Recuerdo
- ¡Oh! Tú todavía estás aquí. ¡Qué
lástima! - Concluye Tristán,
doblando el periódico y lo deja sobre la mesa del desayuno, Lizette lo mira con
angustia. - ¿Dónde está Rebeca? - Pregunta. - Ella está hablando con Elisabeth y ¿Por qué te importa? - Se echa
a reír, Tristán lo hace entre dientes. Lizette se sienta frente a él. – Que sepas que Rebecca me ha pedido que me
case con ella. - Ella sonríe de forma burlona riéndose en su cara. - ¡Hmmm! ¿De verdad y qué contestaste? - La
coge desprevenida. - ¡Uh! Le dije que no
estaba lista. – Responde con ironía. -
¿No estás lista para renunciar a la vida de puta? - Su pregunta provoca una
respuesta grosera. – ¡Para yá!. ¿Por qué
no puedes ver que amo a tu hermana y que estamos bien juntas? Mi trabajo me
obliga a viajar. No hace tanto tiempo que Rebecca vivía de la misma manera,
todo era por la moda y LCL o ¿Lograste olvidar eso? - Ella le regaña. Se
señaló a sí misma. - Debes de ser tonta,
la única razón por la que Rebecca no está al frente y en el centro en LCL es
por ti, ¡No me estoy olvidando de nada! - Exclama él en voz alta, Lizette
se ve abrumada por su insensibilidad. - Un
día Rebecca recordará todo lo que has hecho, y cuando lo haga, te olvidará como
una colección de basura indeseada lanzada en la calle. – Brama Tristán y se
levanta de la mesa, saliendo furioso. Lizette se revuelve en su silla, se queda
sola en el comedor, se siente incómoda, enferma y enojada por la vehemencia de
Tristán.
Elisabeth y Rebeca terminan de repasar los
informes trimestrales. - Estoy muerta de hambre y necesito una taza
de café. – Interviene Rebecca. Elisabeth deja los documentos encima de la
mesa. - ¿Cómo van las cosas? -
Rebecca baja la cabeza. - ¡Bueno! Le he pedido a Lizette que se case conmigo.
– Le notifica sin mucha alegría. - ¿Y
cuál fue su respuesta? - Elisabeth le pregunta curiosa de su respuesta. – No está lista y no quiere renunciar a su
trabajo. Me gustaría establecerme, creo que con LCL en su estado actual puede navegar
por su cuenta, estamos obteniendo excelentes críticas de nuestras nuevas
colecciones, puedo permitirme irme con más frecuencia y no tener que lidiar con
el estrés de la rutina cotidiana. - Elisabeth se levanta y la abraza. – Incluso con el accidente has seguido
trabajando desde tu casa. – La anima con su comentario. - ¿Esperas viajar para pasar más tiempo con
Lizette? - Ella le cuestiona. - Se me
pasó por la cabeza, pero ahora mismo, debo terminar la terapia y ser independiente
de mi discapacidad. – Suspira al responder. Elisabeth observa la expresión
en el rostro de Rebecca. -
Pareces más distraída últimamente. - Le parece que Rebecca está con el
pensamiento en otra parte. – Sé que la
terapia es extenuante. ¿Crees que estás mejorando? - Ella la interroga. - Marlene ha sido una bendición del cielo y estoy agradecida a su esposo,
él me ha salvado, pero… - Ella se detiene, mira a Elisabeth, - Me está yendo muy bien con mi terapia, es
difícil trabajar con Marlene, quiero decir que me impresiona con su dedicación
y el conocimiento de su trabajo. Todavía estoy enamorada de ella. - Explica
Rebecca. Elisabeth parece sorprendida. -
¿Y cómo te sientes al respecto? - Pregunta en voz baja. - Me encanta Lizette, pero también amo a
Marlene, siempre lo he hecho y siempre lo haré. - Elisabeth corta la frase. - Marlene está casada y comprometida con su
esposo. – La amonesta. - Pero ella me confesó
que su amor por ti es algo más ¿Qué te ha hecho sentir tan mal? - Rebecca
baja la cara entre sus manos. - ¡Elisabeth!
Me siento muy mal, he traicionado a Lizette y Mark, pienso en lo que ha hecho
por mí y cómo he dependido de él y de Marlene, pero la verdad es que no puedo
resistir la tentación cuando la tengo cerca. Hemos dormido juntas y más de una
vez. – Tiene una sensación dura exasperada y emocional mientras habla.
Elisabeth la abraza otra vez. - Ahora estarás bien, pero Rebecca, necesitas
ser honesta contigo misma y con las personas que están involucradas. No tengo
dudas de que amas a Lizette pero tienes un pasado con Marlene que nunca progresó,
fue el amor de tu vida y fue tan amorosa, cariñosa y generosa, muy diferente a
cualquier persona con la que hayas estado. No la tires porque te sientes
culpable respecto a Lizette, nunca serás feliz hasta que explores la situación
y tomes una decisión final. - Le aconseja
Elisabeth. - ¡Ahora! ¿Qué tal el
desayuno? Yo también podría tomar una taza de café. – Salen agarradas de
los brazos caminando hacia el comedor.
-
¡Buenos días! - Le dice
Mark a Marlene mientras se destapa, la noche durmiendo en el sofá le hace
sentirse incómodo. - ¡Buenos días! –
Marlene está haciendo café. - ¿Tienes
pacientes esta mañana? - Pregunta intentando ser civilizado con ella
mientras entra en la cocina. - ¿Café? -
Le ofrece y le da una taza llena. - ¡Sí! Tengo
pacientes toda la mañana. Te levantas temprano. ¿Tienes algo planeado? – Le
sondea amable, pero encuentra difícil sonreír. - Nada urgente, pienso en que voy a estar atrapado entre mis historias
clínicas, el Dr. Kessler me ha pedido que revise un caso que tiene de una
anciana. – Le contesta en un tono sencillo y suspira profundamente. - Esperaba que pudiéramos hablar
tranquilamente y sin discutir. - Él le implora y se sienta a la barra. Ella
le recuerda la acalorada discusión de la noche anterior. - ¡Por favor, Marlene! Solo quiero hablar como si estuviéramos en los
momentos divertidos que hemos pasado juntos. - Parece un perrito triste y
perdido. - Estuvimos geniales hasta que
nos casamos y ahora tomas decisiones sin incluirme, me presionas mucho por
cosas que ni siquiera hemos hablado, que me quieres en un pedestal, te enfadas
cuando no cumplo con tus demandas, podría seguir… - De repente deja de
hablar. Mark baja la cabeza. -Tengo que
darme una ducha. Me voy a operar esta mañana. - Coloca la taza en la barra y
entra en el dormitorio cerrando la puerta detrás de él. Marlene se marcha sin despedirse.
-
¿Qué has planeado hoy? -
Lizette le pregunta a Rebecca mientras se levantaban de la mesa. – Tengo terapia esta tarde y necesito terminar
algunos papeles para Elisabeth este mañana. - La toma de la mano. - ¿Vas a volver al invernadero? Podríamos… - Pregunta de forma maternal
haciéndole cosquillas a Rebecca. - Por
mucho que me gustaría hacerlo no puedo, mi cabeza me está lastimando un poco
desde antes del desayuno y necesito acostarme por un rato. - Lizette asiente con la cabeza. - Creo que me iré a LCL a trabajar en la
pasarela. - Responde, Rebecca sonríe. -
¡Ve! No vuelvas antes de almorzar, tendré todos mis documentos listos y
podremos pasar un poco de tiempo juntas antes de la terapia. - Lizette se muestra de acuerdo y abandona el invernadero para que ella se relaje durmiendo una siesta. Rebecca se desliza entre las sábanas y cierra los ojos, la
píldora que tomó la obnubila y se duerme rápidamente. Toda la confusión que acumulada en su mente cobra vida en un sueño que empieza con Lizette que aparece en su mente, como si estuviera en un túnel rodeada por la
oscuridad, se retuerce enroscando las mantas a su alrededor. "Lizette te lo advertí." Comienza a escuchar de sí misma frases que confeccionan una escena en un pequeño café donde se encuentran,
Lizette con lágrimas corriendo por su rostro. "Has cruzado la línea demasiadas veces, he sido paciente pero no
esperaba que siguieras viendo a Carlos.” Ella responde en esa conversación que se desarrolla en sueños. "Por favor, Rebecca, te amo." Lizette se arrastra emocional en ese sueño con el rostro crispado y haciendo muecas, mientras el dialogo continúa. "Mi familia me advirtió sobre ti, tus
mentiras te han atrapado y yo necesito hacer cambios en mi vida, cambios sin ti."
Le ordena. "Te lo ruego, Rebecca."
Lizette la agarra, ella se suelta. “He recordado
que estaba enamorada de otra persona y es hora de que explore esa posibilidad,
no me importa si me llevará años encontrarla, iré a buscarla allá donde se encuentre, ella es mi destino, así
que vuelve con Carlos y déjanos a mi familia y a mí solos, yo ya no te amo."
Rebecca se despierta perdiendo el aliento y rápidamente se sienta en la cama,
el sudor le corre por la cara, se siente fría y desolada. Busca a tientas su
teléfono y rápidamente llama a Tristán. -
¿Todavía estás en el castillo? - Ella le parece ansiosa. - ¡Sí! En mi habitación. ¿Estás bien? -
Él la interroga con preocupación. - ¿Puedes
venir al invernadero? - Le pide. – Ya estoy en camino. – Ella sale de
debajo las sábanas, se endereza el cabello y se enjuga las lágrimas de la cara, Tristán golpetea
en la puerta y entra sin esperar, esa llamada no prevista le ha saltado las alarmas por su hermana y acude algo nervioso. - Rebecca te veo pálida. ¿No
estarás enferma? ¿Verdad? - Ella se sienta en el sofá, él se acerca y le acaricia la frente, le mira a los ojos. – Ya recuerdo lo que pasó, estaba perdida en
una bruma. - Le cuenta, Tristán
sonríe y se relaja. - ¿Que recuerdas? - Sacude la
cabeza repitiendo lo que ella había dicho.
- Me vino a la memoria en un sueño. Fue por culpa de Lizette. - Tristán vuelve a sonreír
ampliamente. – Cuéntame ¿Qué recuerdas
exactamente? - Ella junta sus manos.
- Un recuerdo borroso para mí durante todo este tiempo, estos sueños eran reveladores, pero
no al punto que podía recordar lo que pasó como en el sueño profundo de hace
un rato. Me pareció que la situación que teníamos era tan real. Ahora sé que fue lo sucedió y como lo viví. –
Ella se explica, Tristán la agarra con suavidad de los brazos. - Sigue, dime, donde
te ves a ti misma. – Rebecca aspira en profundidad. - Había un hombre en
su vida cuando nos conocimos, estoy seguro de que su nombre es Carlos, ella
dejó de verlo cuando nos juntamos o al menos eso creía yo. - Frunce
el ceño deteniéndose por un momento. - Si
es demasiado para ti Rebecca. - Tristán le ofrece que descanse. - ¡No!, no. He estado esperando recordar
durante mucho tiempo. Necesito vaciar esa tensión. - Se aclara la garganta. - Le dije que todo había terminado, que mi familia tenía razón sobre ella y que
debería irse, le conté que estaba enamorada de otra persona y que, sin importar
cuánto tiempo llevara, la encontraría. - Comienza a llorar. - ¡Oh! Rebecca, lo siento mucho, siento que tengas
que revivir los dolorosos problemas que te causó. ¿Qué vas a hacer? - Ella
le mira y se encoge de hombros. – Debería
saber si sigue viendo a Carlos, pero creo que ahora se está viendo con un
hombre llamado Francisco. - Traga saliva mientras responde. - ¡Puta! - Tristán espeta en voz baja. - Sabía
lo de Carlos y le advertí acerca de verlo, ella me estuvo mintiendo durante mucho tiempo, lo descubrí y eso era suficiente causa para romper con ella. - Tristán toca el buzón de voz que había salvado. Rebecca escucha contenta al comprobar que el mensaje está acorde con sus recuerdos, está asombrada. - Yo sabía que amaba a Marlene todo el
tiempo, que necesitaba buscarla y descubrir si había siquiera una pequeña
posibilidad. – Sonríe con algo de tristeza. – La he rechazado
mucho últimamente porque simplemente no sabía... - Apoya su frente contra
el pecho de Tristán. - En algún lugar muy
dentro de ti, sabías que ella era el amor de tu vida. Te has acostado con ella.
- Frunce el ceño. - Lo he hecho. -
Duda un segundo. - Y más de una vez. -
Tristán se siente extraño. - Entonces, ¿Hay algo allí? – Le
cuestiona. – Lo hay, pero no la tengo,
sabía que la amaba. - Ella respira con intensidad.
- Ella tiene un marido y hay problemas allí. Le contó la verdad sobre nosotras y
no le sentó muy bien, estoy preocupada por ella Tristán. Él pasa enojado todo
el tiempo y es mi Doctor. ¿Qué debo hacer? Simplemente no puedo dejar de verlo,
estoy en su programa de tratamiento. - Le comenta. - ¿Asumo que no sabe que las dos os habéis acostado? - Le pregunta. - No lo creo. No he hablado con ella desde
que se fue a casa después de nuestro último encuentro, no sé si le dijo algo. -
Tristán asiente con la cabeza. - Lizette debería ser tu preocupación en
este momento, ¿Dónde está ella por cierto? - Rebecca cierra los ojos un
momento y se levanta del sofá. - En LCL
trabajando en la pasarela preparando el desfile de moda. - Ella camina hacia la ventana y mira hacia
afuera. - Pensé que la amaba, pero siempre
he tenido en el fondo de mi mente... que algo no funcionaba. Ella no es capaz de tomar
una decisión en firme en lo que a mí respecta y me ha decepcionado. Todavía
tengo dudas y telarañas sobre el día del accidente, aún hay oscuridad, pero sé
una cosa segura. - Se vuelve hacia
Tristán. - ¿Y que es ello? - Él se incorpora y se acerca despacio. - Estoy enamorada de Marlene, creo que la
quiero más que nunca. – Él la abraza con fuerza coloca su mano sobre la
cabeza de Rebecca con un gesto de cariño, ella la apoya en su hombro. - Tienes un largo camino por delante. – Levanta
la mirada separando la cabeza de su hombro.
- ¡Sí! Tengo que tomarme mi tiempo y romper con Lizette de una manera
apropiada. - Él le levanta la barbilla
con el dedo índice. - Tomará algo de
tiempo, estás en una situación muy delicada en este momento y no puedes esperar
que Marlene salte la línea y se mude aquí. - Suspira Rebecca segura de si
misma. – No sé si eso es lo mejor para mí
en este momento ahora. Tristán, con lo que he pasado, simplemente no sé,
necesito recomponerme y, como he dicho, Marlene está casada y no veo las cosas
con seguridad. De lo que si estoy segura es que estoy enamorada de ella, pero no
puedo pensar en eso en este momento. - Su hermano corta la plática y la mira
con agudeza. - Por una vez hablas con
sentido. – Se ríe con ganas. - Lizette
deberá regresar en cualquier momento y debo hablar con ella, no quiero
que piense que algo pasa si te encuentra aquí. - Tristán está de acuerdo. Abandona la estancia y la deja reflexionar
sobre el movimiento que debe realizar a continuación. Rebecca le envía un
mensaje a Marlene pidiéndole que se encuentren antes de su sesión de terapia.
Marlene acepta la reunión con ella y la cita para tomar café. Rebecca se sienta
en el sofá pensando en cómo lidiar con Lizette. Poco después aparece por la
puerta, Rebecca se recuesta en el sofá al oír girar el pomo de la puerta. - ¡Hola! - Lizette saluda con una leve
sonrisa. - ¡Hola! - Responde y luego
le pide que se siente a su lado. El rostro de Rebecca no muestra una expresión amigable precisamente, Lizette se da cuenta, pero obedece y se sienta en el sofá. - ¿Qué está pasando, Rebecca? Parece que no
te sientes bien. – Levanta la mano para tocarle la frente, pero ella la
aparta. Lizette se aturde por el rechazo. - Tengo
que preguntarte algo. - Rebecca comenta
seria. - ¡Ok! - Le responde. - Y no mientas, por favor esto es muy
importante para mí, Carlos. ¿Todavía lo estás viendo? - La piel de Lizette
comenzó a erizarse, encuentra la pregunta extraña. - ¡Uh! ¿Carlos? - Ella sacude la cabeza, se da cuenta que Rebecca
está empezando a recordar. - Te pedí que
no mintieras, pero aún así logras hacerlo. ¡En serio! ¿No es por eso que estaba
a punto de terminar las cosas contigo? - Lizette se nota débil al escuchar las
palabras Rebecca. - ¡Rebecca! Siento haberte dicho… - Rebecca la interrumpe rápida. - ¿Me dijiste qué? ¿Que cuando nos vimos
aquel día, habías dejado de verlo? Sé honesta, eso es todo lo que te estoy
pidiendo, ayúdame a recordar por qué estaba a punto de dejarte en primer lugar,
no trates de ocultar tus mentiras y dime exactamente. ¿Todavía lo estás viendo?
– Se levanta y comienza a llorar. - ¡No! Nos
separamos cuando tuviste el accidente, me sentí culpable por estar a punto de
perderte cuando estuviste al borde de la muerte, yo le eché la culpa. – Suspira
profundamente. - ¿Por qué culparle? Tú
estabas conmigo, no fue por su culpa, dijiste que me amabas, pero todo el
tiempo estabas complicada con otras personas, tu eres la culpable de impulsar asuntos
como el que tienes ahora con ese Francisco. - Lizette se muerde el labio
limpiándose las lágrimas de su mejilla. -
¡Rebecca! - Ella trata de responder.
- Solo sé que el día que nos conocimos en aquel restaurante, me había hecho a la
idea de dejar las presiones de mis inseguridades contigo, eras real, todavía
estaba destrozada. Te dije que estaba enamorada de alguien de mi pasado y que
quería intentar reavivar las cosas con ella, quería que volviera. Lo sabía
mucho antes de enterarme de tus asuntos poco convencionales. – Lizette se
enfada y se ruboriza. - ¿Querías aguantar? Dices que te rompí el
corazón, pero todo el tiempo estabas pensando en Marlene, no lo sabía al
principio, estabas actuando diferente. ¡Sí! La situación con Carlos llegó a un
punto crítico, rompí con él. No quería terminar contigo, te amé, pero sí,
tuve aventuras, ¿Es eso lo que querías escuchar? Nunca quise hacerte daño.
– Guarda silencio unos instantes. - Pero
lo hiciste y debo pensar que no has sido honesta últimamente. - Lizette se cruza de brazos desesperada. - ¿Qué quieres decir? - Se acercó a
ella. - He tenido esta persistente duda
sobre cosas, sueños que eran recuerdos, pero no lo suficientemente claros, no hasta el
punto de saber toda la verdad, he tenido estos leves dolores de cabeza
últimamente, la presión por saber qué había sucedido ese día me persiguió hasta
que finalmente he recordado todo lo referente a ti. - Lizette baja la
cabeza sin poder mirar a Rebecca a los ojos. - ¿Has estado viendo a Marlene? ¿Verdad? - Rebecca siente que la
rigidez en su pecho comienza a aliviarse. -
¡La amo Lizette! Siempre lo he hecho, ella es mi mundo entero, siempre he
querido que mi vida girara en torno a ella. – La confesión hace que se relaje de forma más acentuada. Por una vez se siente sincera y no teme a la verdad. – Yo te amaba, desde el accidente, has sido
más cariñosa y generosa, pero aun y así haces trampa, yo, como mujer no soy suficiente
para ti ni nunca lo seré. – Rebecca se expresa con realismo, ahora se da
cuenta que su mundo de relación con Lizette se está acabado. - Creo que sabías esto cuando tuve mi
accidente y si lo piensas racionalmente te darás cuenta de que tengo razón, no teníamos buenas expectativas. – Le explica Rebecca con sinceridad. - ¿Esto significa que quieres terminar con las
cosas? - Ella cuestiona la incertidumbre sobre el estado mental de Rebecca.
- Es mucho para absorber Lizette. Ahora que he comenzado a recordar, las cosas
empezarán a volver a mí, tú ya tienes a alguien. - Interrumpe Lizette. - No lo amo, él estuvo a mi lado durante
todos mis momentos difíciles y simplemente sucedió. – Rebecca la mira con
aprensión. - ¿Tiempos difíciles? -
Rebecca se apresura a responder. - Creo
que estás equivocada, creo que cuando estaba incapacitada y frágil te aprovechaste
de la situación, no estabas aquí durante ese tiempo y fue mi familia quien cuidaba
de mí, no tú. – Le espeta Rebecca. Las palabras se caldean al escucharla
con emoción. - Perdí mi cuerpo y mi mente se hizo añicos, pasaste la mayor parte de
tu tiempo lejos, eres egoísta y echada a perder sin remedio mas de lo normal. Tiene
sentido por qué quieres trabajar lejos de aquí. No debes tomar en serio mi propuesta
de matrimonio porque…, Lizette, creo que sabes que no hay marcha atrás, haré
que Justus recoja tus cosas. ¡Y ahora! ¡Por favor! ¡Vete! - La mira directo
a los ojos, sin dejar de pensar en la decisión tomada. - ¡Rebecca por favor! ¿Quieres, reconsiderarlo? ¡Por favor! Solo piensa
en lo que tenemos y lo que hemos compartido. ¿No podemos empezar de nuevo? -
Le suplica con lágrimas en los ojos. - ¡No!
Lizette, no puedo y no haré la única cosa que esta vez no deseo. ¡Olvídame! -
La agarra por el brazo le entrega su bolso y la lleva hasta la salida. - ¡Adiós, Lizette! - Cierra la puerta taponando su mundo en ruinas.
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