ELLAS
SOLAS
Marlene se despierta con los rayos
de sol que entran a través de la ventana.
Levanta la cabeza buscando un poco de aire. Se sienta y una oleada de
náuseas la invade rápidamente. Salta de la cama corriendo al baño sosteniendo su estómago se pone de rodillas
expulsando el vómito.
- ¡Ohhhh!- Ella deja escapar una
segunda oleada de náusea y luego se sienta en el suelo del baño jadeando.
Marlene siente la abrumadora sensación de estar embarazada. Se incorpora desde
el suelo al lavabo donde se refresca la cara con agua fría. Se alivia y regresa
cayendo lentamente en la cama y en un profundo sueño. - ¡Marlene!- Oye la voz de Rebecca como si fuera en un tubo de
vacío, la mano en su hombro la hace estremecerse.
-
¿Qué pasa?-
Rebecca se interesa por su estado.
- ¡Estoy
bien!- Le responde, se levanta y continúa hablando. - Sólo
unas pocas de náuseas antes. ¿Qué hora es?- Ella pregunta algo confundida.
-
Once y media. ¿Has comido?- Se interesa echando
su pelo hacia atrás y besando su la
mejilla.
-
¡No! He tenido náuseas y he vomitado, no me siento muy bien.- Su respuesta no es lo que
Rebecca quería oír.
-
Voy a la buscar a la señora Lentz, y que te prepararé un té de menta y un poco
de sopa.– Marlene se echa hacia atrás y se queda descansando.
Rebecca corre a la cocina, la señora Lentz le prepara el té y la sopa, Rebecca
regresa a la orangerie de nuevo junto a ella.
Marlene está sentada con la bandeja en la cama junto a ella. Se lleva el
vaso a los labios.
–
Tómatelo necesitas estar fuerte.- Ella bebe un poco.
-
¡Hmmm! Hace calor.-
Rebecca le acerca la taza de nuevo a sus
labios.
–
Esto va a ayudar a resolver las náuseas. – Rebecca coge la cuchara y le da a tomar la
sopa que calienta su interior.
-
¡Te quiero!- Marlene susurra terminando el té
y la última cucharada de la sopa.
- Supongo que este malestar será sólo temporal, mañana ni te acordarás, que lo
has tenido.-
- Creo que va a tardar algo más en que se vaya.- Rebecca la abraza y la acuna.
-
¿Quieres dormir? Tengo que desempaquetar y necesito una ducha.- Marlene cierra los ojos y se
dala vuelta. Rebecca la deja descansar y deshace su maleta. Se mete en el baño. Al salir de la ducha se viste cómoda y comprueba
los mensajes en su teléfono celular. Se sienta a la mesa a la búsqueda de su agenda para repasar las notas que
había tomado.
-
¡Holaa!-
Marlene se acerca a la mesa con un bostezo.
-
¿Cómo te encuentras? Te veo mucho mejor.- Comenta Rebecca cerrando su agenda y ofreciéndole
una sonrisa.
-
Lo estoy, creo que voy a vestirme. Me gustaría salir a caminar por los jardines. Está
precioso el día.-
Rebecca se pone de pie y la besa suavemente en los labios.
-
Sólo si te sientes con las fuerzas necesarias.- Ella asiente con la cabeza y con una
sonrisa.
-
Podríamos caminar hasta la casa, creo que papá trabaja hoy.- Le dice mientras se mete en los vaqueros y se
pone un suéter. Se proveen de sendos abrigos y salen a caminar a la terraza. El
sol penetra por entre las ramas de los
árboles haciendo extrañas sombras en el terreno. Una ligera brisa del aire llega
hasta Marlene que hace una respiración profunda exhalando lentamente.
-
Así que, Berlín, ¿Qué pasó?- Le pregunta
sombría, Rebecca suspira.
-
Ella estuvo muy distante. Nuestra
relación, tú y yo, creo que es demasiado para su ego, supongo.- Duda un instante. - Creo que después de hablarle
del bebé, no había ninguna razón real para hablar de nada personal. Así que las
cosas fueron simplemente sobre el negocio y nada más.- Rebecca refleja sus impresiones. Marlene se vuelve hacia ella.
-
¿Qué pasó en la cena? Cuando hablamos que parecías distraída, como si algo te
estuviera molestando.-
Ella la mira a los ojos con sus manos en los hombros de Rebecca.
-
¡Nada! Ella, ella sólo quería hablar de nosotros, de lo que teníamos. Me dijo que pensaba en que
aún había un fuerte vínculo entre nosotras. Percibía que todavía la podría amar profundamente, es lo que quería
saber, creo.- Marlene aprieta los dientes.
- Sé que debe haber sido difícil, sólo puedo imaginar lo que debe haber sentido todos estos meses sin contacto, viviendo en la amargura.- Rebecca se aparta discreta.
- Sé que debe haber sido difícil, sólo puedo imaginar lo que debe haber sentido todos estos meses sin contacto, viviendo en la amargura.- Rebecca se aparta discreta.
-
Ella me odia en secreto, arruiné su vida porque no le di ninguna oportunidad de
demostrar su amor.- Marlene baja la cabeza y la
mira con ternura.
-
Regresé a casa porque mi única intención era estar contigo, queremos estar
juntas y supongo que mientras las demás personas estén en nuestras vidas habrá
dificultades, intereses y caprichos. Tenemos de recordar cómo hemos llegado a
donde estamos y que debemos ser fuertes, no importa lo qué suceda a nuestro
alrededor, no quiero que te canses de
oírme decirte, que te quiero.- Caminan cogidas del brazo y en un abrazo.
Rebecca recuerda.
-
Echo de menos estos paseos, echo de menos nuestras conversaciones tontas sobre
cosas triviales.- Ella sonríe.
- Y me alegro que te encuentres mejor.- Marlene camina mirando los árboles, de pronto la detiene.
- Y me alegro que te encuentres mejor.- Marlene camina mirando los árboles, de pronto la detiene.
-
¡Bésame!- La coge
por la solapa del abrigo de Marlene,
tira de ella hasta estar tan cerca que
apoyan sus frentes y sus labios contactan con dulzura.
-
Te amo con todo mi corazón.- Rebecca le dice en un susurro, Marlene puede sentir que el
calor del deseo sexual comienza a levantarse en ella.
-
¡Vamos a caminar!- Ordena Marlene tirando de su mano. Se dirigen
a la casa. Está vacía, abren la puerta pensando en encontrar a los obreros y al padre de Marlene
-
Deben estar haciendo un almuerzo tardío.- Marlene dice adivinando.
- O terminaron temprano.- Le recuerda
Rebecca. Entran en la gran sala cubierta de plástico tirado en el suelo, el
olor de las paredes recién pintadas llena la habitación.
-
Me gusta el color del gris claro,
destaca la Chimenea.- Rebecca le pasa la mano por
la repisa y mira hacia arriba.
-
Y aquí una fotografía tuya vestida de novia, estarás preciosa. ¿No te parece?- Señala el espacio por encima de la chimenea.
-
¡Rebecca!-
Marlene se ríe con timidez. Recorren el resto de la planta baja antes de subir
las escaleras.
– ¿Qué opinas de la habitación principal?- Rebecca gira alrededor en el espacio abierto.
-
Los colores realmente resultan bonitos. ¿Supongo que la cama estará aquí?- Hace un gesto con la mano.
-
¡Sí! Y la cómoda aquí.-
Marlene se coloca en el lugar. Rebecca piensa por un momento.
-
Tendremos que contratar a una niñera
para el bebé.- Comenta con intención Rebecca.
-
Estoy pensando en las clases de cocina a las que estoy asistiendo, no necesitaremos un
cocinero, pero sí alguien para ayudar con las tareas domésticas básicas. No sé
Rebecca, me gustaría que mi cocina sea
sólo eso, mi cocina, una niñera será útil cuando vuelva a trabajar, pero quiero
que seamos responsables de nuestro hijo y de sus necesidades.- Rebecca sonríe.
- Siempre he pensado que los niños deben estar con sus padres y no
necesitaremos mucho la atención de los demás. Marlene también debemos ser realistas con nuestras
profesiones, que vamos a tener que atender...
-
Le argumenta con tranquilidad.
-
Estoy de acuerdo, pero creo que cuanto más involucradas estemos con nuestros
hijos, mejor estaremos.-
Le responde ella.
-
¿No estás en lo más mínimo nerviosa? No sabemos nada acerca de bebés, Marlene.- Ella se ríe.
-
¡Rebecca! Quiero esto y tendremos a Biggi para ayudarnos y Dana quiere pasar
algún tiempo aquí cuando llegue el bebé.- Expone
serena. Rebecca pone una mirada de preocupación.
–
Entiendo, Biggi y Dana serán una gran
ayuda, pero ¿Y si yo me he ido y tú estás aquí sola para gestionar todo?- Marlene la atrae más cerca de ella.
-
No tienes que preocuparte.- Ella le sonríe mirando
sus ojos marrones. - Me encantas cuando
te preocupas.- Le dice con cariño. Rebecca suspira.
-
Consultaremos con Justus o la señora Lentz, quizás conozcan a alguien o donde
podemos entrar en contacto con una agencia.- Comenta agarrando a Marlene alrededor de la
cintura. Rebecca mira sus ojos.
-
Hace frío aquí.- Afirma.
- Podría entrar en calor.- Marlene no
duda en responder.
- Estoy segura de que podrías.- Su voz tiembla igual que el frío de la sala las hace temblar. Los labios de Marlene se encuentran con los suyos, las lenguas se entrelazan explorando mutuamente con pasión.
- Estoy segura de que podrías.- Su voz tiembla igual que el frío de la sala las hace temblar. Los labios de Marlene se encuentran con los suyos, las lenguas se entrelazan explorando mutuamente con pasión.
-
¡Hmmm! ¡Qué sabor tan delicioso!- Marlene le dice sin separar sus bocas,
ella comienza a reír.
-
Tienes los más bellos labios Rebecca.- Apoya el dedo índice en su labio inferior.
Rebecca se queda en silencio, una pequeña sonrisa se formó. - La primera vez que nos besamos, quería
besarte más, aunque pasara el tiempo e incluso a pesar de todo mi rechazo
cuando entrabas en cualquier habitación que yo estuviera, mis ojos se obsesionaban contigo, fantaseaba
con besarnos, soñaba contigo constantemente. - Ella sonríe y retira el dedo
para besarla de nuevo.
-
Todo lo que quería hacer era besarte Marlene, secretamente me volvías loca, enamorarme de ti
fue difícil, porque en mi corazón sentía que no había posibilidad de que estuviéramos
juntas. Te perseguí porque me obsesionabas y sabía que en el fondo podrías
enamorarte de mí también.- Una lágrima cae por su
mejilla. Marlene se da la vuelta y se aleja de ella acercándose a la ventana para contemplar el
paisaje. - Yo te traté mal y rompí tu
corazón un millón de veces Rebecca, no podía soportar lo que estaba pasando
porque creía que era feliz con Tristán. Nuestras vidas iban bien, te mentí, a Tristán
y a mi misma. Después de aquel encuentro del juego tonto de girar la botella mi
curiosidad se disparó. La necesidad de satisfacerla
comenzó a ser muy fuerte.- Rebecca sonríe
caminando hacia ella.
-
Esa no fue la primera vez que nos besamos.- Rebecca baja la cabeza con cierto pudor. Marlene
la mira con expresión perdida.
-
No recuerdo que nos besáramos antes de eso, me dedicaba a Tristán. Tampoco recuerdo sobre cualquier sentimiento
oculto por ti o tus sentimientos por mí.- Responde
estudiando la expresión del rostro
de Rebecca.
-
Tengo que hacerte una confesión.- Ella comienza.
–
Te acuerdas del libro de moda que me regalaste?- La mira haciendo memoria del libro.
-
¡Sí! ¿Y qué?- Rebecca comenzó con calma. – Recuerdo que fui a buscarte, estabas en la
gran sala durmiendo, leyendo un libro te quedaste dormida. Te cubrí con una
manta y me senté a tu lado. Te deseaba y nunca soñé que tendría la oportunidad
besarte, de verdad, no en la realidad, así que lo hice, te besé. Hiciste un
gruñido dando un respingo y de repente
oí que desde fuera Tristan te llamaba. Tuve miedo de que abrieras los ojos y
verme, así que me escapé antes de que lo hicieras.- Ella sacude la cabeza y
mira sorprendida. Marlene sonrió.
-
Me acuerdo de ese día, abrí los ojos para ver a Tristán sentado junto a mí y le
pregunte sobre el beso que me había dado, él me besó otra vez, pero no fue igual de intenso.- Marlene conjetura.
-
Lo siento, no debería haber hecho eso, fue un poco raro, incluso para mí.- Le comenta. Marlene empieza a
frotar los lados del brazo de Rebecca.
-
Es halagador, de alguna manera, pero no es menos extraño.- Caminan por el pasillo
hasta la siguiente habitación.
-
Me gustaría que este fuera el cuarto de los niños.- Explica. Rebecca sale de la puerta y mira por
el pasillo.
-
Es el más cercano a nuestro dormitorio, seguro.- Ella sonríe.
-
¿Podrías decidir sobre un color? Podría ser neutro o podemos esperar hasta que sepamos
si es chico o chica.-
Marlene le propone tomando su mano y colocándosela en el vientre.
-
Estoy pensando en un amarillo claro, pero quiero un tema.- Ella le contesta.
–
¿Animales del Zoológico? - Rebecca se ríe.
-
¿Y qué hay de malo en animales de zoológico?- Su
tono se pone serio.
- ¡Uh,
uh!- Rebecca tropieza con sus palabras, Marlene se cruza de brazos al no
ser capaz de mantener la cara seria. Ella se ríe ya en voz alta y abraza a
Rebecca por la cintura dándole la vuelta hasta llevar su cara a la de ella.
-
¿Dónde has estado toda mi vida?- Ella le aparta la cara
con las yemas de los dedos. Rebecca le toma suavemente la mano besándola y le
responde.
–
Marlene he estado aquí esperándote toda mi vida, tu, yo, nosotras…- Ella se encoge de hombros con
una sonrisa y continúa. - Marlene eres el
amor de mi vida, nunca supe lo mucho que podía amar a alguien hasta que…-
Sus labios los siente tapados por los de Marlene con el dulce placer del beso
enamorado. Se cogen de la mano y caminan hacia fuera de la casa.
-
Este lugar es hermoso Rebecca, Nunca hubiera imaginado salir del castillo, pero
me alegro de ello por primera vez.- Caminaron a lo largo del arroyo el aire
frío zarandea los árboles.
- Sé los sacrificios que he de hacer para que veas que soy sincera en mi
compromiso contigo. La única manera era que nos casáramos, así sabrías que me
dedicaría seriamente a nosotras y nuestra vida en común. - Marlene se agarra del brazo
con fuerza.
-
Una vida no dedicada a LCL, sólo a mí.- Le responde ella.
-Tú
y nuestros hijos. Cuando me dijiste que querías niños, no estaba muy segura,
pero era parte en lo que tenía que estar de acuerdo. No podía tenerte de vuelta
y luego perderte, habría sido demasiado egoísta y tonta.- Rebecca le comenta como una revelación.
-
Yo no podría obligarte a tener hijos si no lo quisieses, no es algo que discutiéramos
en el pasado.-
Caminan por la senda que les dirige
hacia el castillo. - ¡Tengo hambre! Y se está haciendo tarde, me pregunto lo que la señora
Lentz habrá cocinado para el almuerzo.- Se dirigen a la cocina sacando del
frigorífico las sobras del almuerzo.
-
Voy a arreglar una ensalada.- Rebecca se ofrece,
Marlene calienta el pollo. La mesa está llena de aderezos para ensaladas y guarniciones
de verduras para el pollo y a la jardinera.
-
Esto es excelente, es una pena que no podamos contratar a la señora Lentz para
cocinar.-
Rebecca expresa jugando con su ensalada. Marlene le echa una mirada
escrutadora.
-
¿No quieres comer mi comida?- Bromea.
-
Ni siquiera he tenido la oportunidad de probarla. ¿Estás
aprendiendo algo en esas clases?- Marlene suspira antes de responder.
-
He preparado un salmón a la parrilla para la clase y tengo que decirte que me salió
muy bueno.- Rebecca sonríe.
-
¿Y cuándo fue eso?-
Marlene piensa brevemente.
-
Mientras estabas en Amsterdam, he aprendido mucho en realidad, ha sido un
desafío y Biggi me ha ayudado. Promete
venir cuando nos traslademos a la nueva casa y me enseñará cosas.- Rebecca se muestra irónica.
-
¡Espero! No quiero morir de hambre.- Exclama.
Marlene la agarra por detrás y empieza a hacerle cosquillas. Rebecca deja caer
su tenedor.
-
¡Vale, vale!.-
Exige juguetona. Terminan de comer y limpiar la cocina. Regresan a la orangerie.
- ¡Es tarde!- Dice
Rebecca mirando su reloj.
-
Tengo que hacer un trabajo. Entrevisto a un joven el lunes para ser mi
asistente y necesito elaborar una lista
de preguntas.-
Marlene se puso el abrigo y agarra su bolso.
–
Pues yo me voy a ver a papá, y decidiré
sobre las combinaciones de colores para el cuarto de los niños con él. ¿Tienes algún
problema con el amarillo claro?- Rebecca sonríe mirándola de reojo.
-
¡No! Está perfectamente bien, el amarillo es un buen color.- Se inclina a besarla.
-
Espero tener pronto una idea de cuándo podremos mudarnos…- Rápidamente cerró la puerta.
Rebecca abre su agenda y
comienza a escribir en su lista las cuestiones que va a necesitar preguntar a
Aaron. Ella se acuerda de su primer encuentro con él. Fue en Riga cuando ella y
Katherine estaban felices y la moda que creaban marchaba en vanguardia. Hace varias anotaciones sobre las preguntas y cierra su agenda. Se relaja un momento y se viste el pijama para
meterse en la cama.
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