Una separación necesaria

Una separación necesaria

viernes, 2 de febrero de 2018

Episodio decimo sexto


Sospechas


 Marlene estudia la expresión de Grace. - Sé que me quieres bien y sé que quieres que sea feliz con Mark, pero simplemente no sé qué hacer. - Pone su rostro en las palmas de sus manos. - Rebecca ha tomado su decisión Marlene. -  Se acerca a ella. - No tienes que recordármelo. - Se levanta de su escritorio y recoge su bata del perchero. - Tengo pacientes ahora. Cenamos esta noche, te vas mañana. -  Grace encuentra su voz fría y distante. - ¿Puedo ayudarte? - Grace camina detrás de ella. - ¡Claro! – Sonríe tratando de suavizar la delicada situación entre ellas. Después de tratar a sus pacientes, se reúnen con Mark y David para almorzar. - Seguro que echaré de menos este lugar. - Comenta David mirando alrededor de la cafetería. Marlene sonríe. – Estaremos aquí dos años. - Añade Mark. - ¿Habéis preparado el equipaje? -  Marlene pregunta a Grace. - ¡Casi! Tenemos que estar en el aeropuerto a media tarde y me gustaría pasar un poco de tiempo con mi mejor amiga antes de que nos vayamos. - Marlene sonríe distraída. - Estoy segura de que podemos arreglar eso. - Responde ella, Grace le guiña un ojo. - Tengo una cita a la una y media. - Comenta Mark. - Rebecca Von Lahnstein Ahora cuando termine el almuerzo. - Marlene deja de respirar. – Necesitaré un informe de cómo va su terapia. - Mira su reloj y luego a ella. - ¡Uh, sí! Tan pronto como termine el almuerzo, te lo traeré. - Mark asiente y recoge su bandeja dejándolos en la mesa.  - ¡Bueno! Supongo que deberíamos irnos. - Grace agarra del brazo a David. - Te veremos para cenar. - Marlene está de acuerdo.

- Dobla tu pierna para mí. - Mark dirige a Rebecca, ella hace una mueca con una sonrisa que él percibe desde detrás de ella. - ¿Algún dolor aquí? - Ella sacude la cabeza negando. - ¿Está satisfecha? - Él le pregunta con amabilidad. - ¡Uh, sí! - Responde notando que es obvio que Marlene aún no le ha dicho nada. Un golpe en la puerta es lo previo a que Marlene entre, sonríe con el corazón hundido a sus pies, se queda quieta mirando sólo a su esposo. Le entrega la carpeta. - ¡Gracias! - Él lee el informe. - Si me disculpas entonces. - Marlene sale rápida de la consulta. Rebecca agacha la cabeza agarrando la mesa con sus manos hasta que sus nudillos comienzan a ponerse blancos. - Creo que es preciso otro mes terapia. – Le sugiere. Rebecca hace una respiración profunda. - ¡Ok! - Ella no lo objeta. - No sé qué más decir, te veré en un mes. - Él la ayuda a salir de la mesa. Rebecca se dirige a la entrada. - ¿Sabe dónde está Marlene? - Le pregunta a la recepcionista. - La primera puerta a su derecha. – Le indica la oficina de Marlene. – Puede avisarle que deseo verla. ¡Por favor! - Allí se dirige y abre la puerta, ella está sentada ante su escritorio. - ¡Hola! - Saluda con un tono agudo. Rebecca se sienta frente a su escritorio. - ¿Cómo estás? – Pregunta. - ¡Estoy bien! Ocupada con el trabajo de mis pacientes y quería decirte que he mirado el directorio buscando un terapeuta y puedo tener un par de candidatos. - Rebecca se queda mirando. - ¡Ya veo! Gracias, me he detenido a ver cómo estás. - Los labios le tiemblan. - Estoy segura de que me las arreglaré. - Contesta ella. - Nunca quise hacerte daño. – La tensión en el ambiente es notable. -  ¡Por favor Rebecca! Me has dicho cómo te sientes y tengo que respirar con eso, lo dejaste claro, no me amas. - La mira profundamente a los ojos. Marlene siente un desarreglo en sus tripas. - Creo que debería irme. - Rebecca rompe el silencio, Marlene gimotea. - Te comunicaré el nuevo terapeuta tan pronto como encuentre a alguien adecuado. – Le informa fríamente. Sorpresiva cambia el tono para decirle. - ¡Te amo! Nunca olvides eso. - Marlene habla al tiempo que Rebecca alarga la mano hacia el pomo de la puerta y deja de girar, mira su mano sobre la perilla, la gira del todo y sale. Camina por el pasillo con dificultad. En el baño se mira en el espejo mientras viendo una lágrima familiar en su mejilla. Su corazón se siente triste mientras con el agua se lava la cara sollozando, con la toalla de papel se cubre la cara. En la mente de Rebecca corre un murmullo constante.  “Tú sabes que la amas” “Tú sabes que la amas” Se repite machacona como un tren de mercancías por la cabeza. Se asusta al oír que la puerta cruje. – Disculpe. ¿Está bien señora? - Le dice amable la enfermera. - ¡Lo estaré! ¡Gracias! -



- Tenemos la reserva a las siete. -  Marlene le dijo a Mark mientras se coloca un arete en la oreja y comienza a tirar de su cabello hacia atrás en una cola de caballo, se sentó en la cama atándose el pelo. - Ya se van mañana. – Le dice en un tono tranquilo. - Sí, el mes ha pasado rápido. -  Le responde mientras agarra su bolso del tocador.  Ella sale a encontrarse con Grace y David que le ofrecen una copa de vino. - Nuestra reserva no es hasta las siete. -  Les dice. Grace la mira  de cerca, se aproxima a ella. - No debes estar embarazada, me he dado cuenta de que has estado bebiendo. - Susurra Grace, Marlene baja los hombros y le responde.  - Me hice una  prueba en casa de Dana y comencé ayer a menstruar. Así que afortunadamente, no lo estoy. -  Hay un suspiro de alivio entre las dos, David interrumpe su conversación. - ¡Está bien señoras!  Parece que las dos guardan muchos secretos últimamente. - Bromea algo socarrón. - ¡Tonterías! - Le asegura Grace, Marlene cambia de tema. - ¿Fuiste capaz de cerrar tu maleta? – Le pregunta en tono de broma a Grace. – Lo hice, después de sentarme en ella durante treinta minutos. - Todos se ríen, Mark entra en la sala y David se acerca a él. - Puedo quedarme más tiempo si es necesario. – Mira a su mejor amiga a los ojos. - Estaré bien, necesito un poco de tiempo a solas. Mark tiene reunión en Berlín el próximo jueves y tendré ese tiempo para pensar. - Comenta con una media sonrisa. - ¡Vamos! -  Mark señala la puerta.



- ¡Rebecca, Lizette! - Charlie las saluda en la puerta de Schneider, se sientan. - Es difícil de aceptar, te vas dos semanas esta vez. - Rebecca gruñe al abrir su menú. - Barcelona y luego Sudáfrica. – Lizette matiza, pero tiene un sentimiento de culpabilidad. - Debemos hablar en serio cuando regrese. - Añade mirando a Rebecca. – Realmente. ¿Han despertado tus sentidos? – Le responde y sonríe. Lizette alarga su mano hacia adelante y tierna acaricia su brazo. - Te amo y tengo que hacer algunos cambios, me doy cuenta, aunque me he divertido, debería pensar en asentarme. - Rebecca esboza una amplia sonrisa en su rostro.  - ¡Te amo! – Le susurra.  De pronto Rebecca atrapa en su ojo que Marlene y Mark se sientan frente a ellas acompañados de sus amigos. Rebecca capta la mirada de Marlene, ella le saluda con la mano. - Veo que Rebecca está aquí con su novia. – Comenta Mark. - ¡Sí! Supongo. - Marlene se empequeñece.  - ¡Marlene! -  Mark se dirige a ella. - ¿Qué es lo más recomendable en el menú? - Grace encabeza la conversación. - ¡El salmón! - Se apresura a contestar, dirigiendo la mirada hacia Rebecca. Mark y David comienzan a hablar de negocios médicos y de su viaje a Berlín. Marlene se queda callada. - Si me disculpáis, debo refrescarme. -  Apunta Marlene, Grace asiente, Mark y David continúan hablando mientras ella se levantaba sin ser detectada por Lizette .

Marlene aprieta el lazo de su cola de caballo y abre un tubo de lápiz labial y empieza a retocarse cuando Rebecca se acerca detrás de ella. - ¡Hola! – Se saludan Marlene mira en el espejo. - Veo que tú y Lizette estáis disfrutando una agradable velada. - Rebecca traga saliva. - ¡Sí! Ella se va mañana por la noche para una convención de modelos, y después a las pasarelas durante tres semanas. ¿Cómo estás? – Habla tropezando con sus palabras. - ¡Estoy bien! Todavía estoy buscando ese reemplazo, pero mientras tanto alguien debe hacer la fisioterapia contigo. – Cierra el tubo de lápiz de labios y se da la vuelta para mirarla de frente. - ¿Podría tu amiga Grace…? - Interrumpe rápida Marlene. - ¡Lo siento! Pero se van mañana. - Rebecca inclina la cabeza. - ¡Oh! No creo que tenga un problema contigo hasta que puedas encontrar un reemplazo. - Lizette entra lentamente al vestíbulo del baño y escucha hablar, descansa contra el lado de la puerta  sin que ellas lo supieran, oyendo su conversación. - Lo siento Marlene, pero esto es lo mejor, Lizette es celosa y desconfiada y no queremos que te pongan en el fuego cruzado. -  Marlene ladea la ceja. - ¡Qué noble eres Rebecca! - Habla con sarcasmo. - ¡Por favor Marlene! – Ella suplica con algo de enojo. Marlene recoge su bolso del mostrador.    - ¿Te veré el sábado por la mañana a las nueve? - Ella cuestiona con dureza en el tono. - ¡Está bien! -  Rebecca lo aprueba. Marlene se gira hacia ella, Lizette se hace a un lado en silencio. - Nada ha cambiado ni lo hará nunca, yo… - Se detiene,  respira hondo y se marcha. Lizette se escabulle a la mesa desapercibida.



 - Grace percibe que Marlene tiene algún plan, pero se percata que aún hay dolor y enojo. - Estoy orgullosa de ti y espero ansiosa tu próxima visita, recuerda son dos años, por ahora, cuando estés de regreso en New Haven. – Grace la mira con misterio. - Nunca te pregunté, ¿Qué te hizo enamorarte de ella? - Le acaricia el dorso de la mano de Marlene mientras le pregunta. -  Fue en realidad una tontería. - Se detiene un instante. – Rebecca y yo con unos amigos celebramos la inauguración de “No Limits” por la noche.  Estuvimos bebiendo y jugamos a girar la botella, una verdad o un reto, nos atrevimos a besarnos y una vez que nos besamos, eso fue, no podía olvidarla, no podía expulsarla de mi mente. No sé como dejarla fuera, hasta hoy. -



 
David lleva la última de sus maletas a la puerta. Grace y Marlene se sentaron en el pequeño patio de la cocina. - Parece que va a ser un buen día para viajar. - Marlene habla mientras toma un poco de café. - Odio dejarte en esta delicada situación, me voy preocupada. - Ella suspira. Marlene deja su taza en la mesa. - Voy a trabajar en mi matrimonio, tengo que convencer a Mark de que no estoy lista para tener un bebé todavía. - Grace sonríe. - ¡Ahh! ¡Sí! ¿Has estado pensando en tu matrimonio? – Pregunta aliviada. - Amo a mi esposo, es mi mejor amigo, tengo que ser honesta con él, pero ahora mismo tengo que aclarar y arreglar cosas. Solo necesito algo de tiempo para pensar. -  Le reflexiona con sinceridad. - Me encantó tenerte aquí y quiero que tengas un buen viaje. -  Le expresa cordial. - Estoy solo a una llamada telefónica, ya sabes. - Le responde ella. - Siento que las cosas no hayan funcionado con Rebecca. - Insinúa con calma. - La amo y siempre la amaré. Pero ella tiene razón, nuestras vidas han cambiado y ella no está dispuesta a darme otra oportunidad. Lo sentí perfectamente cuando me fui hace tantos años,  que no habrá segundas oportunidades.  Le estoy buscando a un nuevo terapeuta para que ambas podamos detener esta farsa y seguir con nuestras vidas. - Grace percibe que Marlene tiene algún plan, pero se percata que aún hay dolor y enojo. - Estoy orgullosa de ti y espero ansiosa tu próxima visita, recuerda son dos años, por ahora, cuando estés de regreso en New Haven. – Grace la mira con misterio. - Nunca te pregunté, ¿Qué te hizo enamorarte de ella? - Le acaricia el dorso de la mano de Marlene mientras le pregunta. -  Fue en realidad una tontería. - Se detiene un instante. – Rebecca y yo con unos amigos celebramos la inauguración de “No Limits” por la noche.  Estuvimos bebiendo y jugamos a girar la botella, una verdad o un reto, nos atrevimos a besarnos y una vez que nos besamos, eso fue, no podía olvidarla, no podía expulsarla de mi mente. No sé como dejarla fuera, hasta hoy. -


- ¿Has hecho ya las maletas? Dos semanas es mucho tiempo. - Recuerda Rebecca, se sienta en la cama al lado de Lizette. – Después lo haré. - Se pone el suéter.  - Tengo algunos recados que hacer antes de irme. - Besa a Rebecca, y recupera su teléfono celular de la mesita de noche. - Quiero estar de vuelta lo más temprano posible, para pasar un poco de tiempo contigo antes de que me vaya. – Ella le guiña un ojo y le da una sonrisa traviesa. - ¡Ok! - Rebecca da su conformidad. - No tardaré mucho, te lo prometo. - Le da unos golpecitos en el hombro. - ¿Tienes algo que hacer? - Le pregunta a Rebecca. - Tengo algunos papeles para terminar para Elisabeth y tengo que estar en LCL más tarde. - Le responde algo malhumorada. - Nos vemos después. - Lizette se dirige al hospital de San Vicente para conversar con Marlene. Lizette entra en el área de la recepcionista y toca la campana del mostrador. - ¿Puedo ayudarle? – Le pregunta la recepcionista. - Marlene Blair. ¿Está ella? -  Habla tranquila y controlada.  - Voy a llamar a su oficina. – Coge el teléfono. - La señora Blair está en… ¿Puedo preguntar quién desea verla? – Ella arquea la ceja. - Lizette Marlow. – Responde airosa. - Ella la atenderá, por el pasillo y la primera puerta a la derecha. – No le hace falta la indicación, se acuerda de la vez anterior. Lizette llama y entra. Marlene está sentada en su escritorio buscando en el directorio un terapeuta. - ¡Buenas tardes! - Lizette es educada y saluda con respeto. - ¿Qué puedo hacer por ti? - Marlene pregunta en un tono profesional, une sus manos mirando fijamente a su rostro. - Tengo la sospecha persistente que   usted tiene alguna cosa con Rebecca. - No se detiene en barras a la hora de hablar. Marlene traga saliva pensando qué contestar. - ¿Qué es lo que esperas oír? - Marlene aprieta su mandíbula con firmeza. - No creo que Rebecca haya sido honesta en absoluto y creo que ella te está cubriendo. – Siente como una perforación. Marlene decide que era hora de ser sincera con Lizette. - ¡Muy bien! ¡Sí! En un momento en el pasado tuve algo por ella. – Le dice a Lizette que se queda con la boca abierta. - Rebecca y yo decidimos que era nuestro mejor interés no decir nada, ella está feliz contigo y yo casada con un hombre maravilloso que no ha hecho nada más que ayudar a Rebecca. - Lizette está aturdida, finalmente habla. - ¿Por qué has tomado su caso? - Marlene respira hondo y pone la mente en blanco. - Mi esposo pensó que alguien que ella conociera podría hacer más fácil la recuperación. Rebecca no había tenido un buen terapeuta y yo tengo una buena conexión con ella. - Respira firmeza. - ¿Tu marido no sabe de tu obsesión por Rebecca? - Ella pregunta aún sorprendida por la revelación de Marlene. - ¡No! Como dije, ambas tomamos la decisión para proteger nuestras relaciones. - Ella frunce los labios. - Rebeca parece cómoda contigo y yo sólo tengo mis mejores intereses en que ella esté feliz. -  Declara mirando a una malhumorada Marlene. – Ella me ha pedido que le encuentre una nueva terapeuta. Tiene la sensación que está haciendo la situación difícil entre tú y ella. – Le afirma. - Tengo que admitir que he estado celosa de ti. - Dice con sinceridad. - Estuve de acuerdo con ella, porque no he sido sincera con ella sobre mi marido, pero es hora de contarle todo. – Marlene se explaya comienza a sentirse liberada. - ¿No entiendo? – Pregunta. - ¿Qué es lo que no entiendes? - Le dice con franqueza.  - Por qué me dices que no pasó nada. Rebecca trabajará con alguien nuevo y tu última fantasía se mantendrá en secreto.- Las palabras de Lizette parecen tontas pero son auténticas.



Mark sale al pasillo con la ficha de terapia de Rebecca en la mano pasando por la mesa de la recepcionista y se dirige a la oficina de Marlene. Al empezar a abrir la puerta oye la voz de alguien en su oficina, coloca el oído contra la puerta ligeramente abierta y escucha.  - Ya no puedo mentirle a mi marido sobre Rebecca, no es justo, le pedí a Rebecca que no te lo dijera porque no quería tener un problema o que mi confianza se rompiera por algo que pasó en nuestro pasado. -  Se levanta de su asiento y se acerca a Lizette. - ¡Ya veo! - Lizette recoge su bolso de su regazo y también se pone de pie. - Me alegro que hayamos sido capaces de resolver el problema y espero que no estés enojada con Rebecca, le rogué inicialmente que no te dijera nada. – Le dice Marlene en confianza. Caminan hacia la puerta, Mark se endereza y las sorprende.  - ¡Dr. Blair! - Lizette tartamudea. - ¿Eres Lizette? – Extiende la mano hacia ella. La estrechan y le entrega  la ficha  de Rebecca a Marlene. - ¿Está todo bien con Rebecca? – Lizette encuentra la justificación perfecta. - ¡Sí! Tengo que hacer un viaje de tres semanas y quería estar segura de que la terapia continúa y si había algo que necesitaba saber. -  Ella sonríe con tranquilidad al no saber qué más podía decir. - ¡Bueno! Entonces, si me disculpan. - Las deja y se va caminando a toda prisa  apoyándose en la pared la conversación pesa en su mente. Piensa en las extrañas miradas de Rebecca y Lizette en Schneider la noche anterior y las recientes distracciones con ella. Necesita llegar al fondo de ese dialogo incompleto.

Marlene percibe sensación de alivio al volver a sentarse, reabre el directorio y comienza a buscar nombres tomando un lápiz y anotando algunos de ellos.  Por la puerta todavía podía sentir el aire pesado en la habitación, el perfume de Lizette le contiene un poco. - ¡Oye! -  Entra Mark de forma súbita, Marlene escucha sin mirarlo mientras habla. - Su novia es un tormento. - Marlene siente que se le forma un nudo en la garganta. - Si tú lo dices. - Hace una mueca.  - No entiendo su preocupación por Rebecca. Está evolucionando muy bien. – Le dice sentado frente a su escritorio. - Un poco nerviosa, supongo. - Añade Marlene. - Me parece que está un poco celosa de tus relaciones con Rebecca. - Conjetura, Marlene siente que su pecho se aprieta. - ¿Qué? - Marlene exclama en voz alta. - No pude evitar oír tu diálogo con ella. - Le dice con suave tono. - ¿Oíste nuestra conversación? - Ella se enoja. - ¡No todo! Pero suficiente para saber que hay problema. - Marlene difícilmente puede tragar. - No hay ningún problema puesto que lo hemos resuelto. - Su rostro se espanta y ahora su corazón late fuera de control. - ¿Por qué había un problema? Para empezar, Rebecca es un cliente. - Él levanta la voz. - ¡No sé! Creo que sólo tenía curiosidad por nuestra relación pasada, después de todo estuve casada con el hermano de Rebecca, es todo lo que hay que saber. - Le duele mentir. - De alguna manera, simplemente algo no me encaja Marlene, creo que es justo que me digas la verdad,  soy tu marido. – Él le exige y sale de su oficina. Marlene comienza a llorar buscando un pañuelo de papel, esta noche sería la noche en que todo...

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