Atrapada
en fuego cruzado
Marlene se queda en silencio escuchando las
indicaciones de Grace. - ¡Por favor! Dime
que lo sabes. – Marlene balbucea. -
¡No sé qué quieres que diga! - Se siente terrible por dentro al estar
causando tantos trastornos a la gente que la rodea. - Dime
la verdad, eso es todo lo que te estoy pidiendo, no puedes seguir así, Marlene.
– Ella comienza a llorar. - Nunca he amado
a nadie de la misma forma en que la amo. No sé cuánta más angustia puedo
soportar, la amo, pero no hay nada que pueda hacer al respecto, nuestras vidas
han cambiado y… - Grace la detiene. -
¿Quieres hacer una vida con Mark? ¿Tener un hijo? ¿Vivir este sueño de
fantasía? - Le pregunta racional. - No
quiero hacerle daño, puedo poner todo tipo de excusas por mi comportamiento,
pero en el fondo… ¿Estás enfadada
conmigo?- Marlene pregunta amablemente y con sinceridad, Grace ríe tratando
de aliviar la tensión. - Todos tenemos
secretos o cosas que nos gustaría que permanecieran ocultos. Lo siento por Mark
y eso hace que sea tan difícil. Te has casado con alguien que tú dices amar y
quieres hacer una vida con él, que no tiene ni idea de esto. Lo lastimarás
cuando se entere. - Marlene deja de caminar. - No puedo herirlo, tengo que contarle mi vida antes de llegar a New
Haven. - No puede alejarse de Grace que le implora. - Tampoco puedes vivir una mentira. - Le recuerda ella. - Tú amas a Mark, pero no como la amas a
ella. - Suspira Marlene. - Nunca
quise volver aquí, me duele verla, quererla, estoy celosa de la mujer que tiene
su corazón ahora. – Se queja con realismo. Grace comienza a pensar con
dificultad. - La otra noche, cuando saliste a caminar. ¿A dónde fuiste? - Ella
se acerca con la mirada fija en ella y con determinación. Marlene sólo puede
mirar al cielo antes de hablar. - No
quiero hablar de ello Grace. - Ella deja la puerta abierta. - Fuiste a verla. ¿No? - Marlene baja la vista. - ¡Lo hice! Tenía que despejar el aire, debía asegurarme de que lo
que sentía era real o no se correspondía con mis sensaciones. – Le responde
con honestidad. - ¿Te has acostado con
ella? - Grace la acorrala y ella tiembla suavemente. - No creo que necesite contestar a eso. – Le señala poniéndose las manos
en los bolsillos de sus pantalones. Grace insiste. - Tienes que decírselo a Mark, Marlene, todo lo que necesita saber.
– Ella tiene una lágrima en los ojos. -
Deberíamos regresar, los chicos comenzarán a preguntar dónde estamos. - Coge
a Grace por el codo que se dan la vuelta para dirigirse de regreso al
apartamento. Grace le recuerda a Marlene
que hable con Mark, cuando están a punto de entrar por la puerta. - ¡Hola! ¿Cómo fue el paseo? - David
pregunta con una revista que estaba mirando. – Bien, bien. A Grace le pareció largo. ¿Dónde está Mark? - Marlene
pregunta. - ¡Ducha! – Dice señalando
hacia el dormitorio. Grace hace un gesto a David para que se dirija arriba con
ella. - ¡Buenas noches! - Marlene
entra en el dormitorio, se quita el suéter y se sienta en la cama bajando la
cara entre sus manos, respirando profundamente. - ¡Oh! Yo no he venido aquí. - Mark entra en el dormitorio con una
toalla envuelta alrededor de sí mismo. -
¡Hola! –
- ¡Hola, buenos días! Te levantaste temprano. - David saluda con una sonrisa. -
¿Café? - Él está llenando de agua la cafetera. - ¡Sí, gracias! - Marlene lo agradece. - ¿Grace durmiendo? – Pregunta.
- ¡Sí! Vamos a Colonia hoy, de compras y ver la ciudad. ¿Y qué pasa contigo? –
Le dice. - El doctor Kessler me ha pedido
que comience la terapia con un niño que se rompió un brazo, quitó el hierro
ayer y me pidió que le echara un vistazo esta mañana. - David le sirve una
taza, Mark bostezando sale del dormitorio.
- Marlene está trabajando esta mañana. ¿Quieres unirte a nosotros en Köln para
visitar la ciudad? - Él sonríe abriendo el papel. -
¡Gracias! Pero tengo que ir al hospital y revisar algunos archivos. – Responde
con aire perezoso. David sirve a Grace una taza y se dirige con ella a las
escaleras. - Disfruta de tu día. - Marlene termina su café sin decir mucho. - ¿Vienes conmigo?– Le pregunta con
sobriedad. - Déjame buscar mi chaqueta.
– Hace una mueca de dolor y se marchan para el hospital.
Mark entra en su despacho y escudriña los
archivos que había en el escritorio. -
¡Dr. Blair! – La recepcionista abre la puerta. - La señora Von Lahnstein desea verle. – Le anuncia. - ¡Por favor! Que pase. - Se levanta de
su escritorio y le ofrece un asiento. - ¡Sra.
Von Lahnstein! Es un placer volver a verla de nuevo. – Saluda muy cordial. - Gracias por recibirme tan pronto y en un
sábado por la mañana. – Corresponde con una sonrisa hacia él. - ¿Está todo bien con Rebecca? – Le
pregunta intrigado por la visita. - Ella
está muy bien y recuperándose. En realidad ella está bien, parece estar admitiendo
bien la terapia, pero estoy aquí en agradecimiento por lo que ha hecho. Me
gustaría saber si usted y sus invitados podrían unirse a nosotros para cenar en
el castillo mañana por la noche como una celebración por sus éxitos. - Mark
se enderezó aclarando su garganta. - Déjeme
tratar el tema con Marlene, no tenemos planes para mañana por la tarde y
nuestros amigos están de excursión hoy, ¿Puedo hacer que Marlene le llame? – L
e pregunta. - ¡Por supuesto! Marlene es
muy querida. - Ella se levanta y estrechan sus manos y sale.
-
¿Dónde crees que vas? - Rebecca
le dice ladrando cuando Lizette comienza a vestirse. - ¿Te dije que me iba a Berlín hoy o te olvidaste? - Le pregunta
colocando sus manos en las caderas, Rebecca entrecierra los ojos. - ¿Tienes que…? Quiero decir que has estado
fuera una semana y necesitamos un tiempo muy necesario juntas. - Le dice
como en un ruego. - Deja de hacer pucheros.
- Lizette se sienta en la cama a su
lado. - Vuelve a la cama. - Ella
bromea colocando sus dedos en el botón superior de su camisa. - ¡No puedo! - Se pone de pie y entra en
el cuarto de baño. Su teléfono celular en la mesilla de noche vibra anunciando
un mensaje. - ¡Lizette! - Rebecca grita, ella no
contesta, coge el teléfono y mira el mensaje que aparece en la pantalla. - ¿Cuándo llegas? – Lee, mira el
nombre del remitente, Francisco. El nombre le es familiar, solo que no puede
recordar por qué. Cierra los ojos y se estira, pero no encuentra respuesta. - ¡Lizette! - Ella grita de nuevo. - ¡Sí Rebecca! - Ella sale de lavarse el
pelo. – ¡Un mensaje! - Le entrega el
teléfono. - ¿Quién es Francisco? - Interroga
sabiendo que ya había preguntado sobre él con anterioridad. - Él es el fotógrafo que se usa la compañía
en muchos de los desfiles que yo trabajo. – Responde de forma aleatoria
inventando. - ¿Por qué? - Ella
frunció el ceño. - Él es el que pregunta.
¿Por qué debería estar cuando llegues? Siempre has sido puntual. - Lizette
traga saliva y trata de sonreír. - ¿No me
digas que estás celosa? – Señala. - ¿Debería
estarlo? - La respuesta es dura. - ¡Te
amo! Francisco no significa nada para
mí. - Ella se inclina y besa sus
labios. - Tengo que empacar. –
Sonríe. - ¿Cuándo estarás en casa? -
Lizette empieza a sacar su ropa del armario.
- El lunes por la tarde. Haremos
un rodaje mañana después del desayuno con la cliente. Además me reuniré con una
nueva agencia sobre un trabajo en Lisboa. – Le indica mientras va doblando su ropa. Rebecca suspira
profundamente. - Supongo que no puedo
detenerte. - Lizette se dirige hacia Rebecca. - Ya sabes cómo es el trabajo y tengo que hacerlo mientras pueda. –
Ella coloca la mano en el rostro de Rebecca acariciándolo. - Si alguien sabe acerca de la devoción y la dedicación al trabajo eres
tú, Rebecca. - Ella cruza los brazos para mirarla con fijeza, suspira. - ¡Lo
sé! Solo estoy decepcionada, eso es todo, esperaba tener más tiempo contigo, no
hemos tenido mucho últimamente y te echo de menos. - Se queja de la
situación. - ¡Lo sé! Estaré de regreso el
lunes y tendremos unos cuantos días. ¡Te lo prometo! Me tengo que ir mi taxi,
estará aquí en breve. - Cierra su maleta y besa a Rebecca nuevamente. Rebecca se asoma a la ventana para contemplar
como se aleja. Se recuesta en la cama y cierra los ojos volviendo a dormirse y
sueña. Esta vez es Marlene y su aventura. Despierta abruptamente y comienza a
revolver su ropa buscando el teléfono. Envía un mensaje preguntando si puede
venir al castillo.
Rebecca se ducha y se viste. Lee una revista esperando su
llegada. Marlene entra en el invernadero con algo de misterio. - ¡Gracias por venir! - Se sienta en el
sofá frente a ella. - ¿Estás bien? –
Pregunta algo sorprendida por la llamada. -
Quería que supieras que decidí no contarle a Lizette sobre lo ocurrido. – Comienza
a hablar. - No podría dejarte preocupada por lo que crees que ella podría hacer o
decir. Lo he pensado bien y tenemos que estar de acuerdo. Pero con el tiempo
tendrás que decirle a Mark la verdad. - Rebecca la agarra por la mano y Marlene se
levanta y se pone a caminar. - Sé que no
necesito decirte cómo duele la infidelidad y cuando mientes durante semanas o
meses al respecto, no solo te lastimas sino que lastimas al otro. – Le
recuerda con tristeza. – Se lo que será mejor para ti, se lo diré a Lizette
porque es lo correcto, pero no, mientras estés aquí. - Afirma con una expresión
triste sobre ella. - No puedo creer que
haya dejado que esto suceda - Mira a Rebecca. - Que te
haya puesto en esta situación. - Continúa secándose los ojos. - Tengo que preguntarte cuál es tu motivo,
quiero decir. ¿Por qué? - Marlene se aclara la garganta y se coloca de
nuevo al lado de ella en el sofá. - Amo a
mi marido y mentirle no es algo quiera hacer, diez años fue mucho tiempo sin
verte, estaba feliz, encontré una carrera y nunca quise volver aquí. - Rebecca la mira a los ojos. - Pensé que cuando él cogió tu caso,
insistió en que sería bueno para ti que yo pudiera manejarlo. Nuestras vidas han
cambiado, tú misma lo dijiste.- Hace una mueca y balbucea. - Pero lo único en que pensaba era en lo que
echaba de menos estar contigo. – Continúa tartamudeando. - Estaba celosa de Lizette, tu vida con
ella, fue mía una vez, pero no pude ver más allá de ti. De aquella infelicidad,
supongo que se podría decir que fui egoísta y necesitaba encontrarme a mí
misma. - Rebecca la detuvo. - Puede que no lo sepas, pero es necesario que
encuentres tu camino y seas feliz. ¿Qué puedo decir de mí? No puedo rogarte que
te quedes en un lugar donde las cosas no estaban bien, miro hacia atrás y
pienso en cómo te traté y cómo dejé que mi familia y el negocio me manejaran
durante mucho tiempo hasta que me di cuenta que me había quedado sin nada. - Acaricia
la cara de Marlene con la mano. - Mark es
un hombre afortunado dile que, desearía poder decirle lo ingeniosa, inteligente
y talentosa que eres, si solo pudiera compartir con él lo que teníamos.
- Sonríe agradable. – Mark sabe qué clase de persona soy, él me ama y me trata como a una
reina. - La mirada de Marlene torna sombría. - ¡Entonces! ¿Por qué estás aquí? Sé que te llamé y te pedí que
hablásemos, pero ... - Las puntas de los dedos de Marlene se dirigen a los
labios de Rebecca. - ¡Por favor Rebecca!
- Mira en la profundidad de sus ojos. - ¿Qué es lo que quieres de mí, Marlene? -
Rebecca pregunta algo inquieta, sospecha que algo puede ocurrir y se enerva un
poco. - ¿No es obvio? – Le responde
en un susurro. Se miran un segundo y sus rostros se acercan, sus labios entran
en contacto de un suave beso. Rebecca separa los labios de Marlene. Apasionadas, gimen y gimen al a besarse con intensidad y fuera de control. - ¡Te quiero! – Marlene acaricia los
labios de Rebecca con los suyos. Ella se retira. - ¡No puedo! - Se levanta y se aleja de Marlene. - ¡Rebecca! – La llama caminando detrás
de ella que se vuelve para mirarla. - ¿Sabes
cómo me haces sentir? - Le pregunta tratando de aliviar la angustia de
Rebecca. - Yo, sé cómo solía hacerte
sentir, pero ahora… - Marlene deja de hablar poniendo sus labios en los
suyos con impulso erótico y empieza a desnudarla. Rebecca aprieta su musculatura
tratando de evitar sus avances. - ¡Por
favor! Marlene detente. – La respiración se hace más profunda y jadeante. Los
labios de Marlene acarician y besan el cuello de Rebecca, siente las pequeñas
gotas de sudor que se elevan en su piel, mientras saborea su dulzura. - Te he echado mucho de menos. – Dice ella
con suave tono abrazando su pecho con sus manos y acariciándola con lentitud.
El corazón de Rebecca se acelera, un deseo salvaje de agarrar a Marlene la
inunda y pone su mano en la nuca para atraerla hacia si. La punta de su lengua
dibuja los labios de Marlene. Rebecca la desviste y se queda mirando con
lujuria su carne desnuda. Rodea su cintura lentamente con las manos para entrar
en el dormitorio y caer en la cama.
Rebecca yace, encima de ella, sus carnes
fundidas en el calor de manos sensuales apasionadas y dedos serpenteando sobre deseos
guiados, la lengua de Marlene viajó lenta y metódicamente hasta el montículo de
Rebecca, deslizó su mano provocando en ella fuego, se mueve y se retuerce,
gimiendo en éxtasis. Se mueve rápidamente sobre Marlene con sus manos y la
acaricia haciéndola vibrar hasta que ella llega al clímax sin control.
Los rayos de sol que penetran a través de
la ventana hacen que se formen sombras sobre la piel de los cuerpos desnudos de
las dos mujeres envueltas firmemente en un abrazo. Marlene con su dedo traza el
puente de la nariz de Rebecca. - ¿Qué
estamos haciendo aquí? - Rebeca propone la pregunta a Marlene. - ¿Qué quieres decir? – Ella repregunta
a su vez. - ¿Qué es esto para ti? - Rebecca
preguntó. - No sé qué es esto en realidad.
- Ella se vuelve algo adusta. - Dices
que amas a tu marido, pero estás en mi cama. - Marlene se incorpora y se frota la cara. - Debería vestirme e irme, Mark debe estar
preguntándose dónde estoy. – Se levanta de la cama. - ¡No tan rápido! - Rebecca la agarra de la mano, Marlene se deja caer
a su lado y se besan con sus lenguas entrelazadas en un momento perdido. – Me tengo que ir. - Se desprende de las
manos de Rebecca. - ¡Marlene, por favor!
- Ella se pone la camisa sin contestarla. - Tengo mucho que pensar. - Rebecca sale de la cama y se viste con
su bata. - ¿Esto es sexo para ti? -
Ella aborda el tema de nuevo. - Tengo que
irme. – Agarra el bolso y sale por la puerta dejando a Rebecca en un
momento tierno pero incierto. Rebecca se recuesta y se cubre en el mismo
instante que siente una punzada en la pierna a causa de la rigidez. Rápidamente
le escribe a Marlene un mensaje quejándose de mucho dolor, arroja su teléfono a
la cama y suspira en voz alta sus pensamientos sobre Lizette y cómo la había
engañado una vez más.
-
¡Marlene! - Elisabeth la
llama cuando está a punto de salir por la puerta principal, - ¿Es por Rebecca que estés aquí temprano? -
Ella mira a Elisabeth y duda con brevedad porque el teléfono chirria y lo saca
del bolso. - ¡Eso es! Rebecca de nuevo
tiene algo de rigidez, debo asegurarme de que está bien. - Ella tartamudea,
Elisabeth la mira algo extrañada. - ¿Quería
hablar contigo si tienes un momento? - Le pregunta, Marlene sonríe complaciente.
- ¡Sí! - Ella se acerca a ella. - He hablado con Mark esta mañana y le pedí
que acudan a cenar ésta la noche, tú y tus invitados, él me dijo que te
preguntaría. - Marlene se queda en silencio y mira la pantalla para
comprobar si ella tenía alguna llamada de él.
- ¿Ha dicho eso? – Pregunta sorprendida. - Pero ya que estás aquí, creí oportuno preguntarte. – Se justifica
Elisabeth. - Él no me ha preguntado. Creo
que podemos, además el esposo de Grace, David, no ha visto el castillo, así que
sí. – Le responde ella, volviendo al pasillo. - ¡Marlene! - Elisabeth la
detiene. - ¿A las Seis? – Ella le
contesta con una afirmación.
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