Una separación necesaria

Una separación necesaria

martes, 6 de febrero de 2018

Episodio decimo séptimo




Es mejor dejar algunas cosas sin decir

 Lizette comienza a cerrar la maleta en el momento que Rebecca aparece con una sonrisa. - He intentado volver más temprano. - La abraza por la cintura, Lizette no la mira. - ¿Qué pasa? – La coge por hombro. – He tenido una conversación con Marlene hoy. - Ella frunce el ceño mientras habla, Rebecca la hace girar hacia si. - ¿Qué quieres decir? ¡Venga dime! - Se enfada y se le enrojece la cara. - ¿Por qué la proteges? - Ella le ladra. - Porque, yo… - Ella deja de hablar.  - Marlene me dijo que una vez tuvo algo contigo. - Rebecca respira con incertidumbre. - Me dijo que ella estaba interesada, pero la rechazaste. - Se cruza de brazos sorprendida y le pregunta. - ¿Eso es lo que te dijo, que la rechacé? -  Lizette parece perdida ante sus palabras. - No tengo tiempo para discutir esto más, quiero un poco de tiempo a solas antes de irme. - Cambia de tema. - Creo que puedo arreglar eso. – Rebecca le coge de la mano y la lleva a la cama. Allí la desnuda y se acuestan haciendo el amor con pasión. - Yo debería vestirme. - Lizette se levanta de la cama, Rebecca se queda debajo de las sábanas. - ¡Te amo! – Le dice, Lizette se apresura a regresar a la cama y la besa. - Hablaremos cuando vuelva, te lo prometo. – Exclama. - Pero el trabajo me llama y ¡Bueno! Ya veremos cómo va esto. -  Rebecca la escucha complaciente y sonríe. Pero sus pensamientos machacones regresan a Marlene.

Marlene duda antes de entrar en el apartamento, sabe que Mark ha llegado a casa antes que ella. Gime apoyada contra la puerta, su mano tiembla mientras trata de poner la llave en la cerradura. Acepta su propio desafío y entra. Mark está sentado en el sofá con un whisky en la mano. La mira, ella coloca su bolso sobre la mesa y camina hacia él. - ¡Mark! - Ella comienza a hablar, él la mira con estoicismo. Ella le mira decidida.  - Necesito decirte algo, algo que debería haberte dicho hace mucho tiempo. - Ella baja la cabeza. - No creo que hayas sido muy sincera acerca de tu vida aquí o antes de que yo estuviera en la foto. - Murmura tomando un trago de su bebida. - No he sido honesta, lo sé, también sé que nunca pensé en volver aquí. Mi vida estaba en New Haven con un nuevo marido que me ama y simplemente no quería arriesgarme o perderlo porque podrías avergonzarte por mí. - Ella se frota la cara. Él se presta conciliador. - No importa qué, nunca podría estar avergonzado de ti, te amo Marlene. – Ella solloza. - ¡Sí! Es cierto, yo estaba casada con Hagen y como te dije, aquel matrimonio no funcionó. Fue entonces cuando me involucré con Tristan. - Mark se anima. - ¿Tristan Von Lahnstein? - Ella frunce el ceño. - ¡Sí! el hermano de Rebecca y Hagen, nos juntamos y comenzamos una vida. Te dije que me violaron y lo pasé muy mal. Rebecca acababa de regresar de una larga estancia en Nueva York, descubrí que estaba embarazada, supuestamente de la violación. -Mark arruga los labios. - ¿Estabas embarazada? - Él niega con la cabeza y pone sus ojos en las palmas de sus manos. - ¡Lo estaba! Fue un momento terrible, la incertidumbre se apoderó de mí y aborté. Rebecca estaba allí para mí y nosotras terminamos siendo las mejores amigas. Nos llevábamos muy bien, tanto que terminamos enamoradas la una de la otra. - Sujeta la respiración mientras pronuncia las palabras que había intentado olvidar con tanto ahínco.

Mark miró hacia adelante y se quedó sin palabras al principio, se puso de pie y preparó otro trago. - ¡Hmmm! Así que eres lesbiana. -  Lo dice con enojo y un tono algo extraño. - ¡Sí! – Se aclara la garganta. - ¿Cuál es tu interés? ¿En mi? - Le pregunta con sarcasmo. -Te amo, Mark, cuando nos conocimos habían pasado muchos años desde que estuve con Rebecca. – Él se acercó a la ventana y miró hacia el horizonte. - ¿Por qué no me lo dijiste entonces? Se supone que cuando te pedí que te casaras conmigo, si tuvieras algún secreto, era el momento de decirlo. -  Él hace la pregunta con su frente arrugada y con aprehensión intranquila. - ¡Quería, pero no podía! Si te lo hubiera dicho. ¿Habrías permanecido conmigo? -  Ella le pregunta inquieta sintiendo dudas sobre cuál será su respuesta. - ¡No lo sé! Estoy sorprendido y puedo… No pienso en cómo me habría sentido. ¡Diablos! Ni siquiera sé cómo me siento ahora. ¿Cuánto tiempo estuviste con ella? – Empuja verbalmente mientras mira hacia ella. Marlene permanece en silencio. - ¿Cuánto tiempo? - Levanta la voz con rabia. - ¡Dos años! - Trata de recordar. - ¿Qué pasó? ¿Decidiste que esa relación lesbiana no era para ti? -  Se sirve otro trago, su mano tiembla de angustia. - ¿O decidiste que sería mejor con un hombre? ¿Y encontraste el primer lechón que pudo caer? - Él agarra con fuerza el vaso de la bebida y se traga el contenido. Marlene se acerca a él. - No fue así, cuando nos conocimos tú me arrastrabas. – Trata de explicarse. - ¡Mierda! – Exclama él en voz alta, Marlene nunca lo había visto así antes y comienza a asustarse. - ¡Por favor! Tienes que creerme, te amo. - Le ruega. - ¿Rebecca sabe que nunca me lo has dicho? - Él cierra los dientes. - ¡Sí! ¡Lo sabe! - Ella da una respuesta breve. - ¿Y cómo te sientes? ¿Todavía la amas? -  Él sigue insistiendo.  – ¡Sí! Siempre la amaré. - Responde Marlene decidiendo no retraerse. - ¿Y qué significa eso para mí? - Aprieta su mandíbula preguntando en un tono racional. - Mark, te amo, me casé contigo. Cuando me fui de aquí fue para encontrarme y seguir con mi vida, nunca pensé que nuestros caminos se cruzarían de nuevo, ¿Qué debo hacer? ¿Continuar mintiendo? ¿Cuánto tiempo tardarías en descubrirlo? - Ella se pronuncia con firmeza. - Cogiste su caso. – Gruñe. - Lo hice porque me urgiste, pensabas que alguien que estaba familiarizado con ella sería mejor, no lo quería, trataba de evitar sospechas. Mi espalda estaba contra la pared. Ella me dijo que ya habíamos pasado todo el daño que nos pudimos causar y que deberíamos seguir adelante con nuestras vidas. – Explica con tranquilidad para que él pueda entenderla. - ¿Qué harás ahora? - Él pregunta con calma. - Ella ha solicitado un nuevo terapeuta, me dijo que su novia no se sentía cómoda con la situación. – Le narra suspirando. - Trabajaré con ella por la mañana y estoy buscando a alguien más para llevar su caso. – Afirma. - ¡No quiero que la veas! - Ordena Mark.  No voy a hacer eso, tengo que seguir con la terapia, creo que esta será la última sesión con ella, luego lo hará otro terapeuta. - Ella mueve la cabeza en negativo. - No confío en esta situación, noté tu distracción cuando ella está cerca, nunca lo hubiera pensado… que seas su ex amante. - Marlene se cruza de brazos. - Ex, eres mi futuro, te amo. - Necesita ser convincente. - Esto es mucho para mí, no puedo hablar contigo, mi mente está en estado de shock. - Expresa con severidad.  - Voy a ducharme y luego a la cama. - Levanta el vaso y le dirige una rápida mirada y la deja sola en la sala de estar. Pasea y piensa en lo que debía decirle a Rebecca. Se sirvió un trago que bebe rauda. Le envía un mensaje a Rebecca diciendo que llegará antes de lo habitual y que necesitan hablar. Ella camina a la puerta del dormitorio, agarra el pomo y encuentra la puerta cerrada con llave. Marlene se queda inmóvil unos segundos arruga los labios y se da la vuelta. Saca una manta y una almohada del armario, esta noche debe acampar en el sofá.



Rebecca se viste con su traje de calentamiento y se dirige apresurada a la sala de ejercicios en previsión de la llegada de Marlene. Empieza a balancear el pie sobre la pelota y a girarla. - ¡Buenos días! - Marlene entra con cara de cansada y preocupada. Rebecca podía decir que parece un fantasma. - ¿Empezaremos con el ejercicio de estiramiento? - Marlene pregunta con un temblor en la voz.  - ¡Hey! - Rebecca se levantó. - ¿Estás bien? - Ella se acerca. - ¡No! – Indica con lágrimas en los ojos. - Le conté a Mark nuestro pasado. - Habla con angustia por la situación, baja la cabeza. – ¿Es por culpa de Lizette? – Cuestiona las acciones de su novia. Marlene la mira. - Mark oyó nuestra conversación, yo estaba furiosa y tuve que hablar con él.  Sospechaba, él no quiere que te vea más. -  Revela con tristeza. – ¡No! No lo harás. - Rebecca la mira. - Puedo esperar a que me encuentres alguien nuevo, eso servirá para que te despejes unos días. – Ella sonríe, enjuga la lágrima de la mejilla con el dedo índice. - ¿Estás segura de que esto es lo que quieres? - Marlene pregunta con curiosidad. - ¡No! No, pero no puedo tener conflictos con Lizette, ella es malhumorada y ha estado sospechando también. - Rebecca le asegura.  - ¡Ok! Haré todo lo posible por al menos encontrar a alguien para el lunes.-  Le informa. Terminan los ejercicios de estiramiento y hacen un descanso.  - Ya te echo de menos. -  Rebecca le dice amable. - ¡Bueno!  Es lo mejor, a menos que hayas tenido un trasplante de corazón. - Exterioriza de burla Marlene mientras se levanta. – Te amo en cierto modo, yo…Te amo, no puedo estar mintiéndome a mí y a todos los demás si no te lo confesara Marlene, pero tengo un largo camino por delante, no recuerdo cosas y me siento como una bola de confusión. - Rebecca se expresa nerviosa y un poco reflexiva.  Marlene sonrió. - ¿Acabas de decir que me amas? - Mira a la calma que transmiten los grandes ojos marrones de Rebecca. - ¡Sí!  Siempre te he amado y siempre lo haré. - Se pone solemne. - Pero no fue ese el motivo de nuestra separación, la felicidad se perdió y no sé qué sucedió, de repente descubrimos que era demasiado tarde para continuar, el amor nunca fue la razón, puedo mirar hacia atrás y ver todo lo que teníamos, compartimos y doy gracias de no perder esos recuerdos en el accidente. - Marlene se emociona. -  Nunca dejé de amarte, nunca, pero creo que una vez más que fui egoísta, quiero decir que nunca te ofrecí esa segunda oportunidad. - Se gira y mira de nuevo al rostro que la cautiva. - Si hubiera acudido a ti y te hubiera dicho, me iré si, pero deberías ir conmigo. ¿Lo harías? - Sus preguntas se detienen en el aire, Rebecca lo piensa y cierra sus ojos un instante. - ¡No sé! Marlene, fue hace tanto tiempo. Yo estaba enojada, con el corazón roto y bajo una gran presión de mi familia, no podía renunciar a lo que me encantaba hacer, pero esa misma cosa se las arregló para arruinar mi vida, no me preguntó, nunca se me dio esa oportunidad. Ninguna de nosotras sabrá si eso habría cambiado el curso de las cosas. -  Rebecca habla con franqueza. Terminan los ejercicios. Rebecca regresa al invernadero.


Marlene se aleja del castillo, Rebecca se deja caer en el sofá hundiendo la cara en sus manos y sollozando. Marlene no puede soportar que no pueda verla. Regresa y entra en el invernadero, se queda de pie, levantado el puño para golpear la puerta, vacilante frente a ella, pero se detiene poco antes, se muerde el labio inferior.  Ella sabe que si entra, estará desafiando a su marido. Hace una pausa, toma aire y entra sin decir palabra, abraza a Rebecca por la cintura la besa presionando sus labios contra los suyos en un contacto errático gimiendo y gimiendo mientras sus lenguas se funden. Se despojan de la ropa de cada una esparciéndola por el suelo. Unidas entre sí con el sudor de la pasión perlado sobre su piel de la fricción de tocar con ardor. Rebecca lleva a Marlene a la ducha, el agua caliente y humeante las golpea mientras se enjabonan, Marlene muerde el cuello de Rebecca saboreando la dulzura del jabón empapado de deseo. - Te amo. - Le dice apasionada,  hace una mueca penetrando en Rebecca. - Sé que me amas. – Exhala su aliento caliente contra ella, Rebecca no habla ella sólo gime humilde hasta que sus músculos tiemblan. Se inclina lentamente mientras baja en busca de la sexualidad de Marlene, ella se abre con la espalda apoyada contra la pared de la ducha, rogándole a Rebecca su gratificación. Rebecca entra en ella y Marlene se arquea contra los movimientos rítmicos que la llevan a un clímax incontrolable. Se cae en el piso de la ducha, el calor del agotamiento causa que el vapor de la ducha se espese. Se sostienen estrechamente hasta que pueden reunir la fuerza para envolverse en una toalla y dirigirse a la cama. Sus cuerpos aceptaban el calor de las sábanas que las encierran, yacen acariciándose y tocándose sin decir una palabra hasta que se quedan dormidas por agotamiento. Se despiertan y vuelven a besarse. - Mi vida está en ruinas. -  Anuncia con tristeza Marlene, Rebecca abre por primera vez un ojo y luego el otro. - No quiero hablar de eso, yaciendo aquí contigo en mis brazos es todo lo que ahora deseo. – Expresa dulce Rebecca. Una vez más lastiman a la gente que tanto ella como Marlene aman. - ¿Por qué estás enamorada de mí? -  Pregunta Rebecca despertando interés en su amante. - Siempre lo he estado, ya lo sabes. - Se acomoda y coloca la yema del dedo en el labio inferior de Rebecca. - Tú me amaste primero. - Besando suavemente sus labios. - ¡Es verdad! Fue así. - Rebecca dice que tiene que hablar con Lizette. - Tengo que tomar una decisión. – Reflexiona. - Dijiste que no hablaríamos de que nuestras vidas están en ruinas. - Refunfuña rodando encima de Rebecca, se besan con sus lenguas entrando y saliendo alegremente, hasta que el tono del teléfono de Marlene las hace volver a la realidad. Marlene saca su celular del bolsillo de sus pantalones. - Es Mark, me tengo que ir. -  Ella frunce el ceño mientras se viste. - Quiero que te quedes. - Rebecca agarra su mano firme tirándola de espaldas en la cama. - No quiero otra cosa más que quedarme contigo, pero tengo un marido y estoy segura de que sus sospechas han aumentado. – Le responde. – ¡Marlene! ¿Qué vas a hacer o decirle? Ese hombre no tiene ni idea de tus verdaderos sentimientos por mí y puedo asegurarte que esto de querer tener un hijo contigo es la parte central de su mente. ¿Puedo creer que no estás embarazada?  - Rebecca se levanta de la cama y comienza a vestirse. - ¡No estoy embarazada! He estado tomando la píldora. – Rebecca la sigue hasta la puerta. -  Marlene estás casada con él, hay un compromiso. - Le dice muy severa. - ¡Lo sé! Sé que estoy en esta situación y no quiero. Lo tengo más allá de lo que cree y ni siquiera sabe la mitad. - Tartamudea con ira. - Tengo que irme. -  Intenta un beso, pero Rebecca se aparta.  Se apresura con un gesto de contrariedad. Rebecca se sienta y reflexiona contemplando su situación. 



- ¿Dónde has estado? - Mark gruñe en voz alta cuando Marlene entra en el apartamento. - Te dije que tenía que terminar mi sesión con Rebecca, ¿Por qué? -Se acerca a ella. – Te dije que no la volvieras a ver. - Marlene arroja su bolso sobre la mesa y pasa a su lado, él la abraza. - ¿Oíste lo que dije? - Se hace el fuerte y abrupto. - ¿Qué se supone que debo hacer? – Pregunta mientras él la abraza con fuerza. - Encuentra a alguien más. - Él vocifera lleno de ira. Ella comienza a llorar.  - ¡Suéltame! - Ella tira de su brazo. - Me has hecho daño. - Ella le increpa. Mark comienza a inquietarse. - No puedo creer cómo me mentiste. - Intenta provocarla.   - No quería hacerte daño, tú me pusiste… nos pusiste en esta situación. - Responde ella, con la boca tensa. - ¿Yo? No seas ridícula. – Ella insiste. – Tú tomaste la decisión de venir a Düsseldorf, nunca me preguntaste qué me parecía o cómo me sentía, lo asumías, ni siquiera tuvimos la oportunidad de empezar nuestra vida juntos. Estábamos empezando y tenía que vivir con esa decisión tuya. - Exclama ella con firmeza. - Sólo quería hacerte feliz. - Le tartamudea. - ¿Crees que vivir en todo este caos me hace feliz? Tengo una responsabilidad con nuestros clientes, me empujaste para que trabajara con ella, dijiste que sería lo mejor, o lo olvidaste. - Se sienta en el sofá frente a él. – Pensé que era lo mejor, pero yo no sabía de tu pasado con ella. - Marlene le mira. - ¿Habría sido diferente? Han pasado años, te tengo y ella tiene Lizette. ¿Tienes miedo de nuestro matrimonio? -  Ella le cuestiona con una sarcástica sonrisa. - Podría haber cambiado la forma en que hice las cosas, no creo que sea una amenaza para nuestro matrimonio, pero de nuevo no me gustan los secretos. - Comenta con frialdad.  - No puedo vivir en este tumulto o tensión. – Le indica Marlene, Mark baja la cabeza. - ¿Debo mudarme a un hotel? - Pregunta con la garganta apretada proveyendo una respuesta afirmativa. – No te estoy pidiendo eso, no puedes decirme quién puedo o no puedo ver, no voy a vivir en un matrimonio donde tenga que mentir cada vez que pienso que podrías sentir celos. - Su tono es animado mientras se abre paso a través del apartamento. - Rebecca es mi responsabilidad hasta que pueda encontrar un reemplazo, ella está haciendo grandes progresos, mejor de lo que te anticipé y ella es tu paciente, algo que no tiene nada que ver con cualquier otra situación. - Mark pensó momentáneamente antes de aceptar salir de la habitación, Marlene sintió angustia y dolor por herirlo.

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