Recuperarse
Marlene regresa a New York a los cinco días
de haber partido, su cabeza no hace más que dar vueltas. Rebecca se ha
convertido en una gran obsesión. La visita familiar y a sus amistades en
Düsseldorf ha levantado una inquietud inesperada en su corazón, algo tenebroso
acecha su mente y le es imposible desprenderse de esa sensación.
Con las largas conversaciones que ha
mantenido con Rebecca durante tres semanas, en su pensamiento se fijó la idea
de que habían aclarado mucho los conflictos del pasado y creía firmemente que
habían dejado pocas cosas pendientes que pudieran interponerse entre ellas. Salvo
aquello que ella misma le comentó que debía contarle. De nuevo Marlene tiene la
sensación que Rebecca se esconde de sí misma. Dana se lo ocultó de forma
deliberada. No podía reprochárselo, había empeñado su palabra. La propia Rebecca
le obligó a ocultarlo. Ahora Marlene se enfrenta a un doble reto; explorar las
causas del trastorno sufrido antes de continuar el camino de la reconciliación.
Y después contarle su propio secreto, algo oculto que es importante darle a
conocer.
A su llegada a New York espera en el aeropuerto
su representante Yakov. Marlene le pide
que retrase todo compromiso si no es importante. Le comenta que debe hacer algo
ineludible esa misma mañana, sin precisar nada del asunto.
Después de instalarse de nuevo en el hotel.
Toma un taxi a la calle Stanton donde se encuentra la tienda de Rebecca. Baja
del vehículo frente al escaparate. Rebecca trabaja afanosa sobre unos patrones
al tiempo que apunta algo en el cuaderno. Levanta la vista pensando o buscando
inspiración. Al dirigir la mirada a la calle contempla la figura de Marlene que
cruza desde el lado opuesto en dirección hacia ella. Suelta todo lo que tiene
entre manos y corre hacia la puerta para abrazarla y cubrirla de besos de
bienvenida.
La alegría es contagiosa, las personas que
están dentro de la tienda esbozan una sonrisa mirándose. – Ven, vamos.- Rebecca conduce a Marlene hasta el despacho, cierra
las cortinillas y se dan un prolongado y apasionado beso, abrazadas con fuerza.
Marlene acaricia el rostro de Rebecca, que la contempla con cara de inocencia y
una sonrisa de felicidad. – Te he echado
mucho de menos.- Le dice al tiempo que toma su rostro con las manos. - ¡Yo también, corazón, yo también.- Durante unos instantes solo se
miran con ternura. Marlene está confusa. Las incógnitas asaltan su mente y su
expresión la delata. - ¿Ocurre algo
cariño?- Le pregunta. Conoce muy bien sus expresiones y esa mirada indica
algo de misterio. - ¡No, no! No pasa nada. Debe ser el
cansancio. Acabo de llegar.- Rebecca no la cree. -¿Seguro?- Marlene se inquieta y aparta la mirada. – ¡Tenemos que hablar!- Rebecca se
sorprende. – Lo hemos estado haciendo.
¿Qué sucede ahora? - Rebecca sospecha que en Düsseldorf ha pasado algo.
Marlene es muy transparente, y reconoce en
ella los signos con facilidad. Siempre ha leído con claridad los gestos y
expresiones de Marlene. – Marlene. ¿Hay
algo que deba saber?- Marlene fija la mirada en la de su amante. - ¡Creo que sí! ¡Y yo! ¿Hay algo que debiera
saber y aún no me has contado?- Le responde que no. Que no hay nada
importante que contar. - ¡Escucha Rebecca!
Amar significa confiar. He venido hasta aquí, desde el aeropuerto, porque deseo
confiarte algo que aún desconoces. Te dije que algo más debía decirte. Pero tú
no lo has hecho, y creo que hay algo que yo debería saber.-
Es un instante tenso. Rebecca es reacia a
contar sus debilidades. Así lo ha considerado siempre. La depresión pasada
es para ella una impotencia de su
personalidad. No desea que Marlene la perciba como un ser débil. Siempre se
consideró una mujer fuerte, con personalidad y un claro sentido de lo que desea
en su vida. “Düsseldorf es la causa de esta situación. ¡Seguro! Marlene ya debe saberlo
o lo intuye.” Rebecca piensa que no
tiene más remedio que confesarlo, pero para ella es un problema expresar
aquello de repente y sin meditar. En este momento, su carácter se impone y le
pide dar una salida hacia adelante. - ¿Y tú? ¿Qué tienes que contarme que yo no
conozca?- Marlene no se sorprende,
está preparada para estos cambios de dirección en las conversaciones. – ¡Está bien! Las dos tenemos algo que
confesar. Pero, al contrario que tú, yo si creo conocer ese secreto. El mío es
un misterio para ti ¿Por dónde empezamos? - Rebecca pone gesto de
indisposición y mira frenética a Marlene. Como siempre realiza un gesto
habitual en ella, esconderse. -¡Tengo
mucho que hacer!- Suelta la mano de Marlene que la sigue y salen por la
puerta. Sabe que en este momento no va a progresar en la conversación. Llega a
su vera, Rebecca se gira y la mira con frialdad. La situación vuelve a
tensarse. Le propone encontrarse más tarde en un lugar lejos de la mirada de
sus empleadas, donde poder charlar con tranquilidad. Rebecca asiente con gesto
turbado. Marlene la besa, un beso corto apenas, la punta de sus labios tocan
los de Rebecca, que acto seguido esboza una ligera sonrisa. Marlene le responde
con el mismo gesto.
Esa misma tarde pasean por Central Park,
cerca del teatro de marionetas y el jardín de Shakespeare. Detrás se encuentra
el Teatro Delacorte donde Marlene representa “Mucho ruido y pocas nueces” un
pequeño papel pero permanece en el escenario una buena parte de la obra. Rebecca
y Marlene caminan cogidas de la mano. Rebecca ha llegado tarde a la cita. La
responsabilidad del trabajo la lleva a olvidarse del tiempo y los compromisos.
Marlene se irrita cuando la llama por el móvil para disculparse. – El trabajo,
siempre el trabajo. Se ha vuelto adicta de nuevo. No sé cómo luchar contra eso.-
Antes de que se desespere Rebecca aparece. Está a punto de sermonearla, pero
desiste. La importancia del momento no aconseja ingredientes que agrien el entorno. En actitud
humilde y casi queriendo arrodillarse, le suplica. - ¡Perdona! No me he dado cuenta de la hora. ¡Lo siento!- Marlene
acepta las disculpas. Por otro lado piensa que no tiene otro remedio, aprecia
sinceridad en el gesto. El paseo por el jardín Shakespeare resulta delicioso.
El aire fresco y el aroma de la vegetación de esta tarde de Junio transportan a
Rebecca lejos de los patrones y las telas de su tienda. – Recuerdo las veces que pensamos venir a ésta ciudad a buscar una
nueva vida.- Marlene responde que en ambas ocasiones fue a causa de
situaciones de conflicto. - Todos esos
problemas no han hecho más que
fortalecer nuestros sentimientos.- Esa visión positiva anima a Rebecca a
abrirse. - Siempre sentí la necesidad de ser agresiva, como si tuviera que
demostrar algo a mi familia. No me importaba, cuántas veces caminaran por
encima de mí, me empeñé en demostrarles mi valía y me dejé llevar por mi egoísmo.- Marlene espera más. – Perdí el control de mi misma y te perdí. Jamás pensé que volvería a
verte. Cuando volviste a Los Ángeles desapareció toda esperanza de mi
corazón. Rebecca comienza así una confesión
muy difícil. - ¡Sin
yo saberlo! Mis sentimientos hacia ti, tan intensos y profundos, tu ausencia y
la soledad fueron minando mi alma, fue uno de los motivos que me hundieron.- Todo había empezado antes de que Marlene regresara a Los Ángeles sin conocer lo que sucedía con
Rebecca. – Entonces no era consciente de
lo que me estaba ocurriendo, pero repercutió en mi creatividad. No te echo la
culpa, no eras tu la causa, de verdad, era yo que no miraba mas allá de mi
misma, era yo quien se culpaba de todo. Mi creatividad se fue diluyendo de mi
mente y al final no tenía nada en la cabeza. Mi familia me fue arrinconando, en
LCL igual. Quise buscarte pero te habías ido. ¡Me sentí abandonada, perdida,
insignificante! La vida dejó de tener sentido, todo era negro a mí alrededor.
No hice otra cosa que lamentarme de mi mala suerte. Me faltaba lo más querido y
necesitado, mi amor y mi trabajo. Lo había perdido todo. No sé cuánto tiempo
permanecí alejada de la realidad.- Rebecca no hace responsable a nadie de lo
que le ocurrió. El refugiarse en el trabajo y tanto estrés la agotaron al extremo.
Luego sintió que estaba sola. El único soporte firme en el que apoyarse estaba
lejos, demasiado. -Tampoco se me ocurrió
volar hasta ti. Estaba muy ofuscada. Pensé que me recibirías de forma hostil…
Dejé de ser creativa, de relacionarme y rechazaba cualquier ayuda que los más
cercanos me ofrecían. ¡Pobre Ricardo! Le
hice la vida imposible. – Rebecca comienza a notar alivio en su espíritu y
se anima a continuar hablando. - En plena fase aguda de aquella depresión
agredí a Tristán produciéndole varias heridas y arañazos. Fuera de mí, me
ingresaron en una clínica especializada, dónde permanecí varias semanas. La
convalecencia la hice en la Orangerie. Estuve bajo la tutela de nuestro amigo
Ricardo y de Justus que no me quitaba ojo, hasta que recobré algo mi ánimo.
Cuando consideré superado el problema emocional, decidí levantar el campamento
y trasladarme a New York, aunque aún no estaba del todo bien, la recuperación no progresaba. Meses después
que te marcharas me vine aquí para respirar y emprender una nueva aventura. Y a
fe que lo he conseguido. Esta ciudad me ha devuelto la vida, y tú has
regresado. No puedo pedir más. ¡Bien! Ya
sabes mi secreto. Querías oír de mis labios lo que han debido contarte en
Düsseldorf.- Marlene respira tranquila. Se ha confesado sin presión. Sabe
lo que le cuesta a Rebecca poner sus debilidades al descubierto. - ¿Qué importa lo que me hayan contado? Ahora me importa que me lo cuentes tú.
Necesitamos confianza, decirnos todo lo que llevamos dentro.- Hacen una
pausa. Rebecca tiene la sensación de haberse desprendido de una pesada carga.
Nunca había creído que vaciando sus inquietudes en la persona que ama fuese tan
liberador. - ¿Sabes una cosa? Cuando
llegué a New York todavía tomaba unas pastillas para mantenerme tranquila y equilibrada,
para poder dormir y esas cosas. Desde que nos hemos encontrado, he dejado de tomarlas, no me acuerdo de ellas, no
las necesito. ¡Tú eres mi equilibrio y mi sosiego! - Rebecca muestra una
paz interior de la que no disfrutaba desde hace mucho tiempo. – ¡Ahora te toca! ¿Cuál es tu secreto?- Marlene
la mira con una medio sonrisa. – ¡No te
lo voy a decir! ¡Te lo voy a mostrar! - Los secretos, siempre trataron de
evitarlos, pero en el presente forman parte de la existencia de ambas y tienen el propósito de ponerlos al
descubierto. Como siempre la verdad, igual que el corcho en el agua, siempre
sale a la superficie. -¡Quiero
presentarte a alguien!- Le dice Marlene con cierto misterio. Hace una señal
a una mujer morena, que está acompañada de un niño de corta edad muy rubio y de
ojos azules, para que se acerque. Ha permanecido a corta distancia de ellas en
todo momento, mientras jugaba con el pequeño. -¿Ves esa mujer con un niño en brazos?- Vuelve a mover la mano
hacia ella. - Pero ¿Qué haces?- Le dice a Marlene pensando en que se ha vuelto
loca. – Tranquila. Ahora lo vas a
comprender.- Al llegar a su altura el niño se lanza hacia los brazos de
Marlene y la abraza con efusión. – ¡Este
es Tomy! ¡Mi hijo! Tomy ésta es Rebecca.- La expresión de Rebecca es todo
un poema. - ¿Qué es tu hijo? – Marlene
responde con naturalidad. - ¡Sí! Acaba de
cumplir año y medio. ¡Éste es mi secreto! ¿No te parece guapo?- Rebecca está estupefacta. - ¡Pero, pero! ¿Cómo…?- Marlene no acaba de ver claro algo en la
respuesta de Rebecca. – ¿Te ha
sorprendido? – Con gesto de enfado Rebecca se levanta y con enojo responde.
- ¡Por supuesto! Pero ¿Qué es esto? Te
presentas con un niño y me dices que quieres estar conmigo. ¿Qué broma es
esta?- Marlene entrega el niño a Roselyn. - ¡Deja que te explique!- Rebecca
muy airada no escucha. Se da media vuelta con el fin de alejarse. Marlene la
sigue insistiendo que tiene que escuchar sus explicaciones. Rebecca se da media
vuelta para gritarle. - ¡Maldita sea!
¿Cómo te atreves?- No atiende a razones y continua caminando. Se queda fría
al oír de nuevo a Marlene. - ¡Es hijo de
Tristán! – Rebecca se detiene en seco. Se da media vuelta con los ojos
abiertos, todo lo que su anatomía permite, y clava su mirada en Marlene. –
Consecuencia de lo que pasó entre nosotras cuando nos separamos.-
Cuando Marlene salió de Düsseldorf la
primera vez rumbo a Los Ángeles, viajaba embarazada, algo que no podía saber en
ese momento, lo descubrió estando ya en California. Tristán hizo la última
fechoría cuando Marlene se enzarzó sexualmente con él en “No Limits” después de
romper con Rebecca. La dejó embarazada, consecuencia, el pequeño Tomy, que nació en Colonia y en secreto.
Nadie de su familia supo nada hasta que ella se lo dijo a su padre con la
promesa de no divulgarlo. Solo Dana, su hermana Kim y Biggy estuvieron enteradas.
– Ella me acompañó en el tramo final del
embarazo y las semanas siguientes al parto. ¡No sabes lo que pensé en ti en
aquel momento! También le hice jurar a mi hermana que mantendría el secreto
hasta que yo lo desvelara. ¡Pobre Dana! Hubo de aguantar doble secreto. ¡Es
una gran persona!- Le dice a Rebecca. – En eso te doy la razón. También estuvo a
mi lado en momentos difíciles, ella y Kim se preocuparon mucho por mi. - Marlene
se siente orgullosa de sus hermanas. Luego le narra las sensaciones encontradas
de lo que sucedió con Tristán, aquel amargo día en que rompieron.
Ha pasado un buen rato con ambas sentadas
en un banco del parque con la mirada hacia adelante y sin pronunciar palabra.
La una al lado de la otra sin contacto, aunque sus manos permanecen muy cerca
deseando entrar en unión. Rebecca toma la iniciativa. - ¡Perdóname! Me he descontrolado. ¡Lo siento, de verdad, lo siento!- Marlene
la mira con timidez. – No me imaginé que
lo fueses a encajar así. Yo podía haber sido más cauta. - Rebecca mira con
fijeza a Marlene. - ¿Lo sabe? ¿Tristán,
lo sabe?- Le pregunta. - ¡No! No le he dicho nada.- Responde
Marlene con la vista perdida. - ¿Piensas contárselo?- Rebecca
investiga. - De momento, nó. Tengo muchas
dudas. Por no decir todas las dudas.- Marlene responde con firmeza. - Yo también las tendría.- El impacto es tremendo para Rebecca. Marlene
piensa que debía haber preparado el terreno. No se le ocurrió. Tampoco sabía
cuando le iba a dar la noticia que tenía un hijo llamado Tomy, cuyo padre,
ignorante de su existencia, era Tristán. No calculó las consecuencias y el impacto
en sus emociones. Ha reaccionado de forma brusca e incontenible. –
Necesito pensar.- Le dice Rebecca. - ¡Está bien! Lo entiendo.- Marlene
siente que huye y que no volverá a verla. -
¿Vas a alejarte?- Pregunta con timidez, sabe cuál es el riesgo, Rebecca es
muy drástica, casi tajante. – Si no
quieres que volvamos a…- Rebecca
corta la frase de Marlene, sabe lo que quiere decirle. – No. No es eso. No pienses que quiero abandonarte. Ha sido todo un
impacto. Necesito pensar, me he desequilibrado. Esto es completamente nuevo para
mí.- Coge la mano de Marlene y mira sus ojos. - Te quiero más que a nada en el mundo. Te llamaré, lo prometo. Ahora
debo irme.- Marlene se queda sola. A los pocos minutos rompe a llorar. Cree
que no volverá a ver a Rebecca y la invade la tristeza.
Al entrar en el apartamento, presa de un
gran nerviosismo, Rebecca se dirige a la búsqueda de sus medicinas. La sacudida
que ha supuesto el cambio de situación de Marlene la ha descentrado de ese
equilibrio y sosiego que le mencionó en el parque. Necesita recuperar esa paz,
pensar con calma como conectar con esta nueva realidad. -¿Qué es lo que debo hacer?- Una vez las pastillas están en su
mano, y dispuesta a engullirlas de un solo golpe, se detiene en la intención.
De sus ojos brotan dos lágrimas emotivas.
Marlene se encuentra de nuevo con Roselyn y
Tomy. Con alegría abraza a su hijo y lo llena de ternura con lágrimas en los
ojos. No cree en las promesas de Rebecca, muchas veces las ha incumplido
mientras estaban juntas, ¿Por qué iba a ser ahora diferente? Rebecca es una
Lanhstein y lo será toda su vida.
Ahora,que,pasara se separaran de nuevo?
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