Una separación necesaria

Una separación necesaria

lunes, 1 de febrero de 2021

3.- Esperanza truncada

 


Durante todo el fin de semana Marian no ha podido quitarse de la cabeza el beso de Laura del viernes en la discoteca. Esta noche casi no ha dormido dándole vueltas a aquel inesperado contacto, imprevisto y sorprendente. Nunca un beso romántico le produjo unas sensaciones tan valiosas, nuevas y distintas, agradables y que surgieron del interior de su alma al contactar con los labios de Laura. “¿Qué es lo que ha pasado?” Se pregunta una y otra vez. Recuerda haberse besado con otras chicas en distintos momentos de su vida, ninguna le ha producido una sensación parecida, tan gratificante, encantadora y al mismo tiempo emotiva y llena de zozobra.

Por su parte Laura tampoco ha dejado de darle vueltas. Recuerda el desconcierto y la zozobra percibida el día que le presentaron a Marian, sintió una sacudida inquieta y misteriosa en su interior, fue una sensación entre el agrado y alboroto llamó poderosa su atención. A partir de ese instante la curiosidad y atracción secreta por ella fue progresando en su mente de una forma casi permanente. Aunque todas esas sensaciones las percibe como algo agradable, el misterio se ha instalado en su pensamiento, más después de besarla en la fiesta, no acaba de entender su comportamiento y qué le ha movido a realizar ese acto casi anti natural.

Un aura especial envuelve a Marian que excita su mente cuando se encuentra en su cercanía. Desde el primer momento intentaba encontrar la causa que explicase esa atracción tan grande por ella, pero ahora… La incógnita de esa agitación que nota al tenerla cerca o al contacto visual ha tomado forma de algo incomprensible con ese beso romántico. Siempre que se miraban de forma casual, en la oficina o en cualquier lugar, una sonrisa espontánea aparecía en la expresión de ambas. La relación mutua es muy agradable, a su lado se encuentra a gusto.

Reflexiona sobre la atracción que siente hacia esa pelirroja menuda y de sonrisa generosa, que la contagia y que a veces no puede retirar la mirada posada en ella. En ocasiones se descubre que, al contemplarla, no sólo la mira, se da cuenta que lo hace embobada.

El beso en medio de la pista de baile ha desatado una incertidumbre formidable en su imaginación y con una intensidad mayor de la que podía percibir con anterioridad. No entiende porque la ha besado, es consciente de la atracción que Marian le provoca, sin embargo, no encuentra explicación que le justifique su atrevido comportamiento. Desde esa noche no duerme a gusto, la emoción percibida en el contacto de sus labios la perturba de manera desmedida. Que ese estremecimiento fuese tan encantador le resulta misterioso. “¿Cómo se puede percibir algo tan entrañable al besar a otra mujer?”  Se pregunta racionalmente.

 

De madrugada, Marian se levanta y después de ir al baño, se pasa el resto de la noche deambulando por el pasillo de casa o sentada en la mecedora de la balconada con una bebida caliente en la mano, una manta cubriéndole parte del cuerpo y la excitación por montera. El misterio, la pesadumbre y la angustia, la mantienen en alerta durante ésta pluviosa noche.

A la hora de cada mañana se mete en la ducha. Más tarde desayuna un café con leche sin azúcar y después de vestirse se dirige al trabajo con el gesto algo contrariado. Ha mejorado de su resfriado, solo le queda una ligera afonía como producto residual.

Al entrar en la oficina no puede evitar el dirigir la mirada a través de la cristalera hacia Laura que parece no atender a otra cosa que no sea el teléfono y el ordenador. Como cada mañana pasa por la recepción para recoger el correo y los iniciales encargos del día, que se han acumulado durante la noche en el fax y han de ser despachados a primera hora.

- ¡Buenos días! - Saluda con cordialidad a la recepcionista.

- ¡Buenos días! - Le responde sin mirar hacia ella y en un tono severo.

- ¿No hay correo? - Pregunta con curiosidad esperando algo más explícito.

- ¡Todavía no! - Laura le espeta sin cortesías y sin levantar la mirada. Es todo lo que obtiene como respuesta. Coloca una carpetilla llena de papeles sobre el mostrador. Marian la recoge con la mirada turbada.

Es…to, ¿Hay algo que te moleste? Te noto rara. - Le pregunta aprovechando que están solas en la recepción. - ¿Si estás molesta por lo de la otra noche, yo…? - Laura interviene con sequedad.

- ¿Lo de la otra noche? ¿Qué pasó la otra noche? – Responde con cierto tono de rechazo, sin mover la vista del ordenador o los papeles de la mesa, pasa fugaz por el rostro de Marian, va con ese gesto de lo uno a lo otro. La pregunta sorprende a Marian. Se cuestiona si tan borracha estaba para no acordarse.

- ¿No te acuerdas de…? – Reflexiona un segundo antes de continuar. – Creo que bebiste demasiado y te fuiste sin dar ninguna explicación. - Le dice antes de volver a preguntar. - ¿Estás ya bien o todavía tienes resaca de lo ocurrido? -

- ¡Sí! Será eso, tuve una resaca terrible y aún no me encuentro bien. - Explica sin convencimiento y en un tono distante. La disculpa, a Marian, le suena como ensayada. Tiene la sensación que; o no quiere, o no se acuerda.

Hablar del beso que le dio en medio de la pista de baile debe resultarle violento.

Pues. ¡Cuídate! - Le dice en cierto tono de ofensa y abandona la recepción algo airada. Laura la sigue con la mirada hasta que la pierde de vista. Suspira con profundidad y apoya su frente en las manos queriendo ocultar la mirada. Se siente débil, frustrada y avergonzada por el trato que acaba de dispensar a Marian. Es lo opuesto a sus deseos, percibe cierta sensación de culpabilidad por ese feo comportamiento. No sabe qué le pasa con Marian. Le gusta estar a su lado y al mismo tiempo siente una sensación de rechazo, como de aversión por sí misma. Sus pensamientos hace tiempo que ruedan en muchos momentos alrededor de ella, pero continua sin entender esas sensaciones. Nunca nadie se ha acomodado en su mente de esa forma, parece haber tomado plaza en su cabeza y no la abandona. Un extraño influjo sobre su alma la tiene cautivada, pero le ha mentido intencionadamente. Se acuerda con claridad meridiana de lo ocurrido y de las sensaciones percibidas con aquel beso, a pesar de lo bebida que estaba. No se arrepiente, pero no deja de pensar en sí misma y qué es lo que ocurre en su interior. - ¿Qué es lo que me pasa? ¿Por qué me siento tan rara? – Piensa para sí.

 

Pasan los días y la relación no varía desde lo ocurrido en ese primer encuentro después del beso, como si algo grave ocurriera entre ellas, su trato comienza a ser distante y a veces frío. Marian decide hacer su vida intentando olvidar a Laura, algo difícil pues todas las mañanas forzosamente ha de trabajar cerca y el contacto personal es inevitable por las obligaciones en la oficina.

En la empresa es tema de comidilla en petit comité entre los empleados, Manolín, que es el bocazas, se ha encargado de cotillear lo ocurrido entre ellas, aquel viernes por la noche, ampliamente.  En los despachos de gestión Marina, la directora, pregunta a Esther y Adela sobre el particular. Esther que es un modelo de prudencia no lo desmiente, pero lo justifica por el hecho de haber bebido demasiado y el tono festivo de aquella noche en especial.

- ¿Cómo puedes decir eso? Es pecado, y no se puede permitir. - Responde la mojigata de Adela de forma airada. - ¡Dios las castigará en el infierno por pecadoras! - Marina y Esther sonríen mal.

– ¿No te parece que eso debería quedar entre ellas y el creador? - Marina no puede evitar darle a Adela con sus propias armas y donde más le duele porque sabe que no tiene respuesta.

- ¡Ah! Bueno. ¡Sí! Pero no te quepa duda que las castigará. - Con esta frase hace mutis camino del servicio.

– Me exaspera cuando saca la religión a pasear para justificar lo que no sabe o no entiende por sí misma. -  Esther es joven y sus ideas son muy actuales, no le gustan nada las personas que usan el dogma para argumentarlo todo. Marina trata de suavizar la situación.

- Es bueno tener cerca gente que es lo opuesto a nosotros para tomar situación de donde estamos. A mí tampoco me gusta su forma de comportarse, pero debemos ser tolerantes, al fin y al cabo, la equivocación es patrimonio universal. - La joven toma nota de la sabiduría de su jefa y esboza una leve sonrisa.

Marina es la directora de gestión de la empresa, cincuenta años y un carácter sereno y juicioso, ejerce una autoridad formal sobre el grupo de trabajo a la par que ejecutiva. Respetada por todos por sus formas de buen hacer.

Cierto día al salir del trabajo Marian y Laura coinciden en el aparcamiento. Marian saluda con un hola fresco y afable. Laura la mira con frialdad y responde por compromiso.  Entran en sus respectivos vehículos y antes de partir Marian abre la ventana derecha del automóvil y hace señas a Laura para que ella abra su ventana.    Parece que la resaca no se te haya pasado. Deberías tomar algo.- Sin esperar respuesta arranca en dirección a su domicilio. Laura se queda vacilante y petrificada. No esperaba semejante comentario de su jefa. Se da cuenta que tiene razón, en realidad, es ella la que está llevando mal todo el asunto y debiera ponerle solución. El problema es que no sabe resolverlo sin sentirse incómoda. De alguna forma le faltan argumentos para saber que es lo que le ocurre y por tanto no sabe que dirección tomar.

 

El cotilleo poco a poco va creciendo hasta que por fin llega a oídos del gerente Don Fernando.

- ¿Queeeé? ¿Qué tengo dos bolleras en la empresa en lugar de una y se entienden entre ellas? No lo pienso permitir. ¿Qué quieren? Ser la ruina del negocio. ¡Que inmoralidad! ¡Ni hablar! Las pongo de patitas en la calle en cuanto pueda.

Ésta fue la respuesta del impresentable del gerente, Don Fernando Maqueda, individuo poco recomendable. Es un personaje de unos cincuenta y tantos años incapaz de convivir consigo mismo en lo personal. Da la impresión de estar irritado de forma permanente. Su comportamiento como responsable máximo de la empresa siempre fue, y es, muy déspota. Parte del personal le tiene miedo por su forma grosera, agresiva y casi siempre maleducada, de tratar a todo el mundo.

En realidad, es perro ladrador, hace mucho ruido solamente, pero hay quien se lo cree, aunque también es capaz de lanzar una tarascada en situaciones de crispación. Marian, Quique, Laura y Marina, entre otros, pasan olímpicamente de él, no se asustan con sus gritos y sus desplantes, le conocen bien.

En una ocasión le tiró los tejos a Laura, pero ella no le hizo caso. Después de la primera vino una segunda, hubo una tercera y más que le siguieron hasta que un día le prometió un goloso regalo y ella ni corta ni perezosa le contestó que si lo que quería era meterse en la cama con ella lo tenía imposible.

- Vuelve otra vez con eso y te llevo al juzgado por acoso. - Le respondió sin miramientos.

Eso tendrías que demostrarlo. - Contestó el jefe con engreimiento.

- ¿Tu qué crees? - Le dijo mirando con dureza a sus ojos. Por un momento duda antes de seguir hablando. Toma aire y con pasmosa tranquilidad le espeta. – Aquí no vuelvas si no es con trabajo. Deberías saber que hay una cámara de seguridad vigilando y el ordenador está grabando la conversación. – A partir de esa fecha el gerente recogió velas y se minoraron las propuestas indecentes. Desde ese día Laura no es precisamente su mejor amiga. Él está vigilante, le hace la vida imposible en cuanto puede, busca la manera de pillarla en alguna falta que justifique con que despedirla. Laura es competente y responsable en su trabajo y en ese camino es difícil que pueda conseguir nada. También, poco tiempo después que comenzara a trabajar en la empresa, le hizo una proposición indecente a Marian, pero ella no precisó de ninguna argucia, simplemente le dijo que era lesbiana y que los hombres le daban asco, especialmente él. Con esta respuesta también se ganó la “amistad” del gerente.

 

La distancia entre Laura y Marian, a veces exagerada,  es evidente, incluso para los demás que, sin embargo, no le dan mayor importancia. Marian se muestra más seria de lo habitual y su natural simpatía parece que la dosifica según la situación y las personas con las que trata. Quique se preocupa por Marian la nota algo triste y a veces enfadada, como si estuviera molesta con todos, no quiere molestarla con preguntas, pero observa desde la distancia a su amiga.

Esta forma de alejamiento entre las dos mujeres parece que aumenta con el paso de las semanas, con frecuencia se huyen. Laura es la que más escapa, cuando la tiene cerca se siente intimidada, nerviosa en su presencia, su sola aparición sin que insinúe con dirigirle la palabra, provoca que se cohíba de hacer cualquier comentario.

A veces, Marian tiene la impresión que le genera rechazo. Esto le incomoda de forma considerable, no acaba de comprenderlo y no sabe cómo contrarrestarlo. Laura no le ha dado ninguna explicación y por la actitud que mantiene parece no estar dispuesta a dársela. Se contraría cada vez que sucede una escena de esas en la que Laura aparta la vista de ella, o simplemente se calla en su presencia. Por otra parte, la recepcionista no puede dejar sentirse perturbada cada vez que Marian aparece en escena.

Realmente lo que siente Laura es impotencia al mirarla, siempre surge en su mente el beso. Profesa una admiración y atracción hacia ella que la inquieta que la pone tensa cada vez que aparece en su entorno. Siempre está pensando que es producto de esa aversión que siente hacia sí misma. La tensión que siente es tal, que un día colocó un calendario sobre el cristal para impedir que las miradas pudieran cruzarse, lo que no evita que, a hurtadillas, durante la jornada laboral, ella la observe a escondidas por una rendija, oculta tras esa pantalla, lo que no impide que en alguna ocasión sus miradas se llegan a cruzar despertando, a escondidas, una ligera sonrisa en el rostro de ambas. Laura sigue con la mirada cada vez que Marian sale de la pecera al pasillo, en ocasiones está tentada de acercarse para oler su perfume, pero siempre se reprime.

Su naturaleza tímida y una experiencia poco grata le hacen ser desconfiada al extremo y ahí radica la dificultad de Laura para generar amistad. La historia proviene desde cuando debutó como modelo de moda con cierto éxito. Su figura es espectacular. Alta, delgada, pelo castaño liso y largo muy bien cuidado. Sus ojos verdes proyectan una mirada severa, a veces recia y en ocasiones muy dura cuando algo no le gusta. Durante el tiempo que trabajó como modelo profesional sufrió, no pocas precisamente, proposiciones de las llamadas deshonestas. Ofrecimientos que la molestaban mucho. Su carácter retraído en temas de relaciones personales más allá de la amistad siempre la ha inquietado. Nunca tuvo interés ni curiosidad en tener relaciones románticas, y mucho menos sexuales, con nadie. Vivía para su trabajo, lo demás no le interesaba. A su alrededor giraba mucha trivialidad y superficialidad. “Ese mundillo del envase.” Decía. Nunca encontró a nadie que se interesara por ella como persona. En su entorno rondaban individuos que solo pretendían llevarla a la cama, circunstancia que ella percibía horrorizada. Es de esas personas que piensan que solamente se entregará a quien ame, para Laura el sexo no es una trivialidad con la que jugar.  Realmente bella en todo su conjunto la adulación por su figura, su cara o sus ojos, hacía que veneraran su cuerpo de forma indolente esperando conseguirlo. Pero ella siempre se mantuvo firme en sus convicciones hasta el punto de generarse fama de estrecha en el entorno de la moda. Cansada de tanta tontería y harta de la superficialidad del medio, se planteó encontrar una salida. Éste empleo en la distribuidora de medicamentos regional como recepcionista, la satisfizo lo suficiente y es la ocupación en la que trabaja actualmente. Por su formación y educación, es persona seria y con criterio, aprovecha de forma notable su adiestramiento en relaciones públicas. Le pareció maravilloso el empleo, no ganaría tanto dinero como de modelo, pero estaría cómoda y con tiempo libre para dedicárselo a sí misma, y a su familia, algo de lo que no disponía en su anterior etapa. No tendría que exhibir su cuerpo a gentes que no la importaban.

A las pocas semanas ya se había hecho con la dinámica de la empresa y comenzó a gestionar su trabajo con eficiencia. Con lo que no contaba era que el acoso laboral existe en todas partes, para su desgracia y de otras mujeres. 

Algunas mujeres creyéndose heterosexuales viven con ideales muy altos, alguien con quien compartir las fiestas familiares; una vida profesional equilibrada, con un matrimonio y dos bellos hijos, o simplemente salir de juerga para vivir su vida. Eso pensaba, pero ahora, Laura se da cuenta que le gusta una chica, le han roto el modelo de existencia que tenía en su cabeza. Ese cambio, al que coloquialmente se le llama ponerlo todo patas arriba, está relacionado con la aparición de un sentimiento romántico por Marian, que le plantea dar la vuelta a su mentalidad en la forma de afrontar la vida y cómo será ésta a partir de este momento. El escenario de su realidad se ha transformado de forma tan radical que no encuentra referencias en las que fijar sus emociones y sus pensamientos

Después de besar a Marian en la fiesta de la empresa, advierte que el rumbo de lo que le está pasando en lo personal, es algo muy inquietante y desazonador. Le fastidia responderle de esa forma tan agresiva, cuando en realidad lo que desea es, estar cerca de ella, no espantarla, tener la posibilidad de besar de nuevo esos labios tan atrayentes. El miedo atenaza cualquier iniciativa y provoca que viva, de forma constante, a la defensiva.

Necesita descargar su ansiedad, pero no tiene con quien compartir este tipo de intimidades, Laura tiene gran dificultad para generar amistad. No tiene amigas, ni amigos, solo la familia. En realidad, su mejor amigo es su hermano Paco, él siempre ha sido proclive a ejercer de confesor, la escucha siempre complacido, quiere a su hermana con locura, le parece la mejor hermana del mundo, es la única, y hay mucha correlación entre ambos, sus personalidades son muy similares.

El tema es complicado. Laura no sabe cómo plantearlo, espera que la inspiración la ayude en el momento oportuno. El miedo a un rechazo de su hermano no deja de estar presente en su pensamiento.

Él tiene cuatro años más que Laura, es un individuo dinámico y con un cierto aire bohemio en su semblante. Muy positivista y con una fe inquebrantable en el ser humano. Siempre apuesta por una actitud creativa en las relaciones personales. Su forma de ver la vida le hace ser muy respetado por su entorno.

Un domingo tomando unas copas en un Pub se quedaron solos apurando las bebidas después que sus amigos se despidieran. Con un nerviosismo palpable mira con fijeza a su hermano.

¡Paco! ¿Podemos hablar? Necesito consultar una cosa contigo. -

- ¿Qué ocurre hermanita? - Pregunta un tanto intrigado.

- Tengo un problema… ¿Nos vamos de aquí? - Abren la puerta del local y salen. Laura se detiene al borde de la acera y toma aire. - No quiero que me juzgues. Solo escucha, al final me dices lo que piensas ¿Vale? - Le expresa con serenidad, aunque por dentro está como un flan. Cruzan la calle en dirección al aparcamiento en busca del coche.

- Te escucho, soy todo oídos. - Paco muestra actitud receptiva, intrigado por el misterioso proceder de su hermana. Caminan por la acera rodeados de gente.

¡Bien! El asunto es el siguiente: Desde que entré a trabajar en esta empresa he conocido a varias personas realmente majas, honestas y buena gente en general. Pero desde el principio, una en especial me llamó la atención ya el primer día y hoy me sigue importando mucho. Encuentro en ella… como alguien inquietante, no puedo quitarle el ojo de encima. A veces la sigo por las dependencias sin que se dé cuenta. La veo constantemente a través de la cristalera de su oficina. Cuando la tengo delante me siento rara, nerviosa, como si me tocase algo muy adentro. Me mira y la miro y no sé qué me pasa… es que me encuentro diferente. En fin, que a su lado estoy encantada…a veces me entusiasma tenerla cerca…- Paco la interrumpe.

- ¡Estás enamorada! - Laura se queda sin palabra. Rápidamente reacciona como si nada hubiese escuchado.

- ¡Espera! No he acabado. - Toma aire de nuevo con tranquilidad y retoma el relato. Se detienen en un paso de peatones, Laura se gira hacia su hermano y le mira de frente. - ¡Verás! La noche de la cena de la empresa nos fuimos a tomar una copa, yo estaba bebida, muy bebida, pero sabía lo que hacía. Salimos a bailar y entre los vapores del alcohol y la música romántica nos besamos en medio de la pista. - Mira hacia el cielo como en súplica. - ¡Oh dios! ¡Qué beso! Nunca sentí nada igual… Desde entonces no duermo pensando en ese dichoso beso. Total, que no sé qué hacer, estoy hecha un lío. - Paco escucha confiado. Una sonrisa agradable aparece en su rostro. Siempre deseó que su hermana encontrara a alguien que le hiciera sentirse así, enamorada. Pasaba el tiempo y empezaba a perder la esperanza. Caminan al otro lado de la calle.

Hermanita estás enamorada, y muy enamorada. - Le dice convencido. Laura llena el pecho de aire en una profunda inspiración y despacito le dice…

- El problema es que…- Su hermano la interrumpe.

- ¿Está casado? – Le espeta

- Esa persona es… una mujer. - A Paco le cambia el gesto. Se le borra la sonrisa, pero no va al desagrado.

Eso sí, que no me lo esperaba. ¿Es una mujer? ¿En serio? - Le dice un poco asombrado. Su tono no es agresivo. Laura va confirmando con el gesto de su cara parada delante del coche y mirando fijamente a Paco.

- ¡Totalmente! Entenderás ahora que no sé qué hacer. Llevo semanas dándole vueltas y no lo entiendo. Nunca me he fijado en las mujeres, bueno en los hombres tampoco mucho. En fin, estoy hecha un lío que no me deja dormir por las noches. Es como si ese beso me hubiera despertado un sentimiento que no acabo de entender, y que me cuesta aceptar. - Hace su exposición y respira. Mira a su hermano que aún está digiriendo la noticia. Él tiene que direccionar sus pensamientos a un enfoque diferente. Sobre todo, quiere apoyar a Laura y evitarle cualquier daño emocional.

- Solo fijándome en tu mirada mientras hablabas, me he percatado y puedo asegurar que estás muy enamorada de esa persona. No sé cómo es, pero seguro que es alguien grande, si ha sido capaz de enamorarte. ¿Sabe ella algo de esto? - Pregunta curioso.

- ¡No! No tiene ni idea. Además, desde el día del beso me da mucho corte hablar con ella. Escapo cuando está presente, no puedo mirarla a los ojos, me da mucha vergüenza que me mire, pero la sigo con la vista y la observo sin que se dé cuenta. No puedo soportar más esta situación. No sé cómo salir y me siento extraña conmigo misma, incómoda en mi propia piel. Nunca he experimentado una sensación como la que siento por ella. Y es una mujer. ¿Cómo puedo asumir eso? ¿Te das cuenta del conflicto que tengo?- Lleva las circunstancias a la situación actual.

- ¡Vamos a ver Laura! Tú ya has tenido otras relaciones. ¿Por qué piensas que es diferente? - Laura baja la vista con vergüenza. Después la levanta con lentitud y mordiéndose el labio inferior para sujetar el nerviosismo. Su mirada lo dice todo. Paco la mira, inquisitorio, se fija que hay algo que quiere, pero no lo sabe decir.

- ¡Ohh! ¡No! ¿Nunca has estado con un tío? – Laura afirma tímidamente con el rostro sin dejar de morderse el labio. En ese momento quiere que la tierra se la trague.

- ¿Y con una tía? Perdona la pregunta. - Lo dice a modo de disculpa.

– ¡Tampoco! No sé lo que es el sexo. Supongo que te extrañará, pero nunca he sentido esa necesidad. Pienso que tener relaciones sexuales a la ligera no es sano. - Ella da sus explicaciones.

- ¿Así que eres virgen del todo? ¿Te das cuenta que tienes treinta años? Hoy en día no es una situación corriente. Y no eres una puritana. - Laura no sabe qué decir. - ¡Bueno! Eso es un tema secundario. Lo importante es lo que te preocupa ahora. - Él hace una pausa para recapacitar. - En esto no hay reglas. El amor es como es, nos embarga sin explicación y lo malo es que no podemos luchar contra esa fuerza. Creo que debes acercarte de nuevo a esa persona y esperar el momento de expresar tus sentimientos. Si ella está por sentir algo por ti, mejor todavía. -  Laura piensa por un momento.

– Lo ves muy fácil, no estás en mi piel y tampoco estoy segura de que sea eso lo que quiero. ¿Y si ella no quiere nada conmigo? O si me acepta. ¿Cómo me enfrento al miedo que siento por tener a una mujer como pareja? El sexo en estos momentos me da pánico, por no decir que luego me etiqueten de bollera. No quiero tener una doble vida, quiero ser yo misma, como hasta ahora. Todo esto está rompiendo con mis emociones. Tengo la sensación de haber perdido el rumbo de mi vida. - Expone sinceramente. En realidad, Laura no está convencida de que eso sea amor. Por la razón que sea cree que no es lo natural. Siempre pensó que era heterosexual, es más, ni se llegó a plantear ninguna otra posibilidad. - Es difícil encajar que esté enamorada de una mujer, aunque sea un encanto como Marian. -

Escucha Laura. No se trata de saber lo que quieres hacer con tu vida o con tu trabajo. Esto es diferente, estás enamorada de una persona que te ha hecho ese tilín del que hemos hablado algunas veces. Ha llegado hasta ti sin necesidad de empujar, y eso es lo bonito del amor. Que una persona entre en tu corazón sin romper la puerta, es lo más grande. Tú misma lo expresas, solo con su mirada te sientes diferente. Reconoce y acepta tus sentimientos es todo lo que importa ahora. Si sientes atracción hacia esa mujer es que eres así. No es necesario que juzgues esa atracción de ninguna forma. Simplemente acéptala. No te eches atrás por un tonto prejuicio. Igual en el futuro te arrepientes de haber perdido la oportunidad de encontrar el amor de tu vida. ¿No esperabas por la relación más bella del mundo? ¿Y si es ella la indicada? Una frase lapidaria que cierra la conversación. La respuesta le da un empujoncito en la dirección de sus sentimientos, a la vez que arroja luz sobre el amor y trata de que aleje esos miedos. Intenta convencerla de que no es importante que sea hombre o mujer, es una persona que la ha encandilado y que casi tiene más fuerza que su propia voluntad.

Laura, sin embargo, mantiene sus dudas, muchas, muchas dudas. De alguna forma la conversación le ha iluminado parte del camino, pero el resto aún permanece oscuro y le da vértigo el no saber que hay más adelante.

- Enamorada de una mujer, ni en un millón de años lo hubiese pensado. ¿Qué hacer ahora? Necesito encontrar esa repuesta que aclare mis ideas y pueda justificar estos sentimientos. – Con esta idea, fruto de la charla con su hermano, Laura regresa a casa de sus padres. Una vez se ha acostado, deja la luz encendida y se pone a leer. A los cinco minutos el libro está sobre sus rodillas y su mirada en el techo. Su cabeza no para de dar vueltas, el rostro de Marian aparece en su pensamiento y no desaparece por mucho que intente olvidarla. Se arropa y apaga la luz, intenta dormirse, pero imposible. Comienza a dar vueltas en la cama como una posesa, se levanta, se sienta, trata de leer, no se concentra. Finalmente, el cansancio termina por hacer su trabajo y se duerme. Por la mañana al despertarse le suena que algo ha soñado, no recuerda el qué, pero si, que Marian ha estado ahí.

 

 

 

1 comentario: