Hay que continuar.
Rebecca ha vuelto
a respirar. Antes de que saliera de la UVI, Ricardo le hizo pasar por algunas
pruebas para comprobar que su estado era óptimo, previo al traslado a una
habitación convencional de la clínica en la que está convaleciente. Pruebas de
Rx y de laboratorio. Con su abdomen se entretuvo un buen rato explorando por
delante, por detrás, arriba y abajo. Lo que le preocupaba eran sus análisis
clínicos. Seguía manteniendo ese rostro céreo, incluso a veces, estando sentada
notaba cierto mareo, que poco a poco va desapareciendo. Desde el sillón en el
que se acomoda, puede contemplar el exterior con cierta confortabilidad por la
ventana. Marlene sigue a su lado sin separarse ni un momento. Ahora trabaja
activa para que Rebecca se sienta cómoda, es la perfecta asistente para su
recuperación. Sus hermanas en cooperación con Elena y Justus son la logística
de apoyo para que todo ruede perfectamente. Cuando llegó a la habitación desde
la UVI se encontró con casi toda la familia Lahnsteinn y Wolf. Se alegró
especialmente a ver a Thomas, el padre de Marlene. Al día siguiente apareció
con los dos niños, Tomy se abrazó a ella y no quería despegarse en ningún
momento, Marlene contempla la escena feliz, nunca había pensado que su hijo
pudiera tener tanto cariño a Rebecca, la satisface enormemente y sonríe
contenta con la escena. Thomy el hermano de Marlene mira a su hermana con ojos
de misterio, ella le explica en un lenguaje comprensible para un niño de cinco
años lo sucedido con Rebecca obviando las causas. Justus aparece todos los días
para traer el menú elegido por ella misma. – La
comida de los hospitales es horrenda.- Decía él mismo cada vez que Rebecca
se deleitaba con las excelencias culinarias de la señora Lenz.
Tras una semana de vivir bajo la tutela de
Ricardo y sus enfermeras, por fin él le dice que puede irse a casa, no
obstante, estará bajo la estrecha vigilancia de la enfermera de visita a
domicilio, que la verá a diario en su hogar. Para este acontecimiento Justus le
ordena al chófer que use el Rolls, Sebastián le recrimina semejante
ostentosidad para ir a un hospital a lo que él responde que: – No es ostentosa mi pretensión, es de
espacio. El Rolls tiene el doble de capacidad que cualquiera de los que tenemos
en el garaje y es el adecuado para trasladar a la condesa Rebecca en su estado
actual con toda comodidad. – Ante el razonamiento tan contundente Sebastián
reconoce sus saberes y le felicita por la elección. Dicho esto, se acomoda en
el asiento delantero de copiloto y ordena inicie el camino a la clínica para
traer de vuelta a casa a la condesita, como él la llamaba cuando era pequeña.
Al salir por la puerta del hospital Marlene
y Rebecca, sentada en una silla de ruedas, miran con ojos de sorpresa a Justus
que está de pié al lado de la puerta de atrás del Rolls con una sonrisa poco
habitual en él. - ¡Justus! ¿Cómo se te ha
ocurrido traer el Rolls?- Pregunta Rebecca sonriendo alegre por salir de
nuevo al mundo real. - ¡Cuestión de
espacio condesas!– Contesta acomodando a ambas en el interior. Sin decir
nada más cierra la puerta y se coloca otra vez al lado del conductor. – A Konnigsbrunm. – Ordena con altivez.
Llegan a la orangerie, Rebecca se apropia del
sofá, Marlene coloca una bolsa de viaje que trae de vuelta, Justus se acerca a
la puerta y les dice que si le necesitan no duden en llamar. Ellas le dan las
gracias y esperan a que desaparezca. Rebecca esperaba quedarse a solas con
Marlene que le está preparando una taza de chocolate caliente. Se acerca con la
taza en la mano y la ofrece a su novia con una mirada cariñosa. La contempla sonriente
y le dice que se siente a su lado. - ¡Al
fin en casa! – Dice Marlene. - ¡Sí! Al fin en casa las dos. - Rebecca mira a los ojos de Marlene con
una sonrisa leve, se acerca a ella y la besa con suavidad. – Te quiero Marlene, te amo más
de lo que yo misma he imaginado. Mi vida no es nada sin ti.- Se gira hacia
la mesita y deja la taza sobre ella. Mirando hacia sus ojos, que brillan como
dos perlas azules. - ¡Sabes! Recuerdo que
en los días que estaba dormida debí soñar mucho, o no… no sé, es una sensación
extraña porque sentía que estabas a mi lado, si te alejabas me veía caer a un
pozo. Era muy extraño. Solo cuando estabas cerca notaba la frescura del aliento
de tus palabras empujándome a salir de allí. Supongo que debía ser el deseo de
mi alma de permanecer a tu lado lo que me mantenía a flote hasta que me he
recuperado. No podía abandonarte, irme yo sola y dejarte aquí sufriendo mi
ausencia para siempre. ¿Comprendes como te quiero? No soy nada sin ti amor mío.
– Marlene está a punto de romper a llorar, su corazón acaba de comprender
que el permanecer a su lado fue lo mejor que pudo decidir para las dos. Su
corazón late rápido y con fuerza, el nerviosismo se apodera de ella en un
momento. Rebecca la observa con embeleso, ella baja la mirada a las manos que
están enlazadas. – ¡Rebecca! Nada me va a
separar de ti en esta vida. El que nuestras manos permanezcan enlazadas siempre
que estamos juntas no es casualidad, es una necesidad que tenemos de
percibirnos y de entregarnos. Yo me he entregado a ti todos estos días, en
especial desde el momento que saliste del quirófano. Desde ese momento nuestras
manos estuvieron enlazadas todo el tiempo y no solo nuestras manos. Yo te
hablaba, te decía que tenías que ser fuerte, que tenías que salir de donde
estabas, que yo moriría detrás de ti si te ibas al más allá. No era un sueño lo
que escuchabas, era a mí, porque estando en el más extremo de los cansancios soñaba
que estaba a tu lado y sabía que me escuchabas. – A Rebecca se le saltan
las lágrimas de los ojos en un torrente incontrolable. Marlene le sigue en el
llanto, pero no es de sufrimiento es de emoción al comprobar que su conexión,
tantas veces manifestada de palabra, es una realidad, sus almas de alguna
manera están conectadas. – Creo que después de esto casarnos es un
trámite burocrático, realmente pienso que este amor es para toda la vida, y que,
aunque viviésemos lejos la una de la otra nunca se apagará. – Rebecca mira
a los ojos de Marlene y lentamente acercan sus labios para unirlos igual que
sus almas.
La recuperación de Rebecca es notoria al
cabo de diez días. Camina por los jardines del castillo todas las mañanas y
todas las tardes, no importa la climatología, la temperatura o la calidad del
aire, ella y Marlene salen a disfrutar del aire libre. Todos los días Thomas
trae a Tomy para que pase tiempo con sus madres lo que insufla mucha alegría a
ambas, Marlene juega con él en el suelo, algo aún vetado a Rebecca, pero ella
sabe sacarle partido cuando se le sube encima y la abraza con fuerza. Los
planes de boda se han post puesto hasta que Rebecca esté completamente
recuperada. Y además está cerca la fecha en la que debieran regresar a Nueva
York. Rebecca sabe que Marlene no puede faltar a la cita en Brodway, decide
pues animarla para que viaje sin ella. Llegado el momento que Ricardo le de
permiso, no perderá un minuto en hacerlo. Durante días porfía con ella no
logrando convencerla. Marlene es muy testaruda, si decide que algo es como ella
dispone, no ceja en su empeño. Está convencida que Rebecca es lo más importante
y no piensa alejarse por muy importante que sea su vida profesional, su
prioridad es ella y nada más que ella. Rebecca llama a Yakov a espaldas de
Marlene para que él intente convencerla por si tiene argumentos más
convincentes. Dos días después él le dice que no encuentra la manera de
convencerla.
El té es la bebida más frecuentada por las
dos mujeres, y así después del paseo vespertino Marlene prepara sendas tazas y
las dispone en la mesita del salón de la orangerie. – Marlene,
tenemos que hablar. – Le dice con actitud seria. - ¿Otra vez lo de Brodway? Ya te
he dicho que no y no pienso cambiar de idea.- Le contesta con cierto enojo.
– Perderás la oportunidad de tu vida. Yo
ya estoy bien, y es cuestión de pocas semanas que pueda viajar.- Le razona
con tranquilidad, cree Rebecca que Marlene está muy obstinada en mantenerse a
su lado de forma permanente y eso la halaga, pero no encuentra razonable esa
actitud de arriesgarse a perder semejante oportunidad, lo encuentra
irresponsable. Suenan unos golpes en la puerta de alguien que llama. Marlene se
levanta y se dirige para abrirla. Ricardo aparece en el pasillo con una
sonrisa, Marlene le abraza, Rebecca se incorpora para hacer lo mismo. Después
del buen trabajo de Ricardo con Rebecca, los saludos protocolarios de simples
amigos han pasado a algo más cercano entre personas que viven la mistad casi
como si fueran hermanos. - ¿Qué te trae
por aquí? – Pregunta Rebecca como en broma. Él responde que ha perdido un
cliente y busca recuperarlo. – Pues aquí
la tienes al completo. – Entre risas y bromas le invitan a una copa de vino
que acepta encantado. En el transcurso de la conversación Rebecca se interesa
en saber cuando podrá viajar a América, se justifica por el negocio de la calle
Stanton. Ricardo contesta que es pronto para ello, podría viajar, pero
asumiendo algún riesgo. Marlene mira con ojos de espanto lo que cree que está
pensando Rebecca. - ¡Ni se te ocurra! No
vas a viajar conmigo. – Ricardo pone cara de póker y pregunta que es lo que
sucede. - Marlene debe estar en Nueva
York la próxima semana y no quiere dejarme sola. No encuentro argumentos para
evitar que pierda la oportunidad de su vida en el teatro en Brodway, porque yo
no pueda viajar.– Ricardo entiende el planteamiento de Rebecca y apoya la
postura. – Realmente es razonable lo que dice Rebecca.
Vete a Nueva York, a Rebecca le falta poco e irá detrás. No veo el problema.- Son
los mismos argumentos, Marlene mira con rabia a Ricardo, esperaba que
promocionara los cuidados de Rebecca y así ella se encontraría fuerte. - No
quiero dejar sola a Rebecca, tengo miedo que le pase algo y no esté nadie aquí
para ayudarla. ¡No! No pienso dejarte sola ¿Entiendes? – Le dice alzando la
voz, no le deja otra alternativa, Rebecca debe decidir sobre el futuro de
Marlene, dejarla o acompañarla. Finalmente decide que la acompañará. – Pues entonces creo que tendremos que
preparar la maleta. Pediré los billetes del vuelo para dentro de cuatro días. Volveremos
al apartamento de la calle 78. ¿Crees que estaré en condiciones para entonces,
Ricardo? – Sin mirar a Marlene permanece pendiente del médico. - ¡No es conveniente! Y ante la duda, yo no
recomiendo que lo hagas.- Le aconseja. -
¡Pues eso es lo que haremos! – Marlene se enciende y responde que no lo
piensa tolerar. - ¿Es que quieres jugarte
la vida o la salud?- Rebecca la mira estoicamente. - ¡Pues elige! O te vas por delante o me voy contigo a costa de lo que pueda
suceder. – Marlene no sale de su asombro por la dureza de Rebecca. A
escondidas Ricardo sonríe, acaba de adivinar cual es la pretensión de Rebecca.
Cuando le llamó para que acudiera a visitarla le expuso que tenía que convencer
a Marlene de algo importante. Ahora está viendo la estrategia. Marlene pasea de
un lado a otro de la habitación. Rebecca la observa estoica siguiéndola con la
vista como si fuera un partido de tenis. Completamente irritada contesta casi a
gritos. - ¡Está bien! Tú ganas. Me iré, pero quiero que alguien se quede aquí
contigo de forma permanente. Y tú le das permiso solo si está en verdaderas
condiciones.- Ambos sonríen con satisfacción. Marlene se siente incómoda
por el chantaje de Rebecca y muestra un serio semblante de enfado manifiesto. -
¡Bien! Pues que sea así. – Sentencia Rebecca.
Dos días antes de que Marlene tenga que
comenzar los ensayos vuela a Nueva York, disconforme con la decisión de
Rebecca. Ella la tranquiliza cada vez que muestra ese nerviosismo por dejarla
sola. Su hermana Elena se traslada a vivir con Rebecca durante su ausencia.
Marlene es muy insistente también y durante horas aleccionaba e instruía a su
cuñada sobre las tareas y los cuidados que debía realizar a Rebecca, hasta que
estaba segura de que había entendido todo el proceso. Elena cuenta con el apoyo
y la ayuda de Justus y todo el servicio de Konignsbrunm para lo que se necesite
y también actúa como tranquilizadora de Marlene.
Aunque el vuelo se desarrolla por la noche,
la histeria de Marlene por Rebecca no le permite conciliar el sueño. El viaje
se le vuelve eterno, ni la lectura ni las películas consiguen distraerla.
Cuando llega a la terminal del J. Fitgeral Kennedy sale casi con desesperación
maldiciendo el haber aceptado realizar el viaje. Son las dos de la mañana
cuando llega al apartamento de la calle 78. Entra y deposita las maletas sobre
la mesa del salón. Toma el teléfono para llamar, pero se da cuenta que en
Düsseldorf son las 8 de la mañana y Rebecca aún debe estar dormida. Piensa que
el descanso es más importante para ella que recibir una llamada, que bien puede
demorarse unos pocos minutos más. Decide pues hacer dos cosas: deshacer las
maletas y luego darse una ducha. Una vez fresca se pone el albornoz, se prepara
un chocolate caliente y se pone el pijama. Ya sentada en la cama recoge de
nuevo el teléfono y esta vez sí, marca el número de Rebecca. - ¡Buenos días! – Se oye la dulce voz de
Rebecca que saluda en un tono de voz alegre. Lleva despierta dos horas
esperando esa llamada. - ¡Buenos días, amor mío! ¿Te he despertado?- Le
pregunta inquieta. Ella le responde que no, ella y Elena están desayunando
antes de vestirse para salir a dar el paseo matutino. – Ha sido desesperante, el vuelo
se me ha hecho eterno, no hacía más que pensar en ti, que te he abandonado y
eso no lo puedo soportar.- Rebecca esboza una sonrisa. – No debes preocuparte, mi hermana se ha
pegado a mí como una lapa y estaré segura todo el tiempo. Ya nos hemos organizado y todo estará bien.- Continúan
hablando hasta que a Marlene le aparecen los primeros síntomas de sueño, pierde
claridad al conversar, Rebecca se da cuenta y le aconseja que descanse. Marlene
se mete en la cama con una sonrisa feliz después de hablar con su amada.
Rebecca pasa la mayor parte de las mañanas
paseando, leyendo o dibujando dentro del castillo, mientras Elena está en la
Universidad. A veces charla de cocina con la señora Lenz. Con Elisabeth de
negocios e incluso con Thomas, al que visita en el taller del castillo. Sin
proponérselo ha construido una rutina que casi le ocupa todo el día. Cada dos
días aparece Ricardo de visita entre profesional y de amigo. Comprueba la
evolución favorable de Rebecca en la salud y en lo anímico. Ella le manifiesta
que solo le falta algo en su vida, Marlene, su presencia es estimulante y
tremendamente enternecedora. - ¿Sabes que
ella no se separó de ti ni un instante?- Le manifiesta Ricardo en forma de
pregunta. - ¡Si! La sentía muy cerca. Fue
mi salvación. – Responde mirando al cielo en un tono muy sensiblero. – Doy
fe de ello. Cuando se alejaba de ti, tu pulso bajaba de forma alarmante, se
acercaba y te recuperabas. Hice la prueba varias veces, me sentí asombrado, no
lo entendía. Cedí a su pretensión de quedarse a tu lado porque veía que si se
marchaba tu corrías un gran riesgo. – Rebecca extiende sus labios en una
sonrisa gratificadora. -
Había oído hablar de ese fenómeno. Lo que nunca pensé es que me pudiera ocurrir
a mí y con dos de mis mejores amistades. Vuestro amor es indestructible Rebecca
y no sabes lo feliz que me siento por ello. Sois dos personas maravillosas y os
lo merecéis. – A Rebecca se le salta una lágrima al oír a su amigo. – Ha
pasado una semana y estoy ansiosa por encontrarme de nuevo con ella, es
necesidad coger su mano, abrazarla y besarla. Alimenta mi alma solo con
mirarme. - Le dice embelesada en
sus propias palabras. Ricardo no sabe que decir, él no tiene esa poesía en su
vida, pero está encantado de vivirla de cerca. - ¡Bueno! Pues creo que eso lo
harás pronto. Pasado mañana hacemos una última revisión en la clínica y si todo
está como debe ser, podrás viajar a su encuentro. – Rebecca salta de
alegría sobre Ricardo abrazándole y llenando su cara de besos fraternales. - ¿De
verdad?- Él responde que si, que ha evolucionado muy bien y que está en
unas condiciones físicas envidiables. – Pues
tienes que venir conmigo, te lo mereces como premio. Te enseñaremos la ciudad más
cosmopolita del mundo. Tenemos que organizarlo y no acepto un no por respuesta.
– Ricardo rechaza la oferta en un principio por razones evidentes de
trabajo, pero promete visitarlas más adelante. Rebecca piensa en Marlene y lo
feliz que se sentirá en el momento que estén de nuevo la una al lado de la otra
y comienza a planear como será el encuentro.
A la mañana siguiente mientras pasea en
compañía de Elisabeth por los jardines se topa de frente con su hermano
Tristán.
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