Una separación necesaria

Una separación necesaria

sábado, 16 de diciembre de 2017

EPISODIO SEGUNDO


Las tormentas de la vida.

- ¡Rebeca! - Llama Elisabeth. Ella rápidamente gira su cabeza lejos de la ventana.  - ¿Si? – Responde cortés. - Hace un hermoso día ¿Te gustaría sentarte en la terraza? – Le pregunta. - ¡Si! Me apetece. - Le expresa feliz. - ¿Quieres probar a caminar o consigo la silla de ruedas? – Le plantea, poniéndose el suéter. - ¡Caminar! Mientras sea despacio. – Le dice poniendo una mueca y agarrándose la pierna izquierda. Se apoya en el bastón y Elisabeth la coge por el brazo, Rebecca  da cortos pasos, los necesarios para desplazarse hasta la terraza, le apetece tomar el sol de este principio de verano. - ¿Puedo hacer que Justus traiga café o té? – Le sugiere, mientras Rebecca sufre un dolor agudo en la pierna. No se queja pero el gesto dolorido la delata. - El té suena bien, con limón por favor. – Expresa con una sonrisa forzada. Justus trae una bandeja con té y limones. - El doctor Kessler llamó esta mañana y tal vez tengamos una buena noticia. – Le cuenta a Rebecca mientras ella estira la cabeza. - ¿De verdad y qué podría ser esa noticia? - Pregunta con curiosidad. - Un nuevo cirujano ortopédico viene de los Estados Unidos a Düsseldorf, parece que tiene una solución que podría ayudar a tu situación. – Elisabeth le cuenta. - ¿Un médico americano? – Le pregunta con precaución. Ella se frota el antebrazo. - Espero que pueda ayudar, no pierdas la esperanza y mantén la cabeza en conseguirlo. - Elisabeth sonríe entre dientes apuntando con un dedo índice hacia ella. Rebecca suspira profundo. - No sé si podré, tres operaciones son suficientes, si luego no puedo conseguir la movilidad completa, ¿Qué haré? – Suspira de nuevo casi al llanto. - Ahora vale la pena intentarlo, ¿no crees? - Ella le aconseja. - ¡Veremos! Habrá alguna esperanza. - La mente preocupada de Elisabeth se alivia con sus palabras positivas. - ¿Lizette volverá pronto? - Elisabeth le consulta y le da un trago a su té. - Tiene un pase en Amsterdam y luego se irá a Bruselas para una sesión de fotos. - Rebecca responde. - ¿Por qué? – No entiende el interés de Elisabeth por Lizette. - Tristan vendrá también y sabes que cuanta menos disensión tengamos, mejor será su visita. - Le recuerda.  - ¡Ugh! - Gruñe Rebecca en voz baja. - Él debería superar los sentimientos negativos sobre Lizette. -  Cruza sus brazos y mira de reojo a Elisabeth. - ¡Lo siento! Tristán la siente de esa manera, él hace que el resto de la familia no sea muy positiva. - Rebecca rápidamente interrumpe. - ¡La amo! Qué más puedo yo decir, ¡Sí!, ella es agresiva y desacertada. - La voz de Rebecca se intensifica. - ¡Tranquilízate Elisabeth! - Le dice con sosiego. - ¡Nosotras! Al menos desde el accidente ella se ha asentado. - Habla cautelosa. - No es culpa suya. - Rebecca se pone a la defensiva, y repite que fue culpa de ella. - No quiero discutir con mi hermano, pero él tiene que parar esto, ella es mi novia y me ha apoyado en todo. - Le implora. Elisabeth volvió a recordar el terrible accidente de motocicleta que casi le cuesta la vida. - ¿Cuándo viene ese nuevo Doctor? - Pregunta cambiando de tema. – El doctor Kessler me dijo que iba a concertar una cita para ti tan pronto como tenga confirmación de su llegada. – Le comenta Elisabeth. -  Empiezo a estar cansada, ahora si no le importa, me gustaría volver al invernadero. - Elisabeth la acompaña hasta la puerta. - Tengo un poco de papeleo, debo terminar las declaraciones trimestrales. - Mira a Elisabeth mientras la ayuda a sentarse a la mesa. – Las revisamos después de la cena. -  Le ordena y la deja pensando.

Rebecca examina las declaraciones trimestrales de LCL, ahora está a cargo de la producción,  ya no diseña, dirige un grupo de modistas que se deben ajustar a los conceptos de moda exclusiva de LCL. Sentada en su silla y tira la pluma a la pila de papeles en los que ha estado trabajando. Enseguida se frota el costado de su pierna y comienza a flexionarla como le había enseñado a hacer la fisioterapeuta acabada la cirugía el año anterior. - ¡Maldita sea! - Se muerde la lengua al sentir la tensión del músculo que le produce un dolor agudo. Rebecca se levanta moviendo su pierna de un lado a otro en un intento de relajar la tensión. Al atravesar el dormitorio tropieza, pero consigue enderezarse. Vibra el móvil y extrae su teléfono celular del bolsillo, lee el mensaje de Lizette. “Te echo de menos” Sus dedos tocan la pantalla pensando en ella. Mira de nuevo la pantalla que se queda en blanco, arroja el aparato a la cama haciendo muecas hasta que puede maniobrar para colocarse en una posición relajada. Cierra sus ojos tratando de aliviar el daño que había experimentado. Suena el ding, ding del móvil, de nuevo el texto, recoge su teléfono encuentra un nuevo mensaje de Lizette. "Te amo” Lee debajo de una foto de sí misma vestida con un bikini que estaba a punto de mostrar en un desfile. - ¡Wow! - Rebecca gimotea separando sus labios y silbando. "Nos vemos pronto. Te amo" Le envía y ella le contesta.  "Y yo, te quiero" Responde Rebecca. Cierra los ojos y comienza a adentrarse en un sueño tan reparador como necesario.
* ¡Rebecca! * Una voz suena en el fondo de la nube brumosa que la cubre.
* ¿Hay algo que quieras decirme? * La voz de una mujer llama desde su sueño.
Rebecca comienza a retorcerse, hace una mueca. * ¡Lizette! * Exclama mientras su cuerpo mueve los ojos desordenada dando vueltas alrededor de su amante. * ¡Sí! Yo. * Entonces se hace la oscuridad completa. Rebecca empieza a moverse y hace una mueca. Exhala un grito y se despierta, el sudor de su frente la empapa, se levanta jadeando. La cicatriz en forma de media luna que flanquea la comisura de su ojo derecho molesta insidiosa. - ¡Dios! - Se recuesta colocando sus manos detrás de su cabeza y mira al techo. Alguien golpea en la puerta. - ¡Condesa! La cena está a punto de ser servida, en pocos minutos debo llevarla a la mesa. - Justus le comenta desde la puerta: - ¡Gracias, Justus! Está bien. - Se sienta en la cama balanceando los pies sobre el suelo. - Dame un poco de tiempo y estaré allí enseguida. – Exclama complaciente.  - Podría ayudarte a ir hasta el comedor. – Añade el mayordomo y ella suspira profundamente. - ¡No, gracias Justus! Esto es algo que tengo que hacer por mi cuenta. - Le gimotea en alusión a su restricción de movimientos.  – Coge todo este papeleo y llévalo al estudio, debo informar a Elisabeth después de la cena. Estaré abajo en breve. - Él recogió la carpeta llena de papeles, sale cerrando la puerta. Rebecca se levanta y comienza la dura y desalentadora tarea de caminar hasta el comedor. Al entrar se sienta al lado de Elisabeth. Ella le pregunta. – ¿Has descansado? - Rebecca piensa de nuevo en el sueño y en la nebulosidad de su significado. - ¿No tienes hambre? -  Elisabeth inquiere al ver que no está recogiendo la comida en su plato. - No realmente. - Baja la cabeza.  - ¡Rebecca! ¿Hay algo que te preocupa? - Le pregunta con cautela. - Sigo teniendo ese sueño y no sé que significa. - Frunce el ceño frotando sus sienes. Elisabeth piensa que Rebecca todavía está experimentando algunos problemas con su memoria. - Sueño que Lizette me está llamando, pero no sé por qué, me quedo en blanco y luego la oscuridad. - Tiembla mientras habla. - Tal vez te estás esforzando demasiado en recordar. – Le razona Elisabeth, Rebecca suspira. - No sé qué significa eso y estoy frustrada, me molesta no saber que pasa. - Confiesa mientras llora. Elisabeth se esfuerza en explicar la causa.  - Has sufrido un fuerte golpe en la cabeza y has estado inconsciente varios días, sé lo difícil que debe ser y tus frustraciones se muestran por tu ansiedad. - Ella la consuela racionalmente, acaricia su brazo sobre la manga de la camisa de Rebecca. - Pero no puedo evitar pensar que algo importante sucedía. – Expresa en forma de súplica. - Lo recordarás, pero no te decepciones, vendrá a ti cuando menos te lo esperas. - Su sonrisa anima a Rebecca. - ¿Vendrá pronto Tristán? - Rebecca pregunta cambiando de tema. - ¡Sí! Tiene un negocio bancario que atender y espera estar aquí tan pronto como se concierte tu cita con el doctor americano.  Le conté la emocionante noticia. - Rebecca suspira dejando su tenedor en el plato. - Le echo de menos a él y a Ann y por supuesto a las chicas. En Zurich hizo su mejor jugada. - Elisabeth se ríe entre dientes. - No le molesta que Ann sea de allí, lo hace mucho más fácil para él. – Rebecca da por terminada la cena. - ¡Lizette! ¿Has hablado con ella? - Elisabeth regresa al tema.    - ¡Sí! Antes, hoy ha tenido un desfile y lo más probable es que salga para Bruselas mañana. - Contesta felizmente. - Supongo que regresará antes del fin de semana. - Rebecca nota seca la garganta y bebe agua. - ¡Sí! La echo de menos. –

Rebecca coloca la copa de vino ya caliente a un lado, luego se recuesta en la bañera y se relaja con los ojos cerrados. - ¡Señora! - Una voz calmante suena a sus espaldas. - ¿Te gustaría que refrescara tu copa de vino? - Rebecca de repente abre sus ojos. - ¡Lizette! Bienvenida a casa. - Ella sonríe y se besan.  – Ahora me meto contigo en el agua. – Le dice mientras se arrodilla al lado de la bañera.            - ¡Hummm! –  Rebecca hace una mueca burlona al tiempo que le indica que se incorpore a su lado con el dedo índice.  
Lizette Marlow es alta y bien formada con ojos de color miel, sobre sus hombros cae el cabello castaño claro, sonrisa atractiva, labios ligeramente curvados, tiene una nariz pequeña y respingona. - ¿Te he dicho lo mucho que te amo? - Le pregunta a Rebecca trazando los labios con la punta de su lengua.  - ¿Por qué no me lo muestras? – Le suplica que se acerque y desembarace de su ropa. Lizette rápidamente se desnuda y se desliza en el agua caliente junto a ella. Los ojos de Rebecca observan las marcas del bikini. - Parece que Bruselas estuvo soleado. -Lizette miró hacia abajo a su pecho. - ¡Uh! Sí que mostramos una colección de bikinis en el paseo por el río, fue un trabajo de todo el día. – Le dice directamente.  - ¡Ya veo! - Le coge el vaso, y lo deposita de nuevo a un lado de la bañera, se acerca a ella para abrazarla y besarla. - ¡Hagamos el amor! -  Le dice Lizette, casi como una orden, pasando su lengua entre los labios de Rebecca. Salen de la bañera cayendo en la cama para vivir una tarde de romance.

Elisabeth está sentada en el estudio revisando los informes trimestrales de LCL cuando de repente la interrumpe una voz familiar.  - ¡Buenas tardes! - Saluda Tristán desde la puerta apoyado en el marco. - ¡Tristán! - Se levanta para acercarse, a mitad de camino y se abrazan. - ¿Ann y las chicas? - Él sonríe. – Con sus padres, estarán con ellos unos días. -  Él toma un vaso y se sirve un escocés.      - Teníamos ganas de veros. – Le comenta y se sienta.  - ¿Cómo está mi hermana pequeña? – Pregunta dando un sorbo y haciendo una mueca. – Tiene buenos y malos días, espero tener buenas noticias, como te dije por teléfono.- Tristán se sienta con el vaso medio vacío en el escritorio. - No voy a bajar la guardia. – Sonríe.

- ¡Hola Tristán! - Oye desde la puerta de su habitación mientras se endereza la corbata y tira de la solapa de la chaqueta preparándose para la cena. La voz de una mujer llama desde el pasillo. Lleva una botella de vino en la mano. - ¿Tristán? - Lizette saluda con un tono ladino. - ¡Lizette! - Él aprieta su garganta con ansiedad. - ¡Hmmm! Una botella. Dime Lizette ¿Es lo que necesitas? - Exclama con voz ronca. - ¿Y qué puede significar eso? - Ella juega en sus palabras. - ¿Es eso lo que necesitas para perjudicar a mi hermana? - Señala la botella de vino que lleva en la mano y rápidamente la mira. - ¡Vete a la mierda Tristan! -  Exclama con enojo, él se ríe.  - No desees lo que tu necesitas. - Se acerca cara a cara.  Le agarra un mechón de pelo en la mano. - Así que dime. – Habla Tristán. - Mientras estabas fuera, ¿Cuantas marcas has hecho en la culata? – Ella se pone roja, apretando los dientes con cólera y se aparta de él. - Amo a tu hermana. - Ella comienza a alejarse de él.   - ¿Qué quieres decir? - Ella continúa caminando tímida, su mirada cambia a un enfado importante. - Sabes exactamente lo que quiero decir, Rebecca se dará cuenta un día de que tu nada más la necesitas por su dinero. -  Se estremece golpeando con el puño contra la pared. - ¿Sabes lo que creo? Que eres un envidioso, triste y amargado. – Le espeta fríamente. - Bueno, no quiero llegar tarde a mi reunión. – Se ajusta una vez más su corbata y la mira con desprecio. - Dile a Rebecca que pregunté por ella. -  Le dice dando media vuelta y dejándola de pié en el pasillo. Los ojos de Lizette siguen su caminar ágil y desenfadado, aprieta la botella de vino con más fuerza y recapacita sobre lo que él piensa sobre ella, sus extraños deseos de separarla de Rebecca la abruman.  Regresa a la compañía de su novia. - ¿Dónde has estado? - Le pregunta levantando los brazos y la mira esperando una respuesta. - ¡Uh! – Tartamudea al responder. – Me encontré con Tristán por el pasillo. – Coge dos copas  para el vino y las deposita con la botella sobre la mesilla de noche. - ¡Hmmm! ¿Él está aquí, con Elisabeth? - Lizette se recuesta en la cama y ella se encara con mirada inquieta. - Él estaba vestido de traje y se fue a algún lugar, una cita… ¡No sé! – Le dice besándola y luego se levanta, Rebecca abre la botella de vino y lo sirve en las copas. - ¡Ven aquí! – Le ordena a Lizette golpeando con su mano encima de la cama, se acerca ella de nuevo y sus labios se encuentran en un beso romántico. Rebecca con inquietud se estremece repentinamente. - Rebecca, ¿Estás bien? - Lizette pone una mirada de preocupación, ella se agarra y se frota la pierna con ímpetu. - Sólo un poco de tensión. - Le comenta algo nerviosa.  - ¿Puedo ayudarte? - Ella ofrece a socorrerla, a masajear el lado de su pierna. - Tengo algunas noticias.  -  Le cuenta entrecortada. - ¿Noticias? - Lizette pregunta algo sorprendida. - ¡Sí! Hay un nuevo doctor que viene de los Estados Unidos, un cirujano ortopédico que podría ayudarme. – Rebecca habla positivamente, Lizette la mira con cautela. - ¿No crees que los últimos tres no han sido ya demasiado? -  Rebecca frunce el ceño. - ¡Lo sé! Pero al menos puedo oírlo, ver si lo que tiene que ofrecer es lo conveniente para mí. No pasa nada por escuchar que puede ofrecerme. – Trata de ser positiva, pero siente lo que es la angustia y los temores de pasar por otra cirugía. - Recuerda que la fisioterapia fue muy dura y difícil para ti. - Le recuerda. Lizette acaricia un lado de su cara, Rebecca coge su mano y la besa. 

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