡Sí! No deberíamos tener prisa, por si sucede. - Él deja de hablar aliviándola sobre el hecho de ser madre, y la duda de que puede estar ya embarazada.
La cena la comparten con David y Grace. - Yo estaba pensando en dar un paseo por el Rin, es un hermoso lugar. - Propone Grace secando el último plato. - ¿Tú y yo? - Le dice Marlene. - ¡Me parece bien! - Ellas cogen sus suéteres y dejan a David y Mark hablando de negocios.

- Estabas terriblemente callada esta noche. – Marlene se cruza los brazos mientras camina. - Mark quería hablar de tener un bebé, ha comenzado a hablar de un ginecólogo y de obstetricia. – Le responde algo frenética. - ¡Cálmate! ¿Qué le dijiste? -  Marlene se inclina sobre la barandilla y mira fijamente el agua del río. - Le dije que no era necesario que le diéramos un poco de tiempo. – Contesta. - Entonces ¿No le dijiste que ya lo estarías? – Le recrimina. Ella rápidamente le corta. - ¡No! Quiero estar segura, simplemente no he tenido las agallas para obtener una prueba de embarazo, solo para ver. -   Le dice cruzando sus brazos. - ¿Y si estuvieras embarazada? - Preguntó cautelosamente. - ¡No sé! Es mucho para absorber y… - Mira a Grace. - Necesito hablarle sobre Rebecca, no puedo tener este secreto sobre mí. - Grace la abrazó. - Sé que tienes miedo, miedo de lo que él pueda pensar, pero sé que Mark puede estar decepcionado, pero la verdad es lo mejor para ti. – Le cuenta. - Tengo algo que decir, por favor escucha. - Grace se agarra la parte superior de su brazo y continúa. – No veo la forma de pararte. - Marlene no espera el siguiente razonamiento. - No he contado nada sobre Rebecca porque sé que todavía estás enamorada de ella. - Marlene la mira con expresión de espanto.