Una separación necesaria

Una separación necesaria

martes, 29 de mayo de 2018

Episodio cuadragésimo septimo


 Tragedia

Marlene se sienta en las rocas que bordean la costa con su barbilla sobre sus rodillas. Mira hacia el océano observando la intensidad de las olas mientras golpean con fuerza en la orilla. Todavía se tambaleaba por la revelación de Rebecca y el dolor que siente después de escuchar que está embarazada. Rebecca se acerca y se coloca sentada a su lado. - ¡Hola! - Marlene la mira de reojo. - Sé que es algo que no esperabas. - Marlene suspiró. - Es mucho para ver de forma superficial. Rebecca. – Comenta y mira hacia las olas. - No sé qué más decir, aparte que lo sucedido no puedo cambiarlo. – Implora. - ¿Cómo pudo suceder esto? Nunca has sido una persona que no se  protegiera. - Rebecca baja la cabeza ante las palabras de Marlene. - Cometí un error, Marlene. - Dice con fuerza. - ¿Es de Eric? Quiero decir… -  Tartamudea brevemente. - Sé que es suyo, no tengo duda, ahora tendrás que decírselo. - Ella coloca un lado de su rostro sobre sus rodillas. Rebecca le responde. - No estoy segura de mantener a este niño, es una opción, aunque nunca me ha importado ser madre. - Ella le explica. - Esa eres tú, siempre centrada en ti  misma y no entregada a ti misma. - La regaña directamente, Rebecca hace una mueca. - Eso es injusto Marlene. - Ella refunfuña. - ¿Sabes? Las decisiones que he tomado en otro tiempo, fueron por buenas razones, ¡Mi dios! Me violaron y me sentí sucia y darme cuenta de que Alejandro podría haber sido el padre me ponía enferma del estómago. – Rebecca la agarra por el brazo. - Fue una decisión que tomaste por ti misma y dejaste a Tristán fuera de ella, te apoyé Marlene y estuve allí para ti en esos momentos tan difíciles. – Rebecca divaga. - Demonios, Marlene. - Habla entre dientes. – Por eso nunca podría odiarte, pero esta situación lo cambia todo. - Habla con sinceridad. - No quiero perderte Marlene, tengo miedo. - Marlene baja los hombros. - Tienes que decirle la verdad Rebecca, es la única manera y si piensas seriamente en ello, él querrá ser padre del niño. – Confirma con un movimiento de la mano. - ¡Lo sé! No puedo mentirle, pero no sé si mantener a este bebé merece la pena el dolor y la animosidad que puede causar. - Marlene frunció los labios. - No es el niño el que me preocupa, sino Eric, él te quiere Rebecca y si siente que puede construir una vida contigo, entonces hará todo lo que esté en su poder para recuperarte. -  Es sincera con su planteamiento. - ¡No lo amo! Lo sabe muy bien, no quiero una vida con él. – Expresa con honestidad.  - ¡Aún así! Él estará involucrado en tu vida, en nuestra vida. - Se queja Marlene. -  ¿Qué has dicho? - Rebecca le cuestiona al escuchar lo último que ha verbalizado. - ¡No sé! Esto es difícil, todo lo que hemos pasado, todo lo que hemos significado la una para la otra, parece que no podemos hacer las cosas bien. - Ella mira a sus ojos marrones. - Te amo y tenemos una oportunidad real de ser una familia. ¿Vamos a dejar que esto se escape? No voy a mantener este niño si significa que pueda perderte, mi corazón no puede soportar más desastres Marlene, simplemente no puedo. – Se levanta y camina de nuevo por el camino arenoso hasta la cabaña. Marlene se siente apenada al regresar a la cabaña. -  Tienes que descansar Rebecca. - Le ordena al acercarse, recoge el bolso. - He de hacer algunos recados, te veré un poco más tarde. - La deja en silencio. Rebecca está tumbada en el sofá con las piernas estiradas. Telefonea a su Köningsbrumn. Después reflexiona sobre si llamar o no a Eric.

Marlene se acerca hasta la casa de Grace. - ¡Hola! Pasa ¿Has dejado arreglada a Rebecca? – Por la expresión nota que algo anda mal. - Sólo necesito hablar.  - Le responde. – Ella está asentada y descansa ahora mismo, yo…-  Ella cuelga la cabeza.  -  Rebecca está embarazada Grace. - Ella la mira con cara de espanto. - ¡Oh no! -  Agarra su brazo y la lleva al sofá. - ¿Qué va a hacer? - Marlene se muerde el labio. - Le dije que Eric lo debe saber. Estuvimos de acuerdo, pero me temo que va a ser parte de la vida del niño y no podemos tener más conflictos en nuestras vidas. – Expresa en una queja. - ¿Ha pensado en un aborto? Quiero decir que es obvio para ti, es una posibilidad. -  Pregunta Grace, tirando del cabello del rostro de Marlene.   - ¡Sí! Ella no quiere perderme y si este niño significa que las cosas no funcionarán para nosotros, entonces lo haría. -  Grace se interesa por su amiga. -  ¿Cómo te sientes? -  Marlene respiró profundamente. - ¿Cómo estoy? Supongo que para sentirme deprimida. Realmente, pensé que al final estábamos recibiendo algo de paz. Nunca quise tener un hijo, luché contra Mark a cada paso y ahora me enfrento a esto. - Coloca su cara en las palmas de sus manos. - Es diferente Marlene, no amaste a Mark lo suficiente como para querer hijos, Rebecca es la que engendra este niño, una vida está creciendo dentro de ella y no necesita ningún contratiempo. Imagina cómo se debe sentir, encontrarte de nuevo querer empezar otra vez contigo, no todo en la vida es azucarado y realmente sí ella cometió un error, tú también. – Grace razona con conocimiento. - Simplemente no esperaba esto, un niño. - Ella gritó. - ¿La amas? - Grace preguntó. - Más que nunca, casi la he perdido y podría perderla de nuevo. Tengo mucho que pensar. -  Le dice. - ¿Qué quieres decir con perderla? - Grace pide una respuesta. - Está embarazada, Grace, es hijo de Eric, querrá estar en cada parte de la vida del bebé, significa que querrá que regrese a Düsseldorf para que puedan reunirse, ya te he dicho. Yo no voy a volver allí, no quiero ser una tercera rueda, no puedo hacerlo. – Se expresa con enfado y en voz alta. - Así que lo que estás haciendo es empujarla a tomar una decisión, estaré de acuerdo si ella decide no mantenerlo, entonces debe resolver esto pronto. Pero darle un ultimátum sobre algo tan surrealista como una vida que crece dentro de ella… - Marlene interrumpe. - Yo nunca le pediría que tomara esa decisión en ningún escenario. Ella debe decidir por su cuenta, si criar a este niño con él o no.  Solo cuenta lo que ella siente que debe hacer, entonces no podré detenerla, tendré que respetar su decisión, los niños necesitan a sus padres. -  Marlene es inflexible. -  No puedo estar en desacuerdo y tienes razón, los niños necesitan a sus padres, ¿Por qué no puedes ser tu el padre de ese niño? -  Le pregunta a Marlene que la mira con ojos de asombro. - La amas y aprenderás a amar a ese bebé porque Rebecca y tu estaréis involucradas en su vida cotidiana. ¿A quién le importa si Eric está aquí o pasa tiempo con su hijo? - Marlene escucha sus firmes palabras. - ¿Amas a Rebecca? – Pregunta con claridad, Marlene la mira. - Me encanta, Grace. ¿Eso responde a tu pregunta? – Le susurra con una sonrisa. – Entonces, ya sabes lo que tienes que hacer. - Le aconseja sabiamente. - ¡Sí! Lo haré. - Se abrazan y se despiden.

Marlene se dirige a pie hasta la puerta que da acceso al interior de la cabaña que se encuentra al final de Grey Gull Lane. Admira a su alrededor la singularidad y belleza del lugar. Con tranquilidad pasa el dedo por el borde de la puerta y entra con lentitud encontrando a Rebecca dormida en el sofá. - ¡Rebecca!  -  Marlene la mueve con suavidad. - ¡Hola! – Abre los ojos enfocando el rostro de Marlene. - Te has dormido un buen rato. Voy a hacerte algo de comer. -  La mira con una expresión cálida y palpa su frente para sentir su estado. Rebecca se sienta. - ¡Estoy bien! Y estoy hambrienta. -  Marlene coloca la olla en la cocina, mientras, Rebecca se relaja moviendo la mano sobre la pantalla de su teléfono celular. Le había dejado un mensaje de voz a Eric hace rato, pero él no ha contestado la llamada. Lo deposita sobre la mesita de café. Marlene le indica que se siente a la mesa y se dedican a comer. - ¿Has vuelto a tu apartamento? - Rebecca sondea. - ¡No! Mi contrato de arrendamiento ha terminado y la mayoría de mis cosas están en la habitación de invitados. – Señala hacia la puerta cerrada. - ¡Oh! Diría que estabas muy enojada e insegura de mí, cuando te fuiste antes. – Comenta. Marlene la mira de reojo y aprieta la mandíbula. - No estoy enojada, Rebecca, solo estoy dolida y decepcionada. – Le dice dejando la cuchara en el plato de sopa vacío. - ¡Lo siento y entiendo que si no quieres quedarte… ¡Tienes razón! Parece que nunca hacemos las cosas bien, sin importar cuánto, siempre hay interferencia y creo que no estamos destinados a ser… familia, después de todo. - Suena convincente para Marlene. - Así que quieres mantener a ese niño y regresar a Düsseldorf. ¿Se lo has dicho ya a Eric? - Ella habla en un tono suave pero severo. - ¡No! No lo haré. Lo he llamado, pero no ha respondido, estoy esperando que me devuelva la llamada. -  Afirma expeditiva. – Entonces, supongo que debes estar tomando una decisión. – Marlene la presiona para obtener algo afirmativo de ella. - Te amo Marlene y tengo que decidir si quiero tener este bebé. – Expresa con dolor. Se levantan de la mesa y salen porche trasero. – Hace un hermoso día. - Marlene dice y saca un suéter para Rebecca, se lo pone y abotona. - ¡Rebecca! Tengo que preguntarte algo. – Le comenta Marlene. Se miran una a la otra mientras se sientan en la verja del porche. - ¿Qué quieres saber? - Sonríe sintiéndose algo a gusto. – Primero, quiero que sepas lo mucho que te amo. - Se inclina hacia adelante y la besa con cortedad. - Sé que esto ha sido un gran susto para ti, descubrir que estás embarazada es algo inesperado. - Se pone seria. - Yo debería haber sido más tolerante y comprensiva, has pasado por mucho y perderte, yo...yo… - Solloza, pierde el aliento. - ¡Marlene! Sé que no te sientes cómoda con esto y el miedo de que Eric quiera llevarme lejos. Eso no sucederá porque te amo solo a ti y si pensara por un momento que te puedo perder, no seguiría adelante con el embarazo. – Le explica suplicando. - ¡Rebecca! No puedo preocuparme por Eric, ni por lo que él piense, ni nada de eso. - Toma su mano para callar un instante de misterio. – ¡Rebecca! Hemos pasado mucho juntas y separadas, pero nada en el mundo conseguirá separarnos de nuevo, te amo mas que nunca y no quiero volver a perderte. Todo han sido dificultades y problemas, pero a pesar de todo eso, quiero decir que debemos hacer algo que no deje lugar a dudas en nuestras vidas. – Marlene se pone de pie y la mira solemne. - ¿Me harías el honor de casarte conmigo? – Rebecca se queda quieta con cara de asombro y la respiración cortada. Marlene espera una respuesta. - ¡Sí! Sí me casaré contigo. – Salta sobre ella, la abraza y la besa con fuerza. - ¿Estás segura? - Rebecca pregunta con gran emoción y los ojos empapados. - Nunca he estado más segura en mi vida. Sé que habrá decisiones que tú y Eric tendréis que tomar, especialmente si conservas a este bebé, pero Rebecca te apoyo de todo corazón y, sea lo que sea lo que decidas, estaré ahí para ti. – Le dice con convicción. Se miran cara a cara con una sonrisa de satisfacción y se besan. - Ven conmigo. - Rebecca le coge la mano y se apartan de la barandilla, regresan al interior y se dirigen al dormitorio quitándose la ropa dejando un reguero de vestimentas por el camino. Rebecca contempla el cuerpo desnudo de Marlene. - Me haces temblar cuando te miro, por lo hermosa que eres. - Extiende sus dedos tocando su pecho expuesto. Marlene le toma la mano, besando la punta de sus dedos. - ¡Hagamos el amor! - Le ruega a Rebecca. - ¡Hmmm! - Ella la acerca. - Creo que mejor una ducha. ¿No? - Ella la conduce hasta la cabina. Allí el agua caliente golpea sobre su piel mientras se besan abrazadas firmemente con sus cuerpos entrelazados, ambas bocas en conexión con sus lenguas jugando entre ellas. Finalmente cierran el grifo, Rebecca recoge la toalla y se envuelven en ella.  Rebecca bromea, salen del cubículo y una vez secas se introducen en la cama. – Aquí estaremos calientes. – Sonríe Marlene tumbada encima de Rebecca, extienden las piernas y se enlazan, con su mano acaricia el camino hasta su rincón más íntimo, estimula su cuerpo en un movimiento constante. – Déjate llevar, estás perfecta. – Le susurra en el lóbulo de su oído. Marlene se arquea al ritmo de Rebecca. - No te detengas. – Gime cuando comienza a perder el control. Rebecca también dirige su mano hacia el montículo y se desliza en su interior, lo que las lleva al clímax en un frenesí de besos gimiendo apasionadas.  Marlene agarra las sábanas tirando de ellas con fuerza, luego lentamente desciende desde la intensidad sexual en la que se encuentra.

Ambas permanecen abrazadas la una en los brazos de la otra disfrutando del silencio. - Tenemos que planear nuestra boda, Rebecca. ¿Hay un lugar en especial en el que te gustaría casarte? - Marlene pregunta besando en la mejilla a Rebecca. - En cualquier lugar. Solo me hace feliz saber que lo haré contigo. – Sonríe. - Estoy pensando en David y Grace. – Le responde. - Eso sería genial, en la playa, nosotras tus compañeros de trabajo… - Añade mientras se pone de rodillas sobre la cama. - ¡Un hermoso día de otoño! – Marlene expresa con romanticismo. Rebecca guarda silencio, la mira seria. - Deberíamos hablar del bebé. - Comienza a hablar. Marlene suspira. - ¡Tienes razón! ¿Qué quieres hacer? – Pregunta relajada. - Sé que Eric no te ha devuelto la llamada. – Hace una pausa. Momentánea. - Siento que quieres mantener a este niño o no lo hubieras llamado. - Ella conjetura mirando fijamente a sus ojos. - Es una gran decisión, nunca había pensado en tener hijos, incluso cuando pensé que estaba embarazada hace unos años, siempre he estado ocupada en mi trabajo y eso no me interesaba. - Admite sin rodeos. - Pero esto es diferente, eres más madura y estás, un poco a tu manera, más cerca de ello que antes. - Comenta Marlene con una mirada serena. - ¿Quieres criar a este niño conmigo? ¡Será nuestro! - Rebecca divaga interrogando. – Yo. - Marlene se levanta de la cama y se viste. - Tengo hambre. ¿Te importa si cenamos comida china? - Pregunta a Rebecca. - ¿Estás pensando en un paseo por la ciudad? – Pregunta saliendo fuera de la cama y comienza a vestirse.  - No quiero que salgas. – Le pone la mano en la frente. – Estarás cansada. – Le responde a Rebecca. - Pero bien cansada. – Refunfuña Marlene. - ¿Por el sexo, cansada? – Le pregunta a Marlene. - ¡Si! Y no es negociable. - La ordena con firmeza, Rebecca mira su teléfono celular y la hora. - Debería tratar de llamar a Eric otra vez. Me sorprende que no me haya devuelto la llamada. - Expresa con incertidumbre y le telefonea de nuevo, pero el tono va directamente a su buzón de voz.

Marlene besa su mejilla y sale a comprar la cena. Rebecca busca entre los números de su teléfono hasta que encuentra el número de la revista de moda de Düsseldorf y marca pidiendo que Eric contestase. - ¡Sí! Soy Rebecca Von Lahnstein y estaba tratando de contactar a Eric Drake. – Dice con algo de ansiedad mientras habla, pero la llamada es desviada a su editor. Su corazón se agita nervioso deseando compartir las noticias con él. - Soy William Klein, soy el editor y el jefe de Eric. -Murmura. - Supongo que no ha podido contactar con Eric. - Le pregunta con suavidad. - ¡No! No he podido. - Le responde con preocupación.  - Siento decirle que Eric murió en un accidente de tráfico el mes pasado en Milán. - Rebecca pierde el aliento y se estremece cayendo de rodillas. - ¿Muerto? ¿Está seguro? - Su voz se llena de angustia. - ¡Sí! Se lo aseguro. –

Marlene entra por la puerta y coloca las bolsas de papel marrón en el mostrador de la cocina. - La cena está lista. – Sonríe y mira a Rebecca a través de la puerta en la sala. - ¡Rebecca! – Corre a su lado al ver la expresión y el llanto en su cara. - ¡Cariño! ¿Qué te ocurre? – Le pregunta nerviosa al mirar la desolación en el rostro de Rebecca. - ¿Estás enferma? - Ella le pone la mano en la frente y empieza a secarle las lágrimas de su rostro. - Marlene, tengo malas noticias. – Le dice en un tono lacónico. - ¿Qué pasó? – Le pregunta perpleja. - No pude hablar con Eric y llamé a su oficina, hablé con su jefe y él me dijo. - Ella tose y llora con intensidad. - ¡Continúa! - Marlene coge con sus manos acunando el rostro de Rebecca. - Eric está muerto. – Expresa con el llanto y apoya su cabeza en el pecho de Marlene. - ¿Qué? -  Sienten sus mundos destrozados por la noticia. - Él estaba en Milán, le atropelló un conductor que se salió de la calzada. – Le cuenta con tristeza. - ¡Lo siento Rebecca! ¡Lo siento mucho! Sé lo que significaba para ti. – La abraza firme contra su pecho acariciando los cortos mechones de su cabello. Permanecen sentadas durante lo que parecen horas. -  No tengo hambre ahora mismo. – Rebecca dice con una mueca de dolor. - ¡Ok! Te la calentaré más tarde. Ve y descansa. - Marlene la observa lentamente mientras camina hacia el dormitorio.

2 comentarios:

  1. Hola Francisco que pena pero bueno para Rebeca y Marlene que van a poder están unidas y casarse con un de René cae y lo podrán criar junta

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