Es
mejor dejar algunas cosas sin decir
Lizette comienza a cerrar la maleta en el
momento que Rebecca aparece con una sonrisa. - He intentado volver más temprano. - La abraza por la cintura,
Lizette no la mira. - ¿Qué pasa? – La
coge por hombro. – He tenido una
conversación con Marlene hoy. - Ella frunce el ceño mientras habla, Rebecca
la hace girar hacia si. - ¿Qué
quieres decir? ¡Venga dime! - Se enfada y se le enrojece la cara. - ¿Por qué la proteges? - Ella le ladra.
- Porque, yo… - Ella deja de hablar. - Marlene
me dijo que una vez tuvo algo contigo. - Rebecca respira con incertidumbre.
- Me dijo que ella estaba interesada,
pero la rechazaste. - Se cruza de brazos sorprendida y le pregunta. - ¿Eso es lo que te dijo, que la rechacé?
- Lizette parece perdida ante sus
palabras. - No tengo tiempo para discutir
esto más, quiero un poco de tiempo a solas antes de irme. - Cambia de tema.
- Creo que puedo arreglar eso. – Rebecca
le coge de la mano y la lleva a la cama. Allí la desnuda y se acuestan haciendo
el amor con pasión. - Yo debería vestirme.
- Lizette se levanta de la cama, Rebecca se queda debajo de las sábanas. - ¡Te amo! – Le dice, Lizette se apresura
a regresar a la cama y la besa. - Hablaremos
cuando vuelva, te lo prometo. – Exclama.
- Pero el trabajo me llama y ¡Bueno! Ya veremos cómo va esto. - Rebecca la escucha complaciente y sonríe.
Pero sus pensamientos machacones regresan a Marlene.
Marlene duda antes de entrar en el
apartamento, sabe que Mark ha llegado a casa antes que ella. Gime apoyada
contra la puerta, su mano tiembla mientras trata de poner la llave en la
cerradura. Acepta su propio desafío y entra. Mark está sentado en el sofá con
un whisky en la mano. La mira, ella coloca su bolso sobre la mesa y camina hacia
él. - ¡Mark! - Ella comienza a
hablar, él la mira con estoicismo. Ella le mira decidida. - Necesito
decirte algo, algo que debería haberte dicho hace mucho tiempo. - Ella baja
la cabeza. - No creo que hayas sido muy
sincera acerca de tu vida aquí o antes de que yo estuviera en la foto. - Murmura
tomando un trago de su bebida. - No he
sido honesta, lo sé, también sé que nunca pensé en volver aquí. Mi vida estaba
en New Haven con un nuevo marido que me ama y simplemente no quería arriesgarme
o perderlo porque podrías avergonzarte por mí. - Ella se frota la cara. Él
se presta conciliador. - No importa qué,
nunca podría estar avergonzado de ti, te amo Marlene. – Ella solloza. - ¡Sí! Es cierto, yo estaba casada con
Hagen y como te dije, aquel matrimonio no funcionó. Fue entonces cuando me
involucré con Tristan. - Mark se anima. - ¿Tristan Von Lahnstein? - Ella frunce el ceño. - ¡Sí! el hermano de Rebecca y Hagen, nos
juntamos y comenzamos una vida. Te dije que me violaron y lo pasé muy mal.
Rebecca acababa de regresar de una larga estancia en Nueva York, descubrí que
estaba embarazada, supuestamente de la violación. -Mark arruga los labios. - ¿Estabas embarazada? - Él niega con
la cabeza y pone sus ojos en las palmas de sus manos. - ¡Lo estaba! Fue un momento terrible, la
incertidumbre se apoderó de mí y aborté. Rebecca estaba allí para mí y nosotras
terminamos siendo las mejores amigas. Nos llevábamos muy bien, tanto que
terminamos enamoradas la una de la otra. - Sujeta la respiración mientras
pronuncia las palabras que había intentado olvidar con tanto ahínco.
Mark miró hacia adelante y se quedó sin
palabras al principio, se puso de pie y preparó otro trago. - ¡Hmmm! Así que eres lesbiana. - Lo dice con enojo y un tono algo extraño. - ¡Sí! – Se aclara la garganta. - ¿Cuál es tu interés? ¿En mi? - Le
pregunta con sarcasmo. -Te amo, Mark,
cuando nos conocimos habían pasado muchos años desde que estuve con Rebecca. –
Él se acercó a la ventana y miró hacia el horizonte. - ¿Por qué no me lo dijiste entonces? Se supone que cuando te pedí
que te casaras conmigo, si tuvieras algún secreto, era el momento de decirlo.
- Él hace la pregunta con su frente
arrugada y con aprehensión intranquila. -
¡Quería, pero no podía! Si te lo hubiera dicho. ¿Habrías permanecido conmigo? - Ella le pregunta inquieta sintiendo dudas
sobre cuál será su respuesta. - ¡No lo sé!
Estoy sorprendido y puedo… No pienso en cómo me habría sentido. ¡Diablos! Ni
siquiera sé cómo me siento ahora. ¿Cuánto tiempo estuviste con ella? – Empuja
verbalmente mientras mira hacia ella. Marlene permanece en silencio. - ¿Cuánto tiempo? - Levanta la voz con
rabia. - ¡Dos años! - Trata de
recordar. - ¿Qué pasó? ¿Decidiste que esa
relación lesbiana no era para ti? - Se
sirve otro trago, su mano tiembla de angustia. - ¿O decidiste que sería mejor con un hombre? ¿Y encontraste el primer
lechón que pudo caer? - Él agarra con fuerza el vaso de la bebida y se traga
el contenido. Marlene se acerca a él. -
No fue así, cuando nos conocimos tú me arrastrabas. – Trata de explicarse. - ¡Mierda! – Exclama él en voz alta,
Marlene nunca lo había visto así antes y comienza a asustarse. - ¡Por favor! Tienes que creerme, te amo. - Le
ruega. - ¿Rebecca sabe que nunca me lo
has dicho? - Él cierra los dientes. -
¡Sí! ¡Lo sabe! - Ella da una respuesta breve. - ¿Y cómo te sientes? ¿Todavía la amas? - Él sigue insistiendo. – ¡Sí! Siempre
la amaré. - Responde Marlene decidiendo no retraerse. - ¿Y
qué significa eso para mí? - Aprieta su mandíbula preguntando en un tono
racional. - Mark, te amo, me casé
contigo. Cuando me fui de aquí fue para encontrarme y seguir con mi vida, nunca
pensé que nuestros caminos se cruzarían de nuevo, ¿Qué debo hacer? ¿Continuar
mintiendo? ¿Cuánto tiempo tardarías en descubrirlo? - Ella se pronuncia con
firmeza. - Cogiste su caso. – Gruñe. - Lo hice porque me urgiste, pensabas que
alguien que estaba familiarizado con ella sería mejor, no lo quería, trataba de
evitar sospechas. Mi espalda estaba
contra la pared. Ella me dijo que ya habíamos pasado todo el daño que nos
pudimos causar y que deberíamos seguir adelante con nuestras vidas. – Explica
con tranquilidad para que él pueda entenderla. - ¿Qué harás ahora? - Él pregunta con calma. - Ella ha solicitado un nuevo terapeuta, me dijo que su novia no se
sentía cómoda con la situación. – Le narra suspirando. - Trabajaré con ella por la mañana y estoy buscando a alguien más para
llevar su caso. – Afirma. - ¡No
quiero que la veas! - Ordena Mark. –
No voy a hacer eso, tengo que seguir con
la terapia, creo que esta será la última sesión con ella, luego lo hará otro
terapeuta. - Ella mueve la cabeza en negativo. - No confío en esta situación, noté tu distracción cuando ella está
cerca, nunca lo hubiera pensado… que seas su ex amante. - Marlene se cruza
de brazos. - Ex, eres mi futuro, te amo.
- Necesita ser convincente. - Esto es
mucho para mí, no puedo hablar contigo, mi mente está en estado de shock. -
Expresa con severidad. - Voy a ducharme y luego a la cama. -
Levanta el vaso y le dirige una rápida mirada y la deja sola en la sala de
estar. Pasea y piensa en lo que debía decirle a
Rebecca. Se sirvió un trago que bebe rauda. Le envía un mensaje a Rebecca diciendo
que llegará antes de lo habitual y que necesitan hablar. Ella camina a la puerta del dormitorio,
agarra el pomo y encuentra la puerta cerrada con llave. Marlene se queda
inmóvil unos segundos arruga los labios y se da la vuelta. Saca una manta y una
almohada del armario, esta noche debe acampar en el sofá.
Rebecca se viste con su traje de
calentamiento y se dirige apresurada a la sala de ejercicios en previsión de la
llegada de Marlene. Empieza a balancear el pie sobre la pelota y a girarla. - ¡Buenos días! - Marlene entra con cara
de cansada y preocupada. Rebecca podía decir que parece un fantasma. - ¿Empezaremos con el ejercicio de
estiramiento? - Marlene pregunta con un temblor en la voz. - ¡Hey!
- Rebecca se levantó. - ¿Estás bien?
- Ella se acerca. - ¡No! – Indica
con lágrimas en los ojos. - Le conté a
Mark nuestro pasado. - Habla con angustia por la situación, baja la cabeza.
– ¿Es por culpa de Lizette? –
Cuestiona las acciones de su novia. Marlene la mira. - Mark oyó nuestra conversación, yo estaba furiosa y tuve que hablar
con él. Sospechaba, él no quiere que te
vea más. - Revela con tristeza. –
¡No! No lo harás. - Rebecca la mira. -
Puedo esperar a que me encuentres alguien nuevo, eso servirá para que te despejes
unos días. – Ella sonríe, enjuga la lágrima de la mejilla con el dedo
índice. - ¿Estás segura de que esto es lo
que quieres? - Marlene pregunta con curiosidad. - ¡No! No, pero no puedo tener conflictos con Lizette, ella es malhumorada
y ha estado sospechando también. - Rebecca le asegura. - ¡Ok! Haré
todo lo posible por al menos encontrar a alguien para el lunes.- Le informa. Terminan los ejercicios de
estiramiento y hacen un descanso. - Ya te echo de menos. - Rebecca le dice amable. - ¡Bueno! Es lo mejor, a menos
que hayas tenido un trasplante de corazón. - Exterioriza de burla Marlene
mientras se levanta. – Te amo en cierto
modo, yo…Te amo, no puedo estar mintiéndome a mí y a todos los demás si no te
lo confesara Marlene, pero tengo un largo camino por delante, no recuerdo cosas
y me siento como una bola de confusión. - Rebecca se expresa nerviosa y un poco reflexiva. Marlene sonrió. - ¿Acabas de decir que me amas? - Mira a la calma que transmiten
los grandes ojos marrones de Rebecca. -
¡Sí! Siempre te he amado y siempre lo
haré. - Se pone solemne. - Pero no
fue ese el motivo de nuestra separación, la felicidad se perdió y no sé qué
sucedió, de repente descubrimos que era demasiado tarde para continuar, el amor
nunca fue la razón, puedo mirar hacia atrás y ver todo lo que teníamos,
compartimos y doy gracias de no perder esos recuerdos en el accidente. - Marlene se emociona. - Nunca
dejé de amarte, nunca, pero creo que una vez más que fui egoísta, quiero decir
que nunca te ofrecí esa segunda oportunidad. - Se gira y mira de nuevo al
rostro que la cautiva. - Si hubiera
acudido a ti y te hubiera dicho, me iré si, pero deberías ir conmigo. ¿Lo
harías? - Sus preguntas se detienen en el aire, Rebecca lo piensa y cierra
sus ojos un instante. - ¡No sé! Marlene,
fue hace tanto tiempo. Yo estaba enojada, con el corazón roto y bajo una gran
presión de mi familia, no podía renunciar a lo que me encantaba hacer, pero esa
misma cosa se las arregló para arruinar mi vida, no me preguntó, nunca se me
dio esa oportunidad. Ninguna de nosotras sabrá si eso habría cambiado el curso
de las cosas. - Rebecca habla con
franqueza. Terminan los ejercicios. Rebecca regresa al
invernadero.
Marlene se aleja del castillo, Rebecca se
deja caer en el sofá hundiendo la cara en sus manos y sollozando. Marlene no
puede soportar que no pueda verla. Regresa y entra en el invernadero, se queda
de pie, levantado el puño para golpear la puerta, vacilante frente a ella, pero
se detiene poco antes, se muerde el labio inferior. Ella sabe que si entra, estará desafiando a
su marido. Hace una pausa, toma aire y entra sin decir palabra, abraza a
Rebecca por la cintura la besa presionando sus labios contra los suyos en un
contacto errático gimiendo y gimiendo mientras sus lenguas se funden. Se despojan
de la ropa de cada una esparciéndola por el suelo. Unidas entre sí con el sudor
de la pasión perlado sobre su piel de la fricción de tocar con ardor. Rebecca
lleva a Marlene a la ducha, el agua caliente y humeante las golpea mientras se
enjabonan, Marlene muerde el cuello de Rebecca saboreando la dulzura del jabón empapado
de deseo. - Te amo. - Le dice
apasionada, hace una mueca penetrando en
Rebecca. - Sé que me amas. – Exhala su
aliento caliente contra ella, Rebecca no habla ella sólo gime humilde hasta que
sus músculos tiemblan. Se inclina lentamente mientras baja en busca de la
sexualidad de Marlene, ella se abre con la espalda apoyada contra la pared de
la ducha, rogándole a Rebecca su gratificación. Rebecca entra en ella y Marlene
se arquea contra los movimientos rítmicos que la llevan a un clímax incontrolable.
Se cae en el piso de la ducha, el calor del agotamiento causa que el vapor de
la ducha se espese. Se sostienen estrechamente hasta que pueden reunir la
fuerza para envolverse en una toalla y dirigirse a la cama. Sus cuerpos
aceptaban el calor de las sábanas que las encierran, yacen acariciándose y tocándose
sin decir una palabra hasta que se quedan dormidas por agotamiento. Se
despiertan y vuelven a besarse. - Mi vida
está en ruinas. - Anuncia con tristeza
Marlene, Rebecca abre por primera vez un ojo y luego el otro. - No quiero hablar de eso, yaciendo aquí
contigo en mis brazos es todo lo que ahora deseo. – Expresa dulce Rebecca. Una
vez más lastiman a la gente que tanto ella como Marlene aman. - ¿Por qué estás enamorada de mí? - Pregunta Rebecca despertando interés en su
amante. - Siempre lo he estado, ya lo
sabes. - Se acomoda y coloca la yema del dedo en el labio inferior de
Rebecca. - Tú me amaste primero. - Besando
suavemente sus labios. - ¡Es verdad! Fue
así. - Rebecca dice que tiene que hablar con Lizette. - Tengo que tomar una decisión. – Reflexiona.
- Dijiste que no hablaríamos de que
nuestras vidas están en ruinas. - Refunfuña rodando encima de Rebecca, se
besan con sus lenguas entrando y saliendo alegremente, hasta que el tono del teléfono
de Marlene las hace volver a la realidad. Marlene saca su celular del bolsillo
de sus pantalones. - Es Mark, me tengo
que ir. - Ella frunce el ceño
mientras se viste. - Quiero que te
quedes. - Rebecca agarra su mano firme tirándola de espaldas en la cama. - No quiero otra cosa más que quedarme
contigo, pero tengo un marido y estoy segura de que sus sospechas han aumentado.
– Le responde. – ¡Marlene! ¿Qué vas a
hacer o decirle? Ese hombre no tiene ni
idea de tus verdaderos sentimientos por mí y puedo asegurarte que esto de
querer tener un hijo contigo es la parte central de su mente. ¿Puedo creer que
no estás embarazada? - Rebecca se
levanta de la cama y comienza a vestirse. -
¡No estoy embarazada! He estado tomando la píldora. – Rebecca la sigue
hasta la puerta. - Marlene estás casada con él, hay un compromiso.
- Le dice muy severa. - ¡Lo sé! Sé
que estoy en esta situación y no quiero. Lo tengo más allá de lo que cree y ni
siquiera sabe la mitad. - Tartamudea con ira. - Tengo que irme. - Intenta
un beso, pero Rebecca se aparta. Se
apresura con un gesto de contrariedad. Rebecca
se sienta y reflexiona contemplando su situación.
-
¿Dónde has estado? - Mark
gruñe en voz alta cuando Marlene entra en el apartamento. - Te dije que tenía que terminar mi sesión con Rebecca, ¿Por qué? -Se
acerca a ella. – Te dije que no la
volvieras a ver. - Marlene arroja su bolso sobre la mesa y pasa a su lado,
él la abraza. - ¿Oíste lo que dije? -
Se hace el fuerte y abrupto. - ¿Qué se
supone que debo hacer? – Pregunta mientras él la abraza con fuerza. - Encuentra a alguien más. - Él vocifera
lleno de ira. Ella comienza a llorar. - ¡Suéltame! - Ella tira de su brazo. - Me has hecho daño. - Ella le increpa.
Mark comienza a inquietarse. - No puedo
creer cómo me mentiste. - Intenta provocarla. - No quería hacerte daño, tú me pusiste… nos
pusiste en esta situación. - Responde ella, con la boca tensa. - ¿Yo? No seas ridícula. – Ella insiste.
– Tú tomaste la decisión de venir a
Düsseldorf, nunca me preguntaste qué me parecía o cómo me sentía, lo asumías,
ni siquiera tuvimos la oportunidad de empezar nuestra vida juntos. Estábamos
empezando y tenía que vivir con esa
decisión tuya. - Exclama ella con firmeza. - Sólo quería hacerte feliz. - Le tartamudea. - ¿Crees que vivir en todo este caos me hace feliz? Tengo una
responsabilidad con nuestros clientes, me empujaste para que trabajara con
ella, dijiste que sería lo mejor, o lo olvidaste. - Se sienta en el sofá frente
a él. – Pensé que era lo mejor, pero yo
no sabía de tu pasado con ella. - Marlene le mira. - ¿Habría sido diferente? Han pasado años, te tengo y ella tiene Lizette.
¿Tienes miedo de nuestro matrimonio? - Ella le cuestiona con una sarcástica sonrisa. - Podría haber cambiado la forma en que hice
las cosas, no creo que sea una amenaza para nuestro matrimonio, pero de nuevo
no me gustan los secretos. - Comenta con frialdad. - No
puedo vivir en este tumulto o tensión. – Le indica Marlene, Mark baja la
cabeza. - ¿Debo mudarme a un hotel? -
Pregunta con la garganta apretada proveyendo una respuesta afirmativa. – No te estoy pidiendo eso, no puedes
decirme quién puedo o no puedo ver, no voy a vivir en un matrimonio donde tenga
que mentir cada vez que pienso que podrías sentir celos. - Su tono es
animado mientras se abre paso a través del apartamento. -
Rebecca es mi responsabilidad hasta que pueda encontrar un reemplazo, ella está
haciendo grandes progresos, mejor de lo que te anticipé y ella es tu paciente,
algo que no tiene nada que ver con cualquier otra situación. - Mark pensó
momentáneamente antes de aceptar salir de la habitación, Marlene sintió
angustia y dolor por herirlo.
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