Una separación necesaria

Una separación necesaria

martes, 23 de octubre de 2018

10ª Entrega


Moratoria

Marlene se ha ido a Los Ángeles llevándose con ella a Tomy con la cuidadora, y también alguna de las ilusiones de Rebecca. Ha regresado a la soledad, pero algo ha cambiado, no es esa soledad absoluta que vivía en los meses precedentes al encuentro con Marlene. Aunque hay miles de kilómetros de distancia, la percibe cercana, mucho. Todos los días, cuando Marlene despierta lo primero es acordarse de Rebecca. Sobre la mesilla hay una fotografía idéntica a la de Rebecca en la piscina de “No Limits” Ambas parecen felices jugando en el agua. Por internet pueden contemplarse a través de la pantalla de un ordenador, y contarse todos los sucesos del día, los pensamientos, las ideas y los proyectos. Algún fin de semana Rebecca viaja a Los Ángeles. Lo propio hace Marlene a la inversa, cuando sus obligaciones se lo permiten. Con este panorama se mantienen en contacto durante unos meses. No conviven  como lo hicieron en el pasado. Permanecen alejadas en la distancia la mayor parte del tiempo, pero la sensación de cercanía es grande y crece continuamente.  Así cada encuentro es un cúmulo de alegrías de las que Tomy también participa. Es un escenario que no hace cómoda una relación estable, pero ellas creen en que el futuro les puede dar soluciones y viven con la esperanza de volver a vivir unidas de forma permanente. Rebecca se refugia en el trabajo como siempre, Marlene en los escenarios y el resto del día con su hijo.

Así va pasando el tiempo hasta que una propuesta llega a Marlene. Yakov, su representante, le comunica que tiene una oferta para trabajar actuando en revista en un teatro de Broadway. Es un papel muy interesante que la puede promocionar en la ciudad de los rascacielos. Sería un gran empuje en su carrera. El corazón se le altera porque piensa que podrá vivir al lado de Rebecca un tiempo indefinido. Llena de ilusión y feliz por la perspectiva, no quiere echar las campanas al vuelo. Le oculta la noticia a Rebecca hasta que, confirmado por el teatro y Yakov tuvo cerrado el acuerdo, viaja a New York el fin de semana siguiente con todo el proyecto convertido en una realidad. Aunque ella misma estaba ilusionada con la idea, no quiso crearse o crearle a Rebecca expectativas sin un fundamento sólido.  

Como es natural el rostro de Marlene es muy claro en sus expresiones para Rebecca. Al verla salir por la puerta de la terminal del aeropuerto sabe que algo agradable le sucede. Como siempre la recibe con entusiasta alegría y la mirada llena de felicidad. Marlene trae en brazos a su hijo, esta vez sin cuidadora. Tomy se abraza también a Rebecca, para alivio de su madre, ya ha cumplido dos años y pesa como una roca. El niño ya ha tomado confianza con ella. Rebecca también le ha preparado una pequeña sorpresa a Marlene. Al llegar al apartamento de la calle 78, Rebecca abre la puerta de una de las tres habitaciones que tiene la vivienda mostrando el interior. La ha habilitado para Tomy, mobiliario infantil y juguetes de todo tipo para disfrute del crio. - ¡No tenías que hacerlo!- Le dice Marlene. -¿Por qué no? Será su habitación cuando estéis aquí. Y en el futuro será solo para él.- El niño se coloca en medio de todos aquellos artefactos de juego y desaparece en una pequeña bañera de bolas situada en un rincón. – Creo que está encantado. - Dice Rebecca. – Es casi igual a la suya de Los Ángeles. ¿La has reproducido para que se sienta como en su casa?- Pregunta.  - Sí, y tú ¿No tienes nada que contarme?- Marlene abre los ojos con sorpresa. - ¿Por qué debo contarte algo? Hablamos a diario y ya lo sabes todo.- Trata de justificarse con una medio sonrisa. Se ha dado cuenta que Rebecca ha percibido alguna señal, aunque trate de disimularlo, ella siempre encuentra algo diferente en la mirada, en los gestos o el karma que transmite señales de forma inexplicable. Son pequeñas sutilezas  que no se aprecian con facilidad en una pantalla de ordenador. La abraza por la cintura y besa sus labios con pasión. - Pues… aunque no veo motivo. Me ha parecido apreciar que algo nuevo traes bajo esa sonrisa y esa mirada.- Responde Rebecca ya sin ocultar sus propias sensaciones. Marlene le provoca la necesidad de ser sincera y no quiere ni puede evitar serlo. Ella era mucho más reservada en el pasado, no tenía esa hambre de honestidad, su recato y mesura estaban en concordancia de no mostrar su verdadera naturaleza, no quitarse la máscara. Con Marlene al lado no tiene esa premura, sin embargo es su carácter. Era un mecanismo defensivo. Virtud o defecto, con el tiempo se fue convirtiendo en una constante que terminó por enturbiar todas sus relaciones. Marlene la mira con el rostro encendido de alegría. -¿Qué me dirías si te cuento que me han ofrecido un trabajo en Broadway?- Rebecca abre los ojos como dos portales de cristal, expresa una sonrisa enorme y con un nerviosismo incontenible no acierta a responder. - ¿Qué, que… que vas a trabajar aquí en New York? ¡No me lo creo! ¿Estás diciendo la verdad?- Rebecca está a punto de explotar. - ¡Sí, sí! Es cierto, me han ofrecido un papel para toda la temporada y si tiene éxito, ¡Otra más! - Rebecca abraza, besa y acaricia a Marlene como nunca. Besaría y la amaría allí mismo de no ser por la presencia de Tomy. De pronto se pone muy nerviosa, casi excitada de alegría, no sabe si volver a besarla o ponerse a brincar de la emoción.

Por la tarde, una vez acostado el niño, se sientan a cenar con tranquilidad. Sendas copas de vino en cada mano y un brindis. – ¡Por el éxito!- Propone Rebecca. -¡Por el amor!- Responde Marlene. Durante la cena van desgranando los muchos proyectos para ese futuro inmediato que se presenta prometedor. A principios de año Marlene se trasladará, pero aún hay cosas que todavía no han hablado y va siendo el momento porque ya el tiempo empieza a ser escaso. – ¡Rebecca! Hay algo que me gustaría comentar. No quiero que lo interpretes como algo negativo.- Rebecca pone toda su atención en las palabras de Marlene. - ¿De qué se trata?- Marlene baja la mirada al plato y se muerde el labio inferior con suavidad, levanta la vista y la fija en la mirada de Rebecca. - ¡El trabajo! Las horas, los días y las noches trabajando. ¿Eso sigue siendo igual? – Rebecca hace tiempo que esperaba se lo planteara. 
Ha tenido mucho espacio para reflexionar sobre la armonía en la existencia y lo imprescindible que es tener vida después del trabajo. - ¡Nó! Nada es igual desde que salí de Düsseldorf.– Le cuenta con mucho relajo. – Todo lo negativo que me ha sucedido me ha hecho ver que necesito vivir después del trabajo. ¡Si! ¡Es cierto! Mi trabajo es una forma de vida que me llena. Sin embargo he comprendido que no lo es todo. Por culpa del trabajo me pasó lo que me pasó. Es un proceso que nunca se acaba. Nunca daba por acabado todo mi trabajo. Las consecuencias ya las conoces. No quiero que me vuelva a ocurrir. Hasta me concedo descansos fuera de hora.- A Marlene le agrada la respuesta, le coge la mano. – Me alegra que pienses así. Recuerdo lo sola que me encontraba cuando trabajabas tantas horas, de día y de noche. Me angustiaba entre las paredes de la Orangerie.-  Rebecca asiente con una sonrisa.  - Tienes razón, te abandonaba por las telas. Pero eso no volverá a suceder.- Rebecca necesita volcar de nuevo su corazón sobre Marlene. Se encontró tan sola después de la crisis que la necesidad de cariño se convirtió en aire para respirar. - ¿Sabes? Si algo o todo te falla en la vida, tus jefes o los clientes no serán quienes te ayuden. Lo que necesitas solo te lo proporciona tu verdadera familia y los amigos auténticos. Las personas que realmente te quieren. -  Rebecca  reflexiona con cariño. - ¿Cómo Olli, Cristian, Ricardo… Dana?- Le pregunta Marlene, Rebecca levanta la mirada hacia ella, toma aire y hace un momento de silencio. – ¡Nunca podré devolverles todo el agradecimiento que se merecen!  - Rebecca comprende en ese momento que la ausencia de Marlene en aquellos momentos había sido vital en su recuperación. Quizás las cosas no se habrían desbocado tanto o tal vez aquel conflicto acabaría con ellas dos de forma definitiva. Ahora se siente feliz por haberla recuperado. Pero algo más debe decirle para ahuyentar las dudas. – ¡Marlene! ¡Tú eres mi familia, ese pequeñajo también! Y os voy a dedicar todo el tiempo que me sea posible. El trabajo se acaba para mí al concluir el espacio que le debo tributar. Regresaré a tiempo a casa porque quiero tener una vida familiar a la que dedicarme y esa eres tú con Tomy.-  Entre las reflexiones que sostuvo tiempo atrás entendió que los intereses de los clientes o de la empresa en la que trabajaba, no son tan importantes como los intereses de una familia. - No hemos estudiado y luchado en la vida para ser máquinas que trabajen sin descanso. La vida no es ir al taller de costura, volver a casa y luego dormir. Hay muchas más cosas en la vida que hacen que ésta no carezca de sentido.  La obsesión por las colecciones se ha acabado para mí. Al menos en el sentido que tuvo en la LCL. Esas histerias se terminaron el mismo día que me puse a trabajar en mi propia marca. Me juré que jamás me volvería a suceder. Solo pensar que me dejes… ¡Si te pierdo me muero!-  Marlene escucha inquieta las palabras de Rebecca en silencio, en el instante que no le cabe el corazón en el pecho, se le salta una lágrima de emoción y con la voz entrecortada.    - ¡No puedo mirar hacia adelante sin ti! Es algo que pesaba en exceso. Gracias por liberarme. Mi felicidad contigo es lo más importante, formas parte de mi vida y quiero que sea siempre así.- Rebecca se siente  feliz de recuperar el amor de Marlene. El tenerla cerca colma sus esperanzas y se encuentra en la nube perfecta de la ilusión. Un prolongado y suave beso sella la conversación y acto seguido se funden en un abrazo que perdura toda la noche.  

- ¡Mamá! ¡Mamá!-  Grita Tomy con furia desde su habitación, Marlene asustada corre hacia allí con el corazón en un puño. Tomy está perfectamente, se encuentra en la bañera de bolas completamente feliz jugando. Ha gritado buscando compañía para sus juegos. Sobresaltada, aparece Rebecca también con cara de susto.- ¿Qué ha pasado?- Pregunta al tiempo que observa la falsedad de la alarma. Son las siete de la mañana del Sábado y no estaba previsto semejante madrugón. Las dos con cara de sueño regresan al dormitorio. Rebecca acude al cuarto de baño mientras Marlene se sienta en la cama tratando de recuperarse de la conmoción. Luego, ya en la cocina con el desayuno entre manos y mucho más tranquila, le cuenta a Rebecca que nunca había hecho nada parecido.  - ¡Claro! Siempre está Roselyn que duerme en el cuarto de al lado, y yo no me entero de nada. ¡Habrá que acostumbrarse!- Después de desayunar solo un café, Rebecca se ausenta con la disculpa de que tiene una cita. Marlene la mira con gesto interrogante. - ¡No tienes que preocuparte! Es trabajo pero durará poco ¡Te lo prometo! - Rebecca sale del apartamento para regresar una hora más tarde con una sonrisa espectacular. Mientras tanto Marlene desayuna con Tomy con parsimonia, lo baña y viste para dar un paseo por el parque. Luego ella hace lo mismo. Se pone un atuendo deportivo y se recoge el pelo en una coleta. Cuando se dispone a salir aparece Rebecca muy sonriente. - ¡Hola! Ya he llegado como te prometí.- Marlene sonríe al verla aparecer. – Vamos al parque  a jugar un rato. ¿Vienes?-  Le pregunta feliz. - ¡Claro! ¿Qué podría hacer si no? Quiero que estemos juntas todo el tiempo.- Durante el resto de la mañana no hacen otra cosa que jugar con el niño en Central Park. Sintiéndose una familia alegre. Después de almorzar en un local de comida rápida regresan al apartamento para que Tomy duerma una buena siesta agotado después de corretear por todo el césped de Central Park. Ellas, también agotadas, se tumban en el sofá. – ¿Salimos a cenar juntas?- Pregunta Rebecca. - ¿Cómo vamos hacerlo con el niño? ¡Se nos dormirá!- Rebecca esboza una sonrisa. – No te preocupes. Lo tengo todo arreglado. He contratado una cuidadora por horas. ¿No te importa?- Marlene está sorprendida. - ¡Pero…! A Tomy le resultará  extraño.-  Marlene duda.   - No te preocupes. Lo tengo todo controlado. Es alguien de confianza. ¡Tenemos algo que celebrar! - Marlene sonríe. - ¡Si! Supongo que sí.- A media tarde se presenta en la puerta María, una de las planchadoras del taller de Rebecca, que en sus ratos libres hace de canguro para sacarse un pequeño sobresueldo.

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