Tiempo de esperanza
Marlene abre los ojos cansinamente. El
agotamiento está empezando a cobrar su precio, pero ella permanece fiel al lado
de Rebecca. Han transcurrido dos días y medio, ella permanece inconsciente, ya
no precisa respiración asistida, ayer se la retiró Ricardo después de comprobar
que podía hacerlo de forma espontánea, pero Marlene continua esperando
pacientemente el momento en que pudiera volver a mirar sus bellos ojos
marrones, espera sufrida que Rebecca la llame una vez más, para borrar el
doloroso sonido de la última vez que dijo su nombre antes de que las sombras la
cubrieran. Marlene sacude la cabeza para alejar la repetición de aquel momento
de su memoria. Afortunadamente para ella un golpe en la puerta la distrae de
esos pensamientos. Marlene se cohíbe y se tensa un poco cuando ve quien está
delante de ella. - ¿Tristán? –
Exclama con cautela y se incorpora en actitud defensiva. De pronto percibe que
la ansiedad la invade pensando en lo que puede venir a continuación, no está en
condiciones de discutir con él de nuevo, pero está preparada para mantenerse
firme. Exhala un suspiro de alivio cuando él le entrega una taza de café. - ¡Gracias! - En realidad se siente
agradecida por el caliente líquido. Necesita algo de calor y energía. Tristán
asiente y dirige su atención a Rebecca. Camina hacia el lado opuesto de la
cama, él acaricia nervioso la mano de Rebecca. - ¿Alguna vez te contó que la perdimos? - Marlene abre los ojos. - ¿Cómo
que la perdisteis? - Marlene se da cuenta que Tristán está afectado por el
estado de su hermana. Él sonríe entre dientes al recordar aquel suceso. - ¡Sí! Bueno, no sólo fui yo, todos nosotros
habíamos salido al bosque un día, Rebecca tenía unos cinco años y, por
supuesto, tenía dificultades para mantenerse cerca. Lo siguiente que todos
recordamos es que no estaba alrededor nuestra. La buscamos durante horas, no
sólo temíamos lo que pudiera haberle sucedido, también lo que nos pasaría a
nosotros una vez que nuestra madre se enterara de que la habíamos perdido. – Explica
Tristán con cierta gracia. - ¿Cómo la
encontraste? - Pregunta Marlene con gran interés. De nuevo Tristán sonríe.
A pesar de todo lo que Rebecca y Marlene han pasado con Tristán, Marlene puede
ver el amor evidente que tiene por ella. -
¡Bueno! Resulta que realmente no estaba tan perdida como pensábamos. Como estoy
seguro de que eres consciente de que mi hermana tiene un lado terco y obstinado.
Ella simplemente se subió a un árbol y se encaramó muy por encima de nosotros.
Contemplaba divertida como la buscamos frenéticamente por todas partes. Finalmente
comenzó a sentirse mal porque estábamos muy preocupados y trató de bajar, pero
descubrió que no era tan fácil. Primero la oímos llorar, no pidió ayuda,
levanté la vista y pude comprobar lo asustada que estaba, subí hasta ella lo
más rápido que mis manos me permitieron, nunca olvidaré cómo se aferró a mí.
Hagen, era ya muy grande y acudió a nuestro rescate. Esta vez yo fui el héroe. Yo
era el héroe de Rebecca. Sé que era así, porque eso es lo que me llamó. Su
héroe. - Tristán comienza a ahogarse en sus propias palabras mientras trata
de contener su emoción. - Nunca había
sido un héroe para nadie. Le prometí que siempre sería su héroe. - Tristán
deja de hablar mientras mira con ternura a su hermana pequeña, a la que obviamente
ama grandemente. Marlene no está segura de qué hacer o decir. - No he sido un buen héroe. ¿Verdad? - Nuevamente Marlene no está segura de cómo
responder, sobre todo porque ella tiene cierta sensación de culpabilidad,
recordando cómo lo utilizó de forma inconsciente para conseguir a Rebecca. - Ser héroe de alguien a veces puede ser
una cosa difícil de vivir hasta, afortunadamente ... para nosotros dos ...
Rebecca tiene… es capaz de perdonar. - Marlene trata de explicarse entre
dudas. - La amas como lo dices
continuamente, realmente no es una pose ni un capricho. ¿verdad? -Tristán
sigue enfocándose en Rebecca mientras hace la pregunta. - Sí, más que nunca. Mi vida carece de sentido si ella no está. - Marlene
responde con una cuidadosa consideración. Tristán afirma con la cabeza. - ¡Yo también! - Marlene recibe con
sorpresa la siguiente declaración de Tristán, se vuelve hacia ella para mirarla. - ¡Lo siento! Lo siento por todo lo que he
hecho, a las dos.- Marlene se queda sin habla, no encuentra palabras y sólo
es capaz de asentir con la cabeza
aceptando su disculpa. Tristán pasa junto a Marlene, pero antes de salir
por la puerta se vuelve. - Ahora eres mi
héroe. – Le dice Marlene con paz en la mirada. Con ese comentario final en su oído se marcha.
Marlene percibe firmemente que la paz está
sellada con Tristán. Se dirige de nuevo al lado de Rebecca, donde ha
permanecido durante estos días. Una vez más, sigue con la mirada todos los
tubos a los que está unida. Envidia del hecho de que estén más cerca de Rebecca
que ella. ¡Cómo le duele tener a Rebecca en esta situación! Marlene ya no puede
resistir la necesidad de tener a Rebecca cerca de ella. Cuidadosamente se acerca
a la cama y se coloca a su lado, mueve su cuerpo para ajustarse lo mejor que puede
a su costado. Con suavidad, apoya la cabeza en el pecho de Rebecca, donde una
vez más la tranquiliza el sonido del corazón. - No necesito ser tu héroe, simplemente quiero ser tuya para siempre. -
Le susurra suavemente cerca del oído. - Te quiero Rebecca, por favor, vuelve a mí.
- No hay respuesta a la petición de Marlene. Con un suspiro y su corazón
pesaroso, coloca la cabeza en el pecho de Rebecca y los dedos enlazados con los
de ella. Marlene ya no puede luchar contra el agotamiento que consume su
cuerpo. Lentamente sus ojos se cierran, el rostro pacífico de Rebecca es la
visión que aparece en sus sueños.
Ricardo entra en la sala en compañía de la
enfermera, Marlene duerme reposada su cabeza sobre el costado de Rebecca. Él la
mira con candidez, se acerca con lentitud y le toca con su mano en el hombro.
Ella está dormida en profundidad y no responde a un primer estimulo. A Ricardo
le cuesta despertarla pues el cansancio es tan grande que duerme sin conexión
con la realidad. Por fin se sacude ligeramente y levanta la mirada buscando
ubicarse. Da un respingo al ver a su lado a la enfermera y a Ricardo que sonríe
ante el susto de Marlene. - ¿Qué pasa?
¿Ha sucedido algo? Ricardo ¿Por qué estás aquí? – Ella habla sobresaltada,
él la tranquiliza. – No te preocupes, no
pasa nada. Estabas dormida y te he asustado sin querer. - Le dice con una
sonrisa y acaricia su cara con complacencia. – Queremos hacerle una prueba a Rebecca, si la supera la dejaremos sin
el tubo de respirar. Será una buena noticia si responde de forma positiva. – Marlene
se espabila y abre los ojos buscando tener mayor claridad en su cabeza. Entran
dos médicos llevando un carrito con instrumentos y monitores que ella no
entiende. Ricardo ordena que procedan, ellos obedecen y enseguida descubren
algunos de los tubos que penetran en el cuerpo de Rebecca. Uno de los médicos
enseña un bote al final de un tubo, Ricardo asiente y él procede a retirar
dicho tubo del cuerpo de Rebecca. Por la parte superior el otro facultativo
desconecta el tubo por el que respira y Ricardo acerca el estetoscopio a un
costado y escucha, luego al otro haciendo la misma maniobra. Con un gesto de
aprobación el tubo de su boca es extraído mientras él mantiene la escucha a
través de la piel de Rebecca. Repite la maniobra varias veces por todo el pecho
de la inconsciente Rebecca hasta que levanta la vista y mira el monitor
cardiaco. Marlene asiste a toda esta tarea con gesto compungido ante la
incertidumbre de lo que pueda pasar. Ricardo se vuelve hacia ella con ese gesto
serio que le caracteriza, a ella le entra una angustia atroz. - ¡Prueba superada! Rebecca es realmente
fuerte, está respirando por si misma sin ayuda y sin apoyo. Ahora solo cabe
esperar. Todos los parámetros están correctos, le falta recuperar algo de
sangre, pero está en índices aceptables. Todo depende ahora de ella misma. Si
es lo que pienso no tardará en recuperar el conocimiento. Está fuera de
peligro. - Marlene abraza a Ricardo con fuerza, es la primera buena noticia
desde el accidente y siente que el cansancio ha desaparecido. Una vez retirados
los tubos que tanto aterraban a Marlene y que los médicos abandonen la sala,
entran las enfermeras y auxiliares para asear a Rebecca y adecentar la ropa de
la cama cambiándola por otra limpia.
Poco después aparecen Elisabeth y Elena con
un ramo de flores en la mano. Elisabeth reconoce la palidez de Rebecca y
pregunta si está bien, Marlene le responde que está mejorando y que, aunque aún
permanece dormida sabe que despertará en cualquier momento, que espera ese
instante con impaciencia, pero con la serenidad que le ha transmitido Ricardo.
Ellas están impresionadas por la entereza de Marlene, que no la haya abandonado
durante estos tres días ni un solo instante, les dice lo mucho que ama a
Rebecca le dice a su hermana y a Elisabeth que no puede contener la emoción. – Rebecca es lo más importante de mi vida
ahora, no puedo vivir si ella no está, es mi ancla de existencia, mi alma
gemela y el ser humano más grande que conozco. – Les dice a las dos mujeres
que más tarde abandonan la estancia profundamente impresionadas por lo que han
visto y oído, Elena se echa a llorar al encontrarse con Hagen y Dana en la sala
de espera. Hagen se asusta, pronto se da cuenta de que no sucede nada trágico,
Elena se ha desbordado emocionalmente.
Thomas y Biggy se presentan en la sala de
espera con los dos pequeños. Alguien avisa a Marlene de su presencia y desea
salir, pero le resulta complicado abandonar, aunque sea unos instantes, a
Rebecca para abrazar a su hijo. Sin decir nada a nadie Dana coge al pequeño
Tomy en brazos y entra en la sala, con celeridad se presenta en la puerta de la
habitación de Rebecca y abre ligeramente la puerta para llamar a Marlene, sale
y el pequeño se abalanza sobre ella que lo abraza con fuerza y lágrimas en los
ojos. No le resulta fácil volver a soltarlo, antes de despedirse, Dana y ella
se abrazan también deseando lo mejor. Marlene regresa al lado de Rebecca para
seguir esa inacabable espera.
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