Una separación necesaria

Una separación necesaria

viernes, 16 de noviembre de 2018

16ª Entrega


Tiempo de esperanza

Marlene abre los ojos cansinamente. El agotamiento está empezando a cobrar su precio, pero ella permanece fiel al lado de Rebecca. Han transcurrido dos días y medio, ella permanece inconsciente, ya no precisa respiración asistida, ayer se la retiró Ricardo después de comprobar que podía hacerlo de forma espontánea, pero Marlene continua esperando pacientemente el momento en que pudiera volver a mirar sus bellos ojos marrones, espera sufrida que Rebecca la llame una vez más, para borrar el doloroso sonido de la última vez que dijo su nombre antes de que las sombras la cubrieran. Marlene sacude la cabeza para alejar la repetición de aquel momento de su memoria. Afortunadamente para ella un golpe en la puerta la distrae de esos pensamientos. Marlene se cohíbe y se tensa un poco cuando ve quien está delante de ella. - ¿Tristán? – Exclama con cautela y se incorpora en actitud defensiva. De pronto percibe que la ansiedad la invade pensando en lo que puede venir a continuación, no está en condiciones de discutir con él de nuevo, pero está preparada para mantenerse firme. Exhala un suspiro de alivio cuando él le entrega una taza de café. - ¡Gracias! - En realidad se siente agradecida por el caliente líquido. Necesita algo de calor y energía. Tristán asiente y dirige su atención a Rebecca. Camina hacia el lado opuesto de la cama, él acaricia nervioso la mano de Rebecca. - ¿Alguna vez te contó que la perdimos? - Marlene abre los ojos.  - ¿Cómo que la perdisteis? - Marlene se da cuenta que Tristán está afectado por el estado de su hermana. Él sonríe entre dientes al recordar aquel suceso. - ¡Sí! Bueno, no sólo fui yo, todos nosotros habíamos salido al bosque un día, Rebecca tenía unos cinco años y, por supuesto, tenía dificultades para mantenerse cerca. Lo siguiente que todos recordamos es que no estaba alrededor nuestra. La buscamos durante horas, no sólo temíamos lo que pudiera haberle sucedido, también lo que nos pasaría a nosotros una vez que nuestra madre se enterara de que la habíamos perdido. – Explica Tristán con cierta gracia. - ¿Cómo la encontraste? - Pregunta Marlene con gran interés. De nuevo Tristán sonríe. A pesar de todo lo que Rebecca y Marlene han pasado con Tristán, Marlene puede ver el amor evidente que tiene por ella. - ¡Bueno! Resulta que realmente no estaba tan perdida como pensábamos. Como estoy seguro de que eres consciente de que mi hermana tiene un lado terco y obstinado. Ella simplemente se subió a un árbol y se encaramó muy por encima de nosotros. Contemplaba divertida como la buscamos frenéticamente por todas partes. Finalmente comenzó a sentirse mal porque estábamos muy preocupados y trató de bajar, pero descubrió que no era tan fácil. Primero la oímos llorar, no pidió ayuda, levanté la vista y pude comprobar lo asustada que estaba, subí hasta ella lo más rápido que mis manos me permitieron, nunca olvidaré cómo se aferró a mí. Hagen, era ya muy grande y acudió a nuestro rescate. Esta vez yo fui el héroe. Yo era el héroe de Rebecca. Sé que era así, porque eso es lo que me llamó. Su héroe. - Tristán comienza a ahogarse en sus propias palabras mientras trata de contener su emoción. - Nunca había sido un héroe para nadie. Le prometí que siempre sería su héroe. - Tristán deja de hablar mientras mira con ternura a su hermana pequeña, a la que obviamente ama grandemente. Marlene no está segura de qué hacer o decir. - No he sido un buen héroe. ¿Verdad? -  Nuevamente Marlene no está segura de cómo responder, sobre todo porque ella tiene cierta sensación de culpabilidad, recordando cómo lo utilizó de forma inconsciente para conseguir a Rebecca. - Ser héroe de alguien a veces puede ser una cosa difícil de vivir hasta, afortunadamente ... para nosotros dos ... Rebecca tiene… es capaz de perdonar. - Marlene trata de explicarse entre dudas. - La amas como lo dices continuamente, realmente no es una pose ni un capricho. ¿verdad? -Tristán sigue enfocándose en Rebecca mientras hace la pregunta. - Sí, más que nunca. Mi vida carece de sentido si ella no está. - Marlene responde con una cuidadosa consideración. Tristán afirma con la cabeza. - ¡Yo también! - Marlene recibe con sorpresa la siguiente declaración de Tristán, se vuelve hacia ella para mirarla. - ¡Lo siento! Lo siento por todo lo que he hecho, a las dos.- Marlene se queda sin habla, no encuentra palabras y sólo es capaz de asentir con la cabeza  aceptando su disculpa. Tristán pasa junto a Marlene, pero antes de salir por la puerta se vuelve. - Ahora eres mi héroe. – Le dice Marlene con paz en la mirada.  Con ese comentario final en su oído se marcha.

Marlene percibe firmemente que la paz está sellada con Tristán. Se dirige de nuevo al lado de Rebecca, donde ha permanecido durante estos días. Una vez más, sigue con la mirada todos los tubos a los que está unida. Envidia del hecho de que estén más cerca de Rebecca que ella. ¡Cómo le duele tener a Rebecca en esta situación! Marlene ya no puede resistir la necesidad de tener a Rebecca cerca de ella. Cuidadosamente se acerca a la cama y se coloca a su lado, mueve su cuerpo para ajustarse lo mejor que puede a su costado. Con suavidad, apoya la cabeza en el pecho de Rebecca, donde una vez más la tranquiliza el sonido del corazón. - No necesito ser tu héroe, simplemente quiero ser tuya para siempre. - Le susurra suavemente cerca del oído.  - Te quiero Rebecca, por favor, vuelve a mí. - No hay respuesta a la petición de Marlene. Con un suspiro y su corazón pesaroso, coloca la cabeza en el pecho de Rebecca y los dedos enlazados con los de ella. Marlene ya no puede luchar contra el agotamiento que consume su cuerpo. Lentamente sus ojos se cierran, el rostro pacífico de Rebecca es la visión que aparece en sus sueños. 

Ricardo entra en la sala en compañía de la enfermera, Marlene duerme reposada su cabeza sobre el costado de Rebecca. Él la mira con candidez, se acerca con lentitud y le toca con su mano en el hombro. Ella está dormida en profundidad y no responde a un primer estimulo. A Ricardo le cuesta despertarla pues el cansancio es tan grande que duerme sin conexión con la realidad. Por fin se sacude ligeramente y levanta la mirada buscando ubicarse. Da un respingo al ver a su lado a la enfermera y a Ricardo que sonríe ante el susto de Marlene. - ¿Qué pasa? ¿Ha sucedido algo? Ricardo ¿Por qué estás aquí? – Ella habla sobresaltada, él la tranquiliza. – No te preocupes, no pasa nada. Estabas dormida y te he asustado sin querer. - Le dice con una sonrisa y acaricia su cara con complacencia. – Queremos hacerle una prueba a Rebecca, si la supera la dejaremos sin el tubo de respirar. Será una buena noticia si responde de forma positiva. – Marlene se espabila y abre los ojos buscando tener mayor claridad en su cabeza. Entran dos médicos llevando un carrito con instrumentos y monitores que ella no entiende. Ricardo ordena que procedan, ellos obedecen y enseguida descubren algunos de los tubos que penetran en el cuerpo de Rebecca. Uno de los médicos enseña un bote al final de un tubo, Ricardo asiente y él procede a retirar dicho tubo del cuerpo de Rebecca. Por la parte superior el otro facultativo desconecta el tubo por el que respira y Ricardo acerca el estetoscopio a un costado y escucha, luego al otro haciendo la misma maniobra. Con un gesto de aprobación el tubo de su boca es extraído mientras él mantiene la escucha a través de la piel de Rebecca. Repite la maniobra varias veces por todo el pecho de la inconsciente Rebecca hasta que levanta la vista y mira el monitor cardiaco. Marlene asiste a toda esta tarea con gesto compungido ante la incertidumbre de lo que pueda pasar. Ricardo se vuelve hacia ella con ese gesto serio que le caracteriza, a ella le entra una angustia atroz. - ¡Prueba superada! Rebecca es realmente fuerte, está respirando por si misma sin ayuda y sin apoyo. Ahora solo cabe esperar. Todos los parámetros están correctos, le falta recuperar algo de sangre, pero está en índices aceptables. Todo depende ahora de ella misma. Si es lo que pienso no tardará en recuperar el conocimiento. Está fuera de peligro. - Marlene abraza a Ricardo con fuerza, es la primera buena noticia desde el accidente y siente que el cansancio ha desaparecido. Una vez retirados los tubos que tanto aterraban a Marlene y que los médicos abandonen la sala, entran las enfermeras y auxiliares para asear a Rebecca y adecentar la ropa de la cama cambiándola por otra limpia.

Poco después aparecen Elisabeth y Elena con un ramo de flores en la mano. Elisabeth reconoce la palidez de Rebecca y pregunta si está bien, Marlene le responde que está mejorando y que, aunque aún permanece dormida sabe que despertará en cualquier momento, que espera ese instante con impaciencia, pero con la serenidad que le ha transmitido Ricardo. Ellas están impresionadas por la entereza de Marlene, que no la haya abandonado durante estos tres días ni un solo instante, les dice lo mucho que ama a Rebecca le dice a su hermana y a Elisabeth que no puede contener la emoción. – Rebecca es lo más importante de mi vida ahora, no puedo vivir si ella no está, es mi ancla de existencia, mi alma gemela y el ser humano más grande que conozco. – Les dice a las dos mujeres que más tarde abandonan la estancia profundamente impresionadas por lo que han visto y oído, Elena se echa a llorar al encontrarse con Hagen y Dana en la sala de espera. Hagen se asusta, pronto se da cuenta de que no sucede nada trágico, Elena se ha desbordado emocionalmente.

Thomas y Biggy se presentan en la sala de espera con los dos pequeños. Alguien avisa a Marlene de su presencia y desea salir, pero le resulta complicado abandonar, aunque sea unos instantes, a Rebecca para abrazar a su hijo. Sin decir nada a nadie Dana coge al pequeño Tomy en brazos y entra en la sala, con celeridad se presenta en la puerta de la habitación de Rebecca y abre ligeramente la puerta para llamar a Marlene, sale y el pequeño se abalanza sobre ella que lo abraza con fuerza y lágrimas en los ojos. No le resulta fácil volver a soltarlo, antes de despedirse, Dana y ella se abrazan también deseando lo mejor. Marlene regresa al lado de Rebecca para seguir esa inacabable espera.


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