Una separación necesaria

Una separación necesaria

martes, 9 de octubre de 2018

6ª Entrega


Enamoradas



El mundo da muchas vueltas y, en una de ellas, Marlene y Rebecca, para su goce personal, acaban de encontrarse por pura casualidad. Aunque ha pasado mucho tiempo, el hecho del encuentro no es del todo casual. Son realidades de la vida, que, de forma involuntaria lleva a las personas a reunirse sin que exista una intención premeditada. Solo hubo una idea y un propósito en dos  ocasiones, de estar en New York  juntas y que nunca se cumplió. Esta situación, sin embargo, parece ser una conjunción cósmica del destino que las  pone en un mismo lugar por mor de un influjo inexplicable. En el pasado imaginaron viajar a ésta ciudad para rehacer su vida en un par de ocasiones. Todo estaba decidido hasta que una oferta irrenunciable para Rebecca les hizo romper aquellos planes. Soñaban con vivir su amor y labrarse un futuro  en New York, lejos de los conflictos familiares. Entonces no se cumplió, sin embargo, ahora han llegado a este encuentro, al lugar elegido en el pasado, por distintos caminos y no hay un plan determinado ni siquiera un objetivo, todo es pura casualidad. El destino las ha colocado en el mismo escenario sin que ellas puedan saber por qué.

Se han desplegado demasiadas  conmociones en un solo instante para ellas. Circunstancias que las han desbordado en sus emociones y sentimientos. Pero también son muchas las interrogantes pendientes entre las dos. Marlene no desea un compromiso sin estar plenamente segura. Lo ha pensado con serenidad, lo ha madurado durante este tiempo de separación, no está dispuesta a que algo inesperado enturbie de nuevo una relación auténtica como ésta.
Puede ser el camino más difícil a recorrer, su deseo es unirse para siempre con Rebecca, pero habrá de desechar de su mente dudas, dificultades y posibles conflictos. Todavía no tiene una percepción clara de si ella ha cambiado, o que esté dispuesta a renunciar a cosas por estar a su lado. La personalidad de Rebecca siempre ha sido algo complicada, en ambientes tensos o de apremio, sus respuestas pueden ser muy agresivas, no permite explicaciones, aunque luego se arrepienta. Marlene piensa que a veces se parece mucho a Tristán en ese comportamiento. En el pasado, Marlene siempre encontraba algo positivo en los bretes que tenían entre ellas y conseguía solucionar cualquier papeleta. Espera tener la misma fortuna de ahora en adelante.
El amor que siente por Rebecca no se ha amortiguado un ápice desde que se marchó de Düsseldorf. Muy al contrario, pensó  que la distancia haría que  terminase olvidando aquella loca pasión. ¡Pero no! Pronto se dio cuenta lo que la echaba de menos. Amaba a Rebecca más que nada.

Los compromisos adquiridos la obligaron a permanecer anclada en Los Ángeles.  En la lejanía el sentimiento permanecía inalterable, la nostalgia mantuvo la llama encendida. Cuando se encontraron en aquel restaurante, todo ese amor, guardado durante meses, se desbordó casi al instante con una gran emoción. Nunca habían dejado de pensar la una en la otra desde el mismo instante de la separación.
Marlene tenía previsto acudir a Düsseldorf en la semana de descanso del teatro, era un plan para verse con ella, deseaba ese acercamiento, ese… aproximarse e intentar un nuevo encuentro sentimental con Rebecca.  - Yo sólo quise hacerte feliz, dediqué mi vida a ti de manera incondicional, pero estabas distraída y fuera de control.  Un día te pusiste fuera de mi alcance,  y no pude continuar a tu lado.- Las palabras de Marlene  golpean fuerte en lo profundo del alma de Rebecca. - No podía pronunciar tu nombre ya fuese para hablar o escribir. Nada tenía sentido, la angustia que sentí causó una gran grieta en mi corazón, tuve que salir de allí. Necesito decirte que fue así como sucedió. Tenía que buscar la claridad para mí Rebecca. Que no estuvieras presente cada día era necesario para poder encauzar mi vida. – Rebecca recuerda la amargura de los dos momentos que Marlene se alejó. - ¿Sabes? Cuando te fuiste la primera vez, entendí tu postura, yo no quería que te alejaras, quería que te quedases, estaba dispuesta a luchar por nosotras. Cuando de repente regresaste pensé que podríamos haber tenido una segunda oportunidad.- Le expresa con nostalgia del pasado. - Quiero decir que, estuviste trabajando en el castillo, lo tomé como una señal, que por fin habías llegado de nuevo para estar a mi lado.  Pero el destino quiso que te marchases de nuevo. - Marlene está sorprendida por la confesión de Rebecca. Piensa  cómo va a responder. - Lo siento si te has sentido así Rebecca, pero que ni siquiera tuvimos una relación amistosa. Estabas completamente absorta en ti misma con LCL. – La mirada de Marlene se hace algo fría. – Yo no podía ver esa actitud en ti, no dabas señales. La sensación que tuve es que estabas muy lejos de mí, aunque físicamente estuvieras cerca. Comencé a sentir que esa cercanía dañaba mi corazón, no lo soportaba y decidí poner tierra por medio.-  Rebecca inclina su cabeza y traga saliva. - No quiero volver a vivir lo qué pasamos si… ¡Marlene!   ¡Sí! Me equivoqué, fui egoísta y absurda cuando se trataba de ti. Había tomado nuestra relación por sentada. - La mirada de Rebecca se transforma en lágrimas. -¡No voy a pasar por eso de nuevo! – Afirma con certeza. Toma un pañuelo de su bolso y se enjuga las lágrimas.  Marlene le expresa con la mayor dulzura que el tono de su voz puede. – Ahora sé lo que quiero y estoy dispuesta a luchar para conseguirlo, pero creo que es pronto Rebecca. Te quiero, te quiero sin duda, con más intensidad que nunca. Este tiempo sin ti ha sido muy difícil.  No entiendo mi vida sin ti. ¡Ya no lo podía aguantar más! - Rebecca escucha en silencio. Deja que Marlene vuelque su corazón.  – Yo tampoco aguanto más tiempo sin tu compañía.- Expresa Rebecca con sentimiento.   – Tenía decidido ir a verte a Düsseldorf a encontrarme contigo y contarte lo mucho que te amo. ¡Ahora…! -   Rebecca la interrumpe…  - Marlene, he sido una completa idiota. No sé como pedirte perdón. Lo que hice no me lo perdonaré nunca. – Marlene mira a los ojos de Rebecca. – Yo también lo hice muy mal. Me dolió aquel engaño. Luego me volví loca. Lo de Tristán fue una equivocación mayor que la tuya.- Rebecca no sabe que decir. - ¿Qué tenemos que  hacer ahora?- Marlene mira con ojos tiernos a su novia. – Tenemos que hablar. Aún no te he contado todo. Necesitamos tiempo y contarnos muchas cosas. ¡Te necesito!- Le dice con una dulzura encantadora. Hace un instante de silencio, mira hacia el suelo, duda en pronunciar las palabras. – Perdona que lo diga de esta forma, pero, ¡No a cualquier precio! ¡Hay condiciones! – Rebecca levanta la cabeza con cierto aire de altivez. - ¿Y cuál se supone es el precio?-  Le pregunta. Marlene guarda un momento de silencio reflexionando. - ¡Tiempo y diálogo! ¡Sinceridad y honestidad!  ¡Dedicación y confianza! No quiero que tengamos ningún conflicto que grave nuestro cariño. Sé que podemos hacerlo, pero necesitamos tener honestidad mutua. -  Rebecca se siente descolocada. No acaba de comprender lo que Marlene le transmite, quiere entregarse del todo, pero le parece que ella no debe tener tan claro.
Rebecca habla con sinceridad. - ¡Lo siento! - Se coloca de frente para poder mirar a Marlene a los ojos. - Lo siento mucho por todo el infierno por el que te he hecho pasar, después de todo el caos, no puedo creer que aún me quieras. - Marlene silencia a Rebecca con un dedo en los labios. - Te amo Rebecca y juré que nada iba a impedirme estar contigo, nada ni nadie volvería a vencerme en esta batalla. - Sella su promesa con un beso. - ¿Qué propones?-  Rebecca habla con la intriga.  - Nada en concreto. ¡Bueno sí! Lo primero. ¡Tiempo y dialogo! Lo demás vendrá solo si lo hacemos bien. - Toma aire como queriendo dar la impresión de ser reflexiva. - Voy a estar tres semanas representando a Shakespeare en el teatro Delacorte en Central Park. Es tiempo suficiente para que hablemos de todo lo que nos importa.- Rebecca se siente algo turbada. Reacciona rápido. - ¡Bien! Ya que quieres aprovechar el tiempo. Puedes venir a vivir conmigo. Te aseguro que será fructífero.- Le dice con mirada insinuante, Marlene esperaba esta propuesta tan sugerente, para ella no es novedad, ya ocurrió en el pasado en circunstancias poco favorables. Ahora necesita declinar la invitación. - ¡Me encantaría poder hacerlo Rebecca! ¡Te lo aseguro! Pero no creo que sea lo más acertado.- Marlene es realista y reflexiva al tiempo. - Pero ¿Por qué? Haríamos todas las cosas juntas como en el pasado. Tendríamos mucho tiempo para hablar.- Marlene busca una respuesta convincente. Que Rebecca no juzgue que pretende alejarse. – Mi deseo es hablar de lo nuestro. Necesitamos tener claridad para empezar de nuevo con limpieza. Cada día requerirá una reflexión sobre lo que hablemos. Si estamos liadas, ninguna lo hará. Hagamos un noviazgo pero sin convivir. - Rebecca la mira con seriedad, pero entiende la razón de Marlene. - Se trata de saber ¡Qué queremos en nuestra vida en común! Si vamos a estar juntas para siempre, necesitamos un horizonte limpio al que dirigirnos. Porque yo no contemplo otra vida si no es contigo. Volver a romper sería demasiado doloroso. - Rebecca guarda silencio. Necesita expresar sus sentimientos con convicción.  – ¡Marlene! Todo este tiempo sin ti ha sido muy largo y cruel. Sentía que una parte de mi no estaba. Era incapaz de moverme. Tu ausencia me hundió y no quiero pensar que vuelvas a desaparecer. Todo lo que hago es pensando en ti. No hay ningún otro sueño que me mueva, ¡Solo tú!- Marlene se siente halagada, sin embargo le responde rotunda. - ¡Lo sé! Si no lo creyese, no estaríamos hablando. Pienso en ti muy a menudo y nunca ignoro nuestra relación. – Rebecca está en una nube y no quiere bajar de ella. - Siempre me preocupo por ti, lo que compartimos fue muy especial, en mi corazón permanece a pesar del tiempo que hemos estado separadas, lo viviremos en el alma siempre.- Marlene sonríe. - Yo sé una cosa Rebecca, gracias a ti sé lo que soy y quién soy. Lo que me quede en este mundo, siempre te estaré agradecida por ello.-
Marlene no volverá al apartamento de Rebecca.



Rebecca se encuentra en el vestíbulo del teatro en espera de la salida de Marlene. Porta entre sus manos un ramo de flores silvestres. El estreno ha sido un éxito, “Mucho ruido y pocas nueces” De W. Shakespeare. Se nota en el contento del público que paulatinamente abandona el recinto comentando alegre sobre lo que han visto y oído en ese espectáculo.
Las manos le tiemblan ligeramente mientras sujeta el pequeño ramo de flores. No es un ramo elegante como las rosas de tallo largo. Sabe que el gusto de Marlene es natural y sencillo. Margaritas, gardenias y lirios componen un conjunto hermoso de colores, que hará feliz a su amada. Una leve sonrisa esboza el rostro de Rebecca. A su imaginación acuden recuerdos en el jardín de Konigsbrunn, en una cálida y hermosa tarde de primavera. Marlene consiguió arrastrarla desde el trabajo hasta allí, algo raro y escaso en Rebecca siempre tan atareada y ocupada en las tareas interminables de LCL y pendiente de las luchas internas en la familia Lahnstein. Se considera una persona en paz al recordar el sentimiento de deseo y sosiego que experimentaba al acomodarse junto a ella sobre la suave manta de algodón extendida sobre el césped. El aroma de las flores se sumaba a la fragancia que Marlene engrandecía en su entorno vital, vapores que estimulaban los sentidos de Rebecca despertando un ardor cercano a la pasión. - ¡Sabes! Siempre me han gustado mucho las flores silvestres. – Le decía, al tiempo que cogía una margarita de entre la hierba donde había crecido, mirando con dulzura, acaricia la suave piel del brazo de Rebecca, en un transitar lento hacia el hombro, con el tierno pétalo hasta cerca de su cuello, provocando un cosquilleo en el lóbulo de su oreja.
Siempre tiene difícil pensar en otra cosa que no fuese Marlene, sobre todo cuando se funde en su mirada, se siente cautiva de esos preciosos ojos azules. – Todo el mundo desea que le regalen rosas rojas, a mí me encantan éstas, las silvestres, porque son libres de nacer en cualquier parte. Las rosas las cortan el tallo cuando aún no se han abierto y las guardan al frio, de alguna forma son presas, privadas de su libertad. – Rebecca está en ensoñación. - ¡Te amo Marlene! Siempre te he amado.- El letargo no dura mucho un ligero empujón casual y un…- ¡Disculpe! – El acomodador no se apercibe de su cercanía y roza contra su brazo de forma accidental. - ¿Le puedo ayudar en algo? – Pregunta a Rebecca en forma de súplica. - ¡No, gracias! Estoy esperando a Marlene von Lahnstein. – Responde cordial el acomodador. - ¿La actriz? – Rebecca responde afirmativamente. - ¡Lo siento! Pero los actores tardarán en aparecer. Ahora tienen un encuentro con amigos y familiares en los camerinos. – Le explica con tranquilidad. Rebecca no está dispuesta a esperar de forma indefinida. - ¿Cómo puedo acceder a ese lugar? – Pregunta interesada a lo que el acomodador le responde que lo siente de nuevo pero el acceso es restringido a amigos y familiares, como ya le ha manifestado antes. – Eso no debe ser un inconveniente, soy de la familia, mi nombre es Rebecca von Lahnstein. – Le dice con autoridad. - ¡Ah! En ese caso, no hay problema. Acompáñeme. – Dicho esto el acomodador conduce a Rebecca por un pasillo lateral hasta una puerta final que abre y le cede el paso para que se introduzca. Él la conduce por entre actores y visitantes hasta que encuentran a Marlene charlando con algunos compañeros del reparto, que aún no se han desprendido de sus ropas escénicas, ella tampoco.  - ¡Marlene! – Reclama su atención. Ella se da la vuelta exponiendo una gran sonrisa. - ¡Rebecca! – Exclama como sorprendida. - ¡Que alegría verte aquí! – Se funden en un abrazo, Rebecca muestra el ramo como en una ofrenda. - ¡Qué maravilla! – Marlene deja ver su espléndida sonrisa y besa con mimo la mejilla de Rebecca muy cerca de sus labios. 
Tras el éxito cosechado por la compañía de teatro en Central Park, Marlene y Rebecca, con el resto del reparto salen a celebrarlo. Después de tomar un refrigerio recalan en una discoteca donde bailar  y  divertirse hasta pasada medianoche. Después en el apartamento de Rebecca, con la euforia del momento, se entregan con la pasión que los sentimientos impulsan.



Han pasado las tres semanas de representaciones. No han  vuelto a compartir lecho. Sólo besos prolongados, realizados en rincones a hurtadillas, en el almacén de M&R, o en cualquier lugar escondido de las miradas ajenas. Hablan todo el tiempo. Las conversaciones se desenvuelven entre lo trivial y lo importante, a veces también discuten, dentro del orden lógico de la relación de pareja. Luego se disculpan sin mirar atrás. – Ahora he empezado algo nuevo con libertad.- Explica Rebecca.- Algo nuevo con la libertad que deseaba, sin limitaciones ni normas. Quiero mostrar una moda que refleje la inquietud femenina. Una moda, como dijo Thorn, provocativa y fantasiosa, atrevida, bohemia y al mismo tiempo clásica.- Marlene también cuenta sus vivencias teatrales. Como enfoca su vida como actriz. Sueña con poder debutar algún día en Brodway.

Pasadas esas tres semanas Marlene ha de viajar a Düsseldorf como tenía previsto. No solo era buscar el encuentro con Rebecca, otras obligaciones familiares y sociales que debe cumplir la están esperando. La despide en el aeropuerto con un abrazo apasionado. – Solo es una semana. ¡Lo sé! Pero es que no puedo quitarme esa sensación de perderte, aunque sea un solo día. – Marlene tranquiliza a Rebecca. - ¡Volveré! ¡Te lo prometo! Siempre cumplo mi palabra, lo sabes. Te llamo cuando aterrice en Alemania.- Detiene la mirada sobre la de Rebecca. – ¡He de contarte algo a mi regreso! -  Con esta frase misteriosa y un cariñoso beso, se despide, dejando a Rebecca intrigada. Retorna a su apartamento. Por el camino trata de reflexionar sobre ese misterio. No encuentra una respuesta convincente. Ya en casa pasea por el salón sin un propósito, no tiene sueño, se ha acostado hace rato pero se ha vuelto a levantar. Se encuentra algo nerviosa y decide recurrir a las medicinas, que sin duda la  conducirán a un sueño reparador. Con la cápsula en una mano y un vaso conteniendo un zumo en la otra, se detiene frente a la ventana, contempla el paisaje, mira el medicamento depositado en su mano y cierra el puño. En este momento está pensando que el motivo de su inquietud está volando sobre el océano. Lleva quince días sin recurrir a las ayudas para poder descansar. “¿Por qué habría de necesitarlo ahora? Desde que  Marlene está a mi lado no me he acordado de tomarla y he descansado muy bien. ¿Qué me pasa ahora?... ¡Se ha alejado! “  Respira. Reflexiona.  “Simplemente se ha ido de visita, no seas histérica, volverá. Me lo ha prometido y ella cumple sus promesas.” A las seis de la mañana la despierta el sonido insistente del móvil. -¿Marlene?... ¡Buenos días cariño!... ¡Nó! Ya  se que es muy temprano, en cinco minutos sonará el despertador… ¿Qué tal el vuelo?... Pues anoche tardé en dormirme ¡Te echo de menos! … ¡Yo también te quiero!... Un beso… ¡Adiós! -

Con una sonrisa puesta en su rostro, comienza a estirarse y a revolcarse entre las sábanas, se apoya en los codos para elevar la mirada y poder alcanzar con la vista el paisaje del exterior, ya amanece y la luz primera del día le parece maravillosa. Ha conseguido dormir sin la medicina, como los días anteriores, al regresar a la cama lo hizo con el rostro sonriente de Marlene en su pensamiento y una fotografía en sus manos, que besa como si fuese Marlene en relidad. - ¡No hay mejor medicina que el amor!- Se dice dando un salto sobre la alfombra.

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