Revivir, no es más que un sueño
-Te
echaré de menos – Le dice a
Marlene su amiga. - Y yo, amiga mía. – Responde
con ligera aspereza en su voz. - Estoy
segura de que estás emocionada, volver a tu casa, debe ser un sueño real. –
Le comenta Grace, pero percibe una extraña sensación de Marlene. - No esperaba ir tan de repente. - Suspiró
profundo y con cierta angustia. - Mark me
lo soltó y ni siquiera tuve tiempo de pensarlo bien. - Ella lo expresa con cierta desgana. - ¡Marlene!
– La recrimina Grace con cierta vacilación. - Mark es un cirujano muy reputado y una oportunidad como ésta llega
una vez en la vida, tú eres su esposa ahora y sé que esperabas una carrera
aquí, aunque pienso que no para siempre. Mira el lado positivo, vas a ir a casa
y puedes enseñarle de dónde vienes, y lo que fue tu vida allí. - Grace
aconseja muy entusiasta. Marlene baja la cabeza. - Parece que Mark y David tienen sus cabezas juntas. - Ella cambia
de tema mirando a su marido desde el otro lado de la habitación. – Iremos a Zurich en julio, el congreso,
David me ha asegurado que pronto os visitaremos. - Ella sonríe. - ¡Sí! Será en un buen momento, mi padre se
irá a Hannover éste verano, Dana y Hagen están ampliando el granero y estará
trabajando para ellos, así que tendremos todo el apartamento para nosotros. -
Le dice en un tono optimista. - ¿Has vuelto a hablar con Mark sobre tener
un bebé? - Le pregunta con calma. - ¡No!
No estoy lista. – Le habla con una media sonrisa. -
¿Usas protección? - Ella la mira con
cara de sorpresa. - ¡Yo! ¡Uh! ¡Bueno, él no sabe que estoy tomando la
píldora! – Le dice espontánea. - ¡Marlene!
– Su amiga la reprende en voz baja. -
No deberías hacer eso, él tiene derecho a conocer tus verdaderos sentimientos.
- Le regaña en voz baja. Los hombres se acercan a ellas. - ¡Señoras!
- David engancha a Grace por el brazo.
- La cena fue genial, tengo que levantarme muy temprano y sé que ustedes dos
tienen algunas cosas de última hora que hacer. – Antes de salir. - ¡Feliz viaje! - Grace expresa con una
lágrima en el ojo. - No llores, nos vamos
a ver en poco tiempo. – Les dice ya en la puerta. - Julio está casi aquí, antes de que te des cuenta. - Termina él por
decir insinuando que los verán entonces.
Mark frunce el ceño. - David se lo toma bien. – Menciona Mark con una sonrisa
sirviéndose otro vaso de vino. - Sin
embargo, Grace parece con el corazón roto. - Marlene traga saliva y luego
lo abraza. - Ella estará bien, nos
visitarán pronto. - Mark se aparta de ella.
- Parecía estar un poco preocupada
por ti. – Comenta. Ella lo mira de manera extraña, Mark levanta la vista
alrededor del salón. - He decidido subarrendar el apartamento. Un
joven interno ha preguntado, comenzará en el hospital en mes próximo. – Él
expresa sin darle importancia y se encoge de hombros. - ¡Oh! – Marlene se aparta de él y le da la espalda pensativa. - ¿Estás
bien? - Él le toca en el hombro y
ella se da la vuelta para mirarlo. - No me
has hablado de realquilar el apartamento, soy tu esposa. - Le explica en
tono de enfado. - ¡Lo hago ahora Marlene!
Pensé que no te molestaría. – Ella se
cruza de brazos con gesto áspero. - ¡Mark!
No estoy satisfecha, soy tu esposa y en estas cosas deberías incluirme. - Expresa con dureza. - ¿No estás siendo un poco hipersensible Marlene? - Él la
interroga con un gemido. Marlene suspira. -
¿En verdad, crees que soy demasiado sensible? - Ella empieza a recoger. – Creo que ves todo esto fuera de proporción.
¿No te parece? – Comenta caminando detrás de ella. La retiene agarrando uno de sus brazos. - ¡Lo siento! Tampoco quiero discutir contigo,
es evidente que no me tomé tiempo para pensar en cómo te sentaría. - Él
suspira mirando a sus ojos y acaricia su cara con el dorso de su mano. - Te amo. – Le dice y luego se aleja.
Marlene baja los hombros cediendo a sus encantos. - Yo también te quiero, pero quiero que las decisiones que nos involucren
a los dos, las tomemos juntos. Eso es todo lo que estoy pidiendo. - Ella le
manifiesta su pensamiento en voz alta. - Tienes
razón, debería haber tomado eso en consideración antes de decidirlo. -
Contesta pasándose los dedos por el pelo. - Debería
terminar de hacer las maletas. - Le dice Marlene señalando al dormitorio. - Tengo algunas cosas que terminar en el
hospital, no me da tiempo. - Se inclina y besa su mejilla. Ella cierra la
puerta detrás de él, se apoya contra la pared y suena el tintineo del teléfono. - ¡Grace! – Responde. - Sé que estas ocupada. - Ella empieza a
hablar, Marlene camina hasta el dormitorio y abre su maleta. - Puedo hablar, Mark tuvo que ir al hospital. – Afirma severa.
Hay un momento de silencio. - ¿Estás
bien? – Pregunta Grace finalmente. -
¡Lo estoy! - Ella responde apacible. -
Marlene tienes que decirle a Mark que no quieres tener un bebé. No lo pospongas
demasiado tiempo, sabes que solo causará problemas. - Le recuerda. - Pronto necesitaré hacerlo, primero debo
viajar a Düsseldorf y luego prometo que lo haré. - Comenta con firmeza. – Debo pensar primero, solo necesito algo de tiempo. Un beso, que tengo
que preparar un viaje y estar segura que no olvido nada. - Marlene sonríe
ampliamente. - Nos llamaremos pronto. - Cuelgan y se dedica a terminar de hacer
las maletas.
-
¡Buenos días, Sra. Von Lahnstein! -
El Dr. Víctor Rothman habla con Rebecca mientras recoge su expediente y lo
examina. - ¡Buenos días, doctor Rothman!
-Responde ella, mientras él comienza a examinarle los ojos con interés. Le
pregunta al tiempo que acerca una la luz a sus pupilas. - Han sido cerca de seis meses. - Ella le contesta y él aparta la
luz lejos. - ¿Tiene dolor en la zona del
cuello o del temporal? - Le pregunta si tocando la cicatriz en forma de
media luna en el arco de su ojo derecho. -
¡No! Ahora sólo me duele mi pierna. – Le responde con certeza. – Me ha dicho el doctor Kessler que un
nuevo cirujano estará aquí con una beca y podría ayudarte. – Le comenta
mientras ausculta su corazón a través de su estetoscopio. - No voy a poner en marcha nada que no me dé expectativas de mejora. –
Murmura Rebecca. - ¡Bueno! Creo que estás
bien y no necesitaré verte de nuevo a menos que tengas otro dolor de cabeza. –
Ella se pone muy contenta. - Te deseo que
mejores de lo que queda y, espero que el nuevo cirujano pueda arreglar tu
problema. – Le declara liberándola de sus visitas. - Gracias Dr. Rothman. - Ella recoge su bolso, el suéter y sale de
la consulta. Elisabeth espera en el vestíbulo. - ¡Bueno!
¿Qué dijo? - Le pregunta con ansiedad. - ¡Estoy bien! Los dolores de cabeza se
han calmado y no necesitaré volver a verlo si no tengo más. - Rebecca se
toca la cicatriz de su rostro, un constante recordatorio del terrible accidente
que tuvo.
La señora Lentz ha preparado un almuerzo
especial para ti. Ellas se introducen en el coche. Rebecca exhala aire
lentamente antes de hablar. - El Dr.
Rothman mencionó algo del nuevo cirujano. -
Elizabeth sonríe. - De hecho, mientras estabas con el Dr.
Rothman, me vi con el Dr. Kessler y me ha dicho que ha concertado una cita para
el lunes. – Le cuenta enseñando la tarjeta de cita a Rebecca. Ella la toma
y la mira. Solloza discreta. - ¡No
llores! - Elisabeth le entrega un pañuelo de papel. - ¡Yo no
sé! Esto es abrumador, ahora que mis dolores de cabeza han desaparecido y esa
memoria borrosa no parece estar. Finalmente puedo enfocarme en conseguir que
esta pierna se ponga en orden, pero no puedo ceder de nuevo, voy a conseguir
mantenerme firme como sea. – Señala con voluntad. – El doctor Kessler dijo que probablemente necesitarás una gran
cantidad de fisioterapia rigurosa para volver a caminar como antes. - Refunfuña
Rebecca al oír el comentario. -
¡Bufff! Espero que sea algo mejor que con
Karl, él era un terrible fisioterapeuta insensible e indiferente. ¡No lo quiero
ver nunca más! - Exclama ruidosa, haciendo que Elisabeth se estremezca. - ¡De acuerdo! Pero tienes que ser positiva,
dime… - Elisabeth le echa una mirada cautelosa. - ¿Lizette sigue aquí? - Rebecca sonríe con una mirada traviesa. -
¡Lizette, Lizette! - Pronuncia en un
tono embobado. - Se fue temprano esta
mañana a un rodaje en Londres y luego volverá para los días de moda de verano,
¿por qué? - Elisabeth se pone seria.
- Tristán querrá estar aquí para tu cita.
- Expresa en un intento de ser razonable, Rebecca gruñe con enfado. - Debería superar su aversión con
ella, estamos enamoradas. ¿Por qué no puede ver que ella me hace feliz? Con sus
viajes mantiene suficiente distancia entre nosotros para que nuestra relación
no se quede en monotonía. - Se cruza
de brazos enfadada. Él está preocupado
por ti eso es todo. – Responde con honestidad. - Tiene una extraña forma de mostrarlo, él la maltrata y ella es
ofensiva con mi hermano, debería acostumbrarse al hecho, incluso, que puedo
pedirle que se case conmigo en algún momento. - Expone en voz alta
atrapando a Elisabeth con la guardia baja.
Marlene explora tranquilamente el
apartamento en el que vivió una vez. Mark trae equipaje. - ¿Dónde quieres esto? - Pregunta, poniéndolo en el umbral. Marlene se siente extraña de no haber vuelto
aquí en diez años, pero curiosamente es como su fuese ayer cuando estuvo la
última vez. Recoge una foto de su familia y la acaricia suave con el pulgar. – He estado aquí siempre. – Comenta en
voz baja, vuelve a colocar la foto de nuevo en el estante y se gira para ver de
frente a Mark en la puerta. Él regresa con la última de las maletas en la mano.
- ¡Wow! Estoy ciertamente cansado. ¿Compraste
la tienda por departamentos antes de viajar? - Se burló modestamente de
ella y se acerca para abrazarla. - Sólo
mi armario. - Ella sonríe generosa, se besan con profunda sensación de
amantes. Suelta una risita. - Necesito
una siesta. - Hace una mueca. - ¡Yo
también! - Ella le coge de la mano y le muestra su antigua habitación, con
una cama y un tocador, él mira alrededor. - Parece que quien quiera que haya tenido
esta habitación antes se llevó todo. - Marlene frunció el ceño. - ¡Kim
y Emilio! Cuando se mudaron a Barcelona hace unos años, supongo que se llevaron
la mayoría de los muebles. - Mark se
sentó en la cama y tiró de ella hacia abajo a su lado. - Me
encantaría conocerlos. – Le dice en voz alta y sonríe. - Creo que podremos arreglarlo. ¿Por qué no hablamos de eso después
de que descansar? - Marlene suelta una risita, se acuesta a su lado y se
gira para mirarla. - Sé que quería descansar,
pero podía hacer el amor ahora. - Él expresa con suavidad con su dedo
índice elevando su rostro por debajo de su barbilla, levanta su cara para
encontrar sus labios y besarse con deseo. Marlene cierra los ojos, mientras le suplica.
- Estoy bastante cansada. - Pone la mano sobre su pecho, su boca se movió
hacia un lado de su cuello y pasó su lengua a lo largo de ella. - ¡Por
favor! Marlene. –
Rebecca toma un sorbo de café antes que
lleguen los demás. Elisabeth seguida por Tristán se sientan a la mesa del
desayuno. - ¡Buenos días! - Saluda
alegre esa mañana. Tristán bosteza tendiendo la servilleta de tela sobre su regazo.
- Supongo que no habrás podido dormir. -
Inicia la frase, pero Rebecca le corta
literal la frase. - ¡No! No he podido. Estoy
nerviosa y muy agitada. - Elisabeth
sonríe. - Todos esperamos cosas buenas de esta cita.
- Replica el mayordomo. - ¡Gracias Justus!
- Ella se lo agradece y todos
desayunan con tranquilidad. Tristán ordena que el conductor acerque el auto a
la puerta principal y allí los recoge. -
No estés tan nerviosa. - Tristán le dice y agarra el brazo de Rebecca. - Deja de inquietarme, puedo sola. No puedo
evitar ser pesimista, Tristán. Aparte que tengo una sensación extraña, como si
algo insospechado me estuviera esperando. - Le transmite y se encoge de hombros. Ella le
sermonea y él responde con un comentario sarcástico. – Veo que estas optimista esta mañana. - Duro, pero con suavidad. - ¿Cómo
está Ann y las chicas? - Ella cambia rápidamente de tema mientras trata de
ocultar su ansiedad. - Ann está manejando
bien a las chicas, la mantienen ocupada. Bridgett comienza la escuela este curso.
– Comenta Tristán a Rebecca. - ¡Oh!
Eso es emocionante, eres afortunado, has encontrado a alguien que te adora y
las niñas son dulces. – Le dice amable.
-
Ya hemos llegado. - El
conductor se detiene en el camino en círculo frente al hospital. - Déjame ayudarte. - Tristán corre al otro lado del coche. Abre la
puerta para ella, la toma por las manos que le permite recuperar el equilibrio
y su movilidad. - ¡Estoy bien! - Se
dirigen al ascensor y entran.
Rebecca se sienta al lado de Tristán en la
sala de espera, dando tiempo para ser llamada. - ¿Rebecca Von Lahnstein? - La enfermera se acerca a ella. - ¡Sí! - Levanta la vista hacia ella. - El doctor Blair estará listo para verla en
un momento. Debemos ir a la sala de examen. – Ellos la siguen hasta
traspasar una puerta. Tristán se sienta en la silla en una esquina y cruza las
piernas en un intento de relajarse. Mark Blair entra en la habitación, Rebecca
alza la vista hacia la figura alta del hombre que podría ayudarla a salir del
pozo del dolor. Con los ojos brillando su rostro apuesto se siente algo cohibida.
- ¡Hola! Soy Tristán von Lahnstein. -
Extiende su mano. - ¿Marido? - Él pregunta. -
¡No! Hermano. - Mark rápidamente dirige su atención hacia ella. - ¡Rebecca! – Le sonríe, le estrecha
la mano y toma asiento frente a ella. -
Permítanme comenzar diciendo que me siento honrado de estar aquí y espero poder
ayudarla en su recuperación. - Rebecca suspira profundo. - No me
decepcionará. – Él la mira sonriente. -
He venido de América, New Haven, Connecticut. Me han requerido para la práctica
de la medicina deportiva, de forma ortopédica, he hecho muchas cirugías en
figuras del deporte y estaré aquí con una beca con la esperanza de enseñar a
algunos colegas mis técnicas de más éxito. - Se jacta con orgullo, pero discreto.
- Déjame empezar preguntándote. ¿A qué te
dedicas, Rebecca? – Ella piensa un momento sin hablar. Sus pensamientos se
remontan a las palabras New Haven, entrecierra los ojos porque le suena
familiar. – Soy modista, quiero decir que
trabajo desde casa, pero necesito ser capaz de estar al lado de las personas
que trabajan para mí, quiero correr nuevamente y poder bailar con mi novia. - Le
responde ella. Él respira hondo y se puso de pie sacando una radiografía de su
pierna, después de la última cirugía. La sostiene en alto, a la luz donde pueden
verse los tornillos y clavos que contenían la delicada estructura de sus
huesos. Él hace una mueca al mirarlo, a Rebecca se le revuelve el estómago, se
lleva la mano a la pierna y la frota suavemente.
-
¡Veamos! Déjame empezar diciendo que he estudiado todo el expediente. La verdad
es que todos los tornillos que te colocaron están en su lugar, lo hicieron
bastante bien. – Le señala
algunas cosas sobre ellos en las radiografías. - Pero ¿No hay un problema de rigidez y movilidad? – Él pregunta
con claridad y ella le contesta. - ¡Sí! Y
tengo un dolor agudo con frecuencia. – Añade Rebecca. - El hueso está soldado, pero veo el tejido de
la cicatriz que rodea un área lateral que debe ser reducido, yo opino que
debería colocar una placa pequeña y estrecha con un nuevo conjunto de tornillos
a lo largo de ese lado de su rodilla, quedaría ahuecado para evitar la fricción,
y eso mitigaría el dolor. - Le parece clara la explicación, aunque un poco
confuso para ella. - Me gustaría hacer
algunas pruebas de sangre y una resonancia magnética si es posible. – Le explica
mirando la radiografía. Él le mueve hacia abajo y hacia atrás flexionando su
pierna, presiona con las yemas de los dedos contra la rodilla y ella gime de
dolor. Él se aparta asintiendo. -
¿Cuándo? - Ella pregunta con una sonrisa. - Mañana
a primera hora, nada de comer o beber después de la medianoche, voy a dar las
órdenes a mi enfermera. – Explica con convencimiento. – Después de la operación habrá que realizar terapia física, tendrá
que pasar por ello, aunque sea molesto. - Se aclara la garganta y mira a
Rebecca y Tristán. - Mi esposa será su
terapeuta, ustedes la conocen, creo estuvo casada con su hermano mayor. -
Rebecca y Tristán primero se miran el uno al otro y luego a él algo sorprendidos,
Rebeca nota que su corazón se acelera y se siente confundida e insegura. - ¡Marlene Wolf! - Las palabras suenan
en la boca de Tristán como un gong en la cabeza de Rebeca. - ¡Sí! Marlene - Responde Mark. -
¿Eso es un problema para usted? - Él cuestiona, Rebecca está encerrada por
un nudo formado en su garganta. Tristán no sabía qué decir del schok que sufre. - ¡Bueno!
Eres un hombre afortunado. – Responde una vez repuesta. Ella se alegra de
decirlo. Tristán ayuda a Rebecca hasta la puerta. - Me citaré con usted después de la resonancia magnética y hablaremos
de nuevo. - Él los acompaña.
-
¿Estás bien? - Pregunta
Tristán mientras se acomodan en el asiento trasero del coche. - ¡Marlene! – Susurra. - ¿Nunca la has olvidado verdad? - Su pregunta
la fustiga. - ¡No, yo, yo! - Ella
deja de hablar. - Nunca habría imaginado en un millón de años que volvería a oír su
nombre otra vez. - Tristán murmura mirando a su hermana. – Estoy
sorprendida, Marlene, fisioterapeuta. – Observa y se encoge de hombros. - La gente cambia y encuentran nuevos retos.
- Le recuerda. - Han pasado años. -
Replica Rebecca. - Lo que tuvimos y lo
fantástico que fue, pero también fue un desafío. - Tristán le toca la mano. - Ella ha sido tu gran amor, no puedes negar lo que tuvisteis. - Su
voz es sentimental. - ¡Sí! Pero la vida
sigue y ella quería algo más y aparentemente lo ha encontrado. - Le
responde Rebecca. Tristán se calma. Sonríe con ironía. Él piensa en Lizette y
luego Marlene comparando a las dos en su mente, se afloja la corbata y
carraspeó. - Me pregunto cómo reaccionará
Lizette ante la presencia de Marlene. – Expresa con retintín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario