- De Düsseldorf a New York
El golpe del tren de aterrizaje al
desplegarse despierta súbitamente al pasaje creando cierta confusión. Sobresaltada,
Rebeca da un bote en el asiento. Al momento escucha la voz del piloto comunicando
la cercanía al aeropuerto John F. Kennedy de New York. Desde la salida de Düsseldorf Rebecca ha
dormido casi las ocho horas del viaje. La
medicación que le prescribió el psiquiatra tiene una acción relajante que le
permite descansar sin importar las circunstancias, el contrapunto son los
efectos secundarios. Al abrir los ojos, siente la cabeza embotada, la boca seca
como esparto, una sed terrible y cierta sensación de vahído que la mantiene como
mareada durante unos minutos. Se va despabilando después de haber sufrido una
pesadilla fastidiosa, aunque no tanto como la realidad de la que ha salido
huyendo. Pide un zumo de naranja, necesita
beber algo que le dé frescor a su boca y sacie esa endiablada sed.
El reloj de pulsera marca las seis treinta y seis de la madrugada. Es la hora de Alemania, allí amanece en esta hora, mientras en New York aún es noche cerrada, apenas es la una y media. El vuelo llega puntual. Por la ventanilla contempla, bajo el manto oscuro de la noche, la ciudad que nunca duerme. Toda la apoteósica luminaria de los rascacielos es un espectáculo deslumbrante, se lleva una mano a la frente y fija su cara contra el cristal para visualizar mejor el paisaje desde el aire.
El reloj de pulsera marca las seis treinta y seis de la madrugada. Es la hora de Alemania, allí amanece en esta hora, mientras en New York aún es noche cerrada, apenas es la una y media. El vuelo llega puntual. Por la ventanilla contempla, bajo el manto oscuro de la noche, la ciudad que nunca duerme. Toda la apoteósica luminaria de los rascacielos es un espectáculo deslumbrante, se lleva una mano a la frente y fija su cara contra el cristal para visualizar mejor el paisaje desde el aire.
Es una huida hacia adelante, Rebecca está escapando
de todo lo que fue su mundo, su familia y su trabajo. Toda esa angustia la
invade de nuevo. New York es el lugar perfecto para ocultarse, la superpoblada
urbe le proporciona un escondite ideal donde guarecerse de cualquier inconveniente.
Disponer de un espacio limpio de ansiedades, presiones, desazones y congojas a
veces tiene mucha utilidad, te ayuda a ver las cosas con una perspectiva más
tranquila y serena. Es lo que viene buscando.
Rebecca conoce bien ésta inmensa metrópoli. Recuerda el tiempo que pasó aquí formándose como diseñadora. La exploró al detalle en aquellos tiempos iniciales de su aprendizaje en el diseño. Se movió por esa parte de la ciudad donde hubiera cierto mundillo de creación de moda. Aprendió a transitar por los lugares donde se encuentran los corrillos en boga más exclusivos, las salas más importantes, allí donde se encuentra el núcleo de la alta costura neoyorquina y se realizan los pases de modelos más distinguidos. Ella siempre aparecía dispuesta a aprender todo lo que su mente fuese capaz de absorber. En aquella época visitó todas las tiendas de los modistos más relevantes, descubriendo las grandes y pequeñas marcas. Aquí sembró la semilla de su creatividad como destacada diseñadora de moda.
Rebecca conoce bien ésta inmensa metrópoli. Recuerda el tiempo que pasó aquí formándose como diseñadora. La exploró al detalle en aquellos tiempos iniciales de su aprendizaje en el diseño. Se movió por esa parte de la ciudad donde hubiera cierto mundillo de creación de moda. Aprendió a transitar por los lugares donde se encuentran los corrillos en boga más exclusivos, las salas más importantes, allí donde se encuentra el núcleo de la alta costura neoyorquina y se realizan los pases de modelos más distinguidos. Ella siempre aparecía dispuesta a aprender todo lo que su mente fuese capaz de absorber. En aquella época visitó todas las tiendas de los modistos más relevantes, descubriendo las grandes y pequeñas marcas. Aquí sembró la semilla de su creatividad como destacada diseñadora de moda.
No hay casi nada en esta urbe que recuerde
su vida en Düsseldorf. Todo es diferente y, por decirlo de una manera fresca,
nuevo para ella. Tiene por objetivo reconquistar, cuando tenga fuerzas, los ambientes de modistilla
que tan bien conoce.
En Nueva York el mundo de la moda se
encuentra en Manhattan. Las grandes marcas y modistas mas relevantes se
localizan en ésta popular zona de la amplia urbe de los rascacielos. Al sur del
Upper East Side y de Central Park en pleno MidTown, más al sur, en East
Village, está el lugar donde comienza Brodway, Avenida emblemática de Teatros
de Revista.
Pero antes necesita rescatar la
tranquilidad y poder reconciliarse consigo misma. Los errores cometidos en el
pasado se han cobrado factura. Una factura personal que le ha llevado a la
ruptura familiar y a una sensación de fracaso en lo personal, difícil de
soportar. El regresar a Nueva York es encontrar una nueva vida después de las
tormentas pasadas en su ciudad natal. Piensa que ya se encuentra en situación
de enfrentarse a la gran crisis emocional sufrida en los pasados meses, y trata
de restablecer el equilibrio espiritual que le permita abandonar ese
tratamiento del que depende en gran medida y sentirse emocionalmente estable. Necesita levantar el ánimo, buscar una
motivación para vivir y poder creer en sí
misma de nuevo. Un rasgo de su carácter es que siempre ha sido muy decida y
voluntariosa, personalidad Lahnstein, pocas cosas se le resistían, cualquier
objetivo que se propusiera lo alcanzaba gracias a sus habilidades y tenacidad.
Con este cambio de ambiente, no solo espera
restablecer la fe en sí misma, está esperanzada que cara al futuro, despertará
de nuevo a la creatividad.
De su imaginación salieron los mejores diseños
de moda, extraídos de su genial capacidad. Un volumen grande de fantasía que llenó las
arcas de la empresa familiar LCL hasta que, exprimido su firmamento creativo,
esa fantasía desapareció.
En la ciudad de los rascacielos encontrará el merecido descanso, nunca
disfrutó de unas vacaciones de verdad, en el auténtico concepto de la palabra,
solo pequeños espacios en los que, a pesar de estar alejada de todo trabajo,
continuaba produciendo ideas nuevas, estimulada por una visión creativa, casi
paranoica, de todo lo que veía en su entorno. Muchas veces ella misma no se
concedía ninguna pausa, aunque lo necesitara con urgencia. Entraba en un círculo
vicioso obsesivo, cuanto más estresada, más se involucraba en el trabajo, una situación
que al final siempre le producía una catarsis y terminaba por sufrir una crisis
física y mental de la que no sabía cómo salir.
Nueva York es un lugar entretenido cuenta
con muchos recursos de actividad lúdica, hay distracciones suficientes para poder
entretenerse, asistir a cualquier espectáculo mantendrá alejada su mente del
sufrimiento. Podrá hacer cientos de cosas con las que llenar el tiempo y el
pensamiento.
En la intimidad la lectura será un gran
compañero, entre novelas y revistas de moda, podrá navegar sin preocupaciones.
Y en los ratos de abandono no podrá evitar que su pensamiento vuele hacia el amor
de su vida, tan estúpidamente perdido.
Pasear por las calles, avenidas y sobre todo por Central Park, que en
otoño presenta un impresionante colorido de ocres, amarillos y verdes
exagerados.
Cuesta olvidar lo que se deja atrás. Años de trabajo intenso
y estresante. Después de que la marca de la familia Lahnstein hubiese estrujado
sus habilidades hasta la extenuación. Ahora se encuentra liberada de todo
compromiso. Ha renunciado a todos sus privilegios en la empresa. Delegados los
poderes del consejo en Elisabeth, ha escapado de una vida laboral y familiar muy,
pero que muy complicada.
Son las dos de la madrugada en New York. Es
noche cerrada. Al salir de la terminal llama un taxi. – A la
setenta y ocho con la Quinta Avenida.- Le dice al conductor del vehículo.
Un individuo con turbante y una poblada barba, como muchos de los taxistas de
ésta urbe, que pertenece a la comunidad Sij.
El curry invade todo el interior del vehículo, domina sobre otros distintos aromas,
especies y ambientadores, todos ellos entremezclados. Esta combinación de
olores es molesta para Rebecca, hasta el punto de la náusea, que la va poniendo
enferma. Para aliviar esa horrible sensación y poder respirar libre de algo que
le parece una pestilencia, abre la ventanilla. El Sij le grita que si es que
quiere que la asalten en plena carrera, y la obliga a cerrar de nuevo.
Conteniendo el aliento, las arcadas se suceden de forma intermitente, por fin
llega al novecientos sesenta y nueve de la
calle setenta y ocho, situada en el Upper East Side de Manhattan,
enfrente de Central Park. Sale del vehículo casi con violencia. Por poco vomita
sobre la acera. Engancha la maleta, la bolsa de viaje y rápidamente se
introduce en el portal. El tufo del taxi le da la sensación de llevarlo
impregnado en ropa y equipaje. Sube al ascensor y marca el piso trece, el más
alto, donde está ubicado su apartamento. Llega al descansillo y abre con presteza,
entra y cierra la puerta dándole una patada tras de sí. Rápidamente se desviste
y entra en el cuarto de baño, se mete en la ducha pretendiendo despojarse de la
horripilante impregnación de su piel. Deja que el agua se deslice por todo el cuerpo
limpiando la contaminación contraída. Por fin, se deleita debajo del cálido
chorro pensando que, no solo es el curry y demás olores acompañantes lo que
desea desprender de sí misma. La pesada carga que arrastra desde su casa en
Düsseldorf no se desprende con la misma facilidad que la impregnación de la
piel. Pero necesita experimentar esa sensación de aligerar los malos momentos,
ratos amargos vividos durante meses en el castillo y en la empresa. Después de
un buen rato bajo el agua caliente, nota que no percibe en su pituitaria el
nauseabundo aroma, se convence que no le queda resto alguno del mismo. Cierra
el grifo, se seca y se envuelve en un suave albornoz blanco. Ese baño, tan impetuoso
a la llegada a su apartamento, le da la sensación de ser algo mágico. La piel,
y por supuesto el pensamiento, estima que se han renovado de alguna manera,
como si el baño hubiese limpiado también su mente de los acontecimientos del
pasado, dejando frescos y relajados alma y cuerpo. Prepara una bebida de chocolate
caliente y se sienta en el sofá a oscuras. La tenue luz que procede del
exterior penetra por los cristales creando un ambiente íntimo que invita a la
meditación.
Su pensamiento va recordando que hace mucho
había proyectado, por segunda vez, junto a Marlene venir hasta este lugar y
poder hallarse solas, apartadas de los conflictos de la familia. Vivir una vida
diferente, Marlene no lo aprobó en un primer instante, quería solucionar
primero la caótica situación en que estaba en aquel momento. Una segunda
posibilidad se planteó más adelante, después de hablar y compartir sus
pensamientos, decidieron llevar a cabo aquella aventura de venir a New York y
montar una tienda de moda en el local de la calle Stanton, fue una gran idea
que no cuajó. La familia Lahnstein le hizo una oferta irrenunciable. Rebecca sin
embargo se hizo con el local poco tiempo después para crear una boutique o como
inversión. Tenía la sensación que en algún momento podría necesitarlo en el
futuro. El momento presente demuestra que la previsión fue acertada.
Haber creado esa tienda en la calle
Stanton, fue una idea bastante acertada, pronto se encontró con que, ese
negocio, que se había planteado a medias con Marlene, fue un éxito. Que no esté
ella no significa que no siga adelante. Ella misma creó una distribuidora de
los productos de la marca LCL para Nueva York. Mas tarde fundaría su propia
marca, todo lo regentaba ella sola desde Düsseldorf en los dos últimos años. Este
negocio significa la coartada perfecta para poder llevar a cabo su plan de
alejamiento, dar la escapada ante la familia y de aquella guerra fratricida en
la que estaba envuelta.
Hola Francisco gracias muy bueno e interesantes como siempre espero el próximo capituló para empezar esta nueva historia de Rebeca y Marlene
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