Una separación necesaria

Una separación necesaria

jueves, 8 de abril de 2021

7. Un mundo diferente

 

Te quiero. Pero no a mi lado.


Pasan unas dos semanas antes de que las recién casadas, Carmen y Paloma, den señales de vida. Al regresar de su luna de miel se han dedicado a poner las rutinas de su nueva vida matrimonial en orden. Al tiempo van contactando con sus amistades, entre las que, obviamente está Marian.  

Una tarde mientras se acicala esperando a Laura suena el teléfono, descuelga al ver quien llama.

- ¡Carmen! ¡Que sorpresa! ¿Ya habéis vuelto?- Responde con preguntas.

- ¡Sí! Ya llevamos aquí unos días. Teníamos muchas cosas pendientes y no hemos tenido tiempo de hacer otra cosa que ordenar la casa, hacer papeles. Pero ya hemos acabado.- Le cuenta de una tacada. - ¿Tienes algo que hacer esta tarde?-

- ¡Bueno he quedado! ¿Por qué?- Pregunta intrigada.

– Para vernos. Tenemos mucho que contarte. ¿Te apetece?- El comentario despierta curiosidad en Marian.

¡Sí que me apetece…! Te llamo en un rato.- Cuelga y llama a Laura. No le responde. Le extraña y vuelve a marcar, sigue sin responder. Decide esperar unos minutos mientras termina de arreglarse.  Laura en ese momento está aparcando cerca del domicilio de Marian. Sale del coche y ahora es ella quien la llama. Marian descuelga.

- ¿Dónde estás? – Pregunta con intranquilidad.

- Delante de tu casa, acabo de llegar.- Responde extrañada Laura.

Bajo ahora mismo. - Marian cuelga, coge el bolso y sale a toda prisa. Se encuentra con Laura en la puerta de la cafetería de Raúl. Se besan en la mejilla fraternalmente.

- ¡Dime! ¿Qué pasa?- Pregunta intrigada.

- ¡Vamos, tomemos un café! - Le dice algo inquieta. Entran en el local de Raúl y piden sendos cafés con leche. Toman asiento en una mesa. Marian sacia la curiosidad de Laura.

¡Verás! Acabo de hablar con mi amiga Carmen. Ella y Paloma han vuelto de su luna de miel. ¿Te acuerdas la noche que nos encontramos y me asaltaste en aquel cuarto de baño?- Laura asiente. – Ese día se habían casado. Lo estábamos celebrando. No las he vuelto a ver desde entonces. Carmen es una gran amiga desde que éramos niñas. Por más que no me he acordado de ella desde que estoy contigo. Necesito hablarte de ellas…-

Poco a poco Marian le va narrando la historia de su infancia, el descubrimiento con Carmen y todos los sucesos acaecidos con los padres de ambas. Cómo se volvieron a encontrar. La amistad que las une y lo contenta que está porque ella ha encontrado el amor de su vida en Paloma, su esposa.

Le relata que al reencontrarse descubrió a una Carmen madura, nada que recordara a aquella joven flaca casi sin pecho ni caderas.  Carmen había crecido lo suficiente para presentar un físico hermoso y un rostro más bello de lo que ella recordaba. Le explica que durante semanas no hicieron otra cosa que hablar del pasado, de cómo les había ido en la Universidad y en el trabajo.

Esta tarde me ha llamado y quiere que nos veamos. Tiene mucho que contarme.- Por fin respira.

- ¡Vaya! Por fin sé algo más de ti. Eso que me has contado de tus padres es muy duro. Deberíamos hablar de ello más despacio. Necesito saber de tu vida. ¡Bueno! ¿Y qué vamos a hacer?- Pregunta curiosa.

- Quiero que vengas conmigo, me gustaría que las conocieras. Te aseguro que vas a estar muy a gusto a su lado. - Marian mira con recelo a Laura que parece dudar en la respuesta.

- ¡Cariño…! No sé. ¿Quién sería yo, según tú? ¿Una amiga o tu novia?-

- Lo que tú desees. No voy forzar la situación. Ya lo sabes. Tú decides.- Laura piensa por un momento.

No existe un manual mágico para comenzar a salir del armario. Hay que ser consciente de que es un proceso que se repetirá en infinidad de ocasiones. Armarios hay muchos y motivos para no salir de ellos más; pero no se puede olvidar, que al no hacerlo se aleja uno de los que te rodean y puede cambiar a una persona alegre y abierta en alguien distante y aislada.

- ¡Está bien! Tengo claro que he vencer mis miedos. Voy a dar un paso, pero necesito tener la certeza de que nadie más lo sabrá. Soy tu novia y habrá que empezar a decirlo por algún sitio. Si tus amigas son de confianza. ¡Novia! -  A Marian se le ilumina la cara.

- ¿De verdad cariño? ¿Estás decidida a dar este paso?- Marian no acaba de creerlo.

Eso he dicho. Pienso mucho las cosas antes de dar un paso. Llevo días dándole vueltas a mi cabeza de cómo enfrentarme a ello, ésta parece una buena oportunidad para dar un primer paso. Cuando decido mirar hacia adelante lo hago sin dudas. Supongo que contarlo en ambiente desconocido pero fiable, puede estar bien. - Le dice con solemnidad. Marian la abraza y besa su mejilla como si fuesen sus labios.

Salir del armario, quizá sea una de las decisiones más complicadas y a la vez más satisfactorias de la vida de todo homosexual. Vivir fingiendo ser otra persona y sintiendo miedo a ser rechazado por ser una misma, en ocasiones, puede convertirse en algo muy angustioso que puede generar un constante estado de alerta. A la vez que de forma inconsciente se construye un muro para no ser lastimada, muro que igual que nos protege de las flechas, también nos distancia de los besos. Laura adolece de tener ya un muro, levantado hace tiempo, para proteger su intimidad de agresiones externas, siempre se ha sentido protegida tras esa coraza de aparente personalidad recia e inquebrantable. Ahora tiene ya creada una nueva defensa donde proteger esa posibilidad de reconocerse homosexual. Pero comienza a ver claro que debe reconocerse como tal y salir del armario comienza a inquietarla. Acaba de encontrar un lugar seguro donde poder hacerlo sin riesgos de que otros puedan inmiscuirse en su intimidad y espera que la fortuna le acompañe.

– No te arrepentirás, vida mía.- Marian le susurra al oído, coge el móvil y marca el número de Carmen. Es Paloma quien contesta. Habla con ella un instante. 

- Quedamos en su casa, Carmen está en la ducha. En lo que llegamos estarán listas.-

Se meten en el coche y parten rumbo a la Plaza del Comercio.

Paloma y Carmen las esperan en la calle. Laura aparca el vehículo. Marian presenta a Laura a sus amigas sin decir nada de su relación. Han hablado que sea ella quien se reconozca como su novia. Las recién casadas ya han decidido donde ir y se encaminan hacia el Pub cercano, regentado por unos amigos de Paloma. Durante el paseo Carmen habla con Marian de las cosas comunes, van haciendo risas. Paloma y Laura caminan una al lado de la otra.

Me ha dicho Marian que estáis casadas.- Comenta Laura a modo de interés.

– ¡Sí!- Responde Paloma con cierta seriedad.

También me ha dicho que Carmen es amiga de toda la vida.-

- ¡Es cierto! Han pasado mucho.- Le comenta a modo de aclaración.

- ¡Lo sé! Me lo ha contado. Debe ser una gran persona. Marian parece que le tiene mucho cariño.- Expone Laura sin intención.

 – ¡Lo es! Me he casado con ella por eso. Y tú ¿Qué relación tienes con Marian?- Laura se siente atrapada por la pregunta. Lo primero que piensa es decirle que es su novia, pero duda.

Somos compañeras de trabajo, y somos muy buenas amigas. - Responde huyendo de la verdad, un poco sonrojada y con una sonrisa forzada.  Paloma la mira y hace un gesto de contrariedad, algo le dice que esa respuesta es obligada, no hace ningún comentario, pero la mira con intriga. Caminan hasta el Pub de Guillermo y Pablo que reciben al matrimonio con abrazos y felicitaciones.

- ¿No fue aquí donde nos besamos por segunda vez? – Pregunta Laura en voz baja al oído de Marian. Ella le sonríe con cara de felicidad.

- ¡Sí! En ese servicio. – Le responde señalando con el dedo. Ambas se ríen con regocijo.

Durante un rato las recién casadas saludan a conocidos y algunas amistades allí presentes. Casi parece un acto de protocolo social. Paloma y Carmen saludan, hablan y reciben enhorabuenas continuas. Por fin se sientan en compañía de Marian y Laura. Carmen está feliz, se le ve en la expresión, Paloma parece algo más seria, pero no deja de traslucir cierto contento de la mano de su esposa.  La conversación circula por las cosas que les han sucedido en el viaje de luna de miel, lo narran con todo lujo de detalles. Más tarde pasan a hablar del trabajo, la política, la ciudad, y temas de lo más trivial, hasta que en un momento dado Carmen, algo intrigada, le pregunta a Marian sobre ella y su acompañante.

- ¿Así que sois compañeras de trabajo?- Pregunta con inocencia.

- ¡Sí! – Responde Laura atropellada.

- ¿Seguro que nada más?- Laura no sabe que decir. Regresa la duda. No sabe cómo decirle a una desconocida que ama a Marian y que es su novia.

- ¡Bueno!  ¡No sé! Es difícil explicarlo…- 

- ¡Que te gusta Marian! Se nota a la legua.- Paloma ejerce de adivina.

- ¿Queeé?- Brama una sorprendida Laura.

– He visto como la miras, son cosas que no sabemos esconder cuando estamos enamoradas. No debes sorprenderte ella te mira igual.- Laura no sale de su asombro. De repente Paloma llama la atención de Marian.

- ¡Marian! Laura dice que sois compañeras de trabajo. ¿Es cierto?- Marian se gira hacia ella sorprendida de lo extraño de la pregunta.

- ¡Sí! Es cierto.- Expresa dubitativa.

– Es raro porque me ha parecido ver que os coméis con los ojos.- Laura se queda petrificada, balbucea algo incomprensible y mira hacia otro lado, como enfadada. Carmen mira con sorpresa a Marian que a su vez ojea preocupada a su novia. Antes de decir nada se acerca a ella para susurrarle al oído.

Tranquila cariño, a Paloma le gusta jugar. Siempre puedes tomártelo a broma.- Acto seguido mira a Paloma con severidad. 

- ¡Vale, vale! Lo pillo. Y lo siento, no quería molestar.- Se disculpa Paloma. Laura baja la cabeza y mira al suelo, respira y levanta la mirada.

- ¡Está bien! No tienes que disculparte. Soy yo quien tiene los problemas…- Marian la interrumpe, se acerca a su oído.

No tienes que decir nada. Otro día. - Carmen muestra curiosidad.

– ¿Es que hay algún problema?  ¿Qué te ocurre? ¿Podemos ayudarte?- Le dice a una Laura temblorosa.

- ¡No! No es necesario. - Responde, toma aire y habla. – ¡Está bien! Es la primera vez que lo voy a decir y estoy algo nerviosa... Marian y yo estamos… enamoradas, solo es que me cuesta decirlo, admitirlo y adaptarme a estar en compañía de una mujer. Me muero de vergüenza, no sé… ¡Me cuesta superarlo! Solo es eso. -  Laura respira hondo. Marian la abraza.

- ¡Muy bien, amor mío! Te quiero.- Le susurra al oído. A Laura se le escapa una lágrima por la tensión, Marian le responde de forma positivista. Ha superado ese primer paso, tenía pánico a realizar una confesión de algo tan íntimo y comprometido. No es fácil salir del armario y tampoco hace que los problemas se solucionen de forma instantánea. A la larga las cosas pueden ser mejores y al hacerlo con personas que se espera comprendan la situación, la tarea resulta algo más fácil de armar y de expresar. Para ella las amigas de Marian aún son unas desconocidas, pero confía en su novia.

- ¿Te da vergüenza decir que eres gay? – Pregunta Carmen con curiosidad.

- ¡Sí! Me da mucha vergüenza. Tengo miedo a las críticas, al qué dirán, mi familia, el trabajo… Esto nunca me había pasado. Es la primera vez que me enamoro de verdad… y de una mujer.  – En ese momento Carmen y Paloma se miran con incertidumbre.

- ¿Por qué? Hoy en día no debe ser un problema, a menos que no lo aceptes. – Le responde Carmen con seguridad.

Ese es mi problema, no me considero homosexual, solo me he enamorado de Marian sin percibirlo. Estoy en un mar de dudas y asustada con este sentimiento. Me horrorizan las opiniones ajenas y todavía me avergüenza el que me vean con una chica como pareja. Pero creedme, quiero a Marian con todo mi corazón. – Laura se explica con cierto nerviosismo.

- ¡Te creemos! Pero debes dejar de pensar de esa manera, no es saludable. Sabemos lo difícil que es salir del armario. Enfrentarse a la selva que es la sociedad, cuesta. Pero insisto debes alejar esos pensamientos de ti. – Le dice Paloma con cierto candor.

Lo que opinen los demás es solo eso, opiniones, opiniones diferentes a las tuyas. Es el contraste, si todos opináramos lo mismo, esto sería un aburrimiento de sociedad. Tómalo como lo que es, una opinión diferente a la tuya. – Carmen argumenta con sobriedad.

Quien te critique solo está diciendo que es alguien que no está preparado para asumir tu personalidad. – Marian ratifica con aplomo el argumento anterior.

Tu ama a Marian como lo estás haciendo, de esa manera tan bonita que has dicho. Si alguien se molesta por ello, es porque ha decidido molestarse. En una palabra, es su problema, no el tuyo. – Paloma habla con sabiduría mirando fijamente a los ojos de Laura que acepta el argumento como bueno.

Nunca me he cuestionado mi sexualidad, siempre he creído que era hetero, no necesité hacerlo, no tenía dudas porque nunca se me presentaron como ahora. -

- La sexualidad forma parte de nuestra identidad como personas y es muy importante definirla. Mientras no te la cuestionas, es difícil entender la importancia que puede llegar a tener, y debes tener la certeza que forma parte importante de tu propia realidad. – Paloma ilustra el pensamiento de Laura que escucha con atención sus palabras.

- Si de verdad te enamoras, lo haces de una persona, de sus cualidades y sus atractivos. Ella hace que te sientas bien a su lado. El que sea hombre o mujer, llega a ser un aspecto secundario. Si ese amor hace que vivas en paz a su lado y, que cuando te emociona, notas que es de felicidad. Entonces, estás en el camino del amor verdadero. – Laura se estremece inquieta ante la reflexión de Paloma, que despliega toda su inteligencia hacia ella. – La sexualidad es una parte de tu ser, no una razón de existir. También nos define en cómo nos relacionamos con el resto de la sociedad que nos rodea. Pero insisto, debes sentirte a gusto al lado de la persona que amas, al lado de Marian. Es una mujer, ¡Sí!, pero es la persona de la que te has enamorado y eso es lo bonito.-

En todo momento Marian no se separa de Laura, cree que necesita sentir su apoyo y que esté a su lado en un momento tan delicado. Sus manos entrelazadas, una suave caricia de sus dedos serenan el ánimo de Laura. No necesita preguntarle, mira a sus ojos y a su sonrisa para entender. Confesar públicamente su amor por Marian pensaba que le sería muy costoso. Ahora Laura se siente algo más relajada, ni por un momento se sueltan de la mano. La conversación ha tomado un sentido que a Laura le resulta reconfortante al percibir cierto apoyo emocional.

La homosexualidad no es signo e infelicidad. Ser lesbiana no implica que una persona sea alguien llena de conflictos internos o externos, que sufre y que puede llevar a terminar su vida de forma dramática. Eso solo ocurre en las películas y en las noticias. La normalidad es la que está oculta a ojos públicos, la mayoría de las parejas homosexuales, y somos muchas más de las que puedas imaginar, viven sus vidas cómodamente, sin las trabas que tanto se publican por ahí. -  Paloma remata su discurso quitando dramatismo a los pensamientos de Laura, que de pronto se siente acogida en forma agradable por las que ya considera sus amigas. 

La tarde termina entre risitas y pasándolo bien. Cuando las cuatro salen del Pub, Carmen las invita a la última copa en su casa. Allí se dirigen las cuatro abrazadas por parejas formales. Entran en la casa, Laura pide un refresco, dice que tiene que conducir y quiere dejar a Marian en su domicilio, sana y salva, y ella también. Un rato de charla y en un momento dado desaparecen Carmen al baño y Paloma a ponerse algo más cómodo. Al verse a solas Laura se acerca a Marian y la besa con toda la dulzura que le es posible.

- ¡Gracias! Ha estado perfecto, me siento bien. -

- Has sido muy valiente. ¿No ha sido tan difícil, verdad? Por eso te quiero.- Repiten el beso esta vez con intensidad. Ensimismadas besándose no se percatan de la presencia de Carmen que regresa del baño. Se oculta detrás de la puerta y las observa con una sonrisa. Por el pasillo aparece Paloma atándose el cordón del pantalón. Carmen le hace señas para que no haga ruido y se acerque a observar. Ambas ríen en silencio, se vuelven a esconder y Paloma finge que tose. La reacción inmediata de Laura es separarse bruscamente y mirar para otro lado, Marian se queda con mirada de espanto. El matrimonio entra en el salón medio sonriendo.

Veo que habéis aprovechado el rato.- Dice Carmen riendo de buena gana.

- ¿Por qué lo dices? – Pregunta Marian.

– No, por nada. ¿Os ha sentado bien el beso?- Laura se pone roja de vergüenza y se tapa la boca, mira a Marian que tiene repartido todo el carmín alrededor de los labios e inmediatamente suelta una carcajada. Marian no entiende el motivo, Laura se quita la mano del rostro y entonces entiende lo que pasa. Todas se ríen sin tino.

 

En su despacho el gerente está liquidando unos papeles con Marina. Cuando terminan, la directora se va a sus ocupaciones. Un poco a escondidas llama a la puerta Adela, la administrativa.

- ¿Da su permiso Don Fernando?- Pregunta con voz aniñada, empequeñecida. Mostrando el carácter retorcido del que es portadora.

– Pase, pase Adela. ¿Qué la trae por aquí?- Pregunta el gerente con ese tono de voz de la prepotencia estúpida.

– El caso es que quiero comentarle algo, que ya se sabe, pero…- Es interrumpida con soez pronunciamiento de su jefe.

- Si se sabe. ¿Qué coños quieres ahora?- Le espeta casi escupiendo en su cara. Adela pone la mano delante de su rostro a modo de escudo contra los perdigones que le salen de la boca.

Sabe usted que las señoritas Marian y Laura tuvieron a bien hacer algo pecaminoso después de la cena de la empresa.

- ¡Sí! Y  ¿Qué pasa?- Pregunta casi gritando. 

Pues que lo han vuelto a hacer. Y lo que más me indigna es que lo hicieron en mi cara.-

- ¿Aquí en la oficina?- Comienza la ira. 

- ¡No, no señor! En plena calle. Pasaba yo por allí y las vi en un rincón dándose un asqueroso beso en la boca. Lo hacían como locas. Nuestro señor las enviará al infierno. Son unas inmorales. Se frotaban el cuerpo con las manos de manera pecaminosa y obscena. Un espectáculo repugnante don Fernando.-  El gerente la escucha con la boca casi abierta, el cigarrillo colgando de los labios se le cae sobre el pantalón haciendo que dé un respingo hacia atrás que casi le hace caer de la silla.

Recompuesto y sacudiéndose las cenizas de la ropa le pregunta a Adela.

- ¿Qué quieres que haga yo ahora? No me encargo de la moral de mis empleados. Aunque ganas me dan de echarlas a la calle por bolleras.-

- Y ¿A qué espera?-

- ¿Cómo a que espero? ¿No sabes que no se puede despedir a la gente por eso? Es discriminación por condición sexual. ¡Estúpida!-

- Usted manda. Yo solo vengo a advertirle. Luego no me diga que no lo he hecho.- Colocada la calumnia abandona el despacho con un rictus de sonrisa estampado en su cara de harpía. Sin comentar nada regresa a su mesa y continúa con su trabajo.

 

Manolín, el conductor, ronda por las cercanías de Laura, hace que busca algo y poco a poco se va acercando. Tiene ganas de hacerse el gracioso y provocar a Laura para ver si consigue morder el anzuelo. Como todos los graciosos, que no lo son porque difícilmente cuentan lo que es oportuno en tiempo y circunstancia. Vuelve a la carga.

¿Te cuento un chiste muy gracioso? - Laura lo mira severa.

- ¡No! No me hacen gracia tus chistes- Rechaza la propuesta. Pero como todos los inconscientes, insiste.

– ¡Si es muy gracioso! -

- Tu no entiendes el significado de la palabra, no ¿Verdad? - Repite su negativa. 

Pues aunque no quieras te lo voy a contar de todas maneras. Soy Bisexual.- Laura  levanta la mirada hacia él preguntándose qué narices está diciendo. Manolín continúa.

Me gusta hacerlo con dos.- Laura pone cara de no entender, aunque si descifra a que se refiere. Pone gesto de desagrado, coge unos papeles y los mete en una carpeta que pone “MARINA.”  Se levanta y sale de su rincón detrás del mostrador, le da la vuelta y al pasar por delante del conductor éste la coge por el brazo y se pone detrás apretándose contra ella. Trata de decirle algo pero antes de que pronuncie palabra alguna, de forma violenta Laura se da vuelta y le da una bofetada. Sorprendido por la reacción, suelta el brazo para llevarse la mano a la cara. Laura continúa su camino hasta la administración sin decir nada. Entrega la carpeta a Marina y regresa a su mesa. Manolín ha desaparecido, supone que avergonzado. En ese momento le da un estremecimiento que la bambolea, a duras penas consigue sentarse. Respira profundamente y poco a poco se le va pasando. Marian se acerca a ella al verla sentada con las manos tapándose la cara.

- ¿Te ocurre algo?- Laura no responde, mantiene la misma posición. Oculta su cara a Marian, no quiere despertar alarmas, pero no se encuentra bien. Marian sospecha que algún problema le está sucediendo. Rodea la mesa y se agacha a su  lado. Contempla la palidez de la cara de Laura. - ¿Qué te ha pasado, cariño?- Laura sigue sin responder, se echa hacia atrás y en ese instante pierde el conocimiento y cae al suelo deslizándose por la silla.

- ¡Laura, Laura! ¡Socorro! Que alguien me ayude.- Rápidamente acuden Marina y Esther, las más cercanas en ese momento. Esther se pone a los pies de Laura y le levanta las piernas por encima del cuerpo. - ¡Por favor, cariño, despierta! ¿Qué te pasa? – Marian expresa casi llorando. Al segundo Laura recupera la consciencia.

- ¿Laura? ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado?-  Semiinconsciente  parpadea con los ojos  como alucinada, intenta levantarse pero es detenida por las demás. - ¡Quieta ahí hasta que tengas mejor cara!- Le dice Marian. - ¿Estás mejor?- Laura afirma con la cabeza, siente la boca seca y pide agua. Poco a poco Esther le va bajando las piernas al suelo. Al comprobar que se ha recuperado la sientan en su silla. – Ya me encuentro bien.- Le dice a Marian. Esther regresa a su oficina.

- ¿Qué ha sucedido?- Pregunta Marian.

– ¡Nada! Me he encontrado muy mareada. Algo ha debido sentarme mal.- Oculta que se ha encontrado mal después de la “broma” de Manolín. No quiere crear problemas innecesarios por una chiquillada.

- En cuanto estés mejor. Te llevo a casa.- Propone con firmeza.

- Tengo trabajo Marian.- No quiere  darle mayor importancia.

- Puede esperar a mañana. Ahora necesitas descanso. ¿Están tus padres en casa?-

- No hace falta, de verdad.- Rechaza la propuesta pero con poca convicción.

- ¡Sí! Puede repetirse  otra vez. Así que a descansar a casa.- Marian manda, Laura no tiene argumentos para rebatirla, así que cede a la pretensión de su novia. La escena la contempla con humor Marina que apoya la imposición de Marian. Recoge su bolso y cogidas del brazo llegan hasta el coche de Laura. Marian la conduce hasta la puerta de su casa.  Aparca delante y llama al timbre del exterior. Sale Don Luis y se acerca a Marian que le explica lo sucedido en el trabajo, al tiempo que saca a Laura del coche, aún algo pálida. La conducen dentro hasta el salón. Con la ayuda de Lola, su madre, se tumba en el sofá. Marian mira con pavor la palidez que presenta. Don Luis hace una llamada.

Dentro de unos minutos vendrá José Luis. Es un amigo mío que es el médico de la familia.- Le explica a Marian. No quiere marcharse sin comprobar que está mejor. Se acerca a ella de nuevo. Laura está como desmadejada y apenas sin voluntad para hacer nada, Marian la contempla con ojos de preocupación, no le quita la vista de encima. El padre observa a las dos con expectación. Las miradas y los gestos le parecen de cómplices más que de amigas. Cogidas de la mano esperan la llegada del médico. Al poco rato llaman a la puerta y aparece un hombre mayor con un maletín en la mano.

- ¡A ver! ¿Dónde está mi chica preferida?- Pregunta y entra en el salón. La mira con extrañeza. Explora su cuello la garganta y la ausculta. Le toma el pulso y la tensión, le mira los ojos, los oídos, le mueve el cuello y a cada maniobra que realiza Marian se asusta más y más. Luego la interroga. Marian le explica lo que ha sucedido. Y por fin da un dictamen. – Ha sido una lipotimia, un mareo, le ha bajado la tensión muy deprisa y ha perdido el conocimiento. Le daré unas gotas para subirle la presión sanguínea y en cuanto se encuentre mejor debe de tomar mucho líquido. Un susto nada más.- Le dice a Don Luis. Marian se acerca a ella.

A mi tendría que bajármela, me he puesto muy nerviosa. ¿Estás mejor?- Le pregunta a Laura, ella afirma con la cabeza. Le acerca la mano a la cara y ella la besa.

- ¡Gracias cariño!- Le responde. Don Luis oye pero hace como que no ha escuchado nada. Lola su madre ha ido a la cocina para preparar un zumo de naranja y el médico no le da importancia a un comentario que está habituado a escuchar, ese lenguaje es algo corriente entre las enfermeras, no le llama la atención.

Me voy. Me llevo tu coche, luego te lo devuelvo y así compruebo que estás mejor.- Laura consiente y Marian se despide con una sonrisa.