Dos
errores no hacen un derecho
Marlene espera sentada en el sofá de casa a que
Mark regrese. Su vuelo se ha retrasado, por ello está ansiosa, está pensando en
Rebecca la última conversación resuena en su mente, la revelación de Rebecca
acerca de sus verdaderos sentimientos corre alocada por sus venas. Se sobresalta
de sus pensamientos por el tintineo de las llaves de Mark en la puerta, corre
hacia él para recibirle. - ¡Hola!- Él
la abraza por la cintura girándola en sus brazos. - Te he echado de menos. Aunque Berlín fue agradable. - Se ríe.
Mark se inclina para besarla y acaricia su pecho a través de la camisa, afloja
su corbata gimiendo mientras sus manos se preguntan dónde está el botón
superior de sus pantalones. - ¿No estás cansado?
-Ella pregunta poniendo las manos en las solapas de su chaqueta. - No cuando se trata de ti. - La lleva
de la mano al dormitorio, sintiéndose extraña y torpe, pero se da cuenta que
ahora es el momento de tratar de resolver las cosas con su marido después de
todo piensa que... "Me casé con él porque lo amaba" Marlene cede a sus
encantos y pasan la noche en el amor. - Quizá
esta vez estés embarazada. -Murmura Mark en voz baja, Marlene pone los ojos
en blanco. - Quizás sí. - No tiene
ganas de discutir, Rebecca estaba en su mente. - ¿Qué estás pensando? - Él pregunta con inocencia. - ¡Nada realmente! Te extrañé. - Tragó
saliva sabiendo que en realidad no sabía que Marlene está en problemas. - ¡Marlene! Quiero tener un hijo contigo. -
Le implora agarrando su hombro y tirando de ella más cerca de él. Ella no puede
hablar el dolor emocional que siente. -
Creo que deberíamos ver a un especialista, seguramente hay una razón por la que
no te has quedado embarazada. - Marlene se queda preocupada.
- La
habitación setenta y cuatro.
– Expresa Rebecca mirando alrededor del vestíbulo del hotel. - Lisboa suele estar hermosa en esta época
del año. - Le responde el empleado del hotel, le entrega la llave de la
habitación de Lizette. - Estaré aquí unos días. Espero ver algunos lugares
de interés. - Ella le habla haciendo un guiño al botones que camina detrás
con su maleta a remolque. - ¿Eso es todo,
señora? - Pregunta mientras le da
una propina. - ¡Sí, gracias! -
Rebecca entra en la habitación. Se sienta en la cama y se relaja, le escribe un
mensaje a Lizette, cuando de repente oye la llave en la cerradura, Lizette la
abre riéndose, pero casi se ahoga al ver a Rebecca sentada allí. - ¡Rebecca! - Ella se apresura a su
lado y la abraza. Mientras un joven de tez morena y guapo se queda parado en la
puerta sin decir nada. - ¿Qué estás
haciendo aquí? - Lizette pregunta en un tartamudeo. -
Pensé que sería agradable sorprenderte. - Le sonríe y contempla al hombre
de la puerta con una mirada arrugada. - ¿Vas
a presentarme a tu amigo? - Rebecca infiere, Lizette le mira a él
mordiéndose el labio. - ¡Uh! Sí, ¡Eh! Francisco ésta es Rebecca. - Se mueve hacia
la cama y le estrecha la mano. El corazón de Lizette late salvaje en este
primer encuentro. - Acabábamos de llegar
desde un rodaje y… - Ella deja de hablar porque Francisco se interpone. - Estoy justo en el fondo del pasillo solo
que he acompañado a Lizette a su habitación. - Sonrió sintiendo su garganta
apretada. - ¡Ya veo! - Rebecca la abraza
por el cuello con fuerza. - Si ambas me
disculpan, tengo una película que trabajar. Nos vemos después. - El sale y cierra
la puerta apresuradamente dejando a las dos solas.
Lizette y Rebecca se meten en la tibieza
del agua de la bañera. - ¿Vino? - Lizette
le pregunta. Observa que no haya ningún rastro de Francisco en la habitación. Le
sirve una copa a Rebeca. - Debo decir que
estoy bastante sorprendida de que salgas de Düsseldorf. - Dice aclarándose
la garganta al abordar el tema. - No
quiero hablar de cualquier cosa, solo de nosotras. – Se inclina hacia
adelante y la besa. - Te amo Lizette y
ahora mismo lo único en lo que quiero concentrarme es en nosotras. - La
mira y agarra un mechón de su pelo castaño claro revolviéndolo con los dedos. - No has tenido que venir hasta Lisboa para decírmelo
Rebecca. - La reconviene. - ¡Sí!
Tenemos que hablar de algunas cosas. - Ella expresa como un recordatorio
de por qué ella está realmente allí. - ¡Ok!
Pero primero. - Lizette comenzó por
poner sus labios en Rebecca en un beso dulce y se trasladan de la bañera a la
cama completamente mojadas acaricia y explora en la pasión caliente que ambas ponen
allí durante un rato disfrutando de la liberación sexual. Cerrando sus ojos piensan
lo que decir la una a la otra.
Rebecca empieza a hablar en voz baja. - ¿Este Francisco, es él quien sigue
escribiéndote? - Lizette se siente incómoda y se le arruga la frente en previsión
de lo ha de decir. - ¡Sí! - Ella responde
contundente y con calma. - ¿Por qué lo
preguntas? - Siente que su corazón empieza a correr. - Creo
que él tiene un interés en ti más allá de la fotografía. – Gira la cabeza
hacia ella mientras habla con una mirada de desafío. - ¡Rebecca! No creo que ese sea el caso. - Lizette se protege. - ¡Hmmm! No soy ninguna tonta
Lizette. - Le dice con severidad. - ¿Qué te haría pensar eso? - Pregunta
como si estuviera acorralada en una esquina. – ¿Te acompaña a tu habitación, cuando él está justo al final del
pasillo? Lizette, ¡Está más que claro! -
La mira mientras se lo recuerda. Lizette se sienta en la cama. - Te amo, Rebecca. - Habla a la defensiva. - Sé lo que es engañar a la persona que más amas. - Añade mirando a
Lizette con cautela. Ella implícitamente interpreta. - ¿Estás
diciendo que te puedo engañar? - Exclama saltando violenta de la cama. - ¿Me acusas de hacer trampas?- Ella se
irrita. - ¿Lo haces? - Rebecca
pregunta con calma. - ¡Yo, yo! ¿De dónde
viene esto Rebecca? - Rebecca se sienta
en la cama y le hace un gesto con la palma de su mano para que Lizette se coloque
a su lado. -Tengo que decirte algo, algo
que he guardado, pero debía haberlo dicho. - Lizette se relaja un poco
escuchando. Le narra la historia de su vida pasada, la cual nunca había sido
muy prometedora. - Estuve desesperadamente
enamorada hace mucho tiempo. - Lizette se ríe y suspira. - ¡Lo sé! - Rebecca levanta el dedo a
los labios de Lizette. - ¡Por favor! Escucha: Tristán estaba comprometido con una
mujer con la que tuve un romance, alguien que me enamoró. Hubo mucha agitación
y odio entre nosotros, él nos devastó de muchas maneras, pero no pudo evitar el
hecho de que yo estuviera enamorada y peleé con uñas y dientes para estar con
ella, no me importaban las consecuencias, tenía derecho a estar enamorada. –
Le narra, mientras toma una profunda bocanada de aire. - ¿No lo hizo, ella no te amó? - Lizette pone una mirada emocional
de preocupación. - Ella lo hizo y su amor
fue un amor poderoso, incondicional y bello como ninguno. Pero con el tiempo no
pude ver lo que pasaría. – Rebeca deja caer una lágrima de la comisura de
su ojo. - ¿Qué quieres decir? -
Lizette la interroga acariciando la mejilla de Rebecca. - Sí, sé que no he sido muy habladora al respecto. – Vuelve a
respirar. - ¡Vamos! - Dice Lizette. – Comenzamos a discutir por cosas que nada
tenían que ver con nosotras. Yo la engañé y ella me dejó, no puedo decir que la
culpo. - Añade tristemente. - No quedó
espacio para otra oportunidad, le rogué que no lo hiciera, pero ella necesitaba
encontrarse a sí misma, necesitaba marcharse. Yo me dejé llevar por la vida
preguntándome qué pasaba, los errores estúpidos y de mierda que había hecho. Nosotras
estábamos felices ella me hizo ver eso, yo sólo necesitaba seguir adelante,
pero ella regresó. - Rebecca deja de hablar, Lizette piensa en lo que había
dicho, el aire escapa de sus pulmones mientras mira cautelosa a los ojos de
Rebecca. - ¡Marlene! - El nombre sale
de la lengua de Lizette mientras baja los hombros. - ¡Sí! Marlene. – Lizette se pone nerviosa, las frustraciones al
descubrirlo pesan sobre ella. - Sabía que
había algo, algo diferente en ella. - Se levanta con brusquedad de la cama.
- Ella está detrás de ti Rebecca. - Su
tono ahora enojado. - ¡No! Ella ama a su
marido. - Rebecca argumenta tratando de cubrir la verdad. - ¡Mentira! Rebecca ella ha tenido deseos por
ti desde la primera vez que la vi en la habitación contigo. – Responde con
enojo haciendo una mueca. - ¿De qué estás
hablando? - Lizette hizo una mueca. -
Su mano en tu cara, la mirada en sus ojos, pude ver el dolor, ella estaba
atormentada por ti. – Lizette habla de forma abrupta. - Lo que Marlene y yo teníamos está acabado. - Replica Rebecca,
Lizette siente mal el estómago. - ¡Tal
vez para ti! Pero no para ella. - Sonríe
Rebecca y suspira. - Te amo y sólo a tí,
por eso he venido hasta aquí, necesitaba decirte la verdad, no hay secretos o
animosidad hacia ella. - Le
confiesa. - ¡Bueno! ¡Lo siento! Pero no
confío en ella Rebecca. – Gruñe con ojeriza. - Sabes tan bien como yo, que cuando se pierde un amor como ese y vuelve
a aparecer inesperadamente las chispas pueden volar. - Le advierte con fuerza,
nota que sus fosas nasales se inflaman de ira. - ¿Francisco? – Rebecca vuelve a preguntar, Lizette se siente
culpable, trata de mantenerlo oculto. Las confesiones de Rebecca la preocupan. - ¿Algún engaño? - Lizette le pregunta a
Rebecca que baja la cabeza. - ¡Sí! –
Se le encoge la boca del estómago. -
¿Cómo ?, ¿Por qué? – Pregunta. -
Realmente no me interesa discutirlo, sabiendo lo que hice, es suficiente. -
Ella no quiere hablar más de eso. -
¡Marlene! - Lizette deja que su
nombre se deslice de sus labios y mira a Rebecca. - ¿Qué vas a hacer? - Entrecierra los ojos y continúa. - Ella es tu terapeuta. - Las palabras
Lizette le hacen temblar. - Tendrás que
lidiar con ello, estoy haciendo grandes progresos con ella. ¡Y sí! Hemos discutido el cambiar de fisioterapeuta.
– Lizette no da crédito. - Yo
soy otra persona. - Rebecca gimió levantándose de la cama y agarrando a
Lizette por los hombros. – No hay nadie disponible
para tomar mi caso en este momento, te quiero en casa para ayudarme a
superarlo, te necesito Lizette. - Se muerde el labio esperando una
respuesta de ella. - Confío en ti,
Rebecca, es ella, tengo un problema con ella. - Rebecca le hizo una
reverencia. – Estoy dispuesta a pasar el
resto de mi vida contigo, quiero que vengas a casa y hagas planes. - Traga
saliva mientras le suplica. - Es mucho
pedir, acabas de arrojar una bomba sobre mí.– Se aparta lejos de Rebecca. - ¿Me amas? - Pregunta con firmeza,
Lizette gira lentamente la cabeza. - ¡Sí,
te amo! - Sonríe levemente. -
¡Entonces! Si me amas como dices. No esperes, cásate conmigo. - Las
palabras se derrumban a su alrededor como una oleada de sorpresa repentina. - ¿Casarse? – Experimenta una sensación
temblorosa al repetir el verbo que Rebecca acababa de pronunciar. - ¿Quieres? - Cuestiona Rebecca en un
alegato. Lizette camina hacia ella. - Estoy
muy honrada, pero así de repente… - Ella expresa su corazón dolorido por el
hecho de que no es honesta con Rebecca. - Sé
que me amas y estás en shock en este momento pero piensa lo que estoy diciendo
Lizette, estoy lista para un compromiso, podríamos ser felices juntas, hacer
las cosas que hemos hablado, no hay nada que se interponga en nuestro camino. -
Lizette traga saliva mientras Rebecca la mira profundamente ojos. - ¿Puedo pensar en ello? - Ella
pregunta con humildad. - ¡Sí! ¿Cómo puedo convencerte? – Añade
mientras se sienta en la cama junto a ella. -
Ahora mismo lo único que quiero que hagas es hacerme el amor. - Le suplica
Lizette, se arrastran debajo de las sábanas bajo el calor de la pasión. - Espero no haberte lastimado o disgustado.
- Dice Lizette rodeando con sus brazos a Rebecca. - Creo que te asusté. - Rebecca se burla a media risa y comienzan
su loca tarde de amor. - Muéstrame lo
verdaderamente comprometida que eres conmigo. - Siente el dolor de su
mentira subiendo sobre ella. - Yo lo hago
y tú eres para mí la única, es tan simple Lizette, quiero hacer la vida contigo.
- Lizette mueve su labio mirando hacia atrás. - ¿Cómo lo va a tomar tu familia? Quiero decir que no hay un amor
perdido allí. - Razona buscando una
escusa. – Déjame a mi lidiar con eso si
decides aceptar. - Su sonrisa calienta el corazón de Lizette por un breve
momento. - Voy a pensar en ello Rebecca.
- La conversación se hace más seria. -
Prométeme que serás honesta contigo misma y pensarás en mi propuesta. - Le
responde. - Tengo hambre, creo que una
cena romántica será perfecta. –
Marlene repasa sus fichas preparándolas
para entregar a su marido. - ¡Marlene! -
Mark abre la puerta de su oficina de improviso. - Estoy a punto de terminar mi trabajo por hoy. – Le informa. - ¿Puedes esperar un rato? - Le
pregunta, el permanece en la puerta de su oficina. - ¡Déjalo para mañana! No estoy bien, me voy a casa temprano, he
tenido un dolor de cabeza muy molesto todo el día. – Comenta con una sonrisa.
- De acuerdo vete y descansa, estaré allí
en breve. - Mark asiente y desaparece. Marlene continúa hasta terminar el
papeleo. Mira el teléfono celular y comprueba si hay algún mensaje de Rebecca,
pero no. - ¿Por qué fuiste con ella? -
Se plantea en un susurro y su enfado crece. Marlene se quita la bata y se
marcha en dirección a su hogar.
Mark está revisando el botiquín en busca de
una aspirina cuando accidentalmente tropieza con una cajita de píldoras que cae
en el fregadero, la recoge y le da la vuelta, lee con dificultad y espanto que son
píldoras anticonceptivas. Mark mira en el espejo el enrojecimiento de su
rostro. - ¡Dios mierda! – Vocifera, mientras
aprieta el paquete de píldoras en la mano.
Marlene llega a la puerta del apartamento y
coloca la llave en la cerradura, la gira para y entra en el recibidor. Se
acerca a la habitación abriendo ligeramente la puerta. Mark está sentado con la
cabeza en la mano. - ¡Mark! ¿Estás bien?
- Le pregunta con calma, pero él no le contesta. - ¿Mark hay algo mal? - Ella pregunta caminando hacia él, que recoge
el paquete de píldoras y se lo muestra a ella. Marlene suspiró con profunda ansiedad
y baja la cabeza. - ¿Qué es esto? – Ella
tarda en responder. - Son unas píldoras
anticonceptivas. - Ella responde tirando su pelo lejos del rostro. - ¿Y tú las estás tomando? - Se levanta
y las arroja a la cama. Los ojos de Marlene siguieron su mano mientras él
anudaba el puño con rabia. - ¿Por qué? -
Él pregunta en tono de drama. - Porque no
estoy lista para tener un bebé y tú no
escuchas mis razones. - Sacude la cabeza. - ¿Tiene esto que ver con tus fantasías?- Su voz es fuerte y endurecida.
- ¿Qué? ¿De qué estás hablando? -
Ella se acerca. - Sabes exactamente de que diablos estoy
hablando. - Él la empuja ligeramente
hacia un lado. - ¡Vigila tu lenguaje, soy
tu esposa! - Ella exclama en voz alta. -
¿Mi esposa? ¿De veras? No has hecho otra cosa que mentir, toda nuestra vida y
el matrimonio no es más que una maldita mentira. - Le grita. Ella cierra
los ojos, aprieta con fuerza la mandíbula. Siente el dolor de sus palabras como
un cuchillo dentado. - ¡Por favor! No puedo creer en ti ni confiar
en ti, todo lo que has hecho es mentir sobre todo, Rebecca, tomando
anticonceptivos, ¿Qué debo pensar? - Empieza a caminar. - ¡Mark! Yo no estoy preparada para tener un hijo, nos acabamos de
casar, apenas estoy comenzando en mi carrera. ¿Qué se suponía que debía hacer?
¿Eh? – Ella le mira implorando, le agarra por el brazo y él se suelta, no
muestra caridad. - No puedo hablar contigo
más, ni siquiera eres honesta contigo misma. – Ella le mira con extrañeza. - ¿Qué quieres decir con eso? - Él apoya
la cabeza contra la puerta. - No quieres
tener un hijo, demonios, que ni siquiera me quieres a mí a causa de Rebecca.
– Recrudece el dolor en Marlene. - ¡Mark!
Eso no es cierto. ¿Cómo podría decir eso? - Le implora corriendo a su lado.
-
Creo que al verla hizo que te enamoraras de ella completamente. - Trata de ser realista, Marlene se queda mirándole
con las lágrimas corriendo por su cara. -
¿Por qué piensas eso? – Pregunta apacible buscando una explicación. – Porque estás distraída, pasas mucho tiempo
con ella, tus ojos se iluminan cuando entra a la habitación. ¿Crees que no veo
eso? - Él le pregunta con voz áspera. Ella se sienta en la cama. Marlene
solloza con amargura. Mark se queda allí de pie con el corazón helado de dolor.
- Te amaba. - Le dice. - Te di mi todo. – Ella sigue hablando
con el llanto en su alma. - Nunca quise
volver aquí, quería olvidar mi triste pasado, yo…, nunca hablamos de tener un
bebé, cuando me pediste que me casara, imagina cómo me sentí en nuestra noche
de bodas cuando me lo planteas, y por tu cuenta, sin siquiera consultarme
primero, subarriendas nuestro departamento sin decirme nada, me presionas para que
trabaje con Rebecca, solo intentas suavizar cuando me confío. Hace semanas que
pienso que este matrimonio ha sido unilateral desde que comenzó. - Ella le transmite
con honestidad, pero de una manera cortante.
- No cambies las cosas para que sea
mi culpa, no me culpes por tus fantasías sexuales absurdas con tu amante. -
Él ha decidido ser más conflictivo. - No
pongas a Rebecca en medio de esto Mark, ella no tiene nada que ver con este
argumento, no puedes usarla como chivo expiatorio porque quieres un hijo y yo
no estoy preparada. Sí tomé la píldora todos los días porque no quiero traer un
niño en medio de la incertidumbre de nuestras carreras, traté de hacértelo ver,
pero simplemente no escuchabas. No estoy lista para estar con la historia cotidiana
de un bebé. Perdí todo lo que tenía cuando vivía aquí. Llegué a New Haven con
la idea de que encontraría una nueva carrera y qué suerte que hice eso y conocí
a un maravilloso hombre a quien amo. - Él la mira al rostro lavado en
lágrimas. – Deja de ponerle hielo,
Marlene. ¿Sabes lo que me dolió descubrir que habías estado con una mujer,
viviendo una vida lesbiana? ¡Huh! ¿Lo sabes? - Empieza a retorcer la mano
cerrando el puño una vez más. - ¡No creí
que eso te importara! - Habla con racionalidad. - ¡Bueno, sí! Me importa. – Golpea la puerta de la habitación al
cerrarla, dejando a Marlene sentirse triste y pequeña.
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