Una separación necesaria

Una separación necesaria

martes, 13 de febrero de 2018

Episodio décimo noveno


Dos errores no hacen un derecho


 Marlene espera sentada en el sofá de casa a que Mark regrese. Su vuelo se ha retrasado, por ello está ansiosa, está pensando en Rebecca la última conversación resuena en su mente, la revelación de Rebecca acerca de sus verdaderos sentimientos corre alocada por sus venas. Se sobresalta de sus pensamientos por el tintineo de las llaves de Mark en la puerta, corre hacia él para recibirle. - ¡Hola!- Él la abraza por la cintura girándola en sus brazos. - Te he echado de menos. Aunque Berlín fue agradable. - Se ríe. Mark se inclina para besarla y acaricia su pecho a través de la camisa, afloja su corbata gimiendo mientras sus manos se preguntan dónde está el botón superior de sus pantalones. - ¿No estás cansado? -Ella pregunta poniendo las manos en las solapas de su chaqueta. - No cuando se trata de ti. - La lleva de la mano al dormitorio, sintiéndose extraña y torpe, pero se da cuenta que ahora es el momento de tratar de resolver las cosas con su marido después de todo piensa que...  "Me casé con él porque lo amaba" Marlene cede a sus encantos y pasan la noche en el amor. - Quizá esta vez estés embarazada. -Murmura Mark en voz baja, Marlene pone los ojos en blanco. - Quizás sí. - No tiene ganas de discutir, Rebecca estaba en su mente. - ¿Qué estás pensando? - Él pregunta con inocencia. - ¡Nada realmente! Te extrañé. - Tragó saliva sabiendo que en realidad no sabía que Marlene está en problemas. - ¡Marlene! Quiero tener un hijo contigo. - Le implora agarrando su hombro y tirando de ella más cerca de él. Ella no puede hablar el dolor emocional que siente. - Creo que deberíamos ver a un especialista, seguramente hay una razón por la que no te has quedado embarazada. - Marlene se queda preocupada.

- La habitación setenta y cuatro. – Expresa Rebecca mirando alrededor del vestíbulo del hotel. - Lisboa suele estar hermosa en esta época del año. - Le responde el empleado del hotel, le entrega la llave de la habitación de Lizette. - Estaré aquí unos días. Espero ver algunos lugares de interés. - Ella le habla haciendo un guiño al botones que camina detrás con su maleta a remolque. - ¿Eso es todo, señora? -  Pregunta mientras le da una propina. - ¡Sí, gracias! - Rebecca entra en la habitación. Se sienta en la cama y se relaja, le escribe un mensaje a Lizette, cuando de repente oye la llave en la cerradura, Lizette la abre riéndose, pero casi se ahoga al ver a Rebecca sentada allí. - ¡Rebecca! - Ella se apresura a su lado y la abraza. Mientras un joven de tez morena y guapo se queda parado en la puerta sin decir nada. - ¿Qué estás haciendo aquí? - Lizette pregunta en un tartamudeo. - Pensé que sería agradable sorprenderte. - Le sonríe y contempla al hombre de la puerta con una mirada arrugada. - ¿Vas a presentarme a tu amigo? - Rebecca infiere, Lizette le mira a él mordiéndose el labio. - ¡Uh! Sí, ¡Eh!  Francisco ésta es Rebecca. - Se mueve hacia la cama y le estrecha la mano. El corazón de Lizette late salvaje en este primer encuentro. - Acabábamos de llegar desde un rodaje y… - Ella deja de hablar porque Francisco se interpone. - Estoy justo en el fondo del pasillo solo que he acompañado a Lizette a su habitación. - Sonrió sintiendo su garganta apretada. - ¡Ya veo! - Rebecca la abraza por el cuello con fuerza. - Si ambas me disculpan, tengo una película que trabajar. Nos vemos después. - El sale y cierra la puerta apresuradamente dejando a las dos solas.  

Lizette y Rebecca se meten en la tibieza del agua de la bañera. - ¿Vino? - Lizette le pregunta. Observa que no haya ningún rastro de Francisco en la habitación. Le sirve una copa a Rebeca. - Debo decir que estoy bastante sorprendida de que salgas de Düsseldorf. - Dice aclarándose la garganta al abordar el tema. - No quiero hablar de cualquier cosa, solo de nosotras. – Se inclina hacia adelante y la besa. - Te amo Lizette y ahora mismo lo único en lo que quiero concentrarme es en nosotras. - La mira y agarra un mechón de su pelo castaño claro revolviéndolo con los dedos. - No has tenido que venir hasta Lisboa para decírmelo Rebecca. - La reconviene. - ¡Sí!  Tenemos que hablar de algunas cosas. - Ella expresa como un recordatorio de por qué ella está realmente allí. - ¡Ok! Pero primero. -  Lizette comenzó por poner sus labios en Rebecca en un beso dulce y se trasladan de la bañera a la cama completamente mojadas acaricia y explora en la pasión caliente que ambas ponen allí durante un rato disfrutando de la liberación sexual. Cerrando sus ojos piensan lo que decir la una a la otra.
Rebecca empieza a hablar en voz baja. - ¿Este Francisco, es él quien sigue escribiéndote? - Lizette se siente incómoda y se le arruga la frente en previsión de lo ha de decir. - ¡Sí! - Ella responde contundente y con calma. - ¿Por qué lo preguntas? - Siente que su corazón empieza a correr.  - Creo que él tiene un interés en ti más allá de la fotografía. – Gira la cabeza hacia ella mientras habla con una mirada de desafío. - ¡Rebecca! No creo que ese sea el caso. -  Lizette se protege. - ¡Hmmm!  No soy ninguna tonta Lizette. -  Le dice con severidad. - ¿Qué te haría pensar eso? - Pregunta como si estuviera acorralada en una esquina. – ¿Te acompaña a tu habitación, cuando él está justo al final del pasillo? Lizette, ¡Está más que claro!  - La mira mientras se lo recuerda. Lizette se sienta en la cama. - Te amo, Rebecca. - Habla a la defensiva. - Sé lo que es engañar a la persona que más amas. - Añade mirando a Lizette con cautela. Ella implícitamente interpreta. - ¿Estás diciendo que te puedo engañar? - Exclama saltando violenta de la cama. - ¿Me acusas de hacer trampas?- Ella se irrita. - ¿Lo haces? - Rebecca pregunta con calma. - ¡Yo, yo! ¿De dónde viene esto Rebecca? -  Rebecca se sienta en la cama y le hace un gesto con la palma de su mano para que Lizette se coloque a su lado. -Tengo que decirte algo, algo que he guardado, pero debía haberlo dicho. - Lizette se relaja un poco escuchando. Le narra la historia de su vida pasada, la cual nunca había sido muy prometedora. - Estuve desesperadamente enamorada hace mucho tiempo. - Lizette se ríe y suspira. - ¡Lo sé! - Rebecca levanta el dedo a los labios de Lizette. - ¡Por favor!  Escucha: Tristán estaba comprometido con una mujer con la que tuve un romance, alguien que me enamoró. Hubo mucha agitación y odio entre nosotros, él nos devastó de muchas maneras, pero no pudo evitar el hecho de que yo estuviera enamorada y peleé con uñas y dientes para estar con ella, no me importaban las consecuencias, tenía derecho a estar enamorada. – Le narra, mientras toma una profunda bocanada de aire. - ¿No lo hizo, ella no te amó? - Lizette pone una mirada emocional de preocupación. - Ella lo hizo y su amor fue un amor poderoso, incondicional y bello como ninguno. Pero con el tiempo no pude ver lo que pasaría. – Rebeca deja caer una lágrima de la comisura de su ojo. - ¿Qué quieres decir? - Lizette la interroga acariciando la mejilla de Rebecca. - Sí, sé que no he sido muy habladora al respecto. – Vuelve a respirar. - ¡Vamos! - Dice Lizette. – Comenzamos a discutir por cosas que nada tenían que ver con nosotras. Yo la engañé y ella me dejó, no puedo decir que la culpo. - Añade tristemente. - No quedó espacio para otra oportunidad, le rogué que no lo hiciera, pero ella necesitaba encontrarse a sí misma, necesitaba marcharse. Yo me dejé llevar por la vida preguntándome qué pasaba, los errores estúpidos y de mierda que había hecho. Nosotras estábamos felices ella me hizo ver eso, yo sólo necesitaba seguir adelante, pero ella regresó. - Rebecca deja de hablar, Lizette piensa en lo que había dicho, el aire escapa de sus pulmones mientras mira cautelosa a los ojos de Rebecca. - ¡Marlene! - El nombre sale de la lengua de Lizette mientras baja los hombros. - ¡Sí! Marlene. – Lizette se pone nerviosa, las frustraciones al descubrirlo pesan sobre ella. - Sabía que había algo, algo diferente en ella. - Se levanta con brusquedad de la cama. - Ella está detrás de ti Rebecca. - Su tono ahora enojado. - ¡No! Ella ama a su marido. - Rebecca argumenta tratando de cubrir la verdad. - ¡Mentira! Rebecca ella ha tenido deseos por ti desde la primera vez que la vi en la habitación contigo. – Responde con enojo haciendo una mueca. - ¿De qué estás hablando? - Lizette hizo una mueca. - Su mano en tu cara, la mirada en sus ojos, pude ver el dolor, ella estaba atormentada por ti. – Lizette habla de forma abrupta. - Lo que Marlene y yo teníamos está acabado. - Replica Rebecca, Lizette siente mal el estómago. - ¡Tal vez para ti! Pero no para ella. -  Sonríe Rebecca y suspira. - Te amo y sólo a tí, por eso he venido hasta aquí, necesitaba decirte la verdad, no hay secretos o animosidad hacia ella. -  Le confiesa. - ¡Bueno! ¡Lo siento! Pero no confío en ella Rebecca. – Gruñe con ojeriza. - Sabes tan bien como yo, que cuando se pierde un amor como ese y vuelve a aparecer inesperadamente las chispas pueden volar. - Le advierte con fuerza, nota que sus fosas nasales se inflaman de ira. - ¿Francisco? – Rebecca vuelve a preguntar, Lizette se siente culpable, trata de mantenerlo oculto. Las confesiones de Rebecca la preocupan. - ¿Algún engaño? - Lizette le pregunta a Rebecca que baja la cabeza. - ¡Sí! – Se le encoge la boca del estómago. - ¿Cómo ?, ¿Por qué? – Pregunta. - Realmente no me interesa discutirlo, sabiendo lo que hice, es suficiente. - Ella no quiere hablar más de eso. - ¡Marlene! -  Lizette deja que su nombre se deslice de sus labios y mira a Rebecca. - ¿Qué vas a hacer? - Entrecierra los ojos y continúa. - Ella es tu terapeuta. - Las palabras Lizette le hacen temblar. - Tendrás que lidiar con ello, estoy haciendo grandes progresos con ella. ¡Y sí!  Hemos discutido el cambiar de fisioterapeuta. – Lizette no da crédito. - Yo soy otra persona. - Rebecca gimió levantándose de la cama y agarrando a Lizette por los hombros. – No hay nadie disponible para tomar mi caso en este momento, te quiero en casa para ayudarme a superarlo, te necesito Lizette. - Se muerde el labio esperando una respuesta de ella. - Confío en ti, Rebecca, es ella, tengo un problema con ella. - Rebecca le hizo una reverencia. – Estoy dispuesta a pasar el resto de mi vida contigo, quiero que vengas a casa y hagas planes. - Traga saliva mientras le suplica. - Es mucho pedir, acabas de arrojar una bomba sobre mí.– Se aparta lejos de Rebecca. - ¿Me amas? - Pregunta con firmeza, Lizette gira lentamente la cabeza. - ¡Sí, te amo! - Sonríe levemente. - ¡Entonces! Si me amas como dices. No esperes, cásate conmigo. - Las palabras se derrumban a su alrededor como una oleada de sorpresa repentina. - ¿Casarse? – Experimenta una sensación temblorosa al repetir el verbo que Rebecca acababa de pronunciar. - ¿Quieres? - Cuestiona Rebecca en un alegato. Lizette camina hacia ella. - Estoy muy honrada, pero así de repente… - Ella expresa su corazón dolorido por el hecho de que no es honesta con Rebecca. - Sé que me amas y estás en shock en este momento pero piensa lo que estoy diciendo Lizette, estoy lista para un compromiso, podríamos ser felices juntas, hacer las cosas que hemos hablado, no hay nada que se interponga en nuestro camino. - Lizette traga saliva mientras Rebecca la mira profundamente ojos. - ¿Puedo pensar en ello? - Ella pregunta con  humildad. - ¡Sí! ¿Cómo puedo convencerte? – Añade mientras se sienta en la cama junto a ella. - Ahora mismo lo único que quiero que hagas es hacerme el amor. - Le suplica Lizette, se arrastran debajo de las sábanas bajo el calor de la pasión. - Espero no haberte lastimado o disgustado. - Dice Lizette rodeando con sus brazos a Rebecca. - Creo que te asusté. - Rebecca se burla a media risa y comienzan su loca tarde de amor. - Muéstrame lo verdaderamente comprometida que eres conmigo. - Siente el dolor de su mentira subiendo sobre ella. - Yo lo hago y tú eres para mí la única, es tan simple Lizette, quiero hacer la vida contigo. - Lizette mueve su labio mirando hacia atrás. - ¿Cómo lo va a tomar tu familia? Quiero decir que no hay un amor perdido allí. -  Razona buscando una escusa. – Déjame a mi lidiar con eso si decides aceptar. - Su sonrisa calienta el corazón de Lizette por un breve momento. - Voy a pensar en ello Rebecca. - La conversación se hace más seria. - Prométeme que serás honesta contigo misma y pensarás en mi propuesta. - Le responde. - Tengo hambre, creo que una cena romántica será perfecta. –

Marlene repasa sus fichas preparándolas para entregar a su marido. - ¡Marlene! - Mark abre la puerta de su oficina de improviso. - Estoy a punto de terminar mi trabajo por hoy. – Le informa. - ¿Puedes esperar un rato? - Le pregunta, el permanece en la puerta de su oficina. - ¡Déjalo para mañana! No estoy bien, me voy a casa temprano, he tenido un dolor de cabeza muy molesto todo el día. – Comenta con una sonrisa. - De acuerdo vete y descansa, estaré allí en breve. - Mark asiente y desaparece. Marlene continúa hasta terminar el papeleo. Mira el teléfono celular y comprueba si hay algún mensaje de Rebecca, pero no. - ¿Por qué fuiste con ella? - Se plantea en un susurro y su enfado crece. Marlene se quita la bata y se marcha en dirección a su hogar.

Mark está revisando el botiquín en busca de una aspirina cuando accidentalmente tropieza con una cajita de píldoras que cae en el fregadero, la recoge y le da la vuelta, lee con dificultad y espanto que son píldoras anticonceptivas. Mark mira en el espejo el enrojecimiento de su rostro. - ¡Dios mierda! – Vocifera, mientras aprieta el paquete de píldoras en la mano.
Marlene llega a la puerta del apartamento y coloca la llave en la cerradura, la gira para y entra en el recibidor. Se acerca a la habitación abriendo ligeramente la puerta. Mark está sentado con la cabeza en la mano. - ¡Mark! ¿Estás bien? - Le pregunta con calma, pero él no le contesta. - ¿Mark hay algo mal? - Ella pregunta caminando hacia él, que recoge el paquete de píldoras y se lo muestra a ella. Marlene suspiró con profunda ansiedad y baja la cabeza. - ¿Qué es esto? – Ella tarda en responder. - Son unas píldoras anticonceptivas. - Ella responde tirando su pelo lejos del rostro. - ¿Y tú las estás tomando? - Se levanta y las arroja a la cama. Los ojos de Marlene siguieron su mano mientras él anudaba el puño con rabia. - ¿Por qué? - Él pregunta en tono de drama. - Porque no estoy lista para tener un bebé y tú  no escuchas mis razones. - Sacude la cabeza. - ¿Tiene esto que ver con tus fantasías?- Su voz es fuerte y endurecida. - ¿Qué? ¿De qué estás hablando? - Ella se acerca.  - Sabes exactamente de que diablos estoy hablando. -  Él la empuja ligeramente hacia un lado. - ¡Vigila tu lenguaje, soy tu esposa! - Ella exclama en voz alta. - ¿Mi esposa? ¿De veras? No has hecho otra cosa que mentir, toda nuestra vida y el matrimonio no es más que una maldita mentira. - Le grita. Ella cierra los ojos, aprieta con fuerza la mandíbula. Siente el dolor de sus palabras como un cuchillo dentado. -  ¡Por favor! No puedo creer en ti ni confiar en ti, todo lo que has hecho es mentir sobre todo, Rebecca, tomando anticonceptivos, ¿Qué debo pensar? - Empieza a caminar. - ¡Mark! Yo no estoy preparada para tener un hijo, nos acabamos de casar, apenas estoy comenzando en mi carrera. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Eh? – Ella le mira implorando, le agarra por el brazo y él se suelta, no muestra caridad. - No puedo hablar contigo más, ni siquiera eres honesta contigo misma. – Ella le mira con extrañeza. - ¿Qué quieres decir con eso? - Él apoya la cabeza contra la puerta. - No quieres tener un hijo, demonios, que ni siquiera me quieres a mí a causa de Rebecca. – Recrudece el dolor en Marlene. - ¡Mark! Eso no es cierto. ¿Cómo podría decir eso? - Le implora corriendo a su lado. -  Creo que al verla hizo que te enamoraras de ella completamente. -  Trata de ser realista, Marlene se queda mirándole con las lágrimas corriendo por su cara. - ¿Por qué piensas eso? – Pregunta apacible buscando una explicación. – Porque estás distraída, pasas mucho tiempo con ella, tus ojos se iluminan cuando entra a la habitación. ¿Crees que no veo eso? - Él le pregunta con voz áspera. Ella se sienta en la cama. Marlene solloza con amargura. Mark se queda allí de pie con el corazón helado de dolor. - Te amaba. - Le dice. - Te di mi todo. – Ella sigue hablando con el llanto en su alma. - Nunca quise volver aquí, quería olvidar mi triste pasado, yo…, nunca hablamos de tener un bebé, cuando me pediste que me casara, imagina cómo me sentí en nuestra noche de bodas cuando me lo planteas, y por tu cuenta, sin siquiera consultarme primero, subarriendas nuestro departamento sin decirme nada, me presionas para que trabaje con Rebecca, solo intentas suavizar cuando me confío. Hace semanas que pienso que este matrimonio ha sido unilateral desde que comenzó. - Ella le transmite con honestidad, pero de una manera cortante. - No cambies las cosas para que sea mi culpa, no me culpes por tus fantasías sexuales absurdas con tu amante. - Él ha decidido ser más conflictivo. - No pongas a Rebecca en medio de esto Mark, ella no tiene nada que ver con este argumento, no puedes usarla como chivo expiatorio porque quieres un hijo y yo no estoy preparada. Sí tomé la píldora todos los días porque no quiero traer un niño en medio de la incertidumbre de nuestras carreras, traté de hacértelo ver, pero simplemente no escuchabas. No estoy lista para estar con la historia cotidiana de un bebé. Perdí todo lo que tenía cuando vivía aquí. Llegué a New Haven con la idea de que encontraría una nueva carrera y qué suerte que hice eso y conocí a un maravilloso hombre a quien amo. - Él la mira al rostro lavado en lágrimas. – Deja de ponerle hielo, Marlene. ¿Sabes lo que me dolió descubrir que habías estado con una mujer, viviendo una vida lesbiana? ¡Huh! ¿Lo sabes? - Empieza a retorcer la mano cerrando el puño una vez más. - ¡No creí que eso te importara! - Habla con racionalidad. - ¡Bueno, sí! Me importa. – Golpea la puerta de la habitación al cerrarla, dejando a Marlene sentirse triste y pequeña.

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