Una separación necesaria

Una separación necesaria

martes, 30 de enero de 2018

Episodio decimo quinto


Consecuencias prematuras

- ¡Tienes buen aspecto! - Aprecia Grace en una Marlene sonriente. - ¿Por qué supones que estoy contenta? - Le pregunta jugando con sus dedos en su cabello.  - Llegaste tarde anoche. ¿Está todo bien con tu hermana? - Le pregunta. Sirve una taza de café a Marlene. - ¡Sí! ¡Perdóname! Me siento como una mierda por haberte dejado a ti ya David aquí solos, sabiendo que os vais mañana. - Se sienta y abre el periódico. – Mark debe tener cirugía temprano. - Marlene habla con vacilación. – Se ha marchado muy pronto. - Marlene deja el diario. - Apenas se movió cuando entré anoche y dijo muy poco cuando se ha levantado esta mañana. – Le cuenta. - No creo que esté enfadado. -  Grace vierte su opinión. - Creo que él estaba respetando el hecho de que estabas cansada y necesitabas el descanso. - Sonríe, le calienta el corazón a Marlene. - Aun así, mi vida está en un lío por no mencionar el hecho de que he mentido a mi marido. -  Argumenta rigurosa. - ¡Marlene! - Comienza Grace, Marlene la corta. - Es la verdad, me siento mal, mi espalda está contra la pared. Rebecca dice que no está en condiciones de seguirme. -  Espeta sin cuidado, descansando el lado de su cara en la palma de su mano. - Y no le has dicho a Mark lo que sientes por ella. -  Marlene pone los ojos en blanco y mira a su alrededor. - David ¿Todavía duerme? - Ella susurró sin pensar que podría haber escuchado su conversación. - ¡Sí!  Ahora subiré a despertarlo, vamos a ver algunas otras partes de la ciudad hoy. Habla con Rebecca, cara a cara. - Marlene sonríe. - ¡Gracias Grace! – Ella se pone seria. - ¿Para qué son las mejores amigas? – Bromea y besa su mejilla, se aleja y enfila la escalera hacia arriba. 

Marlene extiende la estera de yoga en la sala de ejercicios y espera a que Rebecca aparezca. Oye ruidos débiles detrás de la puerta y la abre. Levanta la vista para encontrar a Lizette abrazada y compartiendo un cálido beso con Rebecca. - ¡Buenos días! – Saluda en voz alta. - ¡Oh! Marlene, no me había dado cuenta de que estabas aquí. - Comenta Lizette con voz aguda. Marlene se estremece, Rebecca sonríe. - ¡Adiós! Nos vemos esta tarde. - Besa a Rebecca de nuevo mientras ella la empuja hacia la puerta y después de salir la cierra. - ¡Lo siento!  Sé que tu tiempo es precioso. - Marlene asiente con la cabeza comenzaron con los ejercicios de estiramiento. - Sobre el domingo por la noche. - Marlene empezó a apretar las manos de Rebecca y tirando de ella. – Tenía que haberme mordido la lengua, me doy cuenta de que te he puesto en un lugar delicado y lo siento. - Expresa con un temblor en su voz. - ¡Por favor! No te alejes de mí. – Le dice con la mirada fría pero triste. Rebecca responde. - ¡No puedo Marlene! No puedo hacer esto por favor entiende, estoy contenta con la forma en que las cosas están conmigo y Lizette me hace feliz y la amo. ¿Por qué no puedes ver eso? - Ella lagrimea mientras habla. - Porque, sé que en el fondo, nunca podrás amar a nadie más que a mí. ¿No te acuerdas lo difícil que fue la pelea para hacerme ver que te amaba? Darnos la oportunidad de ser un bello romance. ¿Lo olvidaste? -  Pregunta con seriedad.  - ¿Cómo podría olvidarlo? - Ella camina de nuevo a la alfombra, Marlene se acerca a paso rápido, la coge alrededor de la cintura y la atrae hacia sí. Sus labios se rozan en un beso dulce y suave. Rebecca se retira ligeramente, en los ojos azules de Marlene hay fuego. - ¿Son sus besos como estos? ¿Te mantienen viva como yo lo hago? ¿Ella es tan intensa como yo en el amor? -  Marlene inquiere con firmeza. - ¡Yo, yo! - Ella la mira a los ojos, no sabe que responder está cautiva de su mirada. Se queda callada sin responder. - ¡Rebecca! - La puerta se abre y entra Lizette. Marlene rápidamente quita las manos de la cintura de Rebecca. - ¡Disculpa! - Exclama Lizette con una mirada deslumbrada por lo que supone acaba de ver. Rebecca interviene. - ¡Detente Lizette! Es parte del ejercicio. – Gira la cabeza hacia Marlene con una mirada de sorpresa que las envuelve. - No es lo que piensas. -Replica Marlene, Lizette se interpone entre ellas. - Te dije que pensaba que algo estaba sucediendo. - Por un momento Lizette vacila mientras intenta desesperada encontrar las palabras que quiere decirle a Rebecca. - ¡Quítale las manos de encima! – Espeta con rabia a Marlene. – Párate. ¿Tienes una ligera idea de lo que estás diciendo? - Rebecca se encara enojada. - Marlene es mi terapeuta, está tratando de ayudarme a ponerme en pie para que pueda recuperarme y volver a mi vida normal, poder trabajar, estar contigo y hacer todas las cosas de las que era capaz. -  Lizette descuelga su cabeza ladeándola. - ¡Rebecca! - Marlene trata de intervenir. – Controla tu temperamento. - Ella hace una mueca y la ignora. - ¿Me escuchaste? - Ella agarra a Lizette por el brazo y la conduce a la puerta. - ¡Vete! Regresa a la orangery y déjame terminar mis ejercicios. Estaré allí en breve. - Ella abre la puerta a golpes y la cierra detrás de su novia.  Marlene puede ver la tormenta que hay dentro de los ojos de Rebecca. - ¡Rebecca por favor! – Aparta la mirada y comienza a enrollar la alfombra de yoga. Rebecca la agarra tirando de su brazo hasta encontrarse cara a cara. - No estoy segura de que podamos continuar y creo que es una buena idea que me encuentres a otra persona, Düsseldorf debe tener un montón de terapeutas. - Toma su mano y la pone sobre la de Rebecca. - Si eso es lo que quieres. - Le responde quitando la mano de Rebecca de su mano. - ¡Lo siento! Esto no ha funcionado. Tengo que pelear contra las sospechas y los celos de Lizette y tengo que ser sincera acerca de quién eres. - Le dice con agitación. - ¡Rebecca! Te lo ruego, me prometiste que esperarías. -  Ella le suplica. - ¡Lo haré! No voy a dejarla jugar con mi vida. - Responde muy seria. - Marlene, estoy con la espalda contra la pared, he mentido lo suficiente, por no mencionar el hecho de haberla engañado. Estoy frustrada y enojada conmigo misma y es probable que haga las maletas y salga como tú sin otra oportunidad, no puedo soportar lastimarla y no puedo aguantar más. - Expresa en voz alta. – Si se lo dices, harás que te abandone, Rebecca, ¿Acaso no dijiste eso? - Rebecca mira hacia otro lado. - ¡Mírame! -  Marlene aprieta su mano en ella. - No sé qué más hacer, no puedo mantener esto, Marlene. – Se sueltan suspirando. - Ahora sé porque es tan difícil para ti, como lo es para mí, he mentido y engañado a mi marido y soy tan culpable como tú, pero te amo, y no un poco, estaba equivocada, hice mal por abandonarte. ¿Cuántas veces debo decirlo? ¿Cuántas veces debes oírlo? - Rebecca llora ante sus palabras. - Creo que estaríamos mejor separadas, no quiero verte más, todo este revuelo ha causado una tormenta de mierda en mi vida, desde que te fuiste. Tim fue una broma, Lizette es celosa y borde, mi cabeza late de forma constante de ira y frustración. -  Ella inclina la cabeza y la sacude respirando tosca y se limpia la cara. - ¡Rebecca! Me iré, pero no porque quiera o me quieras, sino porque no quiero causarte más problemas, te amo y lo diré una y otra vez hasta que te des cuenta de que nadie te querrá nunca como yo te quiero. -  Termina de enrollar la colchoneta y se marcha despacio. Rebecca se sienta con el aliento entrecortado, una raya de rojez cruza su rostro. - ¡Dios mío! - Susurra con el corazón pesado. - ¿Cómo es que me meto en estas situaciones? - Ella agarra la pierna por la opresión del músculo atrapado, hace una mueca de dolor y la extiende. Es hora de enfrentarse a Lizette. Rebecca se recompone mirando alrededor de la sala, consiguiendo el control de sus emociones. Abre la puerta y sale casi chocando con Elisabeth. - Elisabeth, me asustaste. - Ella agarra a Rebecca por el hombro.  - Vi a Marlene salir precipitadamente y me preguntaba si estabas bien. - Ella mira a un rostro de descontento. - ¡No! No estoy bien. - Ella se echa a llorar, Elisabeth la ayuda a llegar al estudio y le sirve un refresco. - ¡Rebecca! ¿Qué pasa? - Pregunta Elisabeth. - Mi vida no está donde debería estar, no puedo soportar largos períodos, me duele y estoy totalmente a merced de todos a mi alrededor, me confundo cuando tengo esos sueños que no consigo determinar su significado, mi novia es celosa y una borde, ya no puedo trabajar con Marlene porque ella sigue enamorada de mí. -  Elisabeth levanta la mano. - ¿Qué acabas de decir? - Se siente extraña pero feliz por las palabras que Rebeca ha expresado. - ¿Qué parte me he perdido? – Elisabeth no sale de su sorpresa, respirando hondo. – ¡Marlene! ¿Enamorada de ti? – Rebecca mira hacia ella. - ¡Sí! Me ha dejado bien claro que me quiere. - Elisabeth bebe un trago de su vaso. - ¿Y cuál fue tu respuesta? - Ella explora discretamente la respuesta. - Yo le dije que la amé una vez, que ella era mi pasado, lo que quedaba para mí eran recuerdos, nada más. - Ella mira fijamente a Elisabeth. - ¿Así que no la amas? - Rebecca se revuelve. – Yo sí, la amo tanto que duele, pero ella está casada y todavía amo a Lizette. Ella tiene la idea de tener un hijo con el hombre que ha cambiado su vida, no puedo Elisabeth, no puedo pasar por más angustias con ella, me mintió acerca de tener un bebé. - Elisabeth entrecerró los ojos en sus pensamientos. - No estoy segura de entender. ¿Ella compartió contigo, durante sus sesiones, que quería un niño? Quiero decir dijiste que te ama y en la cena la otra noche ella no lo negó cuando Mark lo mencionó. - Elisabeth se acerca a ella y se apoya en sus hombros. - Hay más en esto que no estás diciendo. - Rebecca se niega a mirarla. - ¿Rebecca? – Le habla con un tono relevante. – Nos hemos acostado. - Rebecca responde tragando saliva y los ojos hinchados de llorar. Elisabeth baja los hombros. – Le dije que ya no podía trabajar con ella, que me buscara un nuevo terapeuta. - Se acerca a la ventana y mira hacia fuera. Elisabeth se arrastra detrás de ella y toca de nuevo sus hombros con suavidad. - El amor no conoce fronteras, ni tiempo, es infinito en su sabiduría, sabe que cuando están destinadas a estar juntas dos personas, no disminuye en la oscuridad y prospera en nuestras almas, no se olvida de lo duro que fue la lucha para estar juntas, los sacrificios que hizo. ¿Has olvidado cómo se paró detrás de ti cuando Tristán os odiaba? ¿Cuando no podías tomar una decisión sobre LCL? Pero ella seguía enamorada de ti. - Rebecca se da la vuelta para mirarla. - Y una mierda, no me importaba, yo era a menudo grosera, centrada en mí misma y conducida por mi carrera de diseñadora, tuve una aventura. ¿Quién engaña a la persona a la que pertenece y luego miente durante semanas? - Elisabeth se aclara la garganta. - Sé que debe ser difícil todos estos largos años de no saber lo que sucedería. Tengo que preguntarte. ¿Estuvo ella alguna vez lejos de tus pensamientos? - Rebecca gime con sentimiento. - ¡Nunca! Ella siempre está presente en mi cabeza. Yo la amaba y todavía lo hago, pero sé que, si ella hubiera permanecido lejos, solo habría sido un recuerdo distante. - Responde con sinceridad. -Tienes mucho en que pensar. – Elisabeth se muestra paternalista, Rebecca suspira con fuerza. - Está casada, yo estoy con alguien y no puedo hacer nada al respecto. - Se encoge de hombros y termina la última gota de su copa,  con tranquilidad deja el vaso en la mesa, mira de nuevo a Elisabeth y se marcha en silencio.  

Lizette se sienta en la cama con tristeza, se seca los ojos con el pañuelo que sostiene con fuerza en la mano. - Rebecca, no te oí entrar. - Alza la vista hacia ella. - Te amo. Pero no puedo lidiar con tus insinuaciones y tus celos. - Se levanta de la cama. – He sido una imprudente, lo sé, pero ella tiene su mirada puesta en ti de alguna manera extraña. -  Rebecca mira hacia otro lado. - Ella simplemente está tratando de ayudarme a mejorar para poder seguir con mi vida, he sufrido mucho. - Le habla con razón. - Y he estado allí para ti. – Lizette le dice con preocupación. - No siempre, no lo has hecho. - Rebecca murmuró. - ¿Qué quieres decir Rebecca? ¿Cómo puedes decir eso? - Ella la abraza, Rebecca se echa hacia atrás.  - Cuando te dije lo de un compromiso, te resististe. Te mantienes alejada mucho más de lo que quiero, estás poco conmigo después del accidente. -  Lizette frunce el ceño al interrumpir. - Sabes que tengo que trabajar y ya hablamos de esto, sobre nuestras carreras, tengo que irme cuando sea posible y esté disponible, sabes esto, los períodos de una modelo no duran para siempre y mi padre. – Menciona para justificarse. - Sí, tu padre. - Inserta Rebecca. - Controla todos los conciertos de modelaje que tienes, no soy estúpida Lizette, sé el tipo de presión que él pone sobre ti. ¿Le has dicho que yo quiero que estés más en casa? - Lizette aprieta su mandíbula. - Mi padre te quiere Rebecca y ha aceptado el hecho de que mi vida está contigo, pero también se da cuenta de que debo hacer mi propio camino. No puedo estar dependiendo del dinero de Lahnstein para cualquier cosa. – Argumenta sin sentido.  - Puedo ver su punto, pero él no comparte una relación íntima conmigo, lo haces tú, te he pedido más compromiso. Eres una mujer adulta, has sido modelo desde los catorce años. - Expone Rebecca con frustración.  - Puedo entender cómo te sientes Rebecca, pero… - Rebecca fríamente interviene. - ¿Pero ¿qué? ¿No tienes comodidades aquí? ¿Que tengo los medios para cuidar de ti fuera del dinero de mi familia? - Ella señala con racionalidad. - Me encanta mi trabajo y no estoy lista para instalarme en un solo lugar, no necesito tu dinero, tengo el mío. – Ella le argumenta. - ¡Lizette! No es de eso de lo que se trata, es sobre ti y sobre mí, dos personas enamoradas, la una de otra tratando de hacer una vida en común. - Rebecca le declara. - Sé que quieres que me establezca, te quiero y quiero pasar mi vida contigo, pero tu me estás pidiendo que viva una vida de estar solo aquí. -  Ella exclama. - ¡Eso no es cierto! Podríamos viajar. ¿No quieres quedarte en Alemania? – Rebecca inspecciona el pensamiento de Lizette. - ¿Podríamos vivir donde quisiéramos? - Lizette pregunta. - ¡Podríamos! - Rebecca suena optimista.      - ¿Quieres decir que renunciarías a LCL? - Rebecca se sienta y emite un suspiro. - Cuando tuve el accidente y me desperté, me di cuenta de tantas cosas sobre mi persona, mi vida, me sentí afortunada, afortunada de estar viva y por algún milagro capaz de alejarme de una situación devastadora. ¡No podía! No podía recordar las cosas y sí, estaba enojada y al principio tú estabas allí para mí, LCL estaba en segundo lugar y una vez pasó el tiempo y contraté diseñadores y comenzaron a hacer la mayor parte del trabajo bajo mi mando, entonces me di cuenta de que mi vida no solo giraba en torno al negocio, podía permanecer lejos, sí, me encantaría trabajar y diseñar.  LCL tiene un nombre por sí mismo y me gusta estar a cargo y es mío. - Afirma, con sus dedos se agarra el pecho mientras habla. - Yo no puedo pedirte que te desprendas de tu negocio, es diferente de mi negocio, tus pies están firmemente en el suelo, el mío es de espíritu libre. - Lizette le recuerda. Rebecca baja la cabeza. - Tus celos de Marlene debes detenerlos, no lo toleraré en absoluto. - Se acerca a ella. - Se honesta, Marlene tiene este extraño idealismo sobre mi que solo lo siento en mis huesos. -  Rebecca trata de que cambie su percepción sobre ella y luego decide no hablar más sobre el tema. - ¿Qué cosas? -Dice Lizette con ansiedad. - Nada, no quiero hablar nada más sobre esta situación.  ¡Vamos a la cama! – Lizette la sigue dócil. -

Marlene recorre el directorio del hospital en busca de un nuevo terapeuta para Rebecca. - ¡Hola! - La puerta se abre, Grace se quedó allí esperando una respuesta.  - ¡Hola! - El tono de Marlene es triste al dar la contestación. - Estuviste muy callada anoche, Mark pensaba que no te encontrabas bien. - Marlene cierra el directorio y suspira. Sus dedos golpean la parte superior de la tapa del libro con una cadencia constante. - Rebecca ha decidido que quiere probar a un nuevo terapeuta. Que no me quiere y que debería permanecer fuera de su vida. - Una lágrima recorre por su rostro. - ¡Lo siento! - Grace se expresa con gravedad. - Pero es lo mejor, Mark es tu esposo y tienes que aclarar las cosas con él, tienes que dejar de interferir en la vida de Rebecca porque ella ya tiene suficiente, sé cuánto la amas, pero puedes hacerlo. No puedes vivir en el pasado, ella no siente lo mismo que tú, a pesar de que creo que ella está mintiendo. - Grace se cruza de brazos y mira a Marlene que escucha sus palabras preguntándose si todavía quedaba una pequeña chispa.


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