Una separación necesaria

Una separación necesaria

viernes, 2 de marzo de 2018

Episodio vigésimo cuarto


Pensamiento deseoso


Lizette golpea la puerta que está cerrada con llave.  - ¡Rebecca, por favor! Déjame conseguir algunas de mis cosas. – Ella le abre la puerta. - ¡Muy bien! - Ella accede rodando sus ojos hacia otro lado y sacudiéndose la angustia. - ¡Rebecca, por favor! No puedes hacerme esto. - Lizette intenta agarrar a Rebecca por la cintura. - ¡No puedo! No te quiero. – Añade en un tartamudeo. - ¿Cómo puedes decir eso? - Lizette exclama en voz alta. - ¿No escuchaste una palabra de lo que dije? He recordado que aquel día, estaba allí para acabar contigo, tu mentira, tu engaño, todos esos argumentos de disculpa, no quería reconstruir algo que no estaba funcionando. Lizette sabías que iba a pedirte que te mudases. -  Rebecca aprieta su cara con las manos mientras habla. - No puedes decir que me amas un día y al siguiente no.  Rebecca no es así como funciona esto y sé que en lo más profundo todavía me amas y quieres estar conmigo. - Ella le implora. - ¿Te estás escuchando a ti misma? -  Rebecca le ladra. - Estás teniendo una aventura con otro hombre y Dios sabe quién más, no puedo competir, diablos no quiero, quiero que te vayas y vivas tu vida como te apetezca lejos de mi y del tormento que seguramente vendría, necesito unirme a mi vida y no puedo hacerlo contigo aquí, necesito saber quién fue Rebecca y qué ha sido de ella en los últimos dos años. – Se acerca de nuevo a la puerta y la abre. - ¿Puedo al menos empacar algo de mi ropa? Necesito encontrar un lugar para quedarme. - Trata de negociar con ella. - Muy bien, tengo una cita, te dejo, me voy, puedo hacer que Justus te lleve el resto de tus pertenencias. -  Lizette suspira en un bufido. - ¿Supongo que vas a correr hacia los brazos de Marlene? - Rebecca se frota la frente enfurecida. - Mi vida desde este momento no es tu preocupación. -  Comenta con valentía.  - ¿No lo reconsiderarás? - Lizette hace un último intento de reconciliarse con Rebecca. - Sabes muy bien que ninguna de nosotras estaría a gusto, yo siempre cuestionaría tus motivos, donde vas con quien vas, y además, sabes que estoy enamorada de alguien que me ilusiona, nunca podríamos ser una pareja bajo estos criterios. -  Lizette hace su maleta sin decir una palabra más.

Marlene se sienta relajada en la cafetería cerca del hospital y hojea el menú en espera de la llegada de Rebecca. Su pensamiento está en Mark y la difícil situación con él. En su interior le duele, pero no quiere hacerle más daño, desea alejarle de cualquier vergüenza en lo profesional. - ¡Hola! - La voz familiar de Rebecca saluda con afabilidad, Marlene levanta la mirada. - ¡Hola, Rebecca! - Ella sonríe con el único rayo de luz que guía su estado emocional sentada frente a ella. - Parecías molesta en el teléfono. ¿Está todo bien? - Se interesa con preocupación. - Ha sido una mañana muy esclarecedora y desafortunada. – Lo dice con una sonrisa gruñona. - ¿Te has caído? ¿Está dañada la pierna? – Le pregunta Marlene mirando debajo de la mesa. Rebecca le coge la mano. - Quiero que escuches atentamente. - Marlene se sienta de nuevo en su silla. - ¡Rebecca! ¿Qué pasó entonces? - Ella continúa sin escuchar. - ¡He roto con Lizette! - El corazón de Marlene late con fuerza al escuchar esa revelación. - Recordé todo ésta mañana, me dolía la cabeza y me acosté, he tenido algunos dolores de cabeza en los últimos días y tomé algo para relajarme, esto es, ya dormida comencé a soñar, aparecieron imágenes en mi sueño que se convirtieron en una revelación para mí. -  Marlene frunció los labios. - ¡Dios mío! Rebecca, por favor, continúa. - Rebecca carraspea mientras el camarero les lleva el café a la mesa. – Mantenía una relación con un hombre, me enfrenté a ella y nos peleamos, le dije que quería terminar las cosas porque sabía desde el principio que estaba enamorada de otra persona. Estaba dispuesta a ir en su busca y no importaba lo que me costase esa búsqueda para ver si habría otra oportunidad. - Le dice ella mirando profundamente a los ojos azules de Marlene. Ella se recuesta en su silla. - ¡Rebecca!, ¿Qué pasó entonces? – Pregunta ya intrigada. - Le dije que no estaba enamorada de ella, que sabía por qué tuvimos la discusión que trató de encubrir. Que estaba liada con un hombre antes de que tuviera el accidente, lo sospechaba. Le pedí que viniera limpia a mí, pero no lo hizo, ha estado encontrándose con otro desde hace tiempo. - Ella baja la cabeza como negando. - ¡Lo siento mucho Rebecca! Las mentiras y las infidelidades al final la han alcanzado. ¿Ella peleó para quedarse contigo? –Le pregunta. - ¡Lo hizo! Le dije que no había ninguna posibilidad, sabe que en el fondo de mi mente habrá una duda persistente sobre ella. Ahora puede ir a llorar en el hombro de ese hombre, y que me deje en paz. Le dije que se marchara y no volviera nunca más.- Marlene la ve perdida en este momento. - La mujer con la que querías tener una segunda oportunidad. ¿Era yo? – Le pregunta en voz baja y con dulzura. - Marlene siempre has sido tu.  Te amo tanto que las cuerdas de mi corazón me arrastraban guiadas por tu amor para buscarte y rogarte por otra oportunidad. – Reflexiona y una sonrisa que se dibuja en su rostro y una mirada cándida contempla a su amor verdadero.  - No sé si podremos encontrar el camino de regreso, tengo mucho que solucionar con Mark y mi carrera, hemos discutido constantemente los últimos días y estoy en una situación delicada. - Expresa un tenue toque lleva Marlene hasta su mejilla. - No te estoy pidiendo que dejes todo, tengo mucho que pensar y trabajar mi vida, ahora mismo no sería bueno para mí, necesito recuperar completamente la Rebecca que fuí. - Le da un sorbo a su café. - Debería volver al hospital. ¿Por qué no quedamos para mañana por la mañana? Debes descansar, despejar tu cabeza. - Ella se levanta y coloca su mano en el hombro de Rebecca, mano que ella acaricia con mimo y se relaja. Rebecca mueve la cabeza asintiendo y levanta la vista para mirarla. Marlene se aleja en silencio.

 Marlene está sentada en su escritorio, atenúa las luces para aliviar su dolorosa conciencia. Vuelve a recordar la conversación con Rebecca una y otra vez en su mente. - ¿Dónde has estado? - Mark pregunta abriendo la puerta y entrando. - ¿Por qué? - Ella cierra el puño bajo su barbilla. - Te he buscado antes, necesitaba el expediente del señor Werner – Levanta Marlene una carpeta de su montón y se la entrega. - ¿Dónde estabas? – Vuelve a preguntar. – Hice un descanso y me fui a tomar un café. Realmente Mark, estas preguntas que continúas haciendo son inquietantes. – Cierra de golpe el resto de las carpetas. - No voy a discutir contigo Marlene, debemos tratar de ser civilizados, ambos trabajamos aquí y no quiero que haya rumores. -  Le advierte. - ¡Si me disculpas! – Se levanta de su escritorio. -Tengo pacientes esta tarde. - Ella pasa junto a él sin decir palabra, sale y cierra la puerta. Mark enfurecido por su desaire tira las carpetas al suelo de un manotazo.   - ¡Mierda! -  Grita enfurecido y luego mira alrededor de la oficina con la cara entre las manos, comienza a sollozar, se siente enojado y herido por la situación en la que se encuentra. Ama a Marlene, pero el estrés de sus argumentos comienza a pesar mucho sobre él; necesita hacer algo y modificarse antes de perderla, debe trazar un plan para tratar de salvar su matrimonio.

Al finalizar las terapias que tenía programadas Marlene regresa, entra y  cierra la puerta de su oficina y encuentra desparramadas por el suelo las carpetas que había dejado pulcramente apiladas en su escritorio.  Se sienta y mira hacia ellas. - ¡Dios mío! - Espeta de forma abrupta, pero en voz baja. Decide continuar con su trabajo. Mas tarde su teléfono suena anunciando un mensaje de Mark. Le pide que vaya a casa. Después de pensarlo Marlene llama a la recepcionista para comunicar que se marcha temprano.
Mark coloca los vasos de vino y una vela encendida en el centro. Ha cocinado pollo a la parrilla y comienza a preparar los platos, enciende el estéreo con música agradable con suave volumen y espera la llegada de Marlene. Termina de colocar los cubiertos cuando se da la vuelta para ver a Marlene de pie en silencio en la puerta, trata de sonreír su corazón palpita sobre lo que ella podría estar pensando. - ¿Qué es esto? – Ella toma su bolso, el suéter y los deja a un lado.  - Necesitamos hablar y pensé que si podíamos conversar durante la cena y algo de vino las cosas serían un poco más relajadas. – Ella le echa una mirada extraña pero dispuesta.  - ¡Por favor! Siéntate y te serviré. - Hace un gesto con la mano, ella se sienta y bebe un poco de vino, él sirve los platos. - Sé que las cosas han sido difíciles últimamente, pero te amo Marlene, eres mi esposa y sobre todo atesoro lo que tenemos y no quiero perderlo, ni a ti. - Comienza a hablar, se sienta y escucha. - No quiero tener un hijo en este momento y deberías haber estado más cerca de mis sentimientos. – Él la interrumpe.  – Entiendo, que si nunca querrás tener un hijo, tal vez podamos adoptar más adelante. – Él le habla con tristeza.  - ¡Mark! Nunca quise tener hijos, ojalá hubiéramos discutido esto antes de casarnos, las cosas podrían ser diferentes para los dos, podrías tener a alguien. Alguien que se cogería de tu brazo, alguien a quien se podría adorar y poner en un pedestal, yo no soy esa persona, cuando salí de Düsseldorf, había perdido la voz, mi carrera estaba en el abismo de la  desesperación, arruinada, mi relación había terminado, solo quería retomar el camino yo sola, buscar una nueva vida. - Le responde en un tono directo. - Cuando te dije que quería tener un hijo, creí que estabas bien con ello. Pensé que sólo necesitabas esperar. – Expone como en un lamento. - No quería hacerte daño ni enfadarte, tengo treinta y cinco años Mark, y ya pasé esa etapa de mi vida para tener un hijo, ahora sería injusto, lo siento si sientes que soy egoísta pero nunca hablamos de tener niños. – Ella se muestra inflexible repetía. - ¡Ok! No quieres hijos, lo entiendo. – Hace una profunda respiración. - Pero ¿quieres este matrimonio? ¿Quieres trabajar en ello? - Él implora con vehemencia. Marlene no sabe qué decir, en su corazón sabe que nunca amará a nadie más que a Rebecca, pero delante de ella está un hombre al que prometió amar, honrar y respetar toda la vida. - No quiero discutir contigo, no es que yo… no es lo que quiera reconducir mi relación contigo. No quiero ser controlada, quiero que confíes en mí a partir de ahora. ¿He cometido errores? ¡Sí! Tenía y debería haberte hablado de mi pasado por muy doloroso que fuera, yo solo quería olvidarlo. Quiero que cuentes conmigo en todo lo que nos involucra y en nuestras vidas, quiero trabajar y avanzar en mi carrera. - Ella hace que sus demandas las conozca, Mark baja la cabeza. - Sé que esto llevará tiempo, pero estoy dispuesto a resolver las cosas porque te amo y te quiero a mi lado el resto de mi vida. ¡Por favor Marlene! ¡Lo siento! Lo siento por toda la rabia y la desconfianza, te he hecho pasar por muchas cosas, he sido egoísta e injusto. -  Él le comenta con firmeza, sonríe con tibieza al terminar de apurar la copa de vino. – ¡Discúlpame! Estoy cansada, necesito una ducha y un poco de sueño. – Ella sonríe levemente mientras termina su cena y el vino. se levanta de la mesa y se introduce en la habitación.



Marlene llega a la sala de ejercicios antes que Rebecca, coloca su colchoneta de yoga. - ¡Buenos días Marlene! -  Rebecca saluda con una sonrisa. Marlene se vuelve para mirarla. – ¡Rebecca! -  Levanta la mano y le hace una seña. Comienzan los ejercicios sin decir una palabra entre ellas. - ¡Marlene! - Rebecca habla primero. - ¡Estás muy callada! ¿Ha pasado algo? – Marlene se coge de los brazos de Rebecca y los baja. - ¿Un descanso? - Ella se acerca por un poco de agua.  - ¿Cómo estás hoy? - Marlene es quien pregunta. - Todavía estoy en estado de shock, pero me alegro de poder dirigir mi vida ahora. – Marlene asiente con la cabeza. - ¿Lizette?" Rebecca gruñe. - No he sabido nada de ella, no le hablaría de todos modos. ¿Duele? ¡Sí! La amé y esto no va a ser fácil, podría decir que todavía la amo… ¡No! No estoy enamorada de ella, ya no. Ha sido mejor romper aquí y ahora. Creo que ella entendió que debe ser así, antes de que las cosas empeoraran ella debía salir. Una vez que he podido resolver esto, ahora soy libre, libre para seguir adelante y redescubrirme a mi misma. – Mira muy a gusto a Marlene. - Me alegro por ti Rebecca, no más confusión por la deshonestidad y ahora que has recuperado tus recuerdos, bueno, te deseo lo mejor. - Se levanta. - Deberíamos terminar tu terapia. - Ella sigue siendo profesional remontando el interés de Rebecca. - ¡Ok!- Ella sigue las instrucciones que le va dando Marlene hasta que terminan los ejercicios. - ¿Puedo verte más tarde? Quiero decir, si puedes. - Rebecca le pide, esperando una cita. Marlene duda. - ¡No puedo, lo siento! Tengo un montón de disturbios en mi vida. – Con el dorso de la mano, Marlene acaricia la mejilla de Rebecca. - Otro lugar, otro momento y las cosas podrían haber sido tan diferentes para nosotros, me gustaría que este accidente nunca hubiese sucedido y que me hubieras buscado, no sé lo que podría haber ocurrido, pero ahora mismo no puedo ser un rebote para ti. - Marlene habla con sentido, Rebecca así lo piensa. Recoge su manta y se gira hacia Rebecca antes de salir. - Creo que en unas semanas más podrás acabar a la terapia. Lo haces realmente bien y estoy asombrada de lo que has logrado tolerar, no todo el mundo tiene la necesidad o la resistencia que posees. – Ella le sonríe. - ¡Marlene! No soy todo el mundo, soy Rebecca von Lahnsteinn. - Ambas ríen el comentario. - Te amo y siempre lo haré, no he hecho otra cosa que pensar en ti y en mí. Pero me casé y me comprometí con este hombre, le prometí que le amaría le honraría y lo amaría por el resto de nuestras vidas. - Rebecca se acerca a Marlene. - Te conozco muy bien y no me sorprende en lo más mínimo.  Volver a conectar contigo en estos últimos meses ha sido un soplo de aire fresco. Conozco tu nivel de compromiso, lo viví, sé de tu dedicación a la familia, tu devoción a la persona que amas, pero también sé… - Se detiene brevemente colocando un dedo en sus labios. - Que también tienes un punto de ruptura y que el estrés puede hacer que pierdas el control. No quiero eso para ti, todo lo que siempre quise es que seas feliz.  Tienes una profesión maravillosa y eso es bueno para tí y además estás impresionante. - Exclama en una risa. - ¡Gracias! Rebecca Gracias por tus palabras de aliento, significan mucho y sé que estás hablando de corazón. - Ella la mira brevemente. - Tengo citas, te veré mañana. ¿A las nueve está bien?- Le pregunta, Rebecca asiente y se marcha.



Rebecca se siente algo angustiada, como cruzando un puente peligroso. Se mete en la ducha, después se dirige al encuentro con Elisabeth. Rebecca se queda en el umbral de la puerta del estudio, observa a Elisabeth examinar los informes de las empresas de Lahnstein y  da unos golpecitos en la puerta. - ¡Hola! Entra Rebecca. - Exclama alzando la vista por encima de sus gafas. Rebecca se queda relajada contra el marco de la puerta con los brazos y las piernas cruzadas. - ¿Está todo bien? - Elisabeth pregunta mirando extrañada. Las palabras no salen. - ¡Se ha ido! - Es duro para Rebecca hablar. - ¿Ido, qué significa? - Parece perdida por su declaración. - Lizette se ha ido, se mudó.- Le responde y camina hacia el escritorio. - ¿Qué pasó? - Elisabeth la interroga dejando los informes que estaba viendo a un lado. - Supongo que Tristán no te lo dijo. -  Ella arqueó la frente y lamió la sequedad de sus labios. - ¡No! Tuvo que irse a una reunión en Bruselas y luego a casa, las chicas comienzan la escuela la próxima semana. - Sacude la cabeza quitándose los lentes. - ¡Yo!... Elisabeth. - Habla con euforia, Elisabeth se levanta. - ¡Por favor dime! - Se sientan en las sillas una frente a la otra mientras Rebecca comparte su historia. – Entonces, la descubriste haciendo trampas. -  Le dice Elisabeth mientras procesa esas palabras. -  No puedo creerlo, te dije que había estado muy rara. Estos pequeños dolores de cabeza son la clave de mi memoria. - Ella hace una mueca continuando. - Todo salió a la luz y sé que fui precipitada con ella, pero es que ella se está viendo con alguien más mientras está lejos. ¿Podría realmente hacer feliz así a Lizette? Elisabeth. - Elisabeth coloca su mano sobre la de Rebecca.  - Tendrás dudas sobre tus decisiones y un período de duelo, todos estaremos para ayudar. – Elisabeth se comporta como madre. - Estoy aquí, soy una Lanhstein. - Sonríe, se acercan abrazándose. - ¿Qué harás? – Elisabeth la  interroga. - Tengo que volver a encarrilar mi vida y con esta terapia, volveré a ser independiente otra vez y libre para trabajar y hacer lo que quiero. – Ella le transmite. - ¿Y Marlene? - Elisabeth plantea la pregunta. - Hemos hablado y le dije que sea feliz. Está casada y hay mucha tensión e inquietud allí.  Yo necesito redescubrirme y ella quiere trabajar en su matrimonio. - Responde Rebecca. - La amas, eso no cambiará Rebecca, dos personas enamoradas y destinadas a estar juntas nunca se separarán por mucho tiempo, deberías prepararte para un tiempo tormentoso. - Rebecca sonríe ligeramente y sale del estudio con satisfacción. Mientras se dirige al invernadero extrae su teléfono del bolsillo para enviar un mensaje de texto a Marlene diciendo que quiere hablar.

4 comentarios:

  1. Me gustaría saber si la novela solo va a ser escrita o también va a estar por vídeos.

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  2. Esta historia es solo escrita, es un fanfic, una recreación literaria de la historia original que no tuvo resolución en el final de la serie en la televisión alemana.

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  3. Muchas gracias por la aclaración entonces no sabes si la serie alemana la pondrán?

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    Respuestas
    1. La serie acabó en el 2014, creo recordar, no se ha repuesto ni ha continuado. De hecho las actrices están realizando otros trabajos distintos desde hace tiempo. Si quieres conocer toda la historia previa puedes seguirla en you tuve.
      https://www.youtube.com/watch?v=9d29Ed-fNjc&list=PL0E06B37DED04FFCC
      En este enlace tienes toda la historia en versión original subtitulada en español.

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