REGRESO AL PASADO
Marlene entra por la puerta y coloca su mochila en el recibidor.
Marlene entra por la puerta y coloca su mochila en el recibidor.
- ¡Ruth!- Llama en voz alta.
-
¡Aquí!- Está en el estudio.
-
¿Está Rebecca en casa?- Le pregunta.
-
¡No! Ha estado en LCL casi toda la tarde.- Marlene se inclina y
besa a Mateo que sonríe.
-
¿Cómo ha estado esta tarde? –
pregunta con cierta ansiedad.
– Ha
estado bien.- Le dice con
una agradable sonrisa, tratando de aliviar la preocupación de Marlene. Rebecca
entra en ese momento por la puerta.
-
¡Buenas tardes! – Saluda mientras
camina hacia ellas.
-
Tengo una clase de yoga esta noche a las seis.- Marlene le expresa, Rebecca asiente. - Tengo unos papeles para Olli ¿Podrías lleváserlos? - Marlene mira a Rebecca y le entrega un sobre. - Es la información médica de Mateo, lo necesitará en caso de
emergencia.- Añade.
- ¡Ya
veo! Pasaré por No Limits después de la cena.- Le explica.
-
¡Ruth! Espero que no le importe vigilar un rato más a Mateo.- Le
pide Marlene y levanta al niño en sus brazos.
-
¡No! En absoluto, creo que debería preparar ahora la cena.- Ella abandona el estudio dejándolas con su
hijo.
- ¿Cómo
te ha ido en clase hoy?- Rebecca interroga colocando sus brazos
alrededor la cintura de Marlene y la besa con dulzura.
-
¡Bieeen! - Ella sonríe.
–
Iré a Madrid la próxima semana.- Rebecca le cuenta mientras se acomoda en
el sofá con Mateo en brazos, Marlene se une a ella.
-
Debería darle el pecho.- Le entrega el bebé. - Cenaré después de mi clase de yoga.- Rebecca se incorpora, una vez acabada la
lactancia, Marlene le devuelve el niño.
Ella lo acomoda para que expulse los gases.
– Me voy a la ducha antes de la cena.- Se inclina y besa a los dos. - Te veré más tarde.- Ella se vuelve con una sonrisa al llegar a las
escaleras.
Rebecca entra a una tranquila y vacía No
Limits, cierra la puerta mirando a su alrededor, Miriam está detrás de la barra
contando recibos.
- ¡Ah!
Rebecca eres tú.- Saluda
colocando los recibos en un cajón.
- ¿Dónde
está todo el mundo?- Rebecca
cuestiona. - Ollie tenía algunos negocios
que hacer y que llegaba tarde, así que me pidió que cerrara temprano.- Ella
sonríe, se quita el delantal y se sirve una copa de vino.
- ¿Quieres
que te ponga uno?- Le pregunta a Rebecca.
-
¡Uh! Seguro.- Duda
brevemente. - Tengo unos papeles para
Olli, voy a dejarlos en su escritorio.- Extrae el sobre del bolso con sus dedos, entra
en el despacho y lo coloca en el escritorio. Miriam prepara dos vasos de vino
en el bar y cierra la puerta.
- Por
favor, ven y siéntate junto a mí.-
Ella acaricia el taburete de la barra con la mano, Rebecca se sienta a su lado.
-
¡Gracias!- Levanta su copa hacia ella.
-
¡Entonces! ¿Cómo te vá? En realidad no hemos tenido oportunidad de hablar.- Ella comenzó la conversación.
-
Estoy ocupada, hogar, familia, trabajo.- Ella sonríe ligeramente.
- ¿Y
tú? Realmente no has dicho mucho acerca de lo que has estado haciendo.-
Sondea Rebecca.
–
He estado viviendo en Munich, como ya te dije.- Ella parece distante y poco dispuesta. -
Munich es una ciudad hermosa. ¿Qué te
pasó para dejar un lugar así, un romance que salió mal?- Rebecca se adelanta con sus comentarios,
Miriam baja la cabeza.
- Estaba
viendo a alguien, una chica de Indonesia, que era profesora de derecho. Tuvimos
una relación maravillosa, pero su cultura es muy diferente de la nuestra y
estar con otra mujer no es aceptable, aunque estábamos enamoradas.- Ella
le transmite cuando las lágrimas comienzan a rodar por su rostro.
- ¡Lo
siento!- Rebecca habla apretando los labios mientras
frunce el ceño.
- No
hay nada que lamentar, su familia presionaba muy fuerte. Yo estaba atrapada en
el medio, tenía que alejarme de las inconveniencias y el dolor que nos estaba
causando a las dos.- La voz de Miriam se estremece mientras habla.
Rebecca se encoge de hombros con consternación.
- ¿Ella
sabe dónde estás?- Le pregunta
llevando su mano hacia el hombro.
-
¡Sí! La separación fue amistosa, yo no podía seguir con el dolor y la mentira. Ella
había luchado por hacer su propio camino y hacerse con un nombre. Pero sus
padres se trasladaron a Munich, mientras estaba en la escuela de derecho. Ella
está muy agradecida y en deuda con ellos. - Miriam responde mirando al suelo. -
¡Estoy muy triste!- Reflexiona mirando hacia atrás a Rebecca que
suspira.
-
Y yo pensaba que era la única que ha tenido problemas.-
Recuerda su propio pasado bromeando. -
No me refiero a esa manera Miriam.- Piensa en lo que ha dicho y a continuación la
abraza. Miriam se echa hacia atrás y la mira con un brillo en sus ojos azules.
- No
te preocupes. Simplemente no estaba
destinada a estar conmigo, ella se ha casado recientemente, me ha dicho un
colega.- Da un trago de vino.
-
¡Oh! Ya veo.- R ebecca la
mira intrigada.
–
A tí y Marlene os veo muy felices. -
Cambia rápidamente de tema.
– Lo
estamos, nunca supuse que podía amar a alguien de la manera que la amo a ella.- Miriam siente un nudo en la garganta.
-
Me habría gustado que las cosas hubieran sido un poco diferentes para nosotros.
¿Alguna vez piensas en nosotros, en nuestro pasado?- La
pregunta de Miriam es directa mientras mira profundamente a los ojos de Rebecca.
- He
pensado en ti de vez en cuando, lo que tuvimos fue único y especial, abrió mis ojos a mi sexualidad.-
Ella relata con honestidad.
-
No debería haberse ido fuera de las manos.- Le dice como si ella sintiera
que era la culpable de la separación.
-
¡Tonterías! Las dos estábamos en transición, nuestras vidas eran diferentes, yo
era la cabeza fuerte y me abrí cuando me di cuenta lo que sentía por ti, te
ahogué.- Rebecca redacta con la voz de la razón.
Miriam se rió entre dientes.
- Creo
que saltamos sin mirar primero.- Conjetura
Miriam. Ambas se quedaron en silencio.
- ¿Alguna
vez realmente me has amado?- Miriam pregunta sin rodeos, Rebecca piensa en
lo que ha pedido.
-
Lo hice, fuiste la primera mujer de quien me enamoré y con fuerza.-
Ella esboza una sonrisa mientras le responde. Miriam toma un trago
degustando el vino y sus propiedades calmantes, se pone de pie frente a Rebecca
y acerca sus dedos a la línea de la mandíbula de Rebecca, su mirada es penetrante
y piensa en besarla, pero se contiene.
-
Al verte que de nuevo me ha hecho comprender lo que he echado de menos lo mucho
que tuvimos juntas.-
Rebecca agarra la mano y la aparta.
-
¡Lo siento! No puedo, amo con toda mi alma a Marlene.-
Miriam hace una mueca soltándose de la mano de Rebecca.
-
No sé lo que estaba pensando.-
Siente algo de vergüenza.
–
Estás en un momento de debilidad. Estás herida, decepcionada y puedo entender que estés necesitada de
afecto.- Rebecca siente que cierta tristeza abarca su
corazón.
-
Me disculpo, sólo estaba atrapada por el momento.- Se
vuelve y recoge el rostro entre las manos.
-
¡Miriam!- Rebecca le habla
girando alrededor, le coloca sus manos
sobre los hombros. - Lo que tuvimos fue
muy especial y ocurrió en un momento en que necesitaba encontrar mi verdadero
yo, mi verdadera identidad.- Miriam
baja los hombros a la vez que se relaja.
-
Me alegro de haber sido yo. Pero pienso en cómo te hice daño al apartarme, al
huir.- Tartamudea. Rebecca
sonrió ampliamente.
- ¿Puedo
decirte algo?- Le pregunta
cautelosa.
- ¡Sí! Claro. - Miriam asiente.
- ¡Sí! Claro. - Miriam asiente.
-
Siempre serás especial para mí, una amiga, luego una amante, pero las cosas
cambian, nosotras también, la gente cambia. Mi conexión con Marlene salió a la
superficie en un momento en que ya pensaba con claridad y me permite saber que
nada se ha de interponer en mi camino. ¿Le he hecho daño a la gente a mi
alrededor?- Se pregunta a su propio yo. - ¡Sí! ¡Lo hice! Pero ese vínculo es tan
fuerte y mi amor por ella es demasiado grande. Luché muy fuerte, al igual que
ella, me enamoré de verdad por primera vez en mi vida.- Aclara.
- ¿Así
que me amabas, pero de otra manera?
- La pregunta firme va dirigida a las revelaciones de Rebecca.
- No
entiendo tu interrogatorio Miriam, no estoy omitiendo lo nuestro de cualquier
manera. Por favor confía en mí cuando te digo, de nuevo, que tengo que ser honesta.
Marlene iba a entrar en mi vida y que íbamos a estar juntas toda la vida.- Miriam se aparta de ella.
-
Me disculpo de nuevo por ser demasiado franca. Tal como parece he recibido tu
mensaje de honestidad.- Exclama sincera.
-
Al contrario, me alegro de que hayamos hablado y arrojado algo luz sobre cómo
sucedieron las cosas y que las dos nos demos cuenta de que había algo positivo en
todo aquello.- Rebecca ata
el cinturón de su abrigo y termina el último sorbo de vino de su copa. Le toca
la cara a Miriam con su dedo pulgar e índice.
-
Nunca olvidaré nuestro tiempo y lo que tuvimos. ¡Por favor! Créeme, siempre
estaré agradecida, eres una parte importante de mi vida y no voy a olvidarlo.- Rebecca con nerviosismo traga saliva.
- ¡Gracias
Rebecca! Tiene gran significado para mí lo que me has dicho. No tenía la
intención de hacer que te sintieras incómoda o de presionarte, sólo quiero dejar de lado esta ansiedad reprimida. Marlene es una mujer maravillosa y
agradable en el trabajo, eres muy afortunada.- Le
asegura. Rebecca sonríe.
-
Creo que debería irme. Marlene pronto estará en casa y le dejé al bebé con Ruth.
Dile a Olli que le dejó el sobre en su escritorio.- Le recuerda a pie de puerta y al abrirla se vuelve de nuevo a Miriam y sonríe. - ¡Buenas noches!- Cierra rápidamente la puerta. Miriam baja la
cabeza, siente vergüenza, sus rodillas
se doblan y se arrodilla en el suelo dejando ir sus frustraciones en un grito
duro.
Rebecca entra por la puerta principal.
-
¡Ruth, estoy en casa! - Expresa
en voz alta.
- Mateo
está dormido arriba. - Ella
le responde acercándose por el pasillo.
- ¡Gracias! Lo siento he llegado un poco tarde.- Ella cuelga su abrigo en el armario. - ¿Se ha tomado su medicina?- Le pregunta.
- ¡Gracias! Lo siento he llegado un poco tarde.- Ella cuelga su abrigo en el armario. - ¿Se ha tomado su medicina?- Le pregunta.
-
¡Sí! Su estado de ánimo ha sido bueno, ya no tiraba de la oreja.- Respira
con tranquilidad.
-
¡Buenas noches, entonces! –
Le contesta, entra y se sienta en la sala grande, se sirve un whisky, se sienta y contempla el
monitor de bebé y su luz verde parpadeante.
-
¡Hmmm!- Ella prueba el
whisky, la calidez de la bebida calma su garganta reseca.
-
¡Hola!- Marlene entra
tranquilamente y se sienta junto a ella.
-
No te oí entrar. ¿Cómo ha ido la clase de yoga?- Pregunta.
–
Ha estado bien. ¿Mateo duerme?-
Mirando alrededor de la sala.
-
¡Sí! Ruth le puso en la cama de arriba. Tomó su medicina y ya no tira de la
oreja, me dijo.- Marlene respira en un suspiro de alivio.
- ¿Has
visto a Ollie?- Ella curiosea.
-
¡No! Tenía un asunto urgente que atender, de modo que le dejé el sobre en su
escritorio. Le dije a Miriam que se asegurara de verlo cuando regresara.- Le
responde colocando el vaso de whisky en los labios.
-
¡Oh! ¿Miriam estaba allí?-
Suena en busca de una respuesta.
-
¡Sí! Estaba cerrando aunque era temprano.- Rebecca le contesta con
un movimiento de sus ojos.
– Suenas
extraña. ¿Pasó algo?- Ella le interroga.
- En
realidad no. Miriam quería hablar, me preguntó acerca de nuestra relación, me
dijo que dejó de Munich a causa de un corazón roto. Me preguntó si alguna vez
realmente la amé, le dije que una vez sí. Pero que mi amor es para ti, que estamos
conectadas que eres mi vida y a quien realmente amo.- Marlene aprecia la tristeza en su rostro, la abraza pasando los dedos por el pelo. - ¡Marlene!-
Rebecca mueve su cara frente ella. - Quiero que sepas que eres la única para
mí, eres mi verdadero amor y que de alguna forma siento que Miriam está sola y
que quiera compañía.- Ella le susurra, con sus manos toca suavemente su
cara.
- ¿Un asunto nostalgico, en realidad?- Marlene parece intranquila.
- ¿Un asunto nostalgico, en realidad?- Marlene parece intranquila.
-
¡Por favor! No te enojes, no va a suceder. Creo que ella se siente sola y el
dolor le ha resurgido de nuevo.- Marlene retrocede.
- ¿Crees
que es la razón por la que ella regresó a Düsseldorf? ¿En busca de algo o
alguien?- Rebecca se sirve otra copa.
- Estaba
realmente enamorada de esa compañera de trabajo, pero su familia
tenía otras ideas, no estaba destinada a ser su amor y creo que la llevó a una
espiral de descontrol.- Conjetura.
-
No puedo decir que tenga nada en contra de ella, sólo puedo imaginar cómo se
debe sentir realmente.-
Marlene habla en un tono consolador. -
¡Rebecca! ¿Sabes lo afortunada que soy? Tú podrías tener a cualquiera.- Ella le sonríe mientras habla. Rebecca sonríe
también.
- Pero
tengo a quien amo. ¿Recuerda todos aquellos meses de angustia que experimenté?- Se
pone de pie cerca de Marlene, sus manos acarician el cuello y los hombros, la
mirada de sus ojos marrones crea una tormenta de deseo. Marlene pone sus labios
en los de Rebecca, con la punta de la lengua traza el contorno de ellos.
–
Tienes ese sabor tan dulce.-
Le musita mientras le mordisquea el
labio inferior. - ¡Marlene!- Rebecca
gime casi sin aliento. - ¡Puede…!- Rápidamente
es cortada la frase por una fuerza apasionada de los labios contra los suyos.
Gimotean incontroladas, las manos vagan libremente sobre la piel.
-
¡Vamos arriba!- Rebecca le ruega tragando saliva y mirando
fijamente a los ojos de su esposa sin parpadear. Marlene la coge de la mano y
caminan en silencio por las escaleras, besar y tocar. Marlene comprueba que
Mateo todavía duerme.
- ¡Shhh!-
Ella se lleva un dedo a
los labios.
-
¡Te amo!- Rebecca habla en
voz baja, sigue a Marlene hasta la cama. Allí hacen el amor todo lo que la
noche les permite.
Rebecca se queda mirando el techo, Marlene
duerme en sus brazos, pensando en la conversación con Miriam, besa la frente de
Marlene lo que la hizo agitarse.
-
¿No estás dormida?- Marlene
se envuelve alrededor de Rebecca.
-
¡No! Sólo pensaba.- Ella
responde en un tono ambiguo.
- ¿Pensando
en qué?- Le pregunta apoyando el codo y mirando al contorno de la
cara de Rebecca.
-
¡Miriam!- Ella duda por un
segundo.
- Debe
haber sido difícil la conversación, se me hace curioso.- Rebecca relata. Marlene suspira.
-
¿Curioso? Creo que ella lo dejó absolutamente claro.- Rebecca la mira intrigada. - ¿Qué quieres decir?- Ella permanece en silencio con la mirada disoluta.
-
Ella regresó aquí con la esperanza de reavivar una relación contigo Rebecca.- Marlene
finalmente responde.
– Seguro
que no.- Marlene arquea la ceja para comentar.
-
¡Rebecca! Estabas sola con ella y se
sentía sola. ¿No acabas de decir que pensó que ella quería algo más?- Su tono suave pero argumentativo.
-
Lo hice, pero lo que quería decir era que se sentía sola y necesitada.- Marlene interviene rápidamente.
-
¡Shh! Eso es suficiente, me gusta Miriam y yo ciertamente no quiero suponer que
está aquí porque de repente se le cayó su corazón.-
Marlene se incorpora de la cama y se pone la bata. - ¡Hey! ¿Dónde vas?- El tono de Rebecca es de enfado, Mateo comienza
a llorar.
Marlene
enciende la lámpara y suspira en voz alta, se incorpora y coloca sus rodillas
debajo de la barbilla sacudiendo su conciencia.
-
¡Buenos días!- Marlene saluda al servir el café.
- ¡Buenos
días.- Rebecca responde
mirándola por encima del periódico.
-
¿Mateo todavía dormido?-
Ruth preguntó preparando su plato.
-
¡Sí! Estaba de mal humor anoche, creo que voy a dejarlo hoy aquí, si no le
importa.- Ruth sonríe.
– Debería
ir a ver cómo está.- Ella le
da un rápido vistazo a Rebecca y sube las escaleras.
-
¡Marlene! Siento mucho lo de anoche, yo…- Marlene corta la frase.
- No
hay nada que lamentar.- Le habla en un tono sarcástico.
-
Es evidente que estás todavía enojada.- Ella le declara en voz
alta.
- Yo
no lo estoy, yo simplemente no puede hacer frente a esto, cada vez que me doy
la vuelta siempre hay alguien delante tuya, Katherine, Sophia, Angelo…- Se
cruza de brazos en una rabieta y la mira.
-
Te dije yo me cruzo con mucha gente y ya hemos discutido esto mismo.- Rebecca
dice enfadada, tira el periódico encima de la barra.
-
Me tengo que ir, voy a llegar tarde.- Se da la vuelta y se aleja. - ¡Marlene!- Rebecca expresa en voz alta, pero ella no
le hace caso y cierra la puerta. Rebecca pone una mirada de desesperación arrugando
la frente.
-
¿Está todo bien?- Ruth pregunta
llevando a Mateo en sus brazos, Rebecca duda.
-
¡No!- Su cara se pone roja de la angustia y la
decepción.
-
¿Quieres hablar?- Ruth se ofrece, Rebecca se encoge de hombros y
la sigue al estudio y dejar a Mateo en el parque infantil. Se sienta junto a
Rebecca en el sofá. - El matrimonio nunca
es algo fácil.- Le habla con
seriedad.
- Está
la casa, el trabajo y la familia.- Aconseja con calma.
- Usted
y Marlene tienen un maravilloso matrimonio y la amistad. Ella te ama, y tú la
amas. Ambas desean hacer su trabajo y en el final del día buscan paz, no las dificultades.- Rebecca la mira con tristeza.
- ¡Es
cierto! Pero…- Ruth le toca
el brazo y hace que se detenga.
-
Su situación es única y diferente en muchos sentidos, son dos mujeres hermosas
que tienen mucho por delante en la vida. La gente sabe eso y harán todo lo posible para influir en usted.- Rebecca siente algo de vergüenza.
–
Has debido oír nuestra discusión.
- Ruth suspiró.
-
No se podía dejar de oírlas, se podría
decir que algo no estaba del todo bien. - Rebecca suspira y le cuenta el incidente con Miriam.
- ¿Estás
segura de tus sentimientos acerca de Miriam?- Ruth cuestiona cortésmente.
- Estoy
segura, no siento nada por ella de esa manera, pero estoy agradecida de que
ella me abriera los ojos.-
Ella habla claramente.
- ¿Y compartes
estos sentimientos con Marlene?- Ella sondea
algo más.
-
¡Yo!- Piensa Rebecca
brevemente. - Pero yo no debería tener…- Expresa bajando la cara a sus manos.
- Marlene
no tiene que escuchar lo que otro hombre o mujer ha hecho por usted en el
pasado, lo que necesita es escuchar lo maravillosa que te hace sentir y cómo tu
mundo gira en torno a ella, tienen este niño, esta casa, su viaje por la vida
está con ella a su lado, sé, por lo que me han dicho, las luchas que tanto tuvo
que pasar. - Rebecca rompe
a llorar.
-
Las luchas ni siquiera están ya.- Le asegura y limpia las lágrimas de sus los
ojos.
- Marlene
siempre ha querido honestidad de mí Ruth. Cuando me sincero con ella sólo
provoca enfados, yo solo trato de ser
abierta y veraz.- Termina por vaciar sus pensamientos. - Parece
que quiero empeorar la situación. - Se
queda sin aliento.
- Bueno,
entonces da la impresión de ser hoy un nuevo mundo para las dos. Honestas o no, deben solucionarlo, que no pase
nada que impida seguir. Muéstrale lo que realmente significa para ti.- Rebecca mira su teléfono, desplaza el dedo
hasta el número de Schneider, habla con Charlie
y reserva una mesa. Llama al florista y encarga una docena de rosas
rojas para enviarlas allí.
- ¡Gracias
Ruth!- Rebecca extiende la
mano a su hombro.
- Voy
a hacer las cosas bien, estaba equivocada y ahora me doy cuenta que en el fondo
le duele.- Ruth sonrió.
-
Mateo y yo vamos a ver un poco de televisión.- Ella se ríe entre dientes.
-
Ahora ve y te preparas tendrás que encontrar la manera para darle la sorpresa.- Añade, Rebecca percibe un cierto sentido de logro,
se encamina al armario para vestirse lo más atractiva posible y encantar a
Marlene.
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