Una separación necesaria

Una separación necesaria

martes, 2 de enero de 2018

Episodio Séptimo


A Palos piedras

- ¿Estamos listos? - Tristán pregunta a Rebecca, emocionada. - ¡Lo estoy! - Se desliza hacia la silla de ruedas. Marlene dobla la esquina del pasillo cuando salen de la habitación. - ¡Marlene! - Hace una mueca de dolor. - Creo que estamos listos. - Rebecca la mira. - ¡Bien! Entonces, te veré mañana a eso de las nueve. Sólo vine a ver si necesitas algo antes de que te marches. -  Le comenta con alegría previo a que Rebecca se marche a casa, pero sabe que no la extrañará, seguirá viéndola a diario para la fisioterapia. - ¡Marlene! ¿Puedo hablar contigo un momento? - Tristán le pide a la enfermera que se encargue de la silla de ruedas y comienza a rodarla por el pasillo. - ¿Sí, Tristán? - Pregunta Marlene. - Gracias por hacerte cargo de su caso y ofrecerse a trabajar con ella en casa. – Le dice en un tono realista. – Estoy feliz de hacerlo. Pero no voy a bombardearla para obtener información sobre Lizette, debo permanecer fuera de eso, ella parece feliz Tristán. - Le devuelve la mirada, él también la mira y asiente. - ¡Entiendo! – Tristán mira su reloj. - Tengo un vuelo a Zurich esta tarde. - Camina por el pasillo con ella hacia el vestíbulo. - Rebecca descansa cuando llegues a casa. Te veré mañana. – Contempla como se sube al Rolls de la casa Lahnstein y los ve alejarse camino del castillo.
- ¿Se fue Rebecca? - Mark pregunta colocando su barbilla sobre el hombro de Marlene. - ¡Sí! Ya está camino de casa. - Regresan a sus respectivas oficinas.

Rebecca se prepara mientras Elisabeth entra con una bandeja de café en la orangerie. - Me levanté temprano. – Le dice a Elisabeth nada más aparecer por la puerta. - ¿A qué hora esperas a Marlene? - Pregunta sirviéndose una taza de café y se sienta a la mesa. - A las nueve. – Le responde sentada frente a ella. - ¡Bien! Entonces tenemos tiempo para hablar. ¿Estar trabajando con Marlene es un problema para ti? – Rebecca abre los ojos, pero no se sorprende por la pregunta.    - ¡En absoluto!  Ella es muy dedicada a su trabajo y deseosa por ayudarme a salir recuperada de esto. - Tomó un sorbo del café. - ¿No hay sentimientos enterrados? -  Rebecca se mueve en la silla. - Puedo decir que Marlene está felizmente casada y mi vida se desarrolla con Lizette. - Elisabeth pone una mirada desconcertante.       - Debe de ser difícil mirar a esa persona de la que una vez estuviste tan enamorada. -  Punzada hacia su corazón. Rebecca frunce el ceño. - Lo que tuvimos fue muy especial. Pero no pudimos hacer que funcionara. – Sonríe. Sus pensamientos se remontan a un tiempo antes de que su corazón se rompiera.           - Marlene decidió, no había mucho que pudiera hacer para detenerla y tuve que vivir con esas decisiones. -  Asiente Elisabeth. - ¡Bueno! Espero que las dos podáis arreglaros y que ella pueda ayudarte en estos tiempos difíciles. – Le dice. No está muy segura de lo que Rebecca realmente siente. - Eso es todo lo que me pregunto. – Rebecca se pone de pie y se balancea con seguridad con ambas piernas. - Diría que ya lo hace. – Le dice optimista. Elisabeth sonríe y levanta la bandeja. Se despide saliendo del invernadero. Rebecca observa como cierra la puerta y vuelve a sentarse. Baja la cara entre sus manos y pensó en la conversación que ella y Marlene compartieron el día anterior. - ¡Dios! -  Gime con dolor pensando en lo cerca que estuvieron sus labios.  
Marlene llama a la puerta que Rebecca abre solícita y se presenta vestida para lo que le espera. - ¡Entra! - Abre la puerta ampliamente. - ¿Preferirías trabajar aquí o en el gimnasio? - Le pregunta con franqueza. - Aquí si no te importa. - Marlene extrae la alfombrilla de yoga en el suelo. - Vamos a colocar la alfombra aquí. - Paradas en el medio con los brazos en el aire. Rebecca obliga a Marlene a caminar detrás de ella agarrando sus muñecas. – ¡Mantente así! – Le ordena mientras acerca las manos a la cintura de Rebecca que percibe cómo la electricidad la atraviesa como un rayo de luz. La mano de Marlene le abraza por la parte baja del abdomen, le pide que respire profundo y suelte lentamente el aire. - ¡Otra vez! – Le ordena tratando de mantener la compostura, pero el dulce olor de Rebecca, ese aroma de su piel le da un motivo para una pausa. Rebecca recibe el cálido aliento de Marlene en la nuca, se estremece al bajar los brazos y volverse para mirarla. - ¿Estás bien? - Marlene pregunta, puede sentir la tensión en sus músculos corporales. - No estoy segura de que los ejercicios de contacto cercano sean en nuestro mejor interés. - Ella inclina la cabeza y vuelve a mirarla. -Tu eres parte del programa Rebecca. Si quieres tener otro terapeuta entonces puedo arreglarlo. – Le observa con delicadeza. - ¡No! No es eso lo que quería decir. – Suspira, su expresión facial se hace solemne. -Tenemos…- Replica Marlene. - Ya hemos superado eso, estoy casada y tú estás con la mujer con la que pretendes pasarte la vida. - Se cruza de brazos y la mira fijamente. Marlene termina con los ejercicios de la pierna de Rebecca.  – Es todo lo que quería hacer hoy, me tengo que ir. – Le dice, ayudando a Rebecca a levantarse del suelo. Rebecca la retiene durante un momento. - ¡Rebecca! Acabamos de trabajar, estoy aquí para ayudarte y si te sientes incómoda con mi cercanía…- Se sobresaltan al oír que se abre la puerta. Lizette se acerca y rodea por la cintura a Rebecca y la besa. -Te he echado de menos. - Se gira hacia Marlene con una mirada aguda. – Ha sido sólo un día. - Rebecca niega con la cabeza, Marlene traga saliva. - ¡Si me disculpas! Te veré el lunes por la mañana. - Expresa mientras enrolla la colchoneta de yoga y se la coloca debajo del brazo. - ¡Oh Marlene! ¿Debe salir corriendo? Ciertamente, podrías quedarte a tomar el té, tú y Rebecca podéis informarnos sobre cómo van las cosas. – Le dice a Marlene con media sonrisa. - Tal vez en otra ocasión, tengo trabajo en el hospital y estoy seguro de que mi marido me está esperando. – Marlene sale del invernadero con no muy buena cara. Lizette se gira hacia Rebecca. - ¿Sucedió algo para enfadarla? - Rebecca hace una mueca. - ¡No! Todo está bien. - Sonríe tratando de encubrir la preocupación que tenía por el encuentro anterior con Marlene. - ¿Por qué no vemos lo que la señora Lentz hizo para el almuerzo? ¡Estoy muerta de hambre! - Rebecca la agarra por el brazo. Ella le dice en un tono de falsete. - ¡Claro! Voy a ayudarte. - Y la escolta hasta la cocina.

Marlene llega por los jardines hacia el hospital. Encuentra un banco y se sienta en él. El encuentro anterior con Rebecca despertó grandes deseos de besarla. - ¿Qué estoy pensando? - Exclama en voz alta, en un tono enfurecido, respirando y exhalando un suspiro de desconcierto. - ¿Qué haces aquí? - Mark le pregunta a corta distancia, se acerca y se sienta a su lado. - ¿Qué haces aquí? -  Ella, a su vez, le pregunta sorprendida. – Me dirigía hacia la puerta. Lo siento si te molesté, pero parecías disgustada. - Él se explica mientras le pasa el brazo por el hombro. - No lo estoy, estoy bien. – Responde. Desea desesperadamente decirle a Mark la verdad sobre Rebecca, pero no tiene el nervio o la fuerza. - ¿Cómo fue tu sesión? - El estómago de Marlene se hace un nudo. - Creo que estamos haciendo progresos, trabajamos en algunos ejercicios de estiramiento y luego en doblar esa pierna. - Responde con calma. - Ella entiende que habrá… - Mark la interrumpe. - ¿Dolor a veces? - Él pregunta con seguridad. - Sí, ella es consciente y muy decidida a sanar, me he dado cuenta de que tiene una gran tolerancia al dolor. - Señala y luego piensa.  “Excepto cuando se trata de un corazón roto.” Mark sonríe discreto y la besa en los labios. Marlene cierra los ojos e imagina que esos eran los labios de Rebecca. - Deberíamos irnos a casa. - Comenta. - ¡Hmmm! - Marlene musita trazando su rostro con la punta de su dedo. - ¡Te amo! - Le dice a su bella esposa. Antes de que Marlene comience a hablar su teléfono suena. - ¡Mi paciente! -  Responde sin convencimiento. - ¿Qué te queda hoy? – Pregunta Mark mientras caminan de la mano hacia el hospital. - ¡Jones! -  Ella sonríe. - Voy al trabajo debo despachar cosas antes de irme a casa, tengo papeles que revisar y firmar. – Le comunica.  Marlene y Mark se separan cada uno a sus deberes.

Rebecca y Lizette terminan de almorzar. - La Sra. Lentz siempre sabe cómo hacer las mejores ensaladas. - Lizette habla mientras ella y Rebecca regresan a la orangerie. - ¡Sí! Lleva con nuestra familia desde hace años. – Explica Rebecca sintiendo que el músculo de su pierna se endurece por el ejercicio. - Parece que necesitas descansar un poco. - Se interrumpe al ver a Rebecca cojear. - ¡Sí! Sabía que iba a experimentar algo de rigidez. Me gustaría acostarme si no te importa. - Lizette la ayuda a llegar a la cama, la cubre con una manta y le besa la mejilla.         - Creo que voy a pasear por los jardines. Descansa. -  Le dice antes de cerrar la puerta y escapa hacia un terreno alejado. Coge el teléfono y marca el número que la había estado llamando repetidas veces. - ¡Francisco! - Dice su nombre rastreando con la mirada por si alguien la puede oír. - ¡Por fin! Me has devuelto las llamadas. – Una voz profunda de un hombre suena al otro lado. - Te he dicho mil veces que no me llames cuando estoy en Düsseldorf. -  Ella se enfada con su interlocutor.           - ¡Vamos Lizette!  Rebecca no sabe nada de mí y lo que te echo de menos. – Le susurra sensualmente. - Te veré en las Bahamas el próximo mes, pero ahora mismo debes dejarme tranquila, Rebeca me necesita ahora. - Le implora en voz alta. – Y de ella necesitamos hablar cuando nos veamos. – Él apunta con dureza. Cuelga y comienza a darle vueltas a su mente, deseando calmarse antes de regresar a lado de Rebecca.

- ¡Te noto muy tranquila esta noche! - Mark le da un codazo a Marlene para que se vuelva hacia él, poniéndole las manos sobre el pecho desnudo. - ¡Te amo tanto Marlene! – Le dice en plan sentimental. - Yo también te amo. – Un beso romántico.    - Me encanta hacer el amor contigo. - Él habla de nuevo, se da la vuelta y se acurruca sobre la almohada en la que apoya su cabeza. Marlene le rodea con suavidad alrededor de la cintura.  - ¿Estás despierta? - Una lágrima cae de su ojo, su mente está en Rebecca, ella se aclara la garganta. - Estoy despierta. – Le dice triste Marlene. - ¿Qué te pasa? No has sido tú misma durante los últimos días. – Pregunta con algo de preocupación.  - ¡Estoy cansada! Suceden cosas a mi alrededor. Me alegraré cuando Grace llegue aquí. – Contesta triste por una excusa fútil para evitar sospechas acerca de Rebecca. - Ella estará aquí la próxima semana y la tendrás durante un mes entero. - Suspira continuando. - Odio que ninguna de las dos podáis asistir al seminario. Me han dicho que Zurich es una ciudad hermosa en esta época del año. - Le dice Mark y le acaricia el costado. - Entiendo que los dos tenéis reuniones y seminarios para asistir, además tengo mucho que mostrar a Grace por aquí y nos dará tiempo para ponernos al día. - Ella se relaja, Mark empieza a besarle el cuello burlón con un "Te quiero” de nuevo. Le echa los brazos al cuello y le da un beso. Hacen el amor de nuevo. En su mente ella está segura que ha tomado su píldora anticonceptiva.


Marlene se viste para reunirse con Rebecca por la mañana temprano, se dirige al castillo y a la sala de ejercicios. Espera con paciencia a Rebecca pero siente que algo no va bien. Marlene se pasea y observa que el tiempo pasa, recoge sus cosas y se dirige a la orangerie. Golpea ligeramente en la puerta, pero nadie contesta, gira ligeramente la manilla y abre la puerta, llama a Rebecca en voz alta, no hay respuesta. - ¡Rebecca! - Ahora grita y se da cuenta de que puede estar en el comedor. Se da la vuelta para salir cuando Rebecca lentamente sale del dormitorio. - ¡Lo siento, Marlene! Me he dormido, me dejas vestirme. Sé que tu tiempo está muy ocupado. - Disculpa Marlene el lapsus de Rebecca. Se queda parada en la puerta y espera. - ¡Buenos días! - Lizette saluda desde el dormitorio, ella levanta la vista para verla envuelta en una sábana. - Así que conoces el camino de la orangery, ¡Extraño! - Marlene siente un nudo en la garganta, no puede hablar. - Lo conozco, nos conocimos aquí a principios de semana ¿O lo olvidó? - Le pregunta con sequedad. - Siento haber mantenido a Rebeca despierta hasta tarde anoche. -Se ríe cambiando de tema, Rebecca sale del baño sintiendo la tensión entre las dos.      - ¿Que está pasando? - Pregunta con sorpresa. - ¡Nada! – responde rápida Marlene. - Lizette estaba tratando de hacer conversación. - La mira mientras Lizette se excusa y se mete en el baño. - ¡Lo siento! – Rebecca se dirige a Marlene. - No hay necesidad de disculparse, obviamente tu novia se siente incómoda conmigo y mi posición contigo. - Lizette sale del cuarto de baño completamente vestida, se pone el bolso por encima del hombro. - Las dejaré a los dos solas, tengo algunos recados para hacer y te veré más tarde. – Besa la mejilla de Rebecca al salir y abandona el lugar. - ¿Cuarto de entrenamiento? - Marlene hace un gesto a la puerta.  - ¡Aquí!  Me gustaría probar algunos de esos ejercicios de estiramiento como el que iniciamos el otro día, es decir, si estás bien conmigo. – Ella le habla amablemente.    - ¿Quieres decir aquí? - Ella levanta el dedo pulgar, sonríe, Marlene extiende la alfombra y comienzan el ejercicio. - Relájate al estirar los brazos hacia arriba. - Ella ejecuta los ejercicios como Marlene le indica. Camina detrás de ella y comienza el intercambio de calor entre sus cuerpos. - Voy a agarrarte por la cintura y presionar sobre tu abdomen, respira despacio cuando lo haga. Ahora cierra los ojos y piensa en algo relajante. – Respira hondo de nuevo con lentitud. Rebecca abre los párpados para mirarla. - ¡Ojos cerrados Rebecca! – Le susurra. - Levanta la pierna.-  Rebecca se siente con apremio y puede sentir la tensión y la opresión comienzan disminuir, Marlene le ordena que lo haga varias veces, cada vez resulta más fácil hacerlo. - Lentamente baja la pierna y ahora los brazos a los lados, toma una respiración profunda. – Continúa instruyendo Marlene. Cuando Rebecca abre los ojos los rostros están muy cerca. - Así que así es como lo haces. – Le dice con una sonrisa Rebecca. - ¿Hacer qué? - Ella sonríe con cautela. - ¿Yoga, Ehh? - Murmura bajo su respiración, sus ojos marrones son dardos hacia adelante y hacia atrás mientras mira profundamente a Marlene. Se paran y se miran sin decir una palabra, Marlene mueve su rostro cerca de los labios de Rebecca, toca la boca en un beso dulce, se separa y mira hacia sus ojos nuevamente la profundidad de la mirada de Marlene le dice a Rebecca que todavía hay una chispa entre ellos. Rebecca siente que su cuerpo tiembla. La boca de Marlene de nuevo separa sus labios y explora la suya en un profundo beso apasionado.  - ¡Marlene! - Rebecca susurró. - ¡Shhh! No ahora. - Las manos encuentran su rostro, la punta de su lengua traza el labio inferior de Rebecca. - ¡Marlene por favor! - Se aparta ligeramente de ella. - ¡No podemos! - Ella duda, Marlene baja la cabeza. - ¡Lo siento! No estaba pensando, me quedé atrapada en el momento. - Le dijo algo alterada. - ¿Podemos hablar? – Se sientan en el sofá. Rebecca pregunta. - Por dónde empezar. – Expresa sin preguntar. - Con la verdad. - Marlene responde deprisa. - ¡Ok! La verdad, no puedo decir que esos besos no fueron buenos, lo fueron y me trajeron muy buenos recuerdos, pero el final de nuestra relación fue algo devastador para mí. - Se siente emocionada para continuar, lleva mucho tiempo deseando vaciar su corazón. Pero no de cualquier forma ni a nadie que no fuese ella. Percibe la sensación que el perdón es el mejor lugar al que debe dirigir sus sentimientos. En su interior necesita que el perdón sea mutuo y esa chispa que aún brilla en la mirada de Marlene le da esa esperanza. - Te quería con toda el alma, pero no había ninguna segunda oportunidad para nosotras, lo dejaste muy claro y tuve que dejarte ir después de lo que quedaba de una mala situación. – Con su mano acaricia la mejilla de Marlene, Marlene permanece en silencio. - No te culpo, nunca te he culpado, no podía hacerlo. Era yo, todo pasó en mí misma, simplemente no me di cuenta de que todo lo que era sagrado para nosotros se había perdido. - Retira la mano de la cara de Marlene y retrocede. Hay un momento de silencio entre ellas un momento para reflexionar. - Alguna parte de mi siempre te querrá, no he dejado de quererte, lo que has significado para mí es más de lo que puedas imaginar, aprendí a amar y luchar por ese amor. - Rebecca pudo ver una lágrima que goteaba por el rostro de Marlene y se lo limpia con el pulgar. - No llores, ya hemos derramado demasiadas lágrimas. - Sus palabras hacen que el corazón de Marlene se hunda en sus pies. - Sí deberíamos, yo no quiero llorar, pero no me puedo contener. - Logra sacar las palabras con dificultad. – Has tenido suerte de haber conocido a un hombre maravilloso y no hay manera de que puedas traicionar su confianza o su amor y yo… - Hace una pausa brevemente. - He encontrado a la mujer que amo, sí, estropeada, pero la amo y ella es lo que hace a mi mundo lo que es. - Marlene sacude la cabeza al darse cuenta de que sus palabras están expresadas con el corazón. - Debo darte la razón. – Le dice Marlene. – No podremos ser amigas, pero me gustaría intentarlo. - Replica Rebecca. - ¡Me gustaría! - Responde ella con calma. - Todavía necesito que me ayudes - Expresa mientras decide cambiar de pensamiento. - Necesitaría recordar el día del accidente. ¿Por qué estaba donde estaba cuando ocurrió? - Refunfuña Rebecca. - Te ayudaré, pero sólo si te sientes cómoda. No quiero que te esfuerces más allá de lo necesario. - Marlene la instruye. - Debería irme. - Se levanta, con su mano acaricia el hombro de Rebecca. - ¡Gracias Rebecca! – Le dice con una sonrisa. Ella sonríe también. Marlene sale pensativa y respira profundamente antes de encaminarse hacia el Hospital. Rebecca se queda sola mirando la puerta, las lágrimas no tardan en aparecer, no hay llanto, solo dolor.

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