Una separación necesaria

Una separación necesaria

viernes, 9 de febrero de 2018

Episodio décimo octavo


Rasgado

Marlene toma su teléfono y marca un número del directorio que había estado estudiando en los últimos días. - Sí, Marlene Blair del hospital de San Vicent.- Se identifica. - ¿Está Eric Berg? – Pregunta. Conversa con él sobre Rebecca y donde ella está en su terapia. Telefonea a varios otros, pero en vano, están ocupados por lo menos todo el mes próximo. La sonrisa se convierte a un ceño fruncido. Golpetea el escritorio con la pluma. Se pregunta que ella y Rebecca han pasado tres días desde su última cita y no han hablado ni una vez entre entre ellas. Marlene sabe en su corazón que necesitan un período de reflexión. - ¡Hola! - Saluda Mark abriendo la puerta.  Ella le sonríe.  - ¿Ha habido suerte? - Pregunta amable tratando de no molestar. - ¡No! - Se levanta de detrás de su escritorio. - ¡Yo…!  - Su teléfono celular suena, mensaje de Rebecca. Mark la mira. - Tengo pacientes. ¿Almuerzo? - Marlene deja el teléfono en el escritorio. - ¿Unos treinta minutos? - Ella está de acuerdo.  “¿Podemos encontrarnos esta noche?”  Lee el texto, Marlene se muestra renuente, pero toma la decisión de acercarse al castillo a las cinco. Ordena su escritorio y se dirige a la cafetería. Mark se sienta a la mesa con su bandeja de comida, Marlene escoge una ensalada y se le une a él. - Tengo una cirugía programada para esta tarde, una mujer de cuarenta años se cayó y se ha roto la cadera, ahora que está estable puedo operarla. Llegaré tarde. - Le comenta. - ¡Ok! Tengo una terapia a primera hora de la tarde, si me avisas, prepararé un poco de cena. - Ella menciona y sonríe para aliviar la sensación de tensión de ese día por la mañana. – Te quiero. - Él toca ligeramente con sus labios los de Marlene con una sonrisa. - ¡Bueno! Tengo papeleo que terminar. – Le cuenta dando el último bocado a su ensalada. Le trastea el hombro con su mano y lo deja en la mesa.
Marlene encuentra silenciosas las paredes de su oficina. Se sienta con el rostro entre sus manos, sus pensamientos se centran en Rebecca y su apasionada cita. - ¡Dios! Estoy en un gran problema. - Susurra mientras exhala aire con fuerza. Suena el teléfono que la sorprende. - ¡Papá! – Sonríe. - ¿Cómo está mi chica? - Él pregunta y ella se pone seria. - ¡Estoy bien! ¿Dónde estás? – Le interroga cambiando de tema. – Con Dana, Hagen y yo hemos vuelto de Baltimore y tenemos que terminar el granero. ¿Tu hermana dijo que estuviste aquí? – Le transmite. - ¡Sí! Te eché de menos., ¿Cómo están Kim y Emilio? – Se hace el silencio un segundo. - ¡Todo está bien! Pero estoy preocupado por ti.  Dana me ha contado un poco de lo que está sucediendo. Estaré en Düsseldorf la próxima semana, hablaremos entonces. – Marlene sonríe discreta, terminan y se despiden.

Una llovizna fina cubre el camino, Marlene llega a la entrada del castillo y toca el timbre. Justus abre y ella pregunta por Rebecca, él le responde que acaba de irse a al invernadero. - ¡Gracias Justus! - Con paso firme camina hasta llegar a la puerta y llama con los nudillos. Rebecca abre la puerta totalmente y le ofrece entrar. - Gracias por venir. -  Marlene se coloca frente a ella. - ¡Lo siento! No he podido localizar a un terapeuta, no hay nadie libre por lo menos hasta final de mes. – Le narra con pausa. - ¡Está bien! He pensado algo y no me importa lo que piensen los demás, Lizette tendrá que lidiar con ello y también tendrá que hacerlo tu marido. - Está dando por sentado una situación de hecho con respecto a ella. - ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? - Pregunta Marlene. - ¡Me has ayudado muchísimo…! – Marlene la corta. - Y también me he acostado contigo, cuando no debería haberlo hecho. -  Marlene la mira con sentimiento de culpa, Rebecca se aproxima a ella. – Lo hiciste porque querías, me dijiste que me amabas. - Ella la mira a los ojos. – Y te amo.  Pero tengo un esposo, él sospecha y es muy estresante para mí en este momento. -  Ella reclama en tono dramático. - Deberías ir a casa con tu marido entonces. - Rebecca se molesta. – Me llamaste para que acudiera aquí Rebecca. – Le recuerda Marlene. - Es obvio que te está presionando para que dejes de verme. – Le dice en suave tono. - Lo es. Cuando llegué a casa la otra noche estaba muy enojado y exigente. La discusión se volvió caliente me agarró por el brazo, fue aterrador. – Le explica nerviosa. - ¿Te lastimó, te hizo daño? - Rebecca le pregunta con inquietud. - ¡No! Me soltó sin problema. Pero me asustó mucho. - Ella gime, Rebecca se acerca. - ¡Si! Nuestra relación le está haciendo perder la paciencia. - Ella duda y estrecha sus ojos. - No quiero que te hagan daño Marlene. - Puede sentir en sus ojos la tensión y la emoción. Rebecca levanta el pulgar y limpia una lágrima de la mejilla de Marlene. - No podría soportar si algo te sucediera y yo fuera la causa. -  Ella expone con una mirada dulce. - No dejaré que me lastime. Creo que se sentía herido e inseguro de lo que está pasando, me siento mierda por haberlo decepcionado. - Expresa con consternación. - Deberías trabajar en tu matrimonio, después de todo lo elegiste y… - Rebecca corta su plática no queriendo ahondar en el tema. - ¿Sabes? - Marlene empieza a contestarle. - Me preguntó si era lesbiana y no lo negué. - Rebecca sonríe ligeramente. - ¡Marlene! Nunca has sido la encargada de las etiquetas. Me sorprende que no lo hayas negado. - Reconoce Rebecca. – Estaba y estoy enamorada de una mujer, es difícil negarlo. – Ella no se cuestiona a sí misma. - Pero tú y yo no estamos juntas. -  Rebecca responde bajando la cabeza. – Tampoco puedo decir lo contrario, me siento increíblemente culpable, dudo que Lizette se quede, si se entera. De alguna manera siento que mi accidente gira en torno a ella. Tristán me acusa constantemente sobre ella y mi recuerdo avanza.  Simplemente no recuerdo lo que pasó. -  Tartamudea con signo de derrota. - No te preocupes, volverá a ti a tiempo, no te pongas en una situación que te haga explotar. - Marlene comenta en una leve risa. - Tengo que irme, no puedo verte hasta el jueves, Mark se irá a Berlín, él tiene una conferencia allí.  ¿Jueves por la mañana? - Rebecca la mira.  - ¡Sí! -  Así quedan y ella se va del castillo.

- ¿Ya has hecho el equipaje? - Marlene le pregunta a Mark mientras él lleva la bolsa de traje a la sala de estar. - ¡Sí! – Le responde. - Mi vuelo es a las diez y media. ¿Qué hay en tu agenda de hoy? - Le pregunta besando sus labios. – Trabajo por supuesto, tengo varios pacientes esta tarde, la mañana libre para liquidar mi papeleo y enviarlo a tu oficina. – Le cuenta. - ¡Oh! ¡Qué bien! – Responde él confiado. Marlene sirve sendas tazas de café mirando hacia otro lado. Acaba de ocultar a su marido acerca de Rebecca, intenta no mencionarla. - Mi taxi debe aparecer en cualquier momento, te veo el viernes por la noche, te llamaré cuando mi avión aterrice. - Le transmite y la besa de nuevo. Recoge su equipaje y sale por la puerta. 
Marlene toma su café y suena el tintineo del teléfono, sonríe al ver que es de Rebecca.  “Estoy lista para cuando gustes estar.” Lee.  “Dame un poco, he aclarado mi calendario sólo por ti." Sonríe de nuevo después de enviar el mensaje de vuelta a Rebecca. "Tengo algo especial planeado después de mi entrenamiento." Ella le responde con otro mensaje. Marlene se puso el suéter y sale de su casa. Llega al castillo y se encuentra con Rebecca en la sala de ejercicios. Comienzan con los ejercicios de estiramiento y luego su pie en la pelota, después se mueve a la cinta de correr. - ¡Eso es! Diez minutos es lo correcto. ¿Cómo te vas encontrando? - Marlene pregunta. - ¡Bien, bien! Cada día me voy sintiendo más fuerte ¡Gracias! – Le dice jadeando, pero con cariño. - No tienes que agradecerlo, me encanta hacer este trabajo. -  Le tranquiliza ella. - ¿Cómo están las cosas? Quiero decir que cuando te fuiste el otro día, tu estado de ánimo era sensible y las cosas no parecía que estuvieran bien. – Ella mira a su rostro. - Nos inventamos. ¡Bueno! Las cosas todavía no están tranquilas, estoy en una situación difícil, podría quedarme con él por gratitud, pero sé que así nunca seré realmente feliz. – Dice inflexible. - ¡Marlene…! Expresa seria Rebecca. Marlene corta el tema. - Rebecca no quiero hablar de esto ahora mismo. ¿Habías planeado algo? - Pregunta a la pesca por una respuesta. - ¡Sí! Deja que me cambie y espérame en la cocina. - Marlene decide esperar con paciencia. Rebecca baja las escaleras y entra en la cocina. - La señora Lentz nos ha preparado un almuerzo de picnic, ven. – Coge a Marlene de la mano y la lleva por la terraza hacia el campo a un lugar pintoresco debajo de unos árboles. Extrae y extiende una manta colocando la cesta encima. - ¿Vino? - Pregunta a Marlene mientras se sienta frente a ella. Una ligera brisa mueve los finos mechones de cabello alrededor de su rostro. Rebecca le sirve un vaso y se lo entrega, Ella separa de su rostro  el cabello movido por el viento. - ¡Qué idea tan hermosa! - Sonríe a Rebecca bebiendo su vino.  - Rebecca podría jurar que estás siendo romántica. - Le habla cogiéndola con la guardia baja. - ¡No! - Le sonríe. - Sólo un poco de tiempo de silencio. - Marlene se coloca a su lado. - No cambia el hecho de que te ame. - Marlene da la vuelta colocándose sobre su vientre y apoyada sobre sus codos, mira a los ojos de Rebecca con profundidad. - ¿No podemos simplemente disfrutar de este hermoso día y no hablar de las cosas que están haciendo que nuestras vidas sean difíciles? - Rebecca le pregunta, Marlene cierra los ojos brevemente y acerca su rostro a Rebecca con la boca abierta, coloca sus labios en los de Rebecca, se besan bailando juguetonamente con el mover de sus labios, Marlene gime. -Te quiero. - Susurra sintiendo sus entrañas temblar y temblar. Rebecca suavemente rueda sobre ella, la besa, Marlene opone poca resistencia, se enlazan las manos y desliza sus dedos al botón superior de los vaqueros de Rebecca torciendo y girando el botón hasta que lo libera. Los gemidos de Rebecca se hacen más fuertes por la presión de los dedos de Marlene dentro de ella, acariciando con pasos firmes su zona más sensible. Ella se arquea hacia adelante y hacia atrás mientras llega al clímax. Finalmente se relaja a su lado agotada del juego erótico y desinhibido. Marlene se queda en silencio, como si estuviera en trance, abre los ojos mirando hacia el conjunto de hojas que por encima de ellas se balancean con la brisa. No quiere hablar sólo disfrutar de la pasión que ha concedido a Rebecca. Rebecca levanta su dedo índice y apunta brevemente a Marlene.  - ¿Ella? - Marlene empieza, no permite que Rebecca diga nada. - ¿Te hace sentir como yo? - La pregunta se repite en su cabeza mientras la mueve hacia un lado. Rebecca responde despacio exhalando aire, sintiendo aún el efecto del orgasmo reciente. - Nadie me ha hecho sentir como lo haces tú cuando se trata de sexo, de tu pasión, erotismo, en la forma en que me acaricias, me besas y juegas conmigo. – Marlene se ríe. – Sigues estando enamorada de mí. – Afirma. - ¡Te amo! Pero todavía estoy enamorada de Lizette. – Es su respuesta. – En el fondo todavía estás enamorado de mí, solo que no puedes admitirlo ahora mismo. - Ella le responde colocando la mano en su frente y descansando allí podía sentir las gotas de sudor y el calor de su mano. - ¿Qué estamos haciendo aquí? - Rebecca pregunta en un susurro. - Nos amamos, la una a la otra y no podemos estar lejos, no importa el que, somos imán nos atraemos mutuamente, satisfacemos nuestras necesidades de amor de una manera que nadie más puede. - Argumenta el caso esperando ver una reacción de Rebecca. Ella se abotona y cierra los pantalones. - No puedo hacer esto más, es como si te atrajera aquí. - Se molesta y se siente incómoda. - ¡No lo hiciste! - La voz de Marlene la tranquiliza. - Querías que yo estuviera aquí. -  Ella habla con seriedad recordándole el picnic que ella había preparado. – ¡Pero bien! Tengo pacientes que tratar esta tarde y odio cortar este tiempo que estamos juntas. - Ella se queja no queriendo irse. - ¿Cuándo te veré de nuevo? - Ella pregunta tranquila. - El sábado por la mañana o tal vez necesitas un descanso. ¿El lunes? - Ella pregunta Rebecca vacila en el tono de su voz. Rebecca pensó por un momento. - Me está yendo tan bien con esta terapia, en serio, tomar un descanso podría hacerme retroceder. - Hace una pausa. - A veces el descanso es una buena caminata de unos diez minutos en la cinta de correr por la mañana y luego, unos quince minutos con el pie en la pelota. - Marlene le indica de forma maternal. - ¡Ok! – Rebecca se da por enterada.- Gracias por el delicioso almuerzo, disfruté el tiempo tranquilo que pasamos juntas. - Marlene se detuvo para mirar. - ¡Te amo Rebecca! -  Su estómago es un revoltijo. -  ¡Marlene! - Rebecca agarra la manga de su camisa. - Sé en tu corazón que amas a tu marido, sé que quieres que diga que estoy enamorada de ti, pero me encanta Lizette. Te he puesto en esta situación extraña, me encanta estar contigo. El tiempo que hemos pasado ha sido una gran liberación para mí, me temo que he creado una gran confusión para la mujer que me ama y con la que quiero comprometerme. - Marlene puede ver la expresión de preocupación en el rostro de Rebecca. - ¿Por qué me estás diciendo esto? - Marlene no acaba de entender a donde quiere ir. – Necesito… - Hay vacilación en el tono de Rebecca. - Tenemos que separar el negocio del placer, eso es todo lo que quiero decir. - Las palabras de Rebecca cuelgan en el aire como una espesa nube oscura.  - Creo que ambas necesitamos algún tiempo para reflexionar, estaré en contacto. - Ella se aparta rápida de Rebecca y se escabulle como un niño asustado por entre los árboles. Rebecca se queda rumiando su culpa.

Marlene deja la llave de la puerta sobre la mesa junto con el bolso, se deja caer en el sofá y se restriega los pies cansados cuando alguien llama a la puerta. Abre. - ¡Rebecca! – Exclama admirada al abrir. - ¿Puedo entrar? – Pregunta con suave tono. Marlene baja discreta la cabeza. - ¡Claro! – Lo que dijo Rebecca en el bosque aún le duele. - Pensé que habías dejado claro que querías mantener nuestras vidas separadas. - Marlene pregunta cruzada de brazos consternada y volviendo al sofá, Rebecca la sigue y se une a ella. - ¡Lo siento! Siento que te he lastimado, no quise hacer eso. - Ella empezó, juntando sus manos con firmeza. - ¿Qué quieres Rebecca? - Marlene se adelanta. - Creo que tenemos que limpiar el aire con una pausa. Volaré a Lisboa mañana para sorprender a Lizette. - Ella formula en un tono serio. - ¿Conciencia culpable eh? - Pregunta Marlene. - Una conciencia muy culpable.- Replica Rebeca con una mueca. - Marlene hay tantas cosas que no recuerdo del último año de mi vida, estoy frustrada y necesito controlar mi situación con Lizette, es todo, una neblina. – Suspira profundo. - ¡Lo siento! Te puse en el medio y necesito encontrar las piezas que faltan en el rompecabezas de mi vida. - Ella trata de ser realista mientras habla. - ¡Entonces! ¿Cómo voy a continuar con tu terapia? - Le pregunta algo angustiada. - Tal vez debería empezar a ir al hospital, estoy lo suficientemente fuerte como para llegar a donde deba ir. -  Sonríe a la luz de la situación. - Si lo que quieres es que te deje sola, lo haré, pero,  como me has dicho en el pasado, escucha a tu corazón. - Aprieta los labios mientras habla. - Escuché mi corazón, está roto y me temo que cuando nos separamos se hizo añicos, cuando te fuiste la segunda vez, yo estaba segura de que no había nada de  lo que nos había sucedido, admitámoslo, nos engañamos la una a la otra y, sobre todo, ninguna de los dos estábamos contentas. - Ella arruga su rostro con desesperación.  Marlene sonríe con las palabras de Rebecca reflejadas en su mente. - Yo era egoísta, debería haber reflexionado sobre mi vida y darme cuenta de que eras quien hacía girar mi mundo, que realmente te amaba. - Rebecca la detiene. - No habría importado que hubiéramos roto y por ese egoísmo nos separamos, no, no lo quería y sí, habría intentado resolverlo. Con el paso del tiempo las dos hemos aceptado que nuestras vidas tomarían caminos diferentes. – Expone con sobriedad y el corazón en un puño. - Debo irme, tengo un vuelo temprano y todavía tengo que empacar. - Marlene la escucha con una lágrima cayendo de su ojo. - Si eso es lo que quieres, no puedo detenerte, sé que no puedo seguir así, toda esta confusión ha causado mucho dolor a mi marido y él ni siquiera lo sabe. Seguimos cayendo en la misma trampa, pero ya lo he dicho muchas veces, estoy enamorada de ti y si miras en tu corazón sabrás que te estoy diciendo la verdad Rebecca, nos amamos por favor, nunca lo olvides. -  Acompaña a Rebecca al pasillo.  Se abrazan. - ¡Adiós!

2 comentarios:

  1. me encanta, quede atrapada desde que inicio su historia.
    aunque entiendo que esta es otra posible realidad,me encanta cuando se amplia la historia con mismo final,pero otra trayectoria.:-)
    loba...

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    Respuestas
    1. Supongo que este es tu segundo comentario. Me gustaría saber quien hay detrás de este anónimo y si alguien de su entorno también sigue la historia. Me gusta recibir comentarios pero son escasos, no busco halagos solo una crítica constructiva para mejorar.
      Gracias de todos modos.

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